Dedicó más de treinta años de su vida al diseño de obras viales, aunque el tendido de puentes sobrepasó los aspectos técnicos. A los 27 años, Elisa Bachofen (1891-1976) se convirtió en la primera mujer en graduarse como Ingeniera Civil de Argentina y Sudamérica. De esta manera abrió el camino a otras profesionales y las alentó a seguir sus pasos en el estudio de carreras técnicas. También fue inventora y militante por los derechos feministas, con una especial defensa del acceso a la educación.

Elisa nació en la ciudad de Buenos Aires el 2 de mayo de 1891. Su padre era un ingeniero suizo, que había sido contratado para llevar desde Londres hacia esa ciudad sudamericana las máquinas para la fábrica textil Alpargatas.
La influencia familiar y su pasión por todo tipo de maquinaria desde muy pequeña la impulsaron a inscribirse en la carrera de Ingeniería Civil, en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en donde obtuvo su título en 1918. En su tesis de grado proponía una máquina de hilados para usar en algodoneras, en la provincia argentina del Chaco.
En 1919 se convirtió en proyectista de puentes en la entonces denominada Dirección de Puentes y Caminos, en donde se desempeñó hasta 1932. Al año siguiente, tras la creación de la Dirección Nacional de Vialidad, se encargó de la organización del área y condujo la Dirección de Obras Viales durante veinte años.
Educación técnica para todas
Bachofen impulsó diferentes iniciativas que favorecieron la educación técnica de las mujeres, con el objetivo de que incorporaran saberes más amplios que aquellos a los que tenían acceso en el ámbito doméstico.
Los cursos que dictó en la Biblioteca del Consejo Nacional de Mujeres, en el marco de la Asociación Damas Argentinas “Patria y Hogar”, incluían entre sus temas: nociones de electricidad aplicada al hogar, mecánica y motores para automóviles. Su objetivo era despertar la vocación científico-técnica de las mujeres, sin descuidar su rol tradicional de cuidadoras, discurso revolucionario para la época.
La tradición familiar también facilitó el camino a la hermana de Elisa, Esther, quien se recibió de ingeniera en 1922 y fue la cuarta en obtener ese título en el país.
Si bien el acceso a la universidad no estaba vedado a las mujeres en Argentina, había carreras “para chicas”, y el estudio de formaciones técnicas ha estado tradicionalmente reservado a los hombres.
La inventora del fin del mundo
Su pasión no se limitó exclusivamente a la ingeniería, las obras viales y la militancia feminista. También fue una gran inventora y llegó a patentar cuatro aparatos. Entre 1924 y 1930 patentó un “algodonímetro” (equipo para clasificación de algodón), un método y equipo para el mejoramiento de caminos de tierra y un artefacto para el registro de irregularidades de los caminos.
En 1943 se unió a la arquitecta Stella Genovese y juntas realizaron un proyecto para construir escuelas seguras en lugares con riesgo sísmico. La propuesta se aplicó en veinticinco edificios en la provincia de San Juan, en una zona con riesgo telúrico de la precordillera argentina.
Sin embargo, el trabajo fue rechazado en el V Salón Nacional de Arquitectura, por considerar que tenía escaso interés arquitectónico. En 1944, un gran terremoto destruyó el 80 % de los edificios de esa ciudad, pero aquellos diseñados por Elisa y Stella quedaron en pie.
Gracias a esto, ambas obtuvieron un premio en 1947, en el marco del VI Congreso Panamericano de Arquitectos.
Su labor como inventora le valió la presidencia de la Comisión Técnica del Círculo de Inventores, lugar que ocupó entre 1938 y 1943. Allí publicó una Guía del Inventor, con el objetivo de ayudar a otras personas en tareas vinculadas al diseño y patentamiento de inventos.
Militancia feminista y homenajes
En 1918 fue socia fundadora de la Unión Feminista Nacional, una de las principales organizaciones que lucharon por los derechos de las mujeres en el acceso a la política, la educación y la vida pública en Argentina.

Además de su carrera en organismos estatales, presidió la Asociación Argentina de Bibliotecas Científicas y Técnicas, integró la Comisión Directiva de la Asociación de Mujeres de Negocios y Profesionales y asesoró a numerosas empresas de gestión privada.
Recibió premios, diplomas de honor y medallas de plata y oro, e impartió conferencias en Europa, Estados Unidos, Israel y Brasil.
En 1955 debió abandonar su país tras un golpe militar. Se trasladó a Estados Unidos, en donde continuó desarrollando sus proyectos.
Regresó luego a Argentina y ocupó un lugar destacado en el área de Ciencias de la Información, a cargo de la dirección de organismos técnicos destacados, como el Centro de Investigación Documentaria del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la Comisión Nacional de Clasificación Decimal Universal del Centro de Documentación Científica del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Falleció en Buenos Aires el 19 de noviembre de 1976.
En 2018, en el centenario de su graduación, la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires organizó las Primeras Jornadas de Mujeres Ingenieras “Elisa Bachofen”, que se realizan desde entonces todos los años. Actualmente hay calles y hasta una máquina constructora de túneles bautizadas en su honor.
Desde 2021, uno de los nanosatélites argentinos ÑuSat, perteneciente a la constelación comercial Aleph-1, lleva su nombre.
Referencias
- Carolina Hadad, Elisa Bachofen: puente al futuro, Científicas de acá, 2 mayo 2021
- Elisa Beatriz Bachofen, Centro Argentino de Ingenieros
- Día de la Ingeniería: la historia de la primera especialista latinoamericana, Diario Clarín, 6 junio 2020
- Elisa Beatriz Bachofen (1891-1976), Mujeres en la ciencia y la tecnología, CONICET, 2021
- Silvina Boggi, ¿Por qué Elisa Beatriz Bachofen?, Página 12, 19 julio 2018
Sobre la autora
Analía Boggia es comunicadora, periodista, docente y divulgadora. Actualmente cursa el Máster en Comunicación Social de la Investigación Científica en la Universidad Internacional de Valencia.