Los humanos somos animales sociales y nuestro comportamiento es interdependiente. Pedimos disculpas a los demás cuando les hemos hecho daño de alguna manera o hemos traicionado su confianza. El objetivo de las disculpas es restaurar la relación; quizá para que vuelvan a confiar en nosotros o para evitar conflictos. Además, las disculpas pueden validar los sentimientos de la persona agraviada y, de algún modo, indicarle que no se volverá a repetir. Sin embargo, disculparse crónicamente por pequeños errores y cosas que escapan a nuestro control puede ser indicativo de que algo no va bien.
¿Por qué nos disculpamos en exceso?
Los motivos por los que algunas personas se disculpan en exceso pueden ser:
El deseo de agradar. Buscamos la aprobación de los demás y queremos «caer bien». Algunas personas se disculpan demasiado porque anhelan la aceptación social y la validación constante.
Un falso sentimiento de culpa. A veces, disculparse demasiado indica que la persona cree que ofende «sólo por respirar».
Un nivel alto de perfeccionismo. Los perfeccionistas tienen expectativas altas. Por lo tanto, cuando no cumplen con esos estándares sienten la necesidad de disculparse con los demás aunque a éstos no les haya afectado.
El miedo al rechazo o a la crítica. Disculparse con antelación es una forma de evitarlo.
Como estrategia de evitación. Si una persona ha crecido en un hogar donde los conflictos, incluso los leves, llevaban a discusiones y peleas desproporcionadas, gritos, violencia física, etc., puede desarrollar la respuesta de disculparse demasiado como una forma de afrontar esas situaciones.
Como estrategia de seguridad. También como resultado de experiencias desagradables, se utilizan las disculpas excesivas para protegerse de la violencia en una relación. Si una persona ha tenido un padre o una pareja que la atacaba sólo por hablar, puede desarrollar una respuesta aprendida de disculparse antes de que la situación empeore. Es posible que esa conducta continúe cuando ya no se encuentre en una situación abusiva.
Una baja autoestima. Hay personas que creen que son la causa de todo lo negativo que sucede a su alrededor. Suelen tener límites deficientes, sienten que son una carga para los demás y priorizan las necesidades de los otros sobre las suyas propias. Esto hace que pidan perdón constantemente.
La ansiedad social. El «efecto foco», la extrema timidez que hace pensar a muchas personas que todos sus errores están siendo observados de cerca por los demás, conlleva una forma de procesar el miedo y el nerviosismo que implica pedir muchas disculpas.
Padecer un trastorno obsesivo-compulsivo. De la misma manera que la ansiedad puede hacer que una persona se disculpe demasiado el TOC también puede llevar implícita la preocupación por hacer daño a otros sin querer. Disculparse excesivamente aparece como una forma de deshacer el daño.
Por todas estas causas y algunas más, pedir perdón de forma constante puede suponer un motivo para plantearse el diagnóstico de un especialista.
¿Es cierto que las mujeres se disculpan más?
El estereotipo indica que las mujeres se disculpan fácilmente por sus transgresiones, mientras que los hombres no están suficientemente arrepentidos. Varios analistas dan una serie de explicaciones y una de ellas es que los hombres asocian las disculpas con debilidad; se niegan a disculparse porque tienen dificultades para admitir que están equivocados; reconocer haber actuado mal es como «perder una lucha de poder» y, por lo tanto, disculparse hiere los «delicados egos» de los hombres. Estas interpretaciones se ejemplifican en el título del libro del comediante Jim Belushi (2006) sobre la masculinidad: Los hombres de verdad no se disculpan.
Otros estudios proponen que las mujeres están más preocupadas que los hombres por agradar a otras personas. Sin embargo, es necesario profundizar algo más en esta creencia sobre las disculpas de las mujeres y sus motivos. Es cierto que pedir perdón reduce la ira y la agresión y que promueve el bienestar de las relaciones y, aunque las disculpas no son todopoderosas, el efecto que tienen sugiere que las diferencias entre hombres y mujeres en esta cuestión podrían tener implicaciones para las interacciones interpersonales.
Para comprobar la veracidad de una posible diferencia en las disculpas femeninas y masculinas, Karina Schumann y Michael Ross diseñaron dos estudios. En el Estudio 1, los participantes anotaban todos los agravios que cometieron o experimentaron y si dieron o se les ofrecieron disculpas. Las mujeres se disculparon más que los hombres, pero también cometieron más ofensas, según su percepción. Pusieron de manifiesto que no hubo diferencia de género en la proporción de ofensas que motivaron disculpas. Los hombres se disculparon con menos frecuencia que las mujeres porque manifestaron un umbral más alto para lo que constituye un comportamiento ofensivo para ellos. No sienten que tengan que disculparse… En el Estudio 2, se probó esta hipótesis del umbral pidiendo a los participantes que evaluaran tanto ofensas imaginarias como ofensas recordadas. Los hombres calificaron las ofensas de forma menos severa que las mujeres; quizá ellos racionalicen su falta de voluntad para disculparse y minimicen su percepción de la gravedad y frecuencia de sus ofensas.
De todas formas, cuando reconocían sus transgresiones, las disculpas de los hombres fueron tan detalladas como las ofrecidas por las mujeres. Porque hay variedad de disculpas; una disculpa integral contiene hasta ocho elementos distinguibles: remordimiento, aceptación de responsabilidad, admisión de mala conducta, reconocimiento del daño, promesa de comportarse mejor, solicitud de perdón, oferta de reparación y explicación. Aunque las disculpas por daños muy graves suelen contener la mayoría de estos ocho elementos.
Se podría anticipar que como los hombres están menos dispuestos a disculparse, sus disculpas serían más superficiales que las de las mujeres. De hecho, varios analistas ya señalaban que serían «insultantemente poco exhaustivas». Pero, como ya hemos dicho, no fue así.
¿Cuál es la base psicológica de las diferencias de género en las percepciones de la gravedad y frecuencia de los delitos?
Una posibilidad es que las mujeres perciban más ofensas porque están más centradas en lo que puedan sentir los demás y en mantener la armonía en sus relaciones. De acuerdo con esta idea, investigaciones anteriores han demostrado que, en relación con los hombres, las mujeres dicen sentir más culpa después de cometer transgresiones, mayor empatía por las víctimas y más disposición a perdonar. Una segunda posibilidad es que los hombres tengan un umbral más alto para el malestar emocional, para sentirse ofendidos.
Con todo, cualquiera que sea la base de las diferencias de género en los juicios sobre la gravedad o incluso sobre la existencia de una ofensa, estas discrepancias podrían tener consecuencias. Por ejemplo, si las mujeres perciben ofensas que sus compañeros no notan, podrían interpretar la ausencia de disculpas como evidencia de que sus parejas son indiferentes a su bienestar. Y los hombres, por su parte, podrían considerarlas como demasiado sensibles. Sin embargo, estas conclusiones son tan frágiles como las emociones de dos personas dentro de la complejidad de una relación entre ellas y, por supuesto, no implican que una de las partes sea culpable de posibles desacuerdos; puede que hombres y mujeres, sin saberlo, no identifiquen del mismo modo si ha ocurrido o no una transgresión.
¿Nos disculpamos o no nos disculpamos?
Se ha mostrado en varios experimentos que la disculpa del delincuente no sólo reduce la propensión de la víctima a reaccionar de forma agresiva, sino que también altera su actitud y sus respuestas neuronales hacia el agresor. Sin llegar a estos extremos, en la vida cotidiana, ser conscientes de una ofensa y pedir disculpas es un acto de madurez y responsabilidad.
Sin embargo, disculparse demasiado puede socavar la autoestima y ser el reflejo de una culpa persistente nada saludable. Además, las disculpas podrían perder significado y sinceridad si se hacen con demasiada frecuencia. Es un hábito fuerte del que es difícil deshacerse. El progreso es lento y exige analizar y prestar atención a cada posible ofensa.
En cuanto a la diferencia de género en estas cuestiones, vimos que la investigación de Karina y Michael mostraba que las mujeres se disculpan más a menudo. que los hombres porque tienen un umbral más bajo para lo que constituye un comportamiento ofensivo. Es decir, una diferencia de género en la frecuencia de las disculpas es causada por diferentes juicios sobre la severidad más que por una diferencia en la disposición a disculparse. La causa de esta percepción no está clara.
De cualquier modo, los beneficios de un «lo siento» sincero son muchos si estas palabras no se utilizan para salir del paso. Es necesario hablar en primera persona y concretar lo que estuvo mal, sin ambigüedades, asumiendo la responsabilidad del daño causado. Es necesario ser conscientes de que se transgredió una norma o un valor ético que consideramos importante. Es bueno comprender y validar las emociones del otro sin pensar «a mí no me habría sentado tan mal». Además, va añadido a la disculpa un compromiso de cambio. Por otra parte, no es nada saludable autocastigarse y rumiar los pensamientos de culpa. Se puede preguntar si hay alguna manera de reparar el daño y tener en cuenta que pedir perdón no elimina las consecuencias que se deban asumir por la falta cometida.
Puede ocurrir que, incluso con un arrepentimiento sincero, la otra parte no acepte las disculpas o le lleve tiempo y más de una conversación hacerlo. Las relaciones personales tienen muchos matices y son complejas. Con un árbol o con una farola, el vínculo es más simple y seguro que, en un exceso de disculpas, alguna vez les hemos pedido perdón al chocarnos con ellos.
Referencias
- Belushi, Jim (2006). Real Men Don’t Apologize. Hachette Books
- Beyens, Urielle, Hongbo Yu, Ting Han, Li Zhang, Xiaolin Zhou (2015). The strength of a remorseful heart: psychological and neural basis of how apology emolliates reactive aggression and promotes forgiveness. Front. Psychology 6:1611. DOI: 10.3389/fpsyg.2015.01611
- Schumann, Karina y Michael Ross (2919). Why Women Apologize More Than Men: Gender Differences in Thresholds for Perceiving Offensive Behavior. Psychological Science, 21:11. DOI: 10.1177/0956797610384150
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.