Estamos tan acostumbrados a ver esta foto en su original en blanco y negro que nos pasa desapercibida. Ya no la vemos.
No nos damos cuenta que Marie está sentada en una silla de madera labrada. No nos fijamos en la sobriedad del decorado: una pared con una moldura, de madera o quizá de escayola pintada de blanco, y una cortina que refleja la luz que entra desde la ventana.
Marie tiene el pelo rubio oscuro y los ojos azules. Se toca una oreja con la mano, o quizá un bucle del pelo, pero no es una postura natural pues el codo reposa en el único sitio posible para mantener esa posición erguida.
Su vestido negro y sobrio, nada más que tiene unas lorzas en los hombros y un adorno en el cuello, recatado en blanco y negro con flecos en la pechera.
No mira a la cámara sino al infinito. ¿En qué estaría pensando? ¿En qué piensa una mujer que gana dos premios Nobel? ¿Son diferentes sus divagaciones de las del resto de mujeres? ¿Son diferentes sus divagaciones de las del resto de colegas de profesión?
La técnica de colorear fotos antiguas nos devuelve pedazos de historia de una manera que no estamos habituados y nos sugiere, quizá, pensamientos más humanos sobre estas personas que hace tiempo que no están con nosotros.
Sobre la autora
Cristina Juesas es Communication Manager en Euskampus.
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