Dorothea Bate (1878-1951): la intrépida exploradora que escarbó en el pasado

Vidas científicas

De pequeña, Dorothea Bate solía fijarse en las plantas y en los animales. Esas imágenes se quedaban ancladas en su memoria y luego las vertía en hojas de papel; para ella era como dar cuerpo a secretos que le habían sido revelados. Seguramente, el hecho de haber nacido en Carmarthen (Gales), el pueblo más viejo del país que a cualquiera le gustaría tener en una postal, le facilitó el estudio de la naturaleza. Se dedicó a escarbar en el pasado para entender todo lo que le rodeaba.

El novelista Richard Ford apunta en el libro Canadá que “no todo tiene que tener una consecuencia práctica. Algunas cosas las haces porque te gusta hacerlas”. Esta paleontóloga empezó observando y dibujando la naturaleza solo por el placer de hacerlo. Buscó donde nadie más miraba y se convirtió en una de las “cazadoras de fósiles” más célebres del mundo.

El Departamento de Geología del MHN (1938). Dorothea Bate está sentada en la primera fila a la derecha. Imagen: MHN.

A diferencia de sus hermanos, ella no estudió. Su hermano lo tuvo fácil, era hombre y eso en aquella época pesaba más que el hecho de tener un don. Su hermana también empezó a estudiar porque parecía tener un talento desbordante para la música. Dorothea lo tenía para las ciencias naturales pero era invisible a los ojos de sus padres. A pesar de esa adversidad, fue la primera mujer que contrataron en el Museo de Historia Natural de Londres (MHN) como científica cuando solo tenía 19 años y publicó su primer artículo en el Geological Magazine con 22 años; consistió en “un breve informe sobre los huesos del carbonífero en las cuevas de caliza de Wye Valley”. Para entonces ya había descubierto quince especies de mamíferos y aves del Pleistoceno. Entre sus descubrimientos destacan los restos de una especie extinta de artiodáctilo que ella denominó como Myotragus balearicus (un híbrido entre cabra y rata) en Mallorca.

Hay una mujer trabajando en el museo

En 1898 todavía era impensable que se contrataran mujeres para que desempeñaran su trabajo como científicas, es más, era un disparate. Sin embargo, con 19 años, Bate tenía claro dónde empezar a dar sus primeros pasos sin importarle las normas que imperaban en ese momento. El Museo de Historia Natural le pareció un buen sitio para hacerlo. El zoólogo Richard Bowdler Sharpe, responsable del departamento de aves, accedió a la petición de Bate después de comprobar que sin tener estudios que avalaran su conocimiento, tenía enfrente a una mujer casi experta en fósiles mamíferos. Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con esta contratación.

Su curiosidad empezó a subir como la espuma; tenía muchas ganas de trabajar en excavaciones. Viajó sola a sitios remotos y cuando necesitaba ayuda, contrataba a hombres de la zona como guías e intérpretes. Entre 1901 y 1911, exploró las zonas montañosas de Creta, Chipre y las Islas Baleares. En las dos primeras, encontró fósiles de elefantes pigmeos e hipopótamos, y en Mallorca descubrió el Myotragus. Muchos de los hallazgos eran nuevos para la ciencia.

Diente de elefante enano descubierto por Dorothea Bate. Imagen: MHN.

Uno de los mayores descubrimientos que hizo en las islas mediterráneas tenía que ver con los rápidos cambios evolutivos de las especies. Bate encontró un diente de entre 10 000 y 800 000 años. Fue la prueba que evidenció la existencia de los elefantes y ciervos enanos. Uno de esos elefantes adultos solo tenía un metro de altura, esto es, era del mismo tamaño que un elefante africano recién nacido de los que se conocen en la actualidad. Sus descubrimientos han allanado mucho el camino de la zooarqueología y existen estudios que han seguido su estela.

Dorothy Garrod y una muerte en Belén

Hacia 1929, la arqueóloga Dorothy Garrod necesitaba una experta que le ayudase en sus excavaciones de las cuevas ubicadas en el Monte Carmelo (Israel) y no dudó en enviar a Bate los restos fósiles para que los examinara. Pero Bate era enemiga de la distancia y demasiado amiga de cualquier acontecimiento nuevo y excitante, así que decidió unirse a Garrod en 1934. Trabajaron juntas y descubrieron restos de cincuenta y cuatro especies distintas, incluyendo los artiodáctilos Dama mesopotámica y Gazella.

Ese mismo año, el Departamento de Antigüedades de Palestina también requirió sus servicios. Un médico de Belén trajo unos fragmentos de huesos fósiles con la idea de que Bate pudiera dilucidar su origen. Ella inmediatamente reconoció que eran de elefante (fue el primer descubrimiento de ese animal extinto en Palestina). Pensó que el hallazgo de este fósil iba a ser sumamente importante por lo que no perdió el tiempo y viajó a Belén para poder investigarlo a fondo. Ese descubrimiento se consideró como uno de los restos de los primeros elefantes que existieron fuera del continente africano, el Elephas planifrons. Asimismo, encontró fósiles de rinocerontes, de tortugas gigantes y de un género extinto ya: el Hipparion.

La alegría le vino de golpe, sin esperarlo. Bate estaba pletórica. Sin embargo, ese estado en el que se encontraba desapareció con la misma facilidad con la que se pincha un globo. El arqueólogo James Starkey, al conocer el reciente descubrimiento de la paleontóloga, convenció al Departamento de Antigüedades para que él pudiera ocupar su lugar. Ella se enfadó mucho, no quería dejar su trabajo a medias y mucho menos regalárselo. Así que decidió trabajar como colaboradora junto a la geóloga Elinor Gardner aunque él figurara como jefe del proyecto.

Dorothea Bate y un trabajador en el sitio de Belén (¿1937?). Imagen: TowelBlazers.

Todo esto terminó en muerte. En 1938, Starkey se dirigía a la inauguración del Museo Palestino de Arqueología cuando fue detenido por el ejército. Le obligaron a salir del coche y le dispararon. Este hecho marcó el final de las excavaciones en Belén. La región era cada vez más inestable, el MHN no permitió que Bate siguiera allí y Gardner, por no ocupar el puesto de su compañera, prefirió no seguir con la investigación. No hay que olvidar que de fondo ya se escuchaba el ruido de la Segunda Guerra Mundial.

Tras la guerra, a los 70 años, fue nombrada directora del Museo de Historia Natural de Tring (actualmente se encuentra bajo la batuta del MHN).

Referencias

Sobre la autora

Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.

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