Mary Allen Wilkes: la pionera de la informática que quiso (y consiguió) ser abogada

Vidas científicas

En 1959, una mujer se acercó a las oficinas del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) con el arrojo y la valentía de una persona que no tiene nada que perder. Mary Allen Wilkes desconocía por completo todo lo que tuviera que ver con la ciencia computacional, de hecho, ella se había graduado en Filosofía. Se presentó allí influenciada por un profesor de geografía que destacó de ella su “mente lógica”, atributo que ella creía que le serviría para poder trabajar en ese campo. En aquella época, las mujeres podían encontrar trabajo más fácilmente en el ámbito de la programación que en cualquier otro. Suena irónico pero esa realidad estaba respaldada por dos antecedentes notables: durante la Segunda Guerra Mundial, unas 6.600 mujeres pertenecieron al grupo de Bletchley Park y varias programadoras ya habían trabajado en el ENIAC.

Mary Allen Wilkes (1960).

Quizá la historia de Wilkes no sea la más convencional. Las mentes más importantes de la historia de la ciencia han encontrado desde pequeños su vocación y la han perseguido hasta lograrlo. Ella nunca quiso ser programadora. Wilkes anhelaba ser abogada pero sus padres no se lo permitieron. “Es muy duro encontrar trabajo de eso si eres mujer”, sentenciaron. Esa frase la dejó helada, con la mente en blanco, pero no por mucho tiempo. Postergó ese sueño sin detenerse en la lamentación y comenzó otro, con la misma facilidad con la que pasas a hacer otra tarea cuando ya has finalizado la anterior. Tras una carrera dedicada enteramente a la informática, se convirtió en una pionera en este ámbito gracias al diseño del sistema operativo LAP6 del Laboratory INstrument Computer (LINC), precursor del primer ordenador personal. Además, fue la primera persona que trabajó desde casa con un ordenador privado.

Un lenguaje para descifrar y el “teletrabajo”

Esta programadora nació en Chicago, en 1937. En 1959 se graduó en Filosofía por la Universidad de Wellesley. Su sueño de ser abogada se truncó así que decidió probar suerte en el mundo de la informática. Entró a trabajar en el Laboratorio Lincoln del MIT y mantuvo su cargo hasta 1963. En sus comienzos, desarrolló un sistema de reconocimiento de voz. Asimismo, se dedicó durante un tiempo a las tarjetas perforadas, un trabajo “laborioso pero divertido”. En él, se encargaba de encontrar los errores que podían tener aquellos códigos.

En ese tiempo, diseñó diversos sistemas operativos, entre ellos el del LINC que lo bautizaron con el nombre de LAP (LINC Assembly Program), que luego derivó en LAP6, el primer sistema operativo que estaba entre el hardware del ordenador y los programas. En 1964, el grupo que había desarrollado el LINC, se trasladó a la Universidad de Washington en San Luis (Misuri). Sin embargo, ella no quería trabajar allí ya que su madre, que vivía en Baltimore, estaba enferma, y quería acompañarla. Así pues, el grupo decidió mandarle el LINC, del tamaño de un frigorífico, para que pudiera trabajar desde casa solo con la ayuda de ese ordenador y un teléfono. En 1965, desde el salón, desarrolló el sistema operativo LAP6, y por ende, fue la primera persona que utilizó un ordenador personal en casa.

Mary Ellen Wilkes con el LINC en su casa (1965). Imagen: Wikimedia Commons.

Ella pretendía que este sistema fuera utilizado por personas que no tuvieran nociones de programación. Sobre ello Wilkes dijo que “llevaba un tiempo aprenderlo, era muy sofisticado, pero se podía enseñar”. Por ello, ella misma se encargó de escribir un manual para poder utilizarlo, el LAP6 Handbook. Fue coautora también de un libro titulado Programando en Linc.

El Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU. fue el primero en utilizar el LINC para analizar las respuestas neuronales de un gato. Wilkes fue la encargada de enseñar a los investigadores de los laboratorios cómo se instalaba y cómo utilizarlo después.

De programadora a abogada

Muy poca gente se atreve a cambiar de rumbo cuando todo marcha bien. Cuando las cosas van de cara, las alteraciones son minúsculas, no se quiere tentar a la suerte con decisiones bruscas, con volantazos innecesarios. Menos si te conviertes en una pionera de la informática. Escribe el poeta Karmelo C. Iribarren en su Diario de K que con la frase “necesito un cambio” comienzan muchas tragedias. Para Wilkes no lo fue. Nunca llegó a olvidarse de su primera ilusión, de hecho, sus éxitos en el terreno de la ciencia computacional no nublaron su deseo de convertirse en abogada. Según ella, pasó un tiempo “maravilloso en la informática. Fue fantástico y fui feliz de poder conseguir todo lo que conseguí”.

Mary Allen Wilkes (2017) con el ordenador personal de 1963 que ella desarrolló. Fotografía: Imago/EDP/Werner Krueper.

Pero ella quería otra cosa, un viejo sueño. Quizá recordara aquel día en el que sus padres le prohibieron estudiar Derecho, alegando que las mujeres no iban a encontrar su hueco en esa profesión. Y con la misma convicción con la que se presentó en el MIT hacía unos años, se personó en Harvard y comenzó sus estudios de Derecho, profesión que ha ejercido hasta retirarse. Para Wilkes la tragedia hubiese sido no haberlo intentado.

Bibliografía

Sobre la autora

Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.

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