Katharine Way: la física que nos dejó un legado científico y ético

Vidas científicas

Segunda Guerra Mundial. Hace pocos años que la fisión nuclear ha sido demostrada y explicada. La carrera armamentística nuclear está en marcha. El Proyecto Manhattan está en pleno apogeo. Una física, Katharine Way, es parte de ese proyecto.

Las bombas de Hiroshima y Nagasaki han sido detonadas. El mundo ha cambiado para siempre. Una física, Katharine Way, también.

Hay demasiados datos de física nuclear. Es un caos. Hay que recopilarlos, organizarlos y divulgarlos de forma ordenada. Para que la información fluya. Para las nuevas generaciones. Una física, Katharine Way, lo hace.

Así se resume la vida de una esta física. La vida de Katharine Way, la física que nos dejó un legado científico y ético.

Katharine Way. Emilio Segré Visual Archives.

Katharine (Kay) Way nació el 20 de febrero de 1902 en Sewickley, Pennsylvania. Buena estudiante, tuvo que retrasar sus estudios debido a que sufrió tuberculosis. Finalmente se graduó en Física por la Columbia University en 1932. Posteriormente se trasladó a la University of North Carolina, donde se convirtió en la primera estudiante de doctorado de John Wheeler, uno de los pioneros en la teoría de la fisión nuclear. Se doctoró en 1938. Apasionada por la física nuclear, Way realizó investigaciones sobre las fuentes de neutrones y también publicó varios artículos utilizando el modelo de gota líquida (propuesto por George Gamow pero desarrollado por Niels Bohr) durante su etapa como profesora asistente en la University of Tennessee.

Corría el año 1942 y había rumores de que el Gobierno de EE. UU. estaba fabricando un arma poderosa: el Proyecto Manhattan estaba en marcha. Wheeler reclutó a Way para formar parte del proyecto en la Metallurgical Laboratory de Chicago. La aportación de Katharine a la física nuclear durante aquellos años fue impresionante. Junto con Alvin Weinberg analizó el flujo de neutrones en el reactor nuclear diseñado por Enrico Fermi para ver si era posible realmente la creación de reacciones nucleares en cadena. Gracias al procesamiento de los datos que obtuvieron de procesos radiactivos de carácter diverso, pudieron llevar a cabo nuevos diseños de reactores nucleares. De hecho, sus cálculos se utilizaron en la construcción del Chicago Pile-1, el primer reactor nuclear artificial del mundo. Way también examinó el “envenenamiento” de los reactores nucleares en presencia de algunos productos de fisión. Junto con Eugene Wigner desarrolló la fórmula empírica Way-Wigner, una fórmula que calcula la velocidad de descomposición beta de los radioisótopos producidos en reacciones de fisión nuclear y que resultó ser un nuevo avance en la física nuclear.

Pero los excelentes avances científicos que Way y sus colaboradores llevaron a cabo dentro del Proyecto Manhattan también les empezaron a plantear ciertas dudas. Era 1945 y setenta científicos, entre los que se incluía Katharine Way, firmaron la denominada Petición Szilard. Aquella petición reclamaba que la bomba atómica que se estaba fabricando dentro del proyecto se utilizara como simple demostración de fuerza contra los nazis, sin llegar a utilizarla contra personas en ningún momento. Desgraciadamente, aquella petición no llegó o no fue atendida por el Presidente Harry S. Truman, y al poco tiempo la bomba atómica fue lanzada en dos ciudades de Japón: Hiroshima y Nagasaki. Aquello cambió el mundo. El firmar la petición también tuvo consecuencias para algunos de aquellos científicos: muchos de ellos perdieron sus puestos de trabajo.

No sabemos si como represalia por firmar la petición, por la inquietud que le producía la bomba atómica o simplemente por otras cuestiones laborales, Katharine se trasladó a Oak Rigde en 1945 para continuar con sus investigaciones sobre los ritmos de descomposición nuclear. Durante ese período comenzó su especialización en la recolección y organización de datos que años más tarde la haría de nuevo tan importante para la física nuclear. Fue también durante ese período cuando Katharine Way expuso públicamente sus dudas sobre el uso bélico de la energía atómica. Y es que, al igual que a varios de sus compañeros y compañeras del Proyecto Manhattan, las bombas de Hiroshima y Nagasaki afectaron profundamente a Way. Preocupada por las cuestiones éticas y morales derivadas del uso de la energía nuclear en el desarrollo armamentístico, editó el libro One World or None; a Report to the Public on the Full Meaning of the Atomic Bomb junto con Dexter Masters. Aquel libro, que contaba con las colaboraciones de ilustres nombre como Niels Bohr, Albert Einstein, Robert Oppenheimer, Hans Bethe o Leo Szilard, entre otros, hablaba abiertamente sobre las implicaciones éticas y morales del uso de armas nucleares y sobre la necesidad de control internacional del armamento atómico.

Katharine Way.

En 1949 se fue a trabajar al National Bureau of Standards y en 1953 comenzó una nueva etapa que la hace meritoria, de nuevo, de considerarla una de las grandes de la física nuclear. Consiguió poner en marcha el Nuclear Data Project (NDP), un proyecto cuyo objetivo era recolectar, organizar y difundir datos de física nuclear. Se convirtió en una pionera en el desarrollo de técnicas de recuperación, evaluación y divulgación de datos, contribuyendo así de forma importante al modo en el cual se realizaban dichos procesos. Editó dos revistas, el Nuclear Data Sheets y el Atomic Data and Nuclear Data Tables, ambos con datos sobre propiedades de átomos y núcleos. También publicó varios libros. Incluso consiguió que la revista Nuclear Physics añadiera palabras clave (keywords) a sus artículos para así facilitar las búsquedas. Realmente sus recopilaciones han sido y son un auténtico legado para los investigadores en el campo de la física nuclear. Después de realizar aquel arduo trabajo, acabó siendo profesora adjunta en la Duke University (1968-1988).

Activista incansable, tomó parte en las movilizaciones sobre derechos civiles de los años 1960. En sus últimos años de vida se interesó especialmente por los problemas de salud de las personas mayores y luchó activamente para mejorar su asistencia sanitaria. En aquel contexto, organizó una serie de charlas enfocadas en el tema denominadas Health Education for the Elderly y formó el comité Durham Seniors for Better Health in the City of Medicine. Fue una gran defensora de la equidad humada y la justicia social, y le tocó. Katharine murió en 9 de diciembre de 1995 en Chapel Hill, North Carolina.

Katharine Way en 1969. Fotografía de TUNL.

De ella queda su gran aportación a la física nuclear, su extensa obra de recuperación, análisis y divulgación de datos y su incansable lucha en la concienciación contra el uso de la energía nuclear con fines bélicos. Nos deja pues, un legado no sólo científico, sino un profundo legado ético.

Referencias

Sobre la autora

Aitziber Lopez (@lopez_aitzi) es doctora en química por la UPV/EHU.

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