Madeleine Pelletier, la primera mujer en graduarse como psiquiatra en Francia

Vidas científicas

Madeleine Pelletier (hacia 1900).

Tenía apenas 15 años cuando descubrió que contaba con dos condiciones que significaban grandes obstáculos para cumplir sus deseos: era mujer y pobre. Anne Pelletier (1874-1939), quien después eligió llamarse Madeleine, no se quedó con la negativa de la sociedad de su época y luchó incansablemente hasta convertirse en la primera médica psiquiatra graduada en Francia.

Además de sus logros académicos, tuvo un rol central en la lucha por los derechos femeninos, incluido el voto, inspirada en los métodos de las sufragistas británicas. Defendió posturas de vanguardia a principios del siglo XX, como la libertad sexual de las mujeres, la anticoncepción y el acceso al aborto. Y hasta se atrevió a usar pantalones, lo que en ese momento estaba prohibido, para mostrar igualdad con los hombres.

De un hogar humilde a la universidad

Madeleine nació el 18 de mayo de 1874 en París. Hija de un cochero y una vendedora de frutas y verduras, creció en un hogar muy humilde, detrás de la tienda familiar. Su padre quedó parapléjico cuando ella tenía cinco años. Su madre la crió prácticamente sola, primero por la enfermedad de su esposo, y luego al enviudar.

Aunque era una excelente alumna, a los 12 años tuvo que dejar la escuela por motivos económicos, como el resto de los niños y niñas de su clase social. Pero frecuentaba la biblioteca parroquial, en donde continuó cultivando una de sus pasiones: la lectura de todo tipo de libros.

Cuando tenía 15 años comenzó a asistir a reuniones políticas de su barrio, en donde se inició en la militancia de causas socialistas y feministas. Allí tomó conciencia de sus limitaciones y se inscribió para rendir libre la educación secundaria. Obtuvo el diploma con muy buenas notas a los 23 años y decidió estudiar medicina.

Primera mujer psiquiatra en Francia

Pelletier ingresó a la Facultad de Ciencias de París, lo que le permitió obtener un certificado de Ciencias Físicas, Químicas y Biológicas, y le abrió la posibilidad de iniciar la carrera de medicina en 1898. Integró una promoción en la que sólo había 129 mujeres –la mayoría extranjeras– entre 4000 estudiantes. En los primeros años, su madre la sostuvo económicamente, y tras su muerte, obtuvo una beca del Ayuntamiento de París para continuar la carrera.

En los inicios de su formación se dedicó a realizar investigaciones ligadas con la antropología, otra de sus pasiones. Se concentró en los estudios sobre la diferencia de tamaño entre el cerebro de los hombres y las mujeres e intentó probar que no había relación entre la talla y la inteligencia. Pero como iba en contra de todas las corrientes de su época, abandonó esa lucha.

Madeleine eligió especializarse en psiquiatría, que en esa época sólo admitía en la residencia a personas que ejercieran todos sus derechos cívicos. Y como las mujeres aún no votaban, ella no tenía acceso.

La joven médica comenzó entonces a liderar una campaña pública para cambiar las reglas, apoyada por medios de prensa feministas. Se presentó el día de los exámenes, acompañada por una cronista de La Fronde, primer periódico integrado en su totalidad por mujeres. Y aunque los siete miembros del jurado le dieron su aval, no autorizaron su ingreso.

El hecho causó tal escándalo que Pelletier fue invitada a rendir al año siguiente. Fue admitida en 1903 y comenzó su residencia en febrero de 1904. Realizó sus prácticas en diferentes hospitales psiquiátricos, como el Centro Santa Ana o el Asilo de Villejuif. En esta época escribió además numerosos artículos, publicados en revistas científicas.

En 1906 se presentó a un concurso para ingresar como médica adjunta en un hospital de enfermedades mentales de París, pero fue rechazada, y no pudo continuar con su carrera en la psiquiatría.

Medicina de familia y militancia

El impedimento para seguir con su especialidad la llevó a abrir un consultorio privado en uno de los barrios parisinos más pobres, en donde ejerció la medicina de familia y ayudó a mujeres de sectores menos favorecidos a utilizar métodos anticonceptivos y a abortar. También se anotó como “médica de noche”, en donde se la llamaba para atender urgencias, con asistencia a lugares muy humildes.

Madeleine Pelletier (hacia 1910).

En paralelo, profundizó su militancia por el voto femenino: Madeleine abrió una revista mensual llamada La Suffragiste, junto con sus amigas de militancia Caroline Kauffmann y Arria Ly; y se convirtió en presidenta del grupo feminista “La solidaridad de las mujeres”.

En 1908 participó en la manifestación organizada por las sufragistas inglesas en Londres y al año siguiente llegó a ser la líder de la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO, por sus siglas en francés), una coalición de espacios socialistas de distinta pertenencia.

Continuó su militancia feminista y comenzó a integrar diferentes grupos masones, en los cuales también ganó espacios de liderazgo.

Durante la Primera Guerra Mundial, Madeleine trabajó para la Cruz Roja, asistiendo a heridos de todos los países que intervinieron en el conflicto. Se decepcionó profundamente de la política y de la adhesión del socialismo al militarismo.

Legado y aportes al feminismo

A finales de 1937, sufrió un derrame cerebral que la dejó hemipléjica y le impidió continuar trabajando. Tuvo que ser sostenida económicamente por amigas y amigos.

En abril de 1939 fue acusada de haber practicado un aborto a una adolescente de 13 años. Antes de ser juzgada la internaron en el hospital psiquiátrico Perray-Vaucluse, ubicado en la comuna francesa de Épinay-sur-Orge, por considerarla “un peligro para ella y para los otros”.

El 29 de diciembre de 1939 sufrió otro accidente cerebro-vascular y falleció en absoluta soledad.

Su tumba en el hospital psiquiátrico Perray-Vaucluse fue destruida en la década de 1960. Pero a partir de los años 1990, su figura comenzó a ser reivindicada en distintos espacios: el 8 de marzo de 2012 colocaron una placa conmemorativa en su honor en el barrio parisino 14 y varias calles de distintas ciudades francesas, incluida la del hospital donde murió, llevan su nombre.

Su legado excede ampliamente el hecho de haber sido la primera mujer en graduarse como médica psiquiatra en su país. Dejó, además, una gran obra, que incluye contribuciones científicas y periodísticas, novelas, ensayos políticos y sociales, autobiografías y diarios de viaje. Aunque sin duda, su aporte mayor ha sido que toda su producción estuvo al servicio de la emancipación de las mujeres y la educación de las niñas.

Referencias

Sobre la autora

Analía Boggia es comunicadora, periodista, docente y divulgadora. Actualmente cursa el Máster en Comunicación Social de la Investigación Científica en la Universidad Internacional de Valencia.

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