Si hay alguien que se quedó prendada de Palestina, cuando era Palestina, y decidió dedicar gran parte de su vida a escarbar en su pasado es la arqueóloga británica Olga Tufnell. Nada hacía presagiar que esa joven de buena familia acabaría siendo una referencia mundial en el estudio de importantes enclaves de los imperios que estuvieron por ese territorio hoy destruido por una guerra y por una ocupación mucho más cruentas que las que Tufnell pudo documentar en la primera mitad del siglo XX.

Flinders Petrie (1930).
Olga Tufnell nació un frío 26 de enero de 1905 en Londres. Era aún niña cuando sus padres –especialmente su madre, que era una persona con muchas inquietudes culturales–, decidieron enviarla a estudiar a Bélgica e Italia, país éste último donde se interesó por aprender sobre el arte del dibujo, tan importante para una arqueóloga.
A su regreso al hogar, en el verano de 1922, con 18 años, también fue su madre quien la animó a trabajar con el matrimonio amigo de William Flinders Petrie y Hilda Petrie, muy conocidos por sus hallazgos en lo que era entonces la colonia británica de Palestina. De hecho, a él se le considera el creador de la arqueología científica. Ese año iban a exponer las últimas novedades que habían encontrado en el University College de Londres y Olga sería una gran ayuda. Contentos con su trabajo, al terminar le ofrecieron el puesto de secretaria adjunta de la Escuela Británica de Arqueología en Egipto, cargo que en el fondo consistía en ser la ayudante de Hilda con su correspondencia. De cuando en cuando, comenzó a colaborar con sus dibujos o reparando piezas de cerámica, con tal destreza que su maestro se quedó impresionado y en 1927 la invitaron a ir a Egipto en su siguiente expedición.
Durante los dos meses que pasó en las excavaciones de Qau el-Kebir, copiando relieves de tumbas, le picó el gusanillo de la arqueología, hasta el punto de que decidió quedarse a excavar en Tell el-Far’a, otro yacimiento cercano a Nablus, hoy en Cisjordania, que es fundamental para conocer el origen de las primeras ciudades hace 5000 años. Allí, bajo la dirección de James Leslie Starkey, acabó de caer en las garras de esta disciplina. En poco tiempo aprendió árabe suficiente para supervisar a un pequeño equipo de beduinos con los que trabajaba. Era tan buena grabadora que Petrie la animó a firmar sus propios trabajos, algo que entonces no era habitual.
En busca del pueblo hicso
Durante 1931 y 1932, en otras campañas con los Petrie, excavó también en Tell Ajjul, donde tuvo la fortuna de encontrar una tumba espectacular: un entierro hicso con un caballo. Se cree que los hicso fueron un pueblo semita que invadió Egipto procedente de la zona de Siria o Canaán, llevando la caballería a la zona hace unos 3800 años. En la última de esas campañas, Olga decidió quedarse con Starkey y otros jóvenes e iniciar su propio proyecto de excavación en Tell ed-Duweir, hoy parte de Israel, donde trabajaría seis campañas anuales. Allí, sacaron a la luz parte de la que fue una ciudad importante del reino de Judea, Laquis, un puente entre Jerusalén y Egipto. Pero lo más importante fue el hallazgo de unos textos antiguos más fascinantes: las «Cartas de Laquis», escritas al comandante de esta guarnición poco antes de su caída ante los babilonios, en el 589 o el 586 a. C., hace 2500 años. Además, la excavación proporcionó una gran cantidad de cerámica, y precisamente la cerámica fue uno de los grandes intereses de Olga como arqueóloga a lo largo de su vida.

En sus cartas a la familia de esos años se refleja su entusiasmo por profundizar en la vida y la cultura de las comunidades con las que convivía. En Palestina, además de dirigir una clínica de primeros auxilios en Tell ed-Duweir, aprendió mucho sobre su artesanía doméstica, su vestimenta, sus inquietudes. Ser mujer le permitía entablar amistad con otras mujeres, hombres y niños de la aldea donde vivía el personal de las excavaciones. Ese interés perduró porque a principios de la década de 1960, junto con Violet Barber, participó en la creación del Museo Folclórico Palestino en Jerusalén.
En 1938, una desgracia vino a interrumpir el proyecto de Laquis. Starkey fue asesinado, según unas fuentes por un grupo de árabes que luchaban contra la ocupación británica, si bien otras apuntan a una disputa con los propietarios árabes del yacimiento de Laquis. Aquello puso fin al proyecto, que ya no se recuperaría hasta mucho después porque un año más tarde comenzó la Segunda Guerra Mundial. A su regreso a Londres, Olga Tufnell comenzó a trabajar en el Instituto de Arqueología del University College of London, con apoyo de la Fundación Wellcome, pero pronto tuvo que dejarlo por el conflicto. Durante esos años, debido a su vínculo con Oriente Medio, fue captada por la BBC como comentarista de las noticias. También se hizo miembro de la Guardia Antiaérea, que era quien activaba las alarmas ante un ataque a Londres y dirigían a la población a los refugios.
Al término de la guerra, retomó su trabajo arqueológico con el informe de los hallazgos en Laquis y nuevas excavaciones en Oriente Próximo. Fue en la década de 1950 cuando hizo una publicación que dio lugar a una gran controversia. Defendía que los hallazgos que hicieron entre dos niveles excavados en el yacimiento de Laquis –el Nivel II (que es anterior a la conquista babilónica por Nabucodonosor) y el Nivel III (anterior a la conquista asiria por Senaquerib)– correspondían a unos cien años, y no solamente diez años como había sugerido Starkey. Entonces, casi todo el mundo defendió la tesis de Starkey, pero excavaciones posteriores, en 1973, confirmaron que era ella la que tenía razón. En total, Olga pasó veinte años analizando los descubrimientos de ese lugar.
El sentido de los sellos de escarabajo
Además, seguía participando en campañas de excavación, siempre muy centrada en la cerámica. A finales de la década de 1950, participó en campañas en los yacimiento de Nimrud, una de las capitales de Asiria en lo que hoy es Irak, a orillas del río Tigris. Allí se cree que conoció a la novelista Agatha Christie y su esposo Max Mallowan.
Fue a partir de 1962 cuando comenzó a estudiar exhaustivamente, como siempre lo hacía, los sellos de escarabajo o escarabeos de Palestina. Se trata de piezas pequeñas en cerámica que se utilizaban como amuletos o símbolos de poder durante la civilización egipcia. Muchos académicos habían descartado su valor porque no consideraban fiables sus cronologías, pero Olga estudio al detalle sus dimensiones y estilos de los artefactos, siendo de las primeras en utilizar computadoras para ello. El artículo sobre ese uso de la informática que escribió, finalmente salió justo después de su fallecimiento. Lo que si publicó mucho antes fue una obra importante, en colaboración con el egiptólogo estadounidense William Ayres Ward: la monografía histórica en dos volúmenes que contiene toda su investigación sobre estos sellos.
En 1983, 50 años después de las excavaciones iniciales, Olga fue invitada de nuevo al yacimiento de Laquis para presenciar las excavaciones más modernas de la Universidad de Tel Aviv, donde los arqueólogos de esa institución la hicieron un gran recibimiento. Tenía entonces 78 años de edad.

Tan solo dos después, a los 80 años, el 11 de abril de 1985, moría en Londres. Hasta 2007 no se haría un exhaustivo trabajo sobre todas las cartas y documentos que dejó y hoy forman parte del Fondo para Exploración de Palestina. Ahí se pone en evidencia que Olga Tufnell, sin dejar de tener ese pensamiento colonialista y un tanto paternalista de su tiempo, fue capaz de tener excelentes relaciones con toda la gente que la conoció. También se supo cómo ocultaba a su familia los peligros que, en unos tiempos muy turbulentos, corría en sus expediciones, pero, sobre todo, sus cartas reflejan una personalidad que se caracterizó por una gran capacidad de comprender a los otros y comunicarse con ellos. Es eso lo que convirtió a una joven aficionada sin formación en una científica erudita que no llegó a recibir el reconocimiento que merecía. El único que consta en su biografía es que tuvo el honor de ser miembro de la Sociedad de Anticuarios de Londres.
Referencias
- Olga Tufnell, Wikipedia
- Olga Tufnell, 1905-1985, The Palestine Exploration Fund
- Origen de los hicsos, Wikipedia
- Tell el-Far’a
- Olga Tufnell, Trowelblazers
- John D.M. Green (Editor), Ros Henry (Editor), Olga Tufnell’s ‘Perfect Journey’. Letters and photographs of an archaeologist in the Levant and Mediterranean, UCL Press, 26 abril 2021
Sobre la autora
Rosa M. Tristán es periodista especializada en la divulgación científica y ambiental desde hace más de 20 años. Colabora de forma habitual en diferentes medios de prensa y radio de difusión nacional.