Maestros de la pintura. ¿Genios o enfermos?

Protagonista

Carmen Fernández Jacob (Madrid, 1965) es uno de esos extraños ejemplos de persona que es capaz de pintar con las palabras. Una conversación con ella es como viajar, sin proponérselo, a lugares donde el tiempo pasa despacio, como en los cuadros.

Carmen Fernández Jacob después de su conferencia en la UPV/EHU. Foto: © Marta Macho Stadler.

Doctora en Ciencias Biológicas y licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, es también especialista en Oftalmología. Desde hace once años realiza estudios sobre la influencia de la patología ocular en las obras pictóricas. Ha impartido numerosas conferencias sobre este asunto, la última el pasado viernes 23 de febrero, en el salón de Grados de la Facultad de Medicina y Enfermería del Campus de Leioa de la UPV/EHU.

Javier San Martín (JSM) Supongo que una persona que estudia la pintura y trabaja como médica y bióloga llega a ese campo porque es su pasión no realizada o una afición adquirida muy potente…

Carmen Fernández Jacob (CFJ) Lo has adivinado. De pequeña me encantaba la historia y las letras, pero mi madre no quiso que siguiera ese camino y me metió a estudiar ciencias.

(JSM) Es decir, que lo suyo no fue vocacional.

(CFJ) No, que va. Adoraba el latín. Voy mucho a Grecia y me estoy planteando empezar a estudiar griego. Allí es donde yo tenía que haber acabado, pero me torcieron un poco. Nunca fui de esas científicas que lo tenían claro desde el principio. Siempre he leído mucha poesía y literatura, y bastante arqueología griega, así que tengo esa espinita clavada. Me gusta perderme por los pueblecitos pequeños, donde la gente no sabe inglés y es muy rural. Allí ocurren cosas extraordinarias. Cuando escuchan a un extranjero pronunciar tres palabras de una guía de viaje, creen que hablas el idioma, te contestan unas parrafadas enormes, y ¡caramba! no les entiendes nada. Así que me dije, voy a aprender griego moderno para ir allí y hablar con la gente, porque te los metes en el bolsillo. Cuantos más idiomas sabes, más acceso a la cultura tienes.

(JSM) Me está poniendo los dientes largos…

(CFJ) Es que son gente latina, como los italianos, muy abiertos y acogedores con quien va de fuera. Me encantan sus ruinas, el clima,… Me gustaría alquilar una casita lejos de las zonas colonizadas por los alemanes, que suelen ser las islas. En la zona continental del Peloponeso se conservan pueblecitos de pescadores, como en la España de los años 70, rurales, con gente que trabaja a medio camino entre el campo y el mar. Es como un retroceso en el tiempo. Allí estoy mejor que en ningún sitio.

(JSM) Parece que nos esté pintando un cuadro con palabras…

(CFJ) Es verdad. Para mí sería ideal. Ese mar tan hermoso, los atardeceres, y sobre todo una vida sencilla. Por mi profesión he tenido mucha suerte porque he atendido a gente muy interesante. El profesor Rodríguez Adrados, por ejemplo, un filólogo enamorado de Grecia, me dijo una vez: “No atesore, quédese con la luz del Sol y la belleza”, y allí en Grecia lo tienes: el Sol y la escultura. No se necesita más.

(JSM) ¿Cómo vivió el no poder estudiar lo que quería?

(CFJ) Bueno, no me importó demasiado porque las ciencias me gustaban igualmente. Acabé haciendo la tesis de Biología sobre los actinomicetos, que son una especie entre bacterias y hongos, y disfruté mucho haciéndolo (…) Luego el estar mucho tiempo atendiendo pacientes con problemas visuales, la gente te cuenta que no ve, o que ve torcido, y un día me pregunté ¿qué le ocurriría a un pintor que no pudiera ver bien? Empecé a buscar uno tras otro ¡y encontré ejemplos suficientes para llenar un libro!

Portada del libro de Carmen Fernández Jacob titulado
La patología ocular en la pintura a través de la
historia clínica oftalmológica.

Ojos de pintor

(JSM) En la conferencia del pasado día 23 nos proponía mirar la pintura con los ojos con los que veía el propio artista, es decir, considerando la patología ocular que, en muchas ocasiones, padecían cuando realizaban sus obras.

(CFJ) Yo la veo con los ojos de la oftalmóloga que les hubiese tratado, porque de tanto leer sus biografías y sus cartas parece que hubieran pasado por mi consulta. A veces en las conferencias les confundo con mis pacientes porque en sus cartas se quejan de lo mismo que mis pacientes reales: de problemas de visión, de colores y formas que no se ven como antes, de ver “moscas” y cosas que flotan… Lo que describían en sus cartas, lo veo todos los días en la consulta.

(JSM) De algún modo, ha tenido que reconstruir la historia clínica de aquellos pintores.

(CFJ) Claro, porque si no tengo una historia clínica no puedo decir que un pintor tiene un problema, sólo por los cuadros que pinta. Por ejemplo, Franz Marc pinta los caballos azules, pero él no los veía de ese color. Por eso hay que ser consciente de que hace falta una referencia clínica y respetar la creatividad del autor.

(JSM) Y las cartas son un testimonio de primera mano…

(CFJ) Sí, los pintores hablaban con sus oftalmólogos por carta, o con un amigo, y se quejaban de que no veían bien, de que no podían terminar sus cuadros, así que estudio la influencia que la enfermedad ocular pudo tener sobre su obra.

(JSM) Hagamos un repaso por alguno de sus pacientes/pintores, ¿qué nos contaría de la patología/obra de Cézanne?

(CFJ) Paul Cézanne era un pintor impresionista que tenía una miopía de tres dioptrías, pero que no usaba gafas para pintar, porque decía que el mundo era demasiado perfecto y bastante aburrido. Es curioso porque la óptica era muy importante para él. Los cuadros de Cézanne se basan en fundamentos ópticos muy precisos. Cuando una persona miope se quita las gafas tiene una distancia focal muy corta y necesita poner el objeto que quiere ver muy cerca del ojo. Él mismo decía que estaba continuamente acercándose al lienzo, pero también que para pintar tenía que tener un ojo original.

Boulevard de Montmartre una mañana de invierno de Camille Pissarro. Óleo sobre lienzo (1897).
Museo Metropolitano de Nueva York.

(JSM) ¿Qué es una dacriocistitis?

(CFJ) Es una inflamación del conducto lagrimal. Es un conducto pequeño, por donde drena la lágrima, que va desde el ojo a la nariz. Cuando hay una inflamación, la lágrima no drena y decimos que el ojo llora. Es lo que en oftalmología llamamos epífora. El ojo llora más al aire libre, en el campo y con el frío, y Camille Pissarro, que era impresionista, que le gustaba pintar al aire libre, tenía este problema y le molestaba mucho.

(JSM) ¿Y cómo se refleja en sus cuadros?

(CFJ) La rija, que seguramente será el nombre con el que conozcan esta enfermedad las personas de más edad, es un problema recurrente, que se cura y que vuelve en diferentes periodos.

Por las cartas que enviaba a su hijo Lucien, que también era pintor y vivía en Londres, sabemos que le atendió un oftalmólogo con quien trabó una relación muy particular. En ocasiones, el doctor le citaba a una hora a su consulta y Pissarro le respondía que a esa hora había una luz especial donde estaba pintando, así que le pedía que cuando acabara la consulta pasara a visitarle por su casa.

Lo malo era que cada vez que le hacía una infiltración, tenía que tener el ojo tapado cinco o seis días, en los que Pissarro se quedaba sin visión binocular, así que un día se le ocurrió que podía pintar el exterior desde el interior y empezó a alquilar habitaciones en hoteles con buenas vistas. Pintaba desde las proximidades de una ventana. Su enfermedad le obligó a cambiar el motivo de sus cuadros, la campiña se transformó en la perspectiva urbana de París.

(JSM) ¿Ha habido pintores con cataratas?

(CFJ) Tenemos a Monet a quien le diagnosticaron las cataratas muy pronto. No quería operarse porque otra pintora, Mary Cassat, que también tenía cataratas, pero de otro tipo, se operó y quedo muy mal, así que se dedicó a decir a sus colegas que ni se les ocurriera pasar por el quirófano.

(JSM) ¿Cómo afectó eso a su trabajo?

(CFJ) Con una catarata no ves bien los contornos. En cierta forma, le venía bien a Monet porque así podía pintar mejor la abstracción, la sensación de un momento, la impresión. Consultó a varios médicos que le dieron distintas opiniones sobre si operarse o no, así que él siguió hasta que tuvo la catarata muy avanzada.

(JSM) ¿Alguna otra lesión ocular?

(CFJ) El caso de Edgar Degas es muy curioso porque no podía ver las caras. Convivió toda su vida con una degeneración macular. La mácula es la parte central de la retina, la zona donde tenemos un mayor número de células visuales. Gracias a eso podemos leer, ver las caras, pintar, escribir… Cuando se tiene una patología en la mácula se mantiene una visión periférica, “por fuera”. Degas padeció esta enfermedad de joven en su ojo bueno, porque el otro lo tenía vago (…) Se dio cuenta en la guerra franco prusiana al guiñar el ojo para disparar un fusil. A los 37 años tuvo una inflamación ocular en su ojo bueno, así que tuvo que adaptarse a su enfermedad durante toda su carrera pictórica.

Mujer secándose el pie de Edgar Degas. Pastel sobre papel (1886). Museo Metropolitano de Nueva York.

(JSM) ¿Y Munch?

(CFJ) Edvard Munch padeció una hemorragia vítrea que incorporó a su obra pictórica. Munch es un pintor muy especial porque le gustaba la fisiología ocular. Le conocemos como pintor, pero también tenía muchos escritos, estaba constantemente preocupado por las impresiones visuales. Munch tuvo una hemorragia en el vítreo, que es el gel denso que llena el ojo por detrás y, a veces, por hipertensión, las venitas de la retina se rompen y el vítreo se llena de sangre. Para Munch era un problema porque tuvo la hemorragia en el ojo derecho, y por el izquierdo, como consecuencia de una pelea siendo joven, no veía casi nada…

¿Genios o enfermos?

(JSM) ¿Cómo trataríamos hoy ese problema? ¿Tendría solución?

(CFJ) Hoy en día se hace una vitrectomía y limpiamos la hemorragia, pero en la época de Munch sólo se prescribía reposo y esperar a que la hemorragia se reabsorbiera por sí misma. Eso fue lo que se prescribió a Munch, y que observase la evolución de la hemorragia, lo que para él, seguramente, fue un placer por el interés que tenía en la percepción visual. Tanto es así, que la incorporó a sus cuadros. Se acercaba al ojo luces de diferente intensidad y pintaba en un cuaderno lo que iba viendo. Cuando por fin se reabsorbió, dijo que veía “moscas”. Eso es lo mismo que dicen hoy muchos pacientes y no es otra cosa que los restos de fibrina de la hemorragia del vítreo. Él los veía y los pintaba como pájaros.

Para seguir la evolución de su enfermedad Munch pintó en 1930 una rejilla, que está en el museo de Oslo, en que la se ve como cambia la hemorragia. En 1947 un oftalmólogo famoso, Amsler, ideó un test de rejilla que hoy usamos en oftalmología para saber cómo evoluciona la enfermedad en función de las líneas que el paciente nos dice que se le tuercen.

Imagen endóptica de Munch pintada sobre una rejilla.
Acuarela sobre papel (1933).
Museo Munch de Oslo y Rejilla de Amsler (1947).

(JSM) ¿Eran conscientes de que lo que pintaban no era lo mismo que vería un ojo sano?

(CFJ) Monet había visto bien toda la vida, así que sabía que su catarata le iba a más y lo reflejó en sus cartas. Munch también era consciente, pero aprovechó esa pérdida de visión. Lo que es realmente impresionante es la gran capacidad de adaptación del cerebro cuando tenemos una pérdida visual. A veces mis pacientes me sorprenden, sobre todo las personas con patología macular. La obra de Degas, en este sentido, es prodigiosa. Le molestaba tanto la luz que no podía pintar en el exterior y como tampoco podía ver las caras de las personas, las volvió de espaldas al pintarlas en sus cuadros.

(JSM) Entonces, ¿eran genios o estaban simplemente enfermos?

(CFJ) Para mí son genios. Las enfermedades oculares fueron una circunstancia sobrevenida que les creó unas discapacidades que fueron capaces de superar gracias su genialidad. Preguntémonos qué es lo que nos emociona de un cuadro. Algo que sea distinto a la realidad, pero que nos sorprenda. Ellos no podían hacer las cosas igual que cuando veían y esa discapacidad quizás les hizo ver todo diferente, diverso, distinto. Ver las cosas de manera diferente es, para mí, la esencia del arte.

Nota

Los autores de esta entrevista quieren agradecer especialmente a Marta Macho Stadler y a Elena Vecino las facilidades y la oportunidad de haber podido realizar este trabajo.

Sobre los autores

Esta entrevista ha sido realizada por Javier San Martín (@SanMartinFJ) e Izaskun Lekuona (@IzaskunLekuona) y es una colaboración de Activa Tu Neurona (@ACTIVATUNEURONA) con el blog Mujeres con Ciencia.

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