Una sorprendente estudiosa del siglo XII: Hildegard von Bingen

Vidas científicas

El androcentrismo constituye una de las principales formas de sexismo bajo la cual las mujeres son vistas como sujetos pasivos de la historia.

Margrit Eichler

Hildegard von Bingen, nacida en Alemania en 1098, fue una abadesa polifacética: médica, filósofa, naturalista, compositora, poetisa y también lingüista. La bióloga estadounidense Margaret Alic (1986) la ha definido como una abadesa muy singular por su notable influencia y una de las científicas más importantes del siglo XII.

Museum - Hildegard von Bingen

Antes de continuar, debemos advertir que desde el punto de vista actual el trabajo de esta extraordinaria mujer hoy no sería considerado ciencia como tal. No obstante, en el contexto histórico en que le tocó vivir, hace casi mil años, sus estudios del mundo natural brillaron con luz propia. Su obra desprende una notable sabiduría, incluso a pesar de la contradicción que parece contener el considerar a una religiosa como una mujer de ciencia.

Hildegard von Bingen, también conocida como la «Sibila del Rin», mostró desde muy pequeña una verdadera curiosidad por entender la naturaleza. A los ocho años de edad fue entregada por sus padres a la Iglesia, donde a lo largo de toda su vida llevó a cabo una obra realmente excepcional.

Recordemos que en la Edad Media los conventos daban a las mujeres diversas posibilidades de educación y trabajo, y para muchas de ellas representaron en aquellos tiempos una solución más atractiva que el matrimonio. Las abadesas podían alcanzar una posición semejante a la del señor feudal y Hildegard von Bingen llegó a ser una de las eruditas más poderosas de esas eclesiásticas.

Hildegard y su comunidad de monjas, miniatura siglo XIII
Hildegard y su comunidad de monjas,
miniatura siglo XIII

En 1136, a pesar de su juventud pues sólo contaba 38 años de edad, fue nombrada abadesa y debió asumir la dirección del convento en que vivía. Poseedora de una gran vocación y una mente preclara, la joven estudiosa avanzó rápidamente en las filas de la iglesia y llegó muy lejos, incluso convenció a sus superiores para que le permitieran tomar una medida inusual: fundar dos monasterios, uno en 1150 y el segundo 1165.

Entre 1151-1158 escribió su obra de medicina más importante bajo un único título: Libro sobre las propiedades naturales de las cosas creadas (Liber subtilitatum diversarum naturarum creaturarum). Con posterioridad, en el siglo XIII, fue dividido en dos: Physica, un texto sobre las ciencias naturales con conocimientos de medicina sencilla, y Causae et Curae un tratado de medicina compleja que trata de las enfermedades, sus causas y sus síntomas. En ambos textos describe el mundo natural y muestra un particular interés en las propiedades curativas de las plantas, los animales, minerales, metales, y otros elementos de la naturaleza.

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Primera página de Physica.

Por ejemplo, en una de las entradas Physica describe a las flores de «cinquefoil» (planta herbácea semejante a la fresa procedente de las latitudes altas del hemisferio norte) como: «beneficiosas para la salud y útiles para combatir la fiebre causada por la mala alimentación.» También incluye consejos sobre cómo mantener los dientes sanos y firmes o cómo enriquecer la dieta de las mujeres que sufrían amenorrea (ausencia de menstruación), algo habitual en la época debido la desnutrición.

A este respecto, es ilustrativo recordar que la profesora de Historia de la ciencia Londa Schiebinger, junto a otros autores, considera que entre los debates más interesantes surgidos en torno a la anatomía y fisiología femeninas en aquellos años, fue el enfocado en la menstruación. Esta característica fisiológica ha confundido a los naturalistas durante siglos, ya que en la Antigüedad y en la Edad Media hubo muchos que creyeron que la mujer era el único animal que menstruaba. La erudita abadesa estuvo entre los pocos estudiosos anteriores a la ciencia moderna que sostuvieron (correctamente) que las hembras de los monos también menstruaban. Además, Hildegard von Bingen fue muy por delante de su tiempo en opiniones como la importancia de la gratificación sexual para las mujeres, incluso algunos autores consideran que ella bien podría ser la primera mujer europea en describir el orgasmo femenino.

buchcover_das buch von den pflanzenDicho esto, señalemos que Physica contenía descripciones de 230 plantas herbáceas y 60 árboles y, tal como ha descrito Margaret Alic, para cada entrada daba el nombre en alemán, junto con las aplicaciones médicas, y logró desarrollar una nomenclatura botánica en ese idioma que todavía está en uso. Los trabajos de esta singular abadesa fueron los primeros escritos por una mujer que han llegado intactos hasta el presente, lo que ha permitido su minucioso estudio.

La obra médica de Hildegard von Bingen, ha señalado el catedrático de Historia de la ciencia de la Universidad de Valencia Josep Lluís Barona (2006), «es un importante compendio que trata de plantas, animales, minerales, y otros elementos de la naturaleza, contemplados desde la perspectiva de su acción curativa». Este trabajo, siguiendo a Barona, representa una síntesis original de ideas procedentes de la tradición oriental, helénica y judeocristiana. Las fuentes de su conocimiento fueron probablemente las tradiciones populares y el humoralismo galénico. Es una mezcla inseparable de elementos naturalistas y místicos, y su influencia fue tan trascendental en su tiempo que perduró hasta el Renacimiento.

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Moneda alemana de 10 marcos de plata
conmemorativa del noveno centenario
del nacimiento de Hildegard von Bingen.

Esta original mujer también escribió numerosos tratados teológicos, biografías, himnos y poemas. Fue una compositora consumada que hoy sigue siendo conocida por ello y los musicólogos valoran mucho su obra. Asimismo, gracias a ella numerosas tradiciones cosmológicas griegas y judeo-cristianas se pudieron conocer en el siglo XII. Buena parte de las noticias sobre su persona las debemos a su biógrafo, Godofredo de Disibodenberg.

Hildegard von Bingen murió en 1179 a los 81 años de edad, dejando tras de sí un asombroso legado de incalculable valor y una prueba clara de que la historia de la ciencia no puede entenderse sin la participación de las mujeres.

Referencias

  1. Alic, M. (1986). El legado de Hipatia. Siglo XXI. Madrid
  2. Barona, J. L. (2006). Hildegard von Bingen (1098-1179), mística, ciencia y medicina en la Edad Media, Mètode 50, 2006
  3. Martínez Pulido, C. (2006). La presencia femenina en el pensamiento biológico. Minerva. Biblioteca Nueva. Madrid
  4. Schiebinger, L. (1993). Nature’s Body. Beacon Press. Boston

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

8 comentarios

  • Hildegard siempre ha sido uno de mis personajes favoritos de la Historia. Y lo que me llama la atención de sus estudios y obras es su vigencia, hoy en día nos llama la atención practicas curativas cercanas a las plantas, a los minerales, para curar cuerpo y mente y no nos damos cuenta de que esa era la medicina antigua que en vez de curar algo especifico buscaba restaurar el equilibrio integral del cuerpo y del espíritu. Si ya lo habían hecho en el pasado y hoy por hoy lo seguimos buscando, es que algo en todo ello debe de ser cierto.

  • Hola Yeraki, casi con un año de retraso (pido disculpas) veo tu comentario. Creo que tienes razón en lo que respecta al uso de plantas medicinales desde muy antiguo y que sus beneficios eran principalmente sobre el organismo completo. Aunque hubo numerosas mujeres que sabían usar las plantas, Hildegard fuer realmente excepcional por la amplitud de sus conocimientos.
    Un saludo,
    Carolina.

  • Mil gracias por este articulo tan interesante y educativo, sobre la investigacion, conocimientos y legado de Hildegard von Bingen. Parece ser que la autoridadd epistemica, como diria la filosofa Allison M.Jagggar ha gobernado por siglos, al esconder las obras de otras cientificas brillantes, como Hypatia de Alejandria, hija de Theon, sor Juan ine de la Cruz, por mencionar otras. En pleno siglo XX1, seguimos luchando por «mujer que sabe latiin ni se casa ni tien buen fin’ como dijera Rosario Castellanos. Pese a todo, aqui seguios estudiando, aprendiendo e investigando.

  • Muchas gracias, Lupita, por tu comentario. Cada una de nosotras, desde nuestras posibilidades, podemos contribuir a conseguir la igualdad para las mujeres. Me alegra ver que ésta es también tu meta.
    Un cordial saludo.
    Carolina

  • Hola. Me gustó mucho leer este artículo y aprender más de esta gran mujer. En la universidad conocí de ella pero nunca busqué nada más a fondo sobre su vida. ¿Saben de algún libro sobre esta mujer o incluso varias, como Sor juana Inés de la cruz también’? Me gustaría leer más sobre ellas y sus vidas. Gracias.

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