Harriet Brooks, pionera canadiense de la física nuclear

Vidas científicas

En 1906, Harriet Brooks tenía 30 años y acababa de anunciar su compromiso matrimonial con Bergen Davis, profesor de física de la Universidad de Columbia, y eso se convirtió en un problema para su carrera científica. La decana del Barnard College, una institución de educación para mujeres asociada a la propia Columbia, creía firmemente que una mujer no podía cumplir con sus deberes maritales y con sus tareas académicas al mismo tiempo, y le pidió su dimisión.

Harriet Brooks. Notman Photographic Archives/Musée McCord.

Brooks se opuso con fiereza. «Creo que es una obligación que le debo a mi profesión y a mi sexo el demostrar que una mujer tiene derecho a ejercer su profesión y a no ser obligada a abandonarla por el simple hecho de casarse. No concibo cómo las universidades femeninas, que invitan y alientan a las mujeres a tener carreras profesionales pueden ser fundadas o mantenidas negando este principio», escribió en una carta privada a la decana.

El asunto finalmente quedó en agua de borrajas porque Brooks rompió el compromiso con Davis y porque ya había decidido abandonar Barnard, pero sirve para hacernos una idea de cómo era Brooks y la pasión con la que defendía sus opiniones.

Becas y premios para seguir estudiando

Había nacido en 1876 en Ontario, y era la tercera de nueve hermanos. Tras cambiar a menudo de residencia durante su infancia entre Ontario y Quebec, la familia Brooks se asentó finalmente en Montreal, y allí su madre la animó a ella y a sus hermanas a continuar con su educación. Brooks se matriculó en la Universidad McGill en un programa de estudios que se centraba principalmente en el campo de la física, y completó sus asignaturas con éxito. Logró premios y becas que le permitieron seguir estudiando y terminó graduándose como la primera de su clase en filosofía natural y matemáticas.

Inmediatamente entró en un laboratorio y comenzó a investigar bajo la dirección del que después sería Sir Ernest Rutherford. Aunque comenzó trabajando en el área de la electricidad y el electromagnetismo, fue principalmente en la física nuclear donde dejó su huella. Vamos a echar un poco la vista hacia atrás para explicar adecuadamente cuáles fueron sus aportaciones.

La radiactividad es un fenómeno en el que los núcleos de algunos elementos químicos son inestables: liberan energía (ya sea en forma de radiación electromagnética o en forma de partículas cargadas) para terminar convirtiéndose en los núcleos atómicos de otros elementos más estables.

Radón: capa electrónica. Wikimedia Commons.

El estudio de la radiactividad y su desarrollo posterior se lo debemos a Marie y Pierre Curie, que encontraron varias sustancias con estas propiedades: el radio, el polonio… Demostraron que la intensidad de la radiación emitida por cada una de ellas era proporcional a la cantidad de uranio presente, y por eso dedujeron que la radiactividad era una propiedad atómica. Pero, ¿qué pasaba con la energía en forma de radiación o de partículas emitida por esos elementos radiactivos?

Brooks se centró en el caso del torio, un metal radiactivo sólido. Analizó las emanaciones de este elemento. En aquel momento existían distintas teorías que postulaban que este material era un gas, un vapor o un polvo muy fino. Brooks demostró que se trataba de un gas con un peso molecular significativamente más bajo que el del torio, de forma que no podía ser simplemente una forma gaseosa del mismo elemento. Su descubrimiento llevó a Rutherford y otros científicos a la conclusión de que con la radiactividad, un elemento se había convertido en otro. Fue la primera en caracterizar el gas que hoy llamamos radón.

De Montreal a Oxford y vuelta

En 1901 se fue a trabajar a Pensilvania, y allí obtuvo otra beca de investigación que decidió aprovechar para trabajar en Cambridge, en Inglaterra. Aunque sus experimentos sobre el radio y el torio fueron exitosas, Brooks no disfrutó de aquella época: su autoestima se resintió y terminó pensando que no tenía suficientes habilidades para doctorarse, así que volvió a Canadá, a la Universidad McGill y a trabajar con Rutherford.

En 1904 volvió a dejar McGill para ser profesora en el Bernard College, donde vivió el incidente con el que abríamos este artículo. En 1906 no se casó pero sí que dejó Bernard y pasó algunas temporadas en Europa, entre otros bajo la dirección de Marie Curie, la gran experta mundial en el campo de la radiactividad. En 1907, Rutherford se trasladó a la Universidad Victoria de Manchester y ofreció a Brooks un puesto en su laboratorio.

Ella declinó el orfrecimiento. Estaba prometida de nuevo y decidió no compaginar su vida de casada con su tarea científica. Brooks se casó con Frank Pitcher, que había sido su instructor de laboratorio antes de graduarse y que llevaba seis meses escribiendo a la científica cartas en las que le expresaba su interés romántico por ella. Se casaron en Inglaterra y luego volvieron a Montreal, donde ella pasó a ocupar labores de esposa y madre de sus dos hijos y una hija, aunque nunca se desligó totalmente de la universidad: formó parte del Club de Mujeres de la Universidad de Montreal, del que fue secretaria honorífica y presidenta en distintos periodos, y en 1910 hizo una presentación del trabajo de Marie Curie y sus colegas a la Sociedad de Alumnos de la Universidad McGill.

Brooks murió en 1933, a la temprana edad de 56 años, probablemente, como le ocurrió a su famosa colega Marie Curie, a causa de la sobreexposición a la radiación durante tanto tiempo en su vida.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista.

2 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *.