De generación en generación, las haenyeo («madres del mar», en coreano), entrenan para resistir condiciones extremas buceando a más de 15 metros sin oxígeno en aguas gélidas. Capturan moluscos y tienen un gran respeto por la vida submarina. Además, estas mujeres parece que tienen un gen que les confiere estos superpoderes y que podría ayudar a tratar la hipertensión y enfermedades cardiovasculares.

Un poco de historia de las haenyeo
En el siglo XVII, en Jeju, una isla de Corea del Sur, el buceo tradicional en apnea (muljil) para capturar moluscos era cosa de hombres. Las autoridades de la dinastía Joseon (la última de Corea), requisaban una buena parte de la pesca a modo de impuesto. Se confiscaban los abulones (un molusco muy apreciado también llamado oreja de mar) como pago de este tributo. Ante esta situación, muchos abandonaron la isla en busca de trabajo en tierras lejanas o fueron reclutados por el ejército. Las mujeres se quedaron y bucearon entrenando su respiración y su aguante a las frías aguas del mar de Corea para seguir capturando moluscos. Así nacieron las haenyeo.
Al inicio del siglo XX, con la ocupación japonesa entre 1910 y 1945, la cultura coreana sufrió un duro golpe y se impuso un proceso de «japonización», en el idioma, en las costumbres, etc. Las haenyeo continuaron buceando pero malvendían sus capturas a los japoneses para quienes trabajaban. Se rebelaron contra esta explotación, y reivindicaron, además de la independencia de su país, su libertad sin obligación de contribuir a los intereses de Japón. Después hubo guerras y muchas muertes hasta que Corea del Sur volvió a ser independiente.
Alrededor de 1960, el paisaje de Jeju cambió. El gobierno surcoreano promovió la agricultura, especialmente la producción de mandarinas amargas, y el turismo. Estas ocupaciones eran menos peligrosas que la captura de moluscos y muchas mujeres abandonaron el buceo.
Las haenyeo, que habían cambiado los roles secundarios a los que las mujeres estaban relegadas antes del siglo XVII, son, en la actualidad, muy pocas. Siguen siendo parte de la isla y se las respeta y se reconoce su gran valor. En 2016, la UNESCO las incluyó en su lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Más detalles sobre estas buceadoras
Los puntitos naranjas en el mar que se ven desde la costa son ellas. Usan este color para que se las vea bien. Cuando salen del mar se escucha su sonido característico, los sumbisori que son una especie de silbidos combinación de la inhalación de oxígeno y la liberación de dióxido de carbono que acumulan en sus inmersiones. Según ellas, gracias a los sumbisori pueden trabajar más horas con menos periodos de descanso.
Algunas necesitan más descanso y otras menos. Muchas son buceadoras experimentadas y otras son más jóvenes. Se clasifican según su grado de destreza en el buceo, y también por su edad: las Hagun, que pueden bucear entre 3 a 5 metros de profundidad; las Junggun (nivel intermedio) que bajan hasta 5 metros; las Sanggun (nivel avanzado) que bucean hasta 8 metros; y las Daessangun (el gran nivel) en el que alcanzan una técnica increíble de buceo, de pesca y de sabiduría y pueden bucear hasta 10 metros. Las daessangun, además,lideran las expediciones de buceo, controlan la seguridad de todas y participan en la toma de decisiones del pueblo. Entre ellas, hay alguna con 80 años.
El lugar donde se reúnen para compartir su sabiduría es muy importante en la cultura de las haenyeo y se llama bulteok. Las inmersiones siempre se hacen en grupo y, para su propia seguridad, cada comunidad de haenyeo tiene su bulteok que antes consistía en una hoguera rodeada de piedras en círculo, donde se preparaban para bucear y donde al regresar de las inmersiones, descansaban juntas. Tenían un muro de piedra cerca donde se podían cambiar resguardadas del viento.
En la actualidad tienen vestuarios equipados con agua caliente y otras comodidades pero siguen cumpliendo la misma función. El regreso del buceo es una expresión muy bonita de su sororidad: mientras descansan en el bulteok, intercambian técnicas que les han servido y comparten inquietudes personales.
Como curiosidad, el festival más representativo de la cultura de las haenyeo es el 8 de marzo. En el octavo día del tercer mes lunar dan la bienvenida al dios Dragón para que las proteja y les conceda capturas exitosas.
Antes, con los trajes de algodón (Mulsojungyi) las haenyeo trabajaban en el mar entre 30 y 60 minutos al día. Desde que los japoneses llevaron a la isla los trajes de neopreno, bucean entre 3 y 6 horas al día, y bajan a mayor profundidad. Pero también aumentan los efectos colaterales para su salud como el malestar por la descompresión, problemas auditivos, quedar atrapadas en redes de pesca o sufrir un encuentro con tiburones.
Su aportación a la ciencia
Una investigación reciente muestra que la capacidad de las haenyeo para bucear no solo responde a años de entrenamiento sino que su ADN tiene peculiaridades que lo hacen muy interesante.
Melissa Ilardo, de la Universidad de Utah, estudia la genética de humanos de todo el mundo que tienen capacidades extraordinarias. Ya había examinado previamente la fisiología de los Bajau, un pueblo buceador del Sudeste Asiático. Su equipo descubrió que tenían bazos extragrandes que les permitían almacenar sangre oxigenada adicional para inmersiones prolongadas. Pensó que las buceadoras coreanas podrían tener también características especiales.
«Lo relevante de estudiar poblaciones que han vivido en un entorno particular durante muchas generaciones es que, si ha habido una presión selectiva en ese entorno, se pueden analizar sus genomas y extraer regiones que podrían ser esenciales para su supervivencia». Esas irregularidades genéticas esenciales «probablemente estén vinculadas a algún aspecto de la fisiología que ha sido favorable para su supervivencia a lo largo del tiempo», dice Melissa.
El estudio comparó los efectos de la inmersión entre tres grupos: las haenyeo, las mujeres que vivían en Jeju pero no eran haenyeo y las surcoreanas continentales. Las participantes se tumbaron boca abajo con la cabeza sobre un recipiente con agua fría, y sumergieron la cara mientras las investigadoras medían sus respuestas reflejas de inmersión: la frecuencia cardíaca y la presión arterial.

Todos los mamíferos tenemos el reflejo de inmersión: al sumergir la cabeza bajo agua a menos de 20° C, el cuerpo humano entra en una especie de «modo ahorro». Los vasos sanguíneos periféricos se contraen (vasoconstricción) y de ese modo la sangre se redistribuye desde las extremidades hacia los órganos vitales. Además, el ritmo cardíaco disminuye un 10 % y el consumo de oxígeno de nuestras células se hace más lento para aguantar hasta que llegue la siguiente bocanada de aire.
En el estudio de Ilardo se descubrió que todas las residentes de Jeju, incluso aquellas sin familiares haenyeo, tenían una variación genética que suprimía el aumento de la presión arterial debido a la vasoconstricción. La variación podría haberse propagado de forma natural por toda la isla.
Los cambios en el ritmo cardíaco eran exclusivos de las haenyeo. En una persona normal, el corazón disminuye su frecuencia de latido en unos diez latidos por minuto (de 80 pulsaciones por minuto, pasaría a 70) pero en las haenyeo este cambio es mucho mayor. Según pudieron observar, en las haenyeo más jóvenes, con menos entrenamiento, disminuía el pulso en veinte pulsaciones por minuto, pero en las más veteranas este cambio era de hasta cuarenta pulsaciones.
Para Ilardo, «la forma en que la selección natural resuelve un problema específico con un gen específico puede dar pistas para desarrollar nuevos medicamentos». Jeju cuenta con una de las menores tasas de muerte por infarto. Es decir, sus corazones se mantienen más sanos que en el resto de la población del planeta. Este hecho quizá esté relacionado con las variaciones genéticas que se encontraron en el estudio, pero todavía hay mucho que estudiar para comprender si existen otros factores involucrados, como la alimentación.
En peligro de extinción
Durante décadas el oficio de las haenyeo fue considerado de clase baja y muchas crecieron sin acceso a una educación formal, vendiendo lo que pescaban desde niñas. Esto ha cambiado en los últimos años. Ahora se las reconoce social e institucionalmente, sobre todo desde que son Patrimonio Cultural de la Humanidad. El gobierno surcoreano les concede ayudas económicas, derechos exclusivos de pesca y promueve la creación de museos y escuelas para conservar la tradición.
Pero el impacto de estas medidas es limitado: pocas chicas están dispuestas a llevar un oficio tan duro, con mucho riesgo y siempre cerca del mar. Se incorporan muy pocas cada año y algunas lo hacen de forma esporádica y puntual, no para toda la vida. Además, la isla ahora es un destino turístico, es una de las «maravillas naturales del mundo». Y el trabajo no falta en este sector, con oportunidades laborales más cómodas y mejor remuneradas. La sabiduría de las haenyeo corre el riesgo de perderse, su cultura y su respeto por el mar.
Las haenyeo no quieren equipos modernos de buceo porque el ecosistema marino del que dependen es muy frágil y podrían dañarlo. Prefieren mantener métodos tradicionales que permitan una recolección sostenible con el entorno. Saben cuándo parar para que la vida se regenere de nuevo. El mar les proporciona lo necesario para vivir, pero deben tratarlo con inteligencia para no agotar sus recursos.
Hemos visto que bucean hasta quince metros en el mar a pulmón en apnea, permanecen bajo el agua mucho tiempo y resisten el frío. Desterraron roles de género tradicionales y su cultura está llena de dulzura y respeto por el océano. Aunque se extingan y dejen de bucear, en sus genes está escrito que son madres del mar.
Referencias
- Haenyeo, Wikipedia, la enciclopedia libre
- Aguilar-Gómez, Diana, Melissa Ilardo y 9 más (2025). Genetic and training adaptations in the Haenyeo divers of Jeju, Korea. Cell Reports 44:5 pág. 115577. DOI: 10.1016/j.celrep.2025.115577
- Amerise, Atahualpa (2025). Haenyeo, las legendarias buceadoras coreanas con una ventaja genética que puede ayudar a tratar enfermedades. BBC
- Godoy, Juan Manuel (2024). Qué son las Haenyeo, las “madres del mar” de Corea del Sur. Infobae
- Lee, Gayoung y Lauren J. Young (2025). These ‘Real-Life Mermaid’ Divers Have Remarkable Underwater Abilities—And Genetics. Scientific American
- Pellicer Roig, Daniel (2025). Esta es, probablemente, la última generación de las buceadoras Haenyeo, unas mujeres con capacidades superhumanas. National Geographic
- UNESCO (2017). La cultura de las haenyeo (buceadoras) de la isla de Jeju
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.