El reconocido experto paleontólogo profesor de la Universidad de Oklahoma, Richard L. Cifelli, escribía en abril de 2015 en la revista Nature: «Mucho de lo que sabemos sobre el origen y la evolución temprana de los mamíferos procede, directa o indirectamente, del trabajo de Zofia Kielan-Jaworowska. Su mayor logro fue la colección de fósiles obtenida tras varias expediciones polaco-mongolas que esta científica dirigió en desierto de Gobi (1963-71)». Una inestimable carta de presentación.
Zofia Kielan-Jaworowska y su equipo de investigadores, ideando métodos de excavación y desplazádose sobre sus manos y rodillas, con la ayuda de especiales gafas de aumento, extrajeron de las lejanas tierras mongolas del desierto de Gobi una de las colecciones más grandes de cráneos y esqueletos de mamíferos fósiles. Piezas que en vida, habrían alcanzado un tamaño no mayor que una ardilla moderna. Estos especímenes carecían de precedentes por su variedad, por la elevada cantidad de ejemplares y porque muchos de ellos estaban casi completos y perfectamente preservados, pese a que en su mayor parte pertenecían al Mesozoico (hace entre 250 y 65 millones de años).
Diversos autores han subrayado que antes de las excavaciones de Gobi, los conocimientos sobre la historia evolutiva de los mamíferos estaban principalmente basados en estudios de dientes fósiles individuales y de fragmentos de mandíbulas con algunos dientes todavía adheridos a ellas, pero tenían el débil referente de no superar una docena de ejemplares. Como cabe imaginar, tan escasos restos solo podían proporcionar una perspesctiva muy limitada de aquellos lejanos antepasados.
Por esa razón, durante largas décadas los paleontólogos asumieron que los primeros y pequeños mamíferos vivieron «a la sombra de los dinosaurios». Estos dos grupos de vertebrados –reptiles y mamíferos– aparecieron por primera vez en la Tierra aproximadamente al mismo tiempo, hace unos 220 millones de años. Poco después, sin embargo, los dinosaurios alcanzaron unas enormes dimensiones junto a una diversidad espectacular, ocupando la mayor parte de los nichos ecológicos del planeta. Mientras, los diminutos mamíferos, que en aquel tiempo no medían más de 15 ó 20 cm de longitud con la cola incluida, seguían un recluido estilo de vida nocturno y presentaban un inventario aparentemente mucho menos diversificado.
La científica polaca Kielan-Jaworowska apunta en su autobiografía que «no es fácil explicar las pequeñas dimensiones de los mamíferos que vivieron durante el reinado de los dinosaurios». Ella relacionaba ese tamaño con el clima de la Tierra de aquellos lejanos tiempos, razonando que, «si bien los mamíferos podrían haber alcanzado cierto grado de homeotermia –o sea, que estaban equipados con capacidad para mantener la temperatura constante del cuerpo por un período de tiempo más o menos largo–, aún no tenían mecanismos que eliminaran rápidamente el exceso de calor». En consecuencia, cabría suponer que, dado que hace unos 200 millones de años el clima se volvió más cálido, el recurso a un menor tamaño era lo que permitía un enfriamiento más rápido del cuerpo, por lo que resultaría más ventajoso que un volumen mayor. Sugiere Zofia Kielan, por tanto, que esta podría ser la razón por la que estos especímenes se volvieron gradualmente más pequeños. En otras palabras, en la época en que los mamíferos estaban emergiendo fue cuando la temperatura en el planeta aumentó significativamente, y la única oportunidad de supervivencia para aquellos animales habría sido una drástica reducción del tamaño y el tránsito hacia la vida nocturna.
Dentro de la rica y extensa colección de mamíferos fósiles que la científica polaca recuperó del desierto de Gobi, los mejor representados fueron los multituberculados (esta denominación responde a las numerosas cúspides o tubérculos redondeados presentes en sus molares). Se trata de un grupo hoy extinguido y sus ejemplares tenían aspecto semejante a los modernos roedores. Son considerados los primeros mamíferos conocidos con hábitos arborícolas y, dado que sobrevivieron a la extinción masiva de los dinosaurios, se han catalogado entre los de mayor éxito evolutivo.
No cabe duda de que los fósiles de dinosaurios desenterrados en el desierto de Gobi eran mucho más llamativos y espectaculares que sus coetáneos pequeños mamíferos. Sin embargo, desde el punto de vista de la historia de la vida en el planeta, los dinosaurios terminaron por extinguirse, mientras que los mamíferos proliferaron abundantemente, originando así la mayor parte de la diversidad de vertebrados que hoy pueblan el mundo. Entre ellos, la especie que suscita más interés entre nosotros: el Homo sapiens.
Consciente de lo poco que se conocía sobre el origen y evolución de los mamíferos, Zofia Kielan-Jaworoswka valoró con visión de experta la importancia de los fósiles hallados en Gobi, y les dedicó gran atención. De hecho, estudió con entusiasmo y meticulosidad estos valiosos restos durante cerca de cincuenta años.
Su trabajo, altamente especializado, resultó extraordinario y de un inmenso valor para la paleontología. Según ha especificado su colega R. Cifelli, los resultados de la científica polaca configuraron quizás la labor más completa de su vida, pues consiguió describir como nadie hasta la fecha la evolución del cerebro y la morfología y la anatomía funcional del esqueleto poscraneal –esto es, todo el esqueleto salvo el cráneo– de los multituberculados.
En ese concienzudo estudio de varias décadas, la investigadora constató que durante millones de años los multituberculados desplegaron una notable diversidad y ocuparon una amplia variedad de nichos ecológicos. La amplísima y novedosa información proporcionada gracias al material recuperado durante las expediciones a Gobi, permitió conocer mucho mejor el modo de vida de aquellos animales. Sirva de ejemplo que fueron capaces de excavar multitud de madrigueras, correr rápidamente o trepar con agilidad a los árboles.
En suma, cabe afirmar que la enorme colección de fósiles reuperada en Gobi ayudó a cambiar la idea de que los mamíferos en el tiempo de los dinosaurios eran escasos y relativamente poco diversos. Los estudios pioneros de Kielan-Jaworoswka, escribía Cifelli en 2015, dieron un poderoso impulso al conocimiento que los paleontólogos tienen en la actualidad de esa rama fundamental, hoy extinguida, del altamente ramificado árbol de familia de los mamíferos.
Como ha señalado otra respetada experta, también polaca y ex alumna de Kielan-Jaworoswka, la doctora Magdalena Borsuk-Białynicka: «Durante los cincuenta años que Zofia dedicó al estudio de los multituberculados, no sólo generó una cantidad enorme de información básica sobre anatomía comparada y sistemática, sino que también hizo importantes aportaciones a varios problemas clave de la evolución de los mamíferos».
A medida que los fósiles de la expedición iban afluyendo, Zofia Kielan-Jaworowska tomaba cada vez más conciencia de la trascendencia de estos descubrimientos y de la necesidad de darles carácter internacional. Gracias a su excelente reputación científica y haciendo gala de un carácter decidido e ingenioso, logró con notable habilidad abrirse camino entre las dificultades que la guerra fría también imponía a la ciencia. La excepcional investigadora no tardó mucho en establecer vínculos con los expertos occidentales, principalmente los de Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos. Mostrando una capacidad de diálogo sorprendente, tal como subraya Cifelli, desde su despacho en Varsovia «llegaría incluso a sugerir programas de investigación con alcance a todo el mundo».
Los expertos en el tema no tardaron en comprender que la vasta contribución de Zofia Kielan-Jaworowska a los conocimientos sobre las diversas especies de multituberculados, su evolución y paleobiología, era realmente inigualable. Los magníficos resultados de sus trabajos en este complejo y asombroso grupo de animales extinguidos, convirtió a los fósiles mongoles en indispensables para la ciencia. Tan es así, que biólogos y paleontólogos se vieron obligados a modificar la perspectiva hasta el momento vigente sobre la evolución de los mamíferos en el tiempo de los dinosaurios. Los hallazgos de Gobi se convirtieron en puntos de referencia mundial para el estudio de los mamíferos tempranos, y pusieron de manifiesto nuevas relaciones filogenéticas –de parentesco– que hasta aquel momento se habían malinterpretado, o simplemente ignorado.
La paleontóloga Magdalena Borsuk-Białynicka, hace muy poco, en 2016, afirmaba al respecto: «más allá del considerable volumen de sus propios resultados, Zofia estimuló el indagar posteriores descubrimientos impulsando nuevas ideas en todo el mundo. Ciertamente, después de los hallazgos y publicaciones de Kielan-Jaworowska la historia de los mamíferos se ha convertido en una de las ramas mejor conocidas de la filogenia de los vertebrados».
Resumidamente, los datos originales de la científica, aún hoy relevantes, cambiaron la historia del reino animal. Mucho de lo que hoy sabemos acerca de los orígenes y evolución de los precursores de nuestra propia especie es debido al soberbio trabajo de Zofia Kielan-Jaworowska. De ahí que extrañe tanto cierta infravaloración en los y las referentes de máxima autoridad en la materia.
Pero, como se apunta más arriba, la científica era plenamente consciente de la trascendencia de su trabajo al margen de ese aspecto de reconocimiento por el establishment de la comunidad científica. Ella, una vez completadas las expediciones a Gobi, decidió viajar a distintos centros internacionales para exponer los nuevos hallazgos. Su finalidad era entrar en contacto con la mayoría de los estudiosos de ese campo, al objeto de profundizar en el relato de lo que se venía sosteniendo. Entre sus objetivos no solo estaba el desplazarse ella misma a otros centros, sino también en atraer especialistas a su país. Así por ejemplo, en el año 1981, siendo Zofia Kielan-Jaworowska la directora de un simposio sobre ecosistemas terrestres del Mesozoico, propició que un buen número de paleontólogos y biólogos internacionales se desplazaran a Polonia, dieran a conocer sus investigaciones y se aproximaran a los logros científicos de este país, propiciando así un enriquecedor intercambio de ideas y contraste de resultados.
Entre las primeras salidas al exterior de la paleontóloga polaca destacan dos visitas a la Universidad de Londres, en concreto al laboratorio de profesor Kenneth Kermack. Este investigador era un experto en el estudio de los mamíferos del Mesozoico y, según relata la científica en su autobiografía, para la monografía que ella estaba escribiendo sobre el cerebro de los fósiles de Gobi, «el profesor Kermack fue una gran ayuda. Las comparaciones directas con sus materiales y las discusiones con sus colaboradores facilitaron mi interpretación de las nuevas estructuras que había encontrado en los cerebros de los multituberculados». En Londres, continua la experta, «también tuve la oportunidad de conocer al profesor Percy Butler, otro famoso experto en mamíferos primitivos y contemporáneos».
Algo después, en el curso 1973-74, Zofia Kielan-Jaworowska ganaba una beca que le permitiría disfrutar de una estancia como profesora visitante en el Museo de Zoología Comparada de la Universidad de Harvard (Cambridge, Massachusetts), donde realizó estudios de colaboración con científicos americanos, afianzando así vínculos entre colegas. La estancia en la célebre universidad le resultó particularmente interesante porque, como ella misma comenta en su autobiografía, estimuló intercambio de ideas y afianzó lazos de amistad con diversos paleontólogos especialistas en mamíferos del Mesozoico.
Los trabajos realizados en Harvard y las diversas publicaciones a las que dieron lugar, sumados a los estudios anteriores de la científica, influyeron en que, paulatinamente, se fuera consolidando entre la comunidad de paleobiología un nuevo modelo para interpretar la evolución temprana de los mamíferos. La poderosa sombra de esta científica polaca era inexcusable en las hipótesis de los proyectos a desarrollar.
Zofia Kielan-Jaworowska, además de investigadora de primer nivel, también se reveló como una excelente escritora y una valiosa correctora de estilo. En 1979 fue coeditora y autora destacada de un extenso manual sobre los mamíferos del Mesozoico (Mesozoic Mammals), publicado por la Universidad de California, en el que participaron otros doce expertos. La calidad del libro generó gran aceptación y casi inmediatamente se convirtió en el principal referente dentro de su especialidad.
La paleontóloga Magdalena Borsuk-Białynicka escribía en 2016 al respecto: «La importancia del trabajo editorial [de Zofia] como Editora Jefa (1997-2007) de Acta Palaeontologica Polonica [revista internacional fundada en 1956] fue sustancial, y todos nosotros, sus estudiantes y colegas más jóvenes, estamos en deuda con su espíritu crítico y la ayuda que nos prestó en nuestros proyectos de investigación y en la redacción de nuestros manuscritos».
En 1982, Zofia Kielan-Jaworowska, junto a su marido, viajó a Francia como profesora visitante del Museo de Historia Natural de París; aquí disfrutó de una estancia muy productiva que duró hasta 1984. Curiosamente, relata la científica en su autobiografía: «El despacho que me cedieron había pertenecido años atrás al filósofo y paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin (1881-1995). Era pues el mismo sitio donde él había redactado su tesis sobre paleontología de vertebrados».
En el museo parisino, Kielan-Jaworowska aplicó las técnicas histológicas más modernas y complejas del momento con el fin de cortar en finas secciones los pequeños cráneos de Gobi que había traído consigo. Realizó este delicado trabajo en colaboración con dos investigadores: la paleobióloga del museo parisino, Cecile Poplin, y el profesor del Departamento de Anatomía de la Universidad de Cardiff, Robert Presley. Fue una tarea difícil y altamente especializada; por ejemplo, con ayuda de Poplin trabajó durante diez horas diarias a lo largo de tres meses completos para lograr seccionar cuidadosamente los cráneos. El esfuerzo mereció la pena porque lograron un resultado magnífico: la reconstrucción de la estructura interna del cráneo de los multituberculados.
Finalmente, en 1986 publicaron una monografía firmada por los tres autores que tuvo una gran resonancia internacional. En su autobiografía, Kielan-Jaworowska confiesa: «Sin la considerable ayuda técnica de mis dos colegas, no habría sido capaz de completar sola este estudio».
Al retornar a Varsovia, la experta paleontóloga encontró el clima político de su país tan enrarecido y poco estimulante para la ciencia que decidió optar a la plaza de profesor de paleontología que la Universidad de Oslo había anunciado en la revista Nature. Envió cinco cajas con todo su curriculum y un año después, en diciembre de 1986, le comunicaron que había sido seleccionada entre otros diez candidatos. Recordemos que la Universidad de Oslo, la mayor de las cuatro que existen en Noruega, fue fundada en 1811 y es en su edificio principal donde se entregan anualmente los Premios Nobel.
En esta prestigiosa institución, Zofia Kielan-Jaworowska asumió su nuevo trabajo el 1 de junio de 1987. Junto a su marido, permaneció ocho productivos años en Oslo. La función docente a su cargo consistía en impartir clases de paleontología avanzada para posgraduados. En lo que a la investigación respecta, centró su proyecto más destacado en completar un minucioso estudio del esqueleto postcraneal de fósiles de mamíferos procedentes de Gobi. Si bien la científica llevaba ya años trabajando sobre los cráneos de esos fósiles, su esqueleto hasta el momento solo era parcialmente conocido.
El primer trabajo firmado por Kielan-Jaworowska, junto a dos colaboradores, fue publicado en la revista escandinava Zoologica Scripta, en 1989. Otra aportación realizada desde Oslo fue el valioso capítulo sobre los fósiles de dinosaurios de Rusia y Mongolia, escrito a requerimiento de los editores, para un amplio volumen (The Age of Dinosaurs in Russia and Mongolia), publicado por Cambridge University Press en el año 2000.
Con todo, quizás la contribución más importante de Zofia Kielan-Jaworowska durante su estancia en el país escandinavo fue la magnífica renovación del Museo de Paleontología de Oslo. Aquí organizó exitosas exposiciones que despertaron enorme interés. La que más público atrajo fue la exhibición de espectaculares dinosaurios reconstruidos a partir de moldes inspirados en los restos procedentes del desierto de Gobi.
En el año 1989, la investigadora polaca tuvo el honor de ser elegida miembro extranjero de la Academia de las Ciencias Noruegas. Satisfecha con la elección, apunta en su autobiografía: «Ese nombramiento amplió considerablemente el ámbito de mis actividades dentro de la comunidad de expertos noruegos».
En 1995, con setenta años de edad, Zofia Kielan-Jaworowska regresó a Polonia. Una vez en Varsovia, dado que había llegado el momento del retiro, se jubiló. Entonces fue nombrada profesora emérita del Instituto de Paleobiología. Como acertadamente ha señalado su colega Cifelli «terminó su carrera donde la había comenzado».
El retiro de esta excepcional investigadora, sin embargo, solo fue nominal. Después de esa fecha publicó treinta y cinco artículos científicos, dos libros y catorce artículos de divulgación. Además, en 1997 asumió la edición del número trimestral de la revista Acta Palaeontologica Polonica, publicada por el citado Instituto, donde permaneció como editora hasta 2007.
El proyecto más importante con el que se enfrentó Zofia Kielan-Jaworowska en su «retiro» nació a raíz de los notables avances conceptuales y metodológicos surgidos en la paleobiología a finales del siglo XX. Algo que, sumado a la rápida ampliación del registro fósil, señalaba la necesidad urgente de una nueva síntesis sobre la evolución de los mamíferos.
Consciente de la magnitud de esta tarea, la científica polaca buscó entre sus colegas internacionales posibles colaboradores, encontrándolos en dos paleontólogos estadounidenses, Richard L. Cifelli y Zhe-Xi Luo. Entre los tres elaboraron un espléndido libro que en 630 páginas trataba de los orígenes y la evolución de los mamíferos desde la era de los dinosaurios (Mammals from the Age of Dinosaurs: Origins, Evolution, and Structure). Tardaron cinco años en completarlo. Salió a la luz en 2004. Es cuanto menos asombroso recordar que por esas fechas Zofia Kielan-Jaworowska contaba ya con casi ochenta años de edad.
Esta obra tuvo un gran éxito entre la comunidad científica internacional. Ese mismo año de 2004, el respetado profesor, hoy emérito de la Universidad de San Diego, J. David Archibald, subrayaba su utilidad como libro de texto, y aplaudía el formato grande del libro ya que permitía resaltar la soberbia calidad de las ilustraciones y su enorme valor tanto para los estudiantes como para los especialistas. Pero sobre todo felicitaba a los autores por producir un volumen realmente de síntesis que proporcionaría una valiosa información durante un buen número de años. Valoraba que esa entidad académica era difícil de superar por los mejores colegas del momento.
Confirmando esto último, uno de los autores de la obra, R. Cifelli, apuntaba en 2015 que «este libro es hoy altamente valorado, sigue siendo excepcional en su cobertura de la materia y constituye el legado de la generación de Zofia Kielan-Jaworowska a los biólogos evolutivos del futuro».
Sorprendentemente, las contribuciones de esta extraordinaria investigadora no se quedaron aquí. A continuación escribió un relato de divulgación sobre los mamíferos del Mesozoico, detallando la historia de su descubrimiento y de quienes participaron en los hallazgos. Todo ello aderezado con ricas experiencias de primera mano, muchas basadas en sus recuerdos personales. Asimismo, incluyó reflexiones sobre el trabajo de su vida, brindando información didáctica útil para la formación de futuros científicos. El libro (In pursuit or early mammals) se publicó en 2013, y contaba con siete hermosas ilustraciones a todo color dentro de un total de 272 páginas.
El 13 de marzo de 2015, Zofia Kielan-Jaworowska fallecía en Varsovia solo unas semanas antes de su noventa cumpleaños. Las muestras de dolor y reconocimiento ante su muerte fueron muy numerosas. Quizás la más valiosa sea el esplendido memorial «Legacy of the Gobi Desert: Papers in Memory of Zofia Kielan-Jaworowska», que le dedicó la importante revista internacional polaca Acta Palaeontologica Polonica, en el que participaron casi veinte especialistas en la materia.
Su amigo personal y codirector del memorial, Richard Cifelli, recuerda: «Zofia Kielan-Jaworowska fue maestra de muchos de nosotros y de un incontable número de otros científicos. Para todos fue un modelo inigualable. Colaboró intensamente y ayudó a numerosos colegas, especialmente aquellos que tenían recursos limitados. Su carácter abierto y honesto a veces la llevaba a ser muy crítica, pero invariablemente sus argumentos estaban muy bien fundamentados y ayudaban a mejorar nuestro trabajo. Zofia era enormemente generosa y cálida. Fue capaz de alentar a todos los que la rodearon a alcanzar la mejor ciencia. Mis palabras no pueden expresar la profundidad de nuestra gratitud y admiración hacia Zofia Kielan-Jawarowska. La echaremos enormemente de menos».
Por su parte, el paleontólogo Zhe-Xi Luo, coautor del libro sobre el origen y evolución de los mamíferos, expresaba convencido: «Las contribuciones de Zofia Kielan-Jaworowska a la paleontología no podrían compararse a la de ningún otro experto vivo […]. De la totalidad de los estudios realizados en los últimos cien años sobre los mamíferos del Mesozoico, solamente los del gran paleontólogo norteamericano George Gaylord Simpson podrían considerarse en un nivel igual». Y Zhe-Xi Luo concluye afirmando: «Fue la más excepcional entre los excepcionales, ha sido líder al producir contribuciones científicas, y también una figura gregaria y carismática. Ambas cosas han hecho de la paleontología una mejor ciencia, y de los paleontólogos del mundo, una comunidad mejor».
La extraordinaria vida y obra de Zofia Kielan-Jaworowska, incluida en este combatiente blog sobre valiosas mujeres científicas, a quien se han dedicado tres capítulos, nos lleva a convocar al célebre físico británico Stephen Hawking, cuando recordaba que la ciencia no sólo es una disciplina de la razón, sino también del romance y de la pasión.
Referencias
- Archibald David, J. (2006). Book Review: «Zofia Kielan-Jaworowska, Richard L. Cifelli, and Zhe-Xi Luo, Mammals from the Age of Dinosaurs Origins, Evolution, and Structure». J Mammal Evol 13:147–149.
- Borsuk-Białynicka, Magdalena (2016). «Tribute to Zofia». Palaeontologica Polonica no. 67.
- Cifelli, Richard (2015). «Zofia Kielan-Jaworowska (1925–2015). In Memoriam». Acta Palaeontologica Polonica 60 (2), 287-290.
- Kielan-Jaworowska, Zofia (2000). «Mammals from the Mesozoic of Mongolia». En: The Age of Dinosaurs in Russia and Mongolia. Benton, M. J. et al. (eds). University of Bristol
- Kielan-Jaworowska, Z., Cifelli, R. and Zhe-Xi Luo (2004). Mammals from the Age of Dinosaurs: Origins, Evolution, and Structure. Columbia University Press. New York
- Kielan-Jaworowska, Zofia (2013). In pursuit or early mammals. Indiana University Press
- Lillegraven, J. A., Z. Kielan-Jaworowska and W. A. Clemens (1979). Mesozoic Mammals. University of California Press
Nota de la editora
Este artículo es el tercero de una serie sobre esta paleontóloga. Los otros dos pueden leerse en estos enlaces:
- Carolina Martínez Pulido, Zofia Kielan-Jaworowska: dedicación a la ciencia por encima de la guerra fría (1), Mujeres con ciencia, Vidas científicas, 21 diciembre 2016
- Carolina Martínez Pulido, Zofia Kielan-Jaworowska: dedicación a la ciencia por encima de la guerra fría (2), Mujeres con ciencia, Vidas científicas, 5 enero 2017
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.