Margherita Hack, la astrónoma «atea, feminista y vegetariana en una Italia católica, machista y carnívora»

Vidas científicas

Margherita Hack falleció en 2013, a los 91 años, en la ciudad de Trieste, donde llevaba años residiendo y donde antes había dirigido el Observatorio Astronómico de Trieste. De hecho, se convirtió en la primera mujer de Italia en estar al frente de un centro científico de este tipo. Cuando murió, dejó a la ciudad toda su biblioteca: más de 24 000 libros de todas las temáticas, para que pasasen a formar parte de los fondos municipales.

Es una anécdota que resume muy bien los dos pilares de la vida de Hack: por un lado, la astronomía, el avance científico y su divulgación entre el público general; por otro, su constante compromiso social y político para mejorar la vida de la gente. Toda su vida militó en temas políticos, criticó la influencia de la religión en la sociedad y protestó contra los privilegios de los políticos, llegando a atacar públicamente a Silvio Berlusconi.

Margherita Hack.

Estudios en Florencia

Pero volvamos atrás, hasta el 12 de junio de 1922, cuando nacía Hack en Florencia. Su padre, protestante suizo, y su madre, italiana católica, abandonaron sus respectivas religiones de nacimiento para formar parte de la Sociedad Teosófica, un culto espiritual alternativo. Margherita creció en Florencia y fue a clase en el Liceo Clásico Galileo Galilei, uno de los astrónomos más famosos de la historia, lo que resulta premonitorio conociendo cuál sería su área científica. Terminó allí sus estudios sin completar todos los exámenes debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial.

De allí pasó a la Universidad de Florencia, donde se graduó en física y se doctoró en astrofísica, con una tesis en la que hablaba de las variables cefeidas, un tipo de estrella cuya radiación varía en pulsos que pueden durar periodos de tiempo que van de uno a 135 días.

Doscientos papers y un asteroide con su nombre

Mantuvo toda su vida un ávido interés por explorar las estrellas, y en 1964 obtuvo una plaza permanente de profesora de astronomía en la Universidad de Trieste, que mantuvo hasta 1992, y después siguió dando clases durante varios años más, de 1994 a 1997. De 1964 a 1987 ocupó también el cargo de directora del Observatorio Astronómico de Trieste, y fue la primera en hacerlo.

Hizo grandes avances en el campo de la radioastronomía (el estudio del espacio a través de las señales de radio) y la espectroscopía estelar (el estudio de las estrellas a través de todo el espectro de energía que desprenden). Publicó más de doscientos papers científicos durante su carrera y hasta tiene un asteroide con su nombre, el 8558 Hack, descubierto en 1995.

Respetada internacionalmente y conocida por el gran público

Durante sus años en activo, además de sus descubrimientos e investigaciones llevó a cabo dos importantes tareas que la hicieron muy conocida dentro de la comunidad científica internacional y también por el gran público. Por un lado, insistió y trabajó para que los astrofísicos italianos ampliasen el alcance de sus investigaciones accediendo y participando de los datos e imágenes de los satélites internacionales para sus trabajos. Trabajó en muchos observatorios europeos y americanos, y formó parte de grupos de trabajo de la NASA y de la ESA.

Margherita Hack (2011).

Por otro lado, dedicó muchísimo trabajo, tiempo y energía a divulgar conocimientos científicos al gran público. Aparecía con frecuencia en programas de televisión y escribía libros divulgativos y artículos para la prensa. En 1978 fundó la revista bimensual L’Astronomía y durante un tiempo dirigió Le Stelle, una revista científica popular.

Atea, feminista y vegetariana

Pero además, la figura de Hack era conocida más allá de su actividad científica porque era una activista incansable de convicciones sociales progresistas (como decía su obituario en The Telegraph fue «una atea, feminista y vegetariana en la católica, machista y carnívora Italia») que utilizaba su posición de respetabilidad para hacerse oír y pelear por los derechos civiles, especialmente los de las mujeres y los homosexuales.

Atea practicante, señaló en muchas ocasiones la influencia que la religión ejerce sobre la sociedad italiana y cómo interfiere con la libertad de la investigación científica. En su opinión, la ética de las personas no proviene de la religión, sino de una serie de principios de la conciencia que permiten a cualquiera, creyente o no, respetar la individualidad y la libertad de los demás.

Hizo campaña entusiasta a favor del derecho al aborto, de los derechos de los homosexuales, de los derechos animales (escribió un libro titulado Por qué soy vegetariana), de la investigación con células madre y de la eutanasia. En noviembre de 2009 escribió una carta abierta, breve pero certera, criticando a Silvio Berlusconi, entonces presidente del gobierno, por sus problemas con la justicia y sus intentos de librarse de ellos.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista.

3 comentarios

  • Un artículo genial sobre una de las científicas que recuerdo con más cariño. Soy italiana y recuerdo cuánto la admiraba, en mi adolescencia, cada vez que participaba a algún programa televisivo de divulgación científica. Solo por ella, poco me faltó para elegir estudiar astrofísica en la universidad de Trieste. Aparte de sus logros científicos, era una persona extremadamente carismática, irónica, nacida para comunicar con simpatía y simplicidad. Un día tuve la oportunidad de asistir a una conferencia suya, en Venecia, pero tal era la afluencia de público que no pude entrar en el palacio que organizaba el evento. Por suerte había altavoces en el exterior y los centenares que nos quedamos fuera pudimos escucharla desde la plaza. Centenares de personas en la calle para escuchar a una astrofísica, eso no lo logra cualquiera. Pero el recuerdo mejor grabado que tengo de ese día fue su imagen, la de una viejecita cualquiera, sencilla, caminando por el andén de la estación para subirse al tren que la llevaría de vuelta a su Trieste. Emocionada y temerosa de molestarla, la alcancé para pedirle que me firmara una postal (en esa época no había móviles y para los selfies faltaban años). Luego se subió al coche de segunda clase del tren regional que solíamos coger los universitarios, sin lujos ni privilegios, como una de nosotros. Era una mujer normal, sencilla, humilde. Un ejemplo.

  • Magnífica mujer, apenas había oido hablar de ella. Muy buen artículo para conocerla algo mejor.

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