Nació en invierno, en Isaba, un pueblecito donde los inviernos son muy duros. El 23 de enero de 1921, en el Valle de Roncal, vino al mundo una pionera de la química, Maria Josefa Molera Mayo. Mujer de gran imaginación y madre de tres hijos, fue alumna de dos premios Nobel de Química. Exigente y rigurosa en el trabajo y de carácter fuerte pero amable con los jóvenes investigadores, siempre estaba dispuesta a aprender de ellos. Entre 1958 y 1961 fue contratada por el Departamento de la Armada de los EE. UU. para dirigir un grupo de investigación y, según ella, allí supo lo que es trabajar “bajo la presión de los americanos”.
Josefa Molera finalizó sus estudios de química en 1942, en la Universidad Central de Madrid, en una situación bastante mala. Su familia sufrió mucho durante la Guerra Civil, ya que recibió numerosos castigos y, a causa de ello, Molera tuvo que superar infinidad de obstáculos para concluir los estudios. A pesar de todo, se licenció en Química con excelentes notas y en muy poco tiempo, en tres años. Tras finalizar los estudios, obtuvo un puesto de profesor auxiliar no remunerado en la Cátedra de Química Técnica. Sin embargo, la docencia no le proporcionaba los recursos suficientes para poder ganarse la vida, así que al mismo tiempo impartía clases particulares de química para sobrevivir.
El profesor Antonio Ríus Miró, director de la Cátedra de Química y subdirector del Instituto de Química “Alonso Barba” del CSIC, le ofreció la oportunidad de realizar su tesis en sus laboratorios. No obstante, José Casares Gil, director del Instituto, le denegó la entrada argumentando que no había ninguna mujer entre los investigadores de la asociación. Aun y todo, Josefa no dejó de lado la oportunidad de realizar la tesis y, cuando Ríus fue nombrado director del Instituto de Química Física Rocasolano, empezó a trabajar de becaria en su laboratorio. El dinero que obtenía a cambio del trabajo en el laboratorio no le llegaba para poder vivir, por lo que tuvo que seguir ejerciendo de profesora.
En 1948 obtuvo el título de doctora por la Universidad Central de Madrid, con la calificación de sobresaliente cum laude y llevándose un Premio Especial por el trabajo realizado. En la tesis obtuvo excelentes resultados sobre las aplicaciones de los electrodos de mercurio, lo cual la llevó a conseguir un puesto colaboradora en el Instituto Rocasolano. En 1950, el Instituto puso en marcha un programa para que los jóvenes investigadores fuesen al extranjero, y Josefa Molera fue a Oxford a trabajar en el laboratorio dirigido por Cyril Norman Hinshelwood, Premio Nobel de Química en el año 1956. Hinshelwood no veía con buenos ojos la llegada de Josefa porque era mujer, pero la joven investigadora venció con perseverancia los prejuicios del profesor.
Al regresar del Reino Unido puso en práctica todo lo aprendido en el extranjero y fue una de las creadoras del primer cromatógrafo de gases del estado. En aquella época, en 1951, no disponían de fondos para construir dicha herramienta y se veían obligados a utilizar técnicas simples en los laboratorios. Así pues, utilizando los recursos que tenían a su alcance, elaboraron un «cromatógrafo casero». Además, creó una nueva línea de investigación en el Instituto de Química Física: las reacciones de pirolisis y oxidación de los compuestos orgánicos en fase gaseosa a bajas temperaturas. También creó el Departamento de Cinetoquímica que dirigió hasta su jubilación en 1986.
En 1959 fue a la Universidad de Sheffield a profundizar en las técnicas de reacciones químicas leves junto al Premio Nobel de Química George Porter. Se trataba de técnicas novedosas que puso en marcha en el instituto al volver. Desarrolló a nivel estatal los métodos de reacciones químicas producidas por la cromatografía de gases-líquidos, los cuales implementó en los análisis de vinos y otras bebidas alcohólicas, por ejemplo.
En su larga trayectoria científica tuvo que superar miles de obstáculos y pasó por todos los puestos: fue becaria, auxiliar, profesora, secretaria, investigadora y directora de departamento. Dirigió 17 tesis doctorales y publicó 76 trabajos de investigación. Asimismo, recibió varios premios por su trabajo, como el Premio Alfonso X el Sabio del CSIC, el Premio Perkin Elmer Hispania al mejor trabajo sobre la cromatografía de gases o la Medalla de Química de la Asociación Española de Química y Física Erret.
La química navarra María Josefa Molera Mayo implementó sistemas químicos avanzados a nivel estatal, y a ella le debemos los nuevos fundamentos de los sistemas de investigación y desarrollo que conocemos hoy en día.
Falleció a los 90 años en Madrid, en 2011. En mayo de 2013, el Ayuntamiento de Pamplona aprobó la propuesta de ponerle el nombre de “Josefa Molera Mayo” a una calle de la ciudad.
Sobre el artículo original
Este artículo fue publicado en euskara bajo el título de Josefa Molera Mayo (1921-2011): Izabatik kimikaren historiara el 14 de noviembre de 2014 en la sección Emakumeak zientzian del blog Zientzia Kaiera.
Un especial agradecimiento a la autora del artículo por traducirlo para Mujeres con ciencia.
Sobre la autora
Uxune Martinez Mazaga es licenciada en sociología, posgraduada en gestión de recursos y comunicación. Es responsable de difusión científica de la Fundación Euskampus y editora del blog Zientzia Kaiera de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
2 comentarios
Que maravilla leer de químicas brillantes. Y mucho más cuando les interesa el arte y la literatura. Habrá un patrón? 🙂
Kaixo, Iris!
Gracias por tu comentario.
La verdad es que conocer la labor de estas mujeres es estimulante. No sé si hay un patrón al respecto. Lo que te puedo decir es que la inquietud y curiosidad de estas científicas les llevó a disfrutar y valorar otros tantos ámbitos de la cultura.