Alessandra Giliani (1307-1326): entre cadáveres

Vidas científicas

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Portada de Anathomia corporis humani,
escrito en 1316 por Mondino de Liuzzi.
Debajo, Alessandra Giliani manipulando un cadaver.

Si la vieran dos veces, tampoco la reconocerían. Giliani, Ziliani, Guilani… su apellido también variaba según la boca que la nombrara. Imaginad la cantidad de términos que utilizamos para nombrar lo que no existe, adecuando el mito o la leyenda a lo que cada uno entiende o percibe. Alessandra podría ser un personaje mitológico, y así lo creía la mayoría; como Hades, del Reino de los Muertos, dueño y señor del Inframundo, que vivía rodeado de La Muerte. Este no es el caso, al menos no en su totalidad. Fue una persona de carne y hueso –se disfrazaba con ropa de hombre para huir de la mirada de los más curiosos– y por supuesto, fue la primera mujer en ser registrada en documentos históricos como patóloga y anatomista.

Alessandra diseccionaba cadáveres humanos. También se encargaba de prepararlos para las clases de Anatomía que se impartían en la Universidad de Bolonia; contaba con los conocimientos precisos para llevar a cabo esa tarea pues era conocedora de la técnica de mantenimiento de los cuerpos. Trabajó como asistente del célebre médico y profesor Mondino de Luzzi. Desgraciadamente –puesto que Giliani tenía futuro en el ámbito de la medicina–, La Muerte la visitó antes de tiempo: murió con 19 años, a causa de una sepsis.

Muy lejos del mito

El nacimiento de Giliani no se conoce con precisión aunque se cree que pudo venir al mundo en el año 1307 en San Giovanni in Persiceto, en la región de Emilia-Romagna. Tal como se menciona, trabajó como ayudante quirúrgica en la Universidad junto a de Luzzi. El profesor utilizaba los cadáveres para las clases de anatomía y Giliani se encargaba de prepararlos para la disección. Al parecer, conocía muy bien las técnicas de mantenimiento de los cuerpos. También participaba en las clases que daba de Luzzi. Además, llevó a cabo sus propias investigaciones y de aquellas pruebas precisamente, ideó un método para drenar la sangre de un cadáver y sustituirla por una sustancia que endurecía los vasos sanguíneos. El fluido que utilizaba era cera líquida de colores. Gracias a esa técnica, logró dibujar el camino que hacía la sangre y de esta manera contribuyó a comprender con más exactitud el conocimiento circulatorio del ser humano.

Además de la virtuosa Giliani, de Luzzi contaba con otro discípulo: Otto Agenius. Este, cuando Alessandra murió, honró su memoria con una placa en el San Prieto e Marcellino:

Encerradas en esta urna las cenizas del cuerpo de Alessandra Giliani, doncella de Periceto, hábil con el pincel en las demostraciones anatómicas, y discípula, igualada por pocos, del muy notable médico, Mondino de Luzzi, esperan la resurrección. Vivió diecinueve años; murió consumida por sus trabajos el 26 de marzo de 1326. Otto Agenius Lustrulanus, privado por su pérdida de lo mejor de sí mismo, su excelente compañera merecedora de lo mejor, ha erigido esta lápida.

No hubo prohibición

En la Edad Media no se prohibió el tratamiento de los cadáveres para las investigaciones anatómicas, siempre que estas tuvieran fines didácticos. El edicto del Concilio de Tours (1163) y el Decreto que elaboró el papa Bonifacio VIII a principios del siglo XIV, no se han interpretado correctamente a lo largo de la historia. De hecho, no existió ninguna norma universal que prohibiera la disección o la autopsia de los cadáveres. Asimismo, entre los siglos XIV y XVI, en las Universidades de Padua y Bolonia, las disecciones humanas significaron la resurrección de la anatomía y con ellas se mejoraron las técnicas quirúrgicas. Mondino de Luzzi iluminó el camino, gracias a la ayuda de Giliani, cuando publicó la guía de disecciones en 1316; un libro que, años más tarde, se convertiría en la base de la anatomía.

Referencias

Sobre el artículo original

Este artículo fue publicado en euskara bajo el título de Alessandra Giliani (1307-1326): Hilotzen artean el 28 de octubre de 2016 en la sección Emakumeak zientzian del blog Zientzia Kaiera.

Un especial agradecimiento a la autora del artículo por traducirlo para Mujeres con ciencia.

Sobre la autora

Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.

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