Lynn Margulis: la vida desde la cooperación microbiana

Vidas científicas

La vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian.

Lynn Margulis

El prestigioso paleontólogo del Museo Norteamericano de Historia Natural, Niles Eldredge, ha escrito: «El sueño de todo científico es hacer que se reescriban los libros de texto básicos, Lynn Margulis lo ha conseguido».

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Lynn Margulis (1990). NANCY R. SCHIFF / GETTY IMAGES.

En efecto, esta insólita científica, nacida en 1938 en Chicago, ha sido considerada por muchos de sus colegas como una bióloga teórica de notable talento, incluida entre los pensadores más estimulantes y originales de su generación. Sin embargo, las cosas no resultaron fáciles ya que la mayor parte de su carrera transcurrió en los márgenes de lo aceptable por sus colegas. Así, aunque un importante colectivo de expertos se hizo eco de su pensamiento, el trabajo de esta estudiosa, en muchos sentidos, ha sido, y aún lo es, controvertido.

Lynn Margulis dedicó su vida profesional a investigar el microcosmos de los organismos más pequeños de la Tierra. Su tarea se centró en desmenuzar cómo evolucionan y cómo se relacionan unos con otros, pero, dada la falta de familiaridad de la comunidad científica con los microorganismos que existen en nuestro planeta, se vio obligada a batallar contra lo establecido a veces muy duramente.

La principal contribución de esta investigadora tuvo que ver con discurso evolucionista, tema en el que logró enriquecer la célebre teoría de la evolución biológica con sus brillantes descubrimientos sobre el mundo microbiano. Margulis demostró que las células nucleadas o eucariotas –de las que están hechos todos los organismos vivos: los hongos, las plantas, los animales, y numerosos seres unicelulares– no sólo descienden de bacterias, sino que son literalmente amalgamas de células bacterianas diversas.

La asociación física entre organismos de especies distintas, llamada simbiosis, ha tenido, según Margulis, una importancia crucial en la historia de la vida. El caso más destacado sería el de la célula nucleada, donde sus componentes, organismos más simples, se han integrado para producir nuevos e inesperados resultados. «Todos somos comunidades de microbios. Cada planta y cada animal en la Tierra es hoy producto de la simbiosis», escribía la investigadora.

Pero Margulis no se quedó aquí, fue mucho más allá. Mientras que la mayoría de los biólogos ponían el énfasis en el papel de la competición en el proceso evolutivo, ella acentuaba la cooperación, echando por tierra la arraigada creencia de que sólo sobrevive el más fuerte. En sus propias palabras: «El pacto es la simbiosis, al final nadie gana ni pierde sino que hay una recombinación. Se construye algo nuevo».

Sin romper totalmente con los postulados de Darwin, y de la mayoría de sus sucesores, Margulis logró agitar las aguas de nuestra interpretación del mundo vivo, demostrando el valor de la cooperación como mecanismo evolutivo. En esta línea, el ecólogo de la Universidad de Yale, George Evelyn Hutchinson, ha dicho: «La revolución tranquila ocurrida en el pensamiento microbiológico es principalmente debida a la visión y el entusiasmo de Lynn Margulis. La suya [fue] una de las mentes especulativas más constructivas, inmensamente informada, altamente imaginativa y, en ocasiones también un poco provocadora».

El original pensamiento de Lynn Margulis puso de manifiesto que era alguien que batallaba combatiendo lo establecido. Algunos colegas citaron su trabajo como ejemplo de las excelencias de la investigadora, considerándola una teórica que removió los límites del pensamiento biológico con sugerentes hipótesis. Los científicos como ella, esforzados en cambiar la visión preestablecida del mundo que nos rodea y del que formamos parte, han sido impulsores del avance de la ciencia.

Sin duda, esta singular estudiosa ha pasado a la historia de la Biología precisamente por mirar con otros ojos lo conocido. Su manera de pensar, abierta y tolerante, ha quedado claramente reflejada en su alegato: «La ciencia es sólo una forma de conocimiento, pero ciertos científicos la conciben como una religión en la que no caben ideas disidentes».

Lynn Margulis (2005).

A pesar del rechazo inicial, Lynn Margulis consiguió merecidamente un gran número de premios e importantes reconocimientos entre los que, por ejemplo, podemos destacar que desde 1983 disfrutó de la condición de miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos. En mayo de 1998 fue seleccionada por otra academia, la de las Ciencias y las Artes; y cuando fue escogida, un académico atestiguaba: «La elección de la profesora Margulis como Miembro de la Academia se añade a sus numerosos premios, y representa un reconocimiento muy apropiado de su estatura internacional dentro de la comunidad científica.»

En lo que respecta al tema de la mujer en la ciencia, o simplemente como trabajadora asalariada, la investigadora, ante algunas preguntas de periodistas, resultaba tajante: «Yo no hablo de mujeres ni para mujeres: es demasiado limitado». En cierta ocasión declaraba punzante: «Hay quienes han dicho que mi estilo de trabajo sobre la evolución es femenino, y eso es un error».

Una de las grandes satisfacciones de su vida fue la de ser considerada por encima de todo una profesora, y desde 1989 hasta su muerte ocupó plaza como catedrática del Departamento de Geociencias de la Universidad de Massachusetts (Amherst), donde conquistó el cariño y el respeto de sus numerosos alumnos. Desde 1973, la División de Ciencias de la Vida de la NASA (National Aeronautics and Space Administration) financió durante décadas su investigación.

Además, Lynn Margulis, que hablaba correctamente español, francés e italiano, llevó a cabo investigaciones en Francia, Alemania, Suiza, México, Italia y también en España. En nuestro país colaboró asiduamente con diversas universidades, y en uno de sus trabajos estudió los tapetes microbianos localizados en el delta del Ebro, logrando resultados sumamente interesantes.

La popularidad de esta científica como conferenciante internacional en los campos de la Microbiología y de la Ecología la convirtió durante muchos años en uno de los más renombrados miembros de la comunidad científica internacional. Así por ejemplo, en 1997 fue elegida Miembro Extranjero de la Academia Rusa de las Ciencias Naturales. Esta investigadora fue además una prolífica escritora, autora y coautora de cientos de publicaciones incluyendo artículos científicos, libros de texto y de divulgación, películas y videos.

Lynn Margulis falleció el 22 de noviembre de 2011 a los 73 años de edad. Sin duda, con ella se perdió a una de las figuras más interesantes de la biología evolutiva. Sus ideas, más o menos controvertidas, han contribuido en gran medida a fomentar el pensamiento crítico en la investigación científica. Nunca perdió su entusiasmo por la Ciencia y por el debate enriquecedor.

Referencias

  1. Delgado, Isabel, Lynn Margulis, Mujeres de ciencias, 2007
  2. Margulis, L. (1986). El origen de la célula. Reverte. Barcelona
  3. Margulis, L. (1998). Symbiotic Planet: A new look at evolution. Weidenfeld & Nicholson. London
  4. Martínez Pulido, Carolina, Lynn Margulis, una bióloga singular, blog, enero 2011

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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