Celia Brañas nació en A Coruña el 20 de mayo de 1880, hija de Consuelo Fernández Miranda y del periodista, escritor y farmacéutico Gonzalo Brañas y Sánchez Boado, y simbolizó el esfuerzo de las mujeres de su generación por tener un papel protagonista en la sociedad, y, de forma singular en un terreno en el que históricamente su presencia fuera más escasa, la cultura científica.
Una conservadora y discriminatoria tradición vigente durante siglos entre las elites dirigentes españolas limitó el acceso de las mujeres a la enseñanza, a la actividad profesional y, por supuesto, a la ciencia. Una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes del 8 de marzo de 1910 suprimió esa marginación y se complementó con otra del mes de setiembre permitiendo a las mujeres el ejercicio de la profesión derivada de los estudios efectuados.
Celia estudió en la Escuela Normal de A Coruña, donde obtuvo el título de maestra elemental y superior y, después, cursó el Bachillerato en el Instituto local. Posteriormente superó en la Escuela Superior de Comercio la materia de “Reconocimientos de productos comerciales y Prácticas de Laboratorio” y en la Universidad de Santiago de Compostela se examinó de las asignaturas de Mineralogía y Botánica, Zoología y Física y Química, o sea, del curso preparatorio de la Facultad de Ciencias.
En 1908 inició su labor docente en la Escuela Normal coruñesa como profesora auxiliar, sustituta de la titular de Ciencias. En 1911 aprobó la oposición de profesora numeraria de Ciencias y se encargó de la docencia de Física, Química e Historia Natural. Ocupó la dirección de la Normal en diversas etapas y se jubiló en 1946. En 1922, disfrutó de una beca de dos meses de la Junta para Ampliación de Estudios (JAE) para prácticas de Histología en los laboratorios del Instituto de Ciencias Naturales de Madrid.
Su visión de la enseñanza de las Ciencias estuvo en consonancia con la propuesta educativa de los movimientos de renovación pedagógica de la época, la “enseñanza activa”. En una memoria manuscrita, “Las Ciencias físicas y naturales en las Normales de Maestras”, destacaba el “carácter eminentemente práctico y de aplicación” de esas materias y defendía una enseñanza en la que la teoría fuese acompañada “de la demostración experimental”. También era partidaria de tomar en consideración el sentido aplicado de las Ciencias y por ello proponía llevar al alumnado de visita a fábricas y talleres, donde debería recoger observaciones en cuadernos para posterior explicación y debate en clase. En esa línea modernizadora defendió el “gran valor pedagógico (de) los paseos y excursiones, especialmente para el estudio de la Historia Natural”, actividades en la Naturaleza que deberían completarse en el aula. Frente a la ausencia de recursos en los laboratorios de las escuelas de Magisterio proponía la realización de actividades prácticas con objetos cotidianos y, sobre todo, describía magníficos ejemplos de experimentos de Física y de Química que se podían realizar con materiales accesibles y sencillos.
Celia entendió que su responsabilidad de educadora no se debía restringir al espacio de las aulas y desarrolló una notable labor divulgativa. Así, en la Memoria que presentó en 1909 se manifestaba preocupada porque “No cabe duda alguna que en España tiene la mujer muy pocos medios para instruirse, no solamente en aquellos conocimientos que pudiéramos llamar de adorno o de lujo, sino en los más indispensables” y se mostró partidaria de que en las escuelas de Magisterio se impartieran cursos de cultura general para mujeres. Y desde 1912 fue precursora en la labor de extensión universitaria en esas escuelas, pronunciando conferencias sobre temas como “Electricidad estática”, con prácticas, “Filosofía de la Historia”, “Progresos y aplicaciones de la fotografía”, “Educación e instrucción de la mujer”.
En el verano de 1919 el “Instituto de Estudios Gallegos” presidido por Manuel Casás Fernández (1867-1960) organizó en A Coruña el Primer Congreso de Estudios Gallegos. Celia Brañas actuó como ponente, intervino sobre la “Importancia que para la región gallega tendría la creación de una estación de biología marina en La Coruña. Medios prácticos para establecerla”, y fue elogiada por los periódicos de la época. Esa intervención resultó clave para que al año siguiente, 1920, ella misma solicitara al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid que organizara en la ciudad herculina un curso de Biología Marina, en el que participó, un evento con cierta trascendencia, pues estuvo relacionado con la posterior creación de la Estación de esa especialidad en Marín (1932).
Para saber más
Xosé A. Fraga Vázquez, Celia Brañas Fernández. Unha pioneira na incorporación da muller á cultura científica, Álbum da Ciencia, Consello da Cultura Galega, 2015
Sobre el autor
Xosé A. Fraga Vázquez es doctor en Biología, director del Álbum da Ciencia del Consello da Cultura Galega y miembro del comité editorial de la revista Llull, de la Sociedad Española de la Historia de las Ciencias y de las Técnicas.