La evolución humana con perspectiva de género: un combate por la objetividad

Ciencia y más

No existe tal cosa: una ciencia objetiva y libre de valores.

Ruth Hubbard

El ámbito de la evolución humana constituye un campo de investigación multidisciplinar, la Paleoantropología, sumamente polémico y en constante estado de ebullición y cambio. De hecho, el mundo relacionado con nuestros orígenes ha revelado una notable complejidad y generado acalorados debates desde el mismo momento en que la teoría de la evolución fue aceptada por la comunidad científica.

Australopithecus Afarensis
Australopithecus afarensis

El tema está sujeto a múltiples desavenencias porque se trata de un aspecto del pensamiento biológico con tendencia a la subjetividad, algo que, por otro lado, hoy en día se reconoce a prácticamente todo trabajo científico. Pero además, la interpretación de los orígenes humanos se ha visto sobrecargada con un considerable sesgo de género. Aclaremos que con el término «género» hacemos referencia no sólo a las diferencias biológicas entre uno y otro sexo de la especie humana, sino también a las diferencias sociales y culturales atribuidas a las personas en función de su sexo.

Es revelador tener presente que la Paleantropololgía es una disciplina científica de reciente creación (principios del siglo XX) y, prácticamente hasta la década de 1970, la inmensa mayoría de estudiosos dedicados a la materia fueron hombres. Tal situación ha provocado que la interpretación de nuestra historia evolutiva haya estado polarizada por un notable androcentrismo, esto es, la identificación de lo masculino con lo humano en general. En este contexto, y a pesar de la gran variación de modelos explicativos propuestos a lo largo de los años, ha habido un denominador común: otorgar al sexo femenino un papel muy poco relevante en tan significativo proceso.

blog evol.fem4
Homo sapiens

Hasta hace sólo unas décadas, los estudiosos consideraron a las mujeres como simples participantes pasivas en el cambio evolutivo, y se limitaron a relegarlas al papel de parir, alimentar y cuidar a sus crías. Mientras que, por el contrario, los hombres fueron descritos como responsables de muchas de las innovaciones que nos definen como humanos, por ejemplo, el surgimiento del andar bípedo, el agrandamiento del cerebro, la fabricación de herramientas, la comunicación cooperativa o la representación simbólica.

Así pues, no debe extrañarnos que las investigaciones relacionadas con nuestra evolución hayan arrastrado, y aún lo hacen, el convencional sesgo sexista que durante siglos ha impregnado al mundo académico y a los modelos que produce. En realidad, los estudios evolutivos no se han movido en el vacío, sino inmersos dentro de la misma línea que la historia cultural de Occidente. De hecho, todos arrastramos un «equipaje»: importa nuestro género, igual que importa quiénes fueron nuestros maestros, dónde estudiamos, cuándo estudiamos, cuál es nuestra religión, nuestra herencia cultural, y demás. Como ha señalado, entre otros, la bióloga estadounidense Ruth Hubbard: «No existe tal cosa: una ciencia objetiva y libre de valores».

Cabe pues afirmar que el sesgo androcéntrico que ha lastrado a los estudios sobre la evolución humana ha estado presente desde que Darwin colocó a la humanidad dentro del marco evolutivo. El reconocido y admirado padre de la teoría de la evolución, siguiendo una tradición que venía de antiguo, admitió sin reparos, al menos públicamente, la superioridad del hombre frente a la mujer como una característica indiscutible de la naturaleza. Nos parece de interés poner de manifiesto el profundo sexismo que impregnó el pensamiento darwiniano, uno de los más influyentes en la historia de la biología.

La teoría de Darwin dejó a las mujeres en la cuneta de la evolución

La revolución darwiniana, que cambió tantas cosas y barrió tantos prejuicios de las ciencias naturales, no modificó casi en nada la visión mantenida durante siglos acerca de la inferioridad «natural» de las mujeres con respecto a los hombres. El único cambio destacable en este sentido fue que las diferencias jerárquicas entre los sexos humanos, antes atribuidas al dios o dioses, se imputaron ahora a la ciencia.

-Darwin_-_Descent_of_Man_(1871)Aunque muchos han culpado al naturalista inglés de la minusvaloración evolutiva del sexo femenino, numerosos expertos afirman hoy que fueron principalmente algunos de sus exaltados seguidores —«más darwinistas que Darwin»— los que defendieron a ultranza y con más énfasis tal marginación. No obstante, El origen del hombre, el libro en que Darwin dedicó más espacio a las mujeres, fue un claro reflejo del intento de su autor por convertir en «verdad científica» ese prejuicio ancestral: las mujeres «por naturaleza» son inferiores a los hombres. El científico afirmaba que muchas de las facultades típicas del sexo femenino (intuición, rápida percepción y quizás también las de imitación) «son propias y características de razas inferiores, y por lo tanto corresponden a un estado de cultura pasado y más bajo.»

En contraste con estas características femeninas, subrayaba que «el hombre desarrolló facultades mentales superiores, como la observación, la razón, la invención o imaginación» que, finalmente, lo hicieron superior a la mujer en todos los terrenos. Concluía Darwin: «en cuerpo y espíritu el hombre es más potente que la mujer.»

Para explicar la supremacía masculina el célebre británico, y la mayor parte de sus innumerables seguidores, recurrieron a las distintas funciones que cumplían los dos sexos de la especie humana. Puesto que la función natural de los hombres era mantener y proteger a las mujeres y a sus crías, debían luchar por la supervivencia en actividades peligrosas que exigían gran inteligencia. Esta obligación de cuidado y abastecimiento fue el motor que llevó a que ellos desarrollaran gran coraje, agresividad y energía.

La naturaleza, por el contrario, exigía menos a las mujeres ya que, siendo su única actividad la procreación y la crianza, su papel era puramente físico. Ellas apenas luchaban, su provisión de alimentos al grupo era secundaria, no tenían que resolver situaciones nuevas ni enfrentarse a riesgos, desafíos, etc. La reproducción y el cuidado de la prole sólo exigían cualidades maternales pasivas y domésticas. Apoyado en estos razonamientos, Darwin argumentaba que el valor de una mujer radicaba en sus órganos reproductores. Y, dado que ni el desarrollo de una criatura en el vientre, ni el parto o la producción de leche dependían de la capacidad femenina para pensar, ellas no requerían que su cerebro y sus mentes evolucionaron a una velocidad igual a la de los varones.

Actividad masculina
Actividad masculina

El razonamiento darwiniano sostenía, además, que los hombres en general habían adquirido la capacidad de pensar primero; como este rasgo resultó crucial para la supervivencia luego pasó a las mujeres, lo que permitió que ellas también evolucionasen. En otras palabras, gracias a que niñas y niños heredan los caracteres de forma equivalente, la evolución corrió pareja para ambos sexos. En este sentido, reflexionaba el naturalista: «si no fuera por la ley de igualdad en la transmisión de la herencia, la diferencia física e intelectual que nos separa de las mujeres aún sería mayor de lo que es.»

Sólo al hacer referencia a la reproducción, en el capítulo IV de El origen del hombre, Darwin atribuía a las mujeres un papel evolutivo de importancia. Según el científico, en la mayoría de las especies los miembros de un sexo, usualmente el masculino, compiten entre ellos para tener acceso al apareamiento con el otro sexo. Pero, también consideraba que las predilecciones de las hembras a la hora de aceptar compañero tenían influencia: los machos elegidos conseguían un éxito reproductor mayor en comparación con aquellos que no eran elegidos. Al respecto dejaba escrito: «En el cortejo, de los dos sexos el macho es el miembro más activo. La hembra, por otra parte, con muy raras excepciones, es menos impaciente que el macho […] ella [aunque] tímida y pasiva, en general ejerce alguna elección y acepta a un macho prefiriéndolo sobre otros […]. El que la hembra ejerce alguna elección parece una ley casi tan extensa como la vehemencia del macho.»

mujeres bailando
Baile femenino rodeando a un hombre en una
pintura de la Roca dels Moros de Cogul (Lleida)

Es evidente que el núcleo de la tesis darwiniana contenía una contradicción: el sexo femenino lleva a cabo la elección sexual pero al mismo tiempo su actitud es de gran pasividad. Se trata de una paradoja que apenas se discutió cuando el libro salió a la luz. Más bien al contrario, se pasó por alto. De hecho, los esfuerzos se concentraron en subrayar el papel subordinado en que el gran científico había colocado a la mujer.

Finalmente, es interesante insistir que El origen del hombre (1871) generó entre la comunidad científica y en la sociedad en general, tanto en la época en que se publicó como con posterioridad, un alud de discusiones y un sinfín de réplicas. No obstante, en lo que respecta a la situación de las mujeres, salvando las últimas décadas, casi no ha habido polémicas que alcanzaran al gran público, sino una tácita aceptación mayoritaria de las tesis darwinianas. En realidad, tampoco debe extrañarnos demasiado puesto que dichas tesis apenas cambiaron las concepciones dominantes y nadie se sintió, al menos abiertamente, ofendido o sorprendido ante el contenido sexista de la obra de tan afamado autor.

En la actualidad, aunque considerablemente menos extendido que antaño, el androcentrismo todavía persiste. Y no se trata de una anomalía marginal. Como tan bien ha señalado la ensayista estadounidense Adrienne Rich: «la objetividad es el nombre que se da en la sociedad patriarcal a la subjetividad masculina».

Referencias

  1. Darwin and Gender: The Blog. The blog site of the ‘Darwin and Gender’ stream of the Darwin Correspondence Project.
  2. Martínez Pulido, C. (2003). El papel de la mujer en la evolución humana. Biblioteca Nueva. Madrid
  3. Sanahuja Yll, M. E. (2002). Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria. Cátedra. Madrid

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

29 comentarios

  • Os escribo en nombre del colectivo feminista Las Garbancitas del que formo parte. Este colectivo radica en una cooperativa de consumo agroecológico de Madrid, La Garbancita Ecológica, que realizamos una publicación bimestral de entre 60 y 72 páginas «Tachai». En dicha publicación tenemos una sección de ecofeminismo. Nos gustaría ayudar a la difusión de este artículo de Carolina Martinez Pulido que nos ha resultado de enorme interés en la sección mencionada del próximo número de la revista (47) que se publicará a finales de enero. Aunque la página está bajo licencia CCR-NC-SOD 4.0, queríamos notificarlo a la autora y a la página. Gracias por vuestro trabajo. Un saludo

  • Hola.

    ¡Enhorabuena y gracias por tan interesante artículo, Carolina!

    Vine a dar aquí en mi búsqueda de alguna ilustración que mostrase la famosa Línea de la Evolución Humana con una MUJER como protagonista, en lugar de con un hombre, como siempre se ha visto.

    Creía que no existía (¡que nadie se lo había tan siquiera planteado!) hasta que di con una información sobre la Exposición «Evolución en clave de género», que recoge el trabajo del ilustrador científico Eduardo Sáiz Alonso.
    NOTA: Exposición producida por la Unidad de Cultura Científica del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, con la colaboración de la Obra Social «la Caixa» y la FECYT, que se inauguró en Burgos durante la Noche de los Investigadores 2014.

    En fin, que aunque siempre se nos haya olvidado a las mujeres en la mayoría de relatos, ahí estuvimos ¡vaya que sí!

    Saludos.

    • Hola Celeste. Me alegro que nos hayas visitado, y también que disfrutases con la exposición de «Evolución en clave de género». Es muy interesante el tema de la mujer en la evolución. Una no puede dejar de sorprenderse que durante décadas solo se haya interpretado nuestros orígenes en clave masculina. Nosotras también hemos participado y hemos sido, y seguimos siendo, la mitad del género humano, aunque algunos no hayan querido asumirlo.
      Un cordial saludo
      Carolina

  • […] Tras escribir en Google “Evolución humana de la mujer”, el primer enlace me llevó a éste artículo de la web Mujeres con Ciencia (otro descubrimiento de los que aparecen según vas tirando de la […]

  • Será por complejo de inferioridad que desde siempre nos hicieron de menos? A través de toda la historia, iniciando desde la iglesia.

    • Gracias por tu comentario, Karen. Es muy difícil conocer las razones por las que las mujeres hemos estado relegadas a un segundo plano. La explicación más aceptada, aunque no hay consenso es que cuando la humanidad empezó a vivir de forma sedentaria (en el Neolítico, hace unos 12.000 años), se comenzó a cultivar la tierra, a criar ganado, a construir viviendas,… En suma surgió la propiedad privada y los hombres quisieron asegurar que quienes heredaban sus bienes fueran sus hijos biológicos. Según este modelo, ahí empezó la represión de las mujeres. Pero hay mucho debate en torno al tema.
      Un cordial saludo
      Carolina

      • Estimada,
        El análisis de Darwin sobre la especie es un enfoque científico hembra y macho cumple distintas funciones en cada especie.
        La igualdad de género es enteramente de la raza humana pues no aplica a las otras especies ya que el poder de razonar es únicamente nuestro.
        Si no fueramos seres pensantes uno debería tomar como ejemplo otras especies para entender las diferencia dentro de la misma especie.
        En la actualidad Los problemas que se generan son culturales y soy una persona a favor de la igualdad.
        Dicho esto les envío un saludos

  • interesante cómo se quiere vincular el tema de la emancipación de la mujer, un tema de derecho y sin posibilidad de cuestionamiento, con el tema de género. La falta de sustento científico en la teoría de género y su falta de objetividad científica hacen que se busquen argumentos como el que «sólo hombres participaron en los postulados Darwiinianos», que cosa más alejada de la realidad, habría que estudiar el papel de mujeres como Antoinette Brown Blackwell, discípula de Darwin en toda esta experiencia científica. El querer emancipar a la mujer es un tema de derecho y es válido, el tema de querer crear una confusión mundial con el tema de género partiendo de postulados no válidos, es cosa de debatirlo.

  • Hola Maximiliano. Gracias por tu comentario. Ciertamente, la desigualdad entre los sexos solo se presenta en los seres humanos. Esto nos muestra, como bien dices, que el género es un producto cultural y cargado de prejuicios. Me alegra que estes a favor de la igualdad.
    Un saludo.
    Carolina

  • Hola Juan. Ciertamente, Antoinette Brown Blackwell, a quien hemos tratado en este blog, hizo un excelente trabajo acerca de la obra de Darwin.
    Un saludo
    Carolina

  • La teoria de una danza de mujeres bailando alrededor de un hombre en las pinturas del Cogul está muy obsoleta, hay estudios y dataciones que demuestran que las mujeres se representaron de dos en dos en diferentes momentos históricos, con lo que la danza ya no es tal danza. Se trata de un lugar sagrado de mujeres, que son la representación más importante y muy cuidadas de la escena principal, el hombre no es el protagonista de la escena, son las mujeres y la sororidad entre ellas. Ver Viñas et all, 2017 y Cacheda, López y Torres, 2018.

  • Hola María. Muchas gracias por tu observación. En este artículo no se pretende hablar de la teoría de la danza, la imagen se incluye por el protagonismo que da a las mujeres, y también por su belleza. Leeré cuidadosamente las novedosas referencias que nos envías, que obviamente no están incluidas en esta entrada escrita en 2015.
    Un cordial saludo
    Carolina

  • Apreciada Carolina.
    Felicidades por su artículo. Un placer leerla.

    Lynn Margulis (Captando genomas) me dio la pista sobre un tipo de pensamiento lógico que llamé «femenino»: Darwin habla (LM Captando genomas. P.: 60) de batir, muerte, destrucción, exterminar, matar, individuo, selección, etc., mientras que en toda su obra no se encuentran palabras tales como comunidad, cooperación, colaboración, simbiosis, comunidad, asociación sobre las que Margulis elaboró su teoría de la evolución.

    El sexo es reproductivo, mientras que el género es la norma que regula el goce sobre el sexo y lo transforma en goce sexual normado. Yo prefiero hablar de goce-cuerpo, sexo y ley que regula la relación entre ambos, antes que hablar de macho-hembra, hombre-mujer, porque son marcas que remiten a la función reproductiva y no a las relaciones de goce que nos unen con otras personas. Para la biología, seguramente que es importante establecer las relaciones reproductivas y de supervivencia por sexos, pero parta un médico o un psicólogo y quizás para el feminismo teórico, acaso sea mucho más importante comprender cuáles son las condiciones individuales que rigen el goce (sexual o no) de las personas.

    Tomando en cuenta esta consideración, y que tengo para mi que el feminismo es el segundo renacimiento (el primero puso al hombre (no a la mujer) en el lugar del interés, desplazando al dios de la Edad Media), al desplazar al hombre del lugar de interés hegemónico que trajo ese primer renacimiento, y colocar a la mujer como el principal motivo de interés de la civilización llamada occidental, me mantengo el la línea abierta por Gerda Lerner (La creación del patriarcado) en su origen histórico, porque se fundamenta en textos y tomo como conjeturales y sujetos a la subjetividad del momento los estudios paleoantropológicos.

    No obstante, un amigo, catedrático de prehistoria, insiste en que se trata de una ciencia. Yo añado «conjetural», lo que señala su valor. La conjetura es, acaso, tan valiosa como la prueba objetiva, en el proceso de la adquisición de conocimiento, porque obedece a un proceso deductivo o acaso inductivo, pero asimismo válido y sometida a verificación. Como el psicoanálisis, siguiendo estrictamente los criterios de Popper sobre la verirrefutabilidad de la ciencia, la paleoantropología es falsa pero irrefutable.

    Muchas gracias por su artículo y su atención.

  • Gracias por tu extenso comentario, Juan Manuel. Solo pretendo hacerte una pequeña corrección, la diferencia entre sexo y género está en que el primero hace referencia a los caracteres biológicos que diferencian a una mujer, desarrollo de las mamas, presencia de una vulva, los ovarios en el interior del cuerpo,… etc.; mientras que los hombres no desarrollan las mamas, tienen pene, los testículos son externos, etc… Por otra parte, el género es de origen cultural, se trata de las actividades, comportamientos, que se atribuyen a las mujeres, pasividad, sometimiento, cuidadora… y los hombres son activos, dominantes, proveedores… O sea, el sexo se relaciona con lo biológico y el género con la cultura.
    Un saludo
    Carolina

  • Un texto muy interesante! Alguien tiene alguna idea de como lo podría trabajar con alumnos de bachillerato? Gracias

  • Hola Anna
    Gracias por tu comentario. La editorial Santillana ha publicado recientemente un pequeño libro titulado «El papel de las mujeres en la evolución humana», del que tuve la oportunidad de ser autora, y está dirigido en gran parte para los estudiantes de bachillerato..
    Un cordial saludo.
    Carolina

  • Alguien sabe en que páginas de el origen de las especies se encuentran estas afirmaciones de Charles Darwin?

    • Hola Oskar, las afirmaciones de Darwin relacionadas con la evolución del hombre y de la mujer se encuentran en el libro «El origen del hombre», no en «El origen de las especies», porque en éste no trató el tema humano. No tengo a mano la página exacta, es que hay varias ediciones. Pero puedes encontrarlo con facilidad. Si no es así, dímelo, que buscaré edición y página con exactitud.
      Un saludo
      Carolina

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