La geógrafa Moira Dunbar nació en Edimburgo en 1918 pero es conocida por su trabajo científico en Canadá, en el que se dedicó a estudiar el hielo y los glaciares del Ártico para hacer esa región más segura y navegable para la Armada Real Canadiense. Un trabajo que realizó durante años pero que al principio no fue fácil: ningún barco de la Armada quería llevarla a bordo por ser mujer.
Como decimos, Dunbar nació en Escocia y allí acudió a la Cranley School para chicas. En 1939 se graduó en Geografía en la Universidad de Oxford. Pero durante un tiempo la ciencia no fue su principal interés. Tras la Segunda Guerra Mundial recorrió Reino Unido como parte de la compañía profesional de teatro English Theatre. Trabajó allí como actriz y como responsable de la producción detrás de los escenarios. “Era una joven ingenua sin esperanza”, dijo más tarde con humor, refiriéndose a su representación continua de jóvenes mujeres en papeles cómicos siempre secundarios.
Hay trabajo para una geógrafa… pero no en un barco
En 1947 visitó Canadá y decidió quedarse. No le costó encontrar trabajo, primero en la Oficina de Inteligencia canadiense recopilando información sobre el movimiento del hielo del Ártico durante la Guerra Fría y después en el Comité de Investigación de Defensa, que empezaba a llevar a cabo trabajos científicos en el Ártico y el Atlántico Norte y buscaba precisamente graduados en geografía.
Allí se especializó en el estudio del hielo marino y en el análisis de las condiciones del Ártico para hacer sus aguas congeladas más fáciles de navegar. Sin embargo, a pesar de su idoneidad para el trabajo de campo (de mar, en este caso), no fue fácil encontrar un barco que la aceptase.
“Creo que pensaban en mí como una especie de mezcla entre una delicada flor y una peligrosa enfermedad. Estaban en contra desde el principio […]. Creo que esperaban que fuese por ahí seduciendo a todos los hombres o algo así”, contaba Dunbar en unas declaraciones recogidas por el Herald Scotland en la necrológica que se publicó tras su muerte.
Dunbar no se resignó a este obstáculo y siguió solicitando un puesto en estos barcos para llevar a cabo la investigación hasta que sus peticiones alcanzaron las esferas más altas del Ministerio de Defensa. “Había tanta gente en contra de mi participación que el asunto llegó hasta niveles de asistentes del ministro. Él debió decidir que probablemente era inofensiva”, recordaba Dunbar, así que recibió el permiso que necesitaba.
Análisis del hielo por mar y aire
Finalmente fue aceptada como un valioso miembro del equipo y no volvió a tener problemas al respecto. Realizó la mayor parte de sus investigaciones a bordo de barcos rompehielos, pero también acumuló unas seiscientas horas de vuelo con la Fuerza Aérea Real Canadiense para estudiar las formaciones glaciares desde el aire. Como parte de ese trabajo, en 1956 participó en la publicación Canadá Ártico desde el Aire, el primer estudio geográfico aéreo de este tipo que se sigue utilizando a día de hoy.
Además de ese trabajo, publicó muchos otros artículos e investigaciones. Analizaba la literatura dejada por los primeros exploradores del Ártico y la completaba con sus observaciones hechas desde barcos y en vuelos de reconocimiento. Se convirtió en una de las primeras mujeres que sobrevoló el Polo Norte. También fue una de las primeras personas que observó una polinia, un área de agua descubierta o cubierta solo por una fina capa de hielo entre zonas de hielos gruesos que se desarrolla en invierno cuando los vientos que soplan hacia el sur se combinan con el vapor más templado que sube del mar.
Colegas suyos de la época remarcaban su tenacidad: “Nadie quería estar entre dónde estaba Moira y dónde quería estar Moira. Sabía lo que quería hacer y sabía lo que estaba haciendo”.
No eran solo sus observaciones, también la metodología para hacerlas
Durante toda su carrera, Dunbar no solo realizó investigaciones y observaciones valiosas en su campo, sino que también innovó en las herramientas y metodologías para llevarlas a cabo. Fue una pionera en el uso de fotografía aérea para el estudio del hielo oceánico, y se introdujo en el uso de sensores remotos por radar para mejorar los datos. También trabajó para estandarizar la terminología de su campo y así facilitar el compartir y comparar trabajos de distintas fuentes.
Aprendió ruso para poder aprovechar los estudios soviéticos sobre el Ártico, y en 1964 recibió un permiso para visitar la URSS como parte de un equipo canadiense que analizó las operaciones rompehielos en su territorio para así aprender de ellas.
Conocimiento, divulgación e ingenio
Trató también de que todos esos avances y conocimientos no se quedasen en los laboratorios y salas de discusión científica, y escribió artículos de divulgación popular sobre la historia de la exploración del Ártico. En un pasaje de Hombre y hielo: experiencia en el océano helado, uno de esos artículos, demostraba su conocimiento y también su mordaz ingenio con pasajes como este:
Dunbar no se casó ni tuvo hijos. Se retiró en 1978 habiendo recibido la Orden de Canadá y como miembro de la Real Sociedad de Canadá. Fue gobernadora del Instituto Ártico de Norteamérica y directora de la Real Sociedad Geográfica Canadiense, entre otros altos honores. Una vez jubilada, se dedicó a atender una granja a modo de hobby y ejercía de voluntaria como historiadora local. Falleció en noviembre de 1999.
Referencias
- Moira Dunbar, Wikipedia
- Moira Isobel Dunbar, Science.ca
- Moira Dunbar, The Scotland Herald, 11 diciembre 1999
- Christina L. Hulbe, Weili Wang, Simon Ommanney, Women in glaciology, a historical perspective, Journal of Glaciology 56 (200), 2010, 944-964
- Campbell Thomas, Moira Dunbar, The Guardian, 12 enero 2000
Sobre la autora
Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista.