¿Influye el lenguaje en cómo imaginamos a las personas? Laura Vela-Plo, doctora en Lingüística e investigadora del grupo HiTT (‘Hizkuntzalaritza Teorikorako Taldea’) de la UPV/EHU, analiza esta cuestión a partir de una investigación experimental sobre el uso del masculino genérico y de otras fórmulas inclusivas como el uso de sustantivos epicenos, los desdoblamientos o el morfema “-e” en la percepción del género.
El proyecto, desarrollado junto a Marta de Pedis y Marina Ortega-Andrés, ha incluido tres estudios experimentales –dos en castellano y uno en euskera–, en los que han participado más de 1500 personas.
Vela-Plo presentó los principales resultados del proyecto el pasado jueves, 15 de mayo, durante la jornada Género y comunicación de la ciencia, organizada por la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

Fotografía: Íñigo Sierra | Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
María Larumbe (ML) ¿Qué os llevó a investigar cómo el lenguaje influye en la percepción del género? ¿Qué preguntas queríais responder cuando comenzasteis con el proyecto?
Laura Vela-Plo (LVP) Detectamos un vacío de estudios experimentales en este ámbito, especialmente en castellano, donde hay pocos y en euskera, ninguno. Queríamos comprobar si ciertas fórmulas lingüísticas –como el uso del masculino genérico o el desdoblamiento– generan un sesgo en la forma en que imaginamos o representamos a las personas. Además, nos interesaba comparar dos lenguas tipológicamente distintas: el castellano, con género gramatical marcado, y el euskera, que no las tiene en muchas variedades. Nuestro objetivo era aportar datos empíricos que sirvieran como base sólida frente a argumentos falsos, prejuicios o discursos sin fundamento que se han extendido en los últimos años.
(ML) ¿Qué particularidades ofrece cada una de estas lenguas –castellano y euskera– a la hora de estudiar los sesgos de género?
(LVP) En castellano, al ser una lengua que tiene distinción de género gramatical, principalmente masculino y femenino, es habitual el uso del masculino genérico para referirse a colectivos mixtos. Queríamos comprobar si este uso realmente funciona como genérico o si tiende a interpretarse como masculino. También hemos analizado otras estrategias inclusivas como los desdoblamientos (“los y las”), palabras epicenas como “persona”, sustantivos colectivos como “el alumnado” o el morfema no binario “-e”, de creación reciente y cuyo uso aún es minoritario en la sociedad castellanoparlante.
En euskera, que no tiene distinción gramatical de género en sustantivos, nos interesaba saber si ocurre algo similar a lo que se ha observado en lenguas que tampoco tienen estas distinciones como el inglés o el sueco: que ciertas expresiones ambiguas se interpretan como masculinas. Queríamos comprobar si esto también sucede en euskera y si las recomendaciones de algunas guías de uso pueden evitar ese sesgo, en caso de que lo hubiera.
(ML) Uno de los principales focos del estudio en castellano, cuyos resultados presentaréis en la jornada, es el masculino genérico. ¿Qué efectos tiene en la representación mental de las personas al leer un texto?
(LVP) Aunque su uso esté muy extendido, los pocos estudios experimentales con datos sólidos que existen apuntan que el masculino genérico no suele interpretarse como verdaderamente inclusivo en una interpretación rápida. En general, cuando las personas leen fórmulas en masculino, tienden a imaginar a varones. Esto, plantea la necesidad de buscar otras fórmulas más claras, para evitar esta ambigüedad, más aún, en contextos donde la representación igualitaria importa.
(ML) ¿Qué sucede cuando se usan estrategias inclusivas como el desdoblamiento o formas más neutras? ¿Se observan diferencias en la comprensión del mensaje?
(LVP) Sí, y esta es una de las claves de nuestra investigación. Hemos comprobado que la forma en que se alude a las personas influye en cómo se las representa. Las palabras epicenas, como “la persona candidata” o “quien solicite el puesto”, tienden a generar una interpretación más equitativa: aproximadamente un 50 % de los participantes visualizaban a mujeres y el 50 % restante a hombres.
Además, hemos observado que no solo importa la fórmula lingüística, sino también quién la interpreta. Por ejemplo, los hombres tienden a interpretar el masculino genérico como masculino exclusivo, mientras que las mujeres responden con más equidad ante los desdoblamientos e incluso se ven más reflejadas en ellos. Por su parte, el morfema “-e”, se interpreta más como algo femenino, aunque creemos que esto pueda deberse a que quienes realizaron el estudio percibieron que estaba relacionado con cuestiones de género e inclusión.
(ML) El proyecto incluye a personas de diferentes géneros, edades y posturas ideológicas. ¿Hasta qué puntos son determinantes estas variables?
(LVP) Son relevantes. Hemos hecho tres experimentos: dos en castellano y uno en euskera. En concreto, en el estudio que presentaremos en la jornada participaron 850 personas adultas de todo el Estado, de perfil lingüístico castellanoparlante, con edades entre los 18 y los 75 años. A las personas seleccionadas les mostrábamos un perfil profesional de una serie de candidaturas para un puesto en el ámbito de la abogacía y cada participante veía ese resumen profesional en una condición: todo en masculino, con desdoblamientos en masculino y femenino, con palabras epicenas sin marcar el género gramatical o con el morfema “-e”. Tras leerlo, tenían que seleccionar cuál de las cuatro imágenes que les mostrábamos –dos de mujeres y dos de hombres– correspondía a la candidatura mostrada.
Entre otras cuestiones, comprobamos que, con expresiones en masculino genérico, los hombres tienden a interpretar que se habla solo de varones.
Sin embargo, con palabras epicenas o colectivas y fórmulas en las que no se marca el género como “la persona seleccionada” o “quien opte al puesto”, la interpretación es más equilibrada. Asimismo, el desdoblamiento también muestra resultados equilibrados, sobre todo, entre los hombres. Y en todos los casos, vimos que factores como el nivel de sexismo o la actitud hacia el feminismo o el colectivo LGBIQ+ influyen de manera significativa en la interpretación.
(ML) A tu juicio, ¿crees que el lenguaje es una herramienta efectiva para reducir las desigualdades y contribuir a una sociedad más igualitaria?
(LVP) Sí, aunque no es la única herramienta. El lenguaje refleja la sociedad, pero también la moldea. Por eso es importante estudiarlo y entender qué efectos tienen ciertas fórmulas lingüísticas. Considero que es una vía más para contribuir al cambio social y avanzar hacia una sociedad más igualitaria.
(ML) En los últimos años hablar de lenguaje inclusivo genera debate e, incluso, rechazo entre algunos públicos. ¿Qué dicen vuestros resultados sobre cómo se perciben hoy en día estas estrategias? ¿Se observa una diferencia generacional?
(LVP) Las actitudes varían según la edad y el contexto social. Lo que sí hemos podido comprobar es que algunas críticas hacia el lenguaje inclusivo no se sostienen. Por ejemplo, se suele decir que es más difícil de entender o que genera una carga cognitiva mayor, pero nuestros datos no muestras diferencias significativas en los tiempos de lectura o comprensión. Además, muchas estrategias consideradas inclusivas en la actualidad, como los desdoblamientos o los sustantivos epicenos, no son nuevas, sino que tienen una larga tradición en el castellano.
(ML) ¿Qué recomendaciones harías a quienes redactan materiales escolares, discursos institucionales o titulares de prensa?
(LVP) Nuestra labor es descriptiva, no normativa, pero sí que creemos que los datos empíricos deberían respaldar cualquier decisión sobre política lingüística. No se trata de demonizar el uso del masculino genérico, sino de valorar cuándo puede resultar ambiguo o excluyente. En contextos como el ámbito laboral o educativo, o en los medios de comunicación, puede resultar útil combinar estrategias: desdoblamientos, palabras colectivas, epicenos… No creemos que haya una única estrategia válida, sino que debemos de evitar la ambigüedad, dejando claro que hablamos de personas de cualquier género.
(ML) ¿Con qué mensaje te gustaría que saliera el público tras la charla?
(LVP) El lenguaje importa y tiene sus efectos. Nuestra manera de hablar influye en cómo interpretamos el género de quien nos está hablando. Es necesaria la investigación experimental para apoyar con datos sólidos los debates y evitar polémicas sin rigor. Y aunque a veces no sea sencillo cambiar ciertos hábitos, merece la pena reflexionar sobre cómo hablamos de las personas y qué representación estamos generando con nuestras palabras. Y adecuar nuestro registro lingüístico, teniendo en cuenta el contexto y la audiencia a la que nos dirigimos.
También es importante señalar que, por ahora, el estudio se ha centrado en una interpretación binaria –mujeres y hombres– y no ha abordado otras identidades de género. Sabemos que queda mucho por investigar en este sentido. Este trabajo es solo un primer paso para seguir ampliando el enfoque y dar respuesta al crisol de géneros que existen en nuestra sociedad. Lo que nos importa, al final, es mejorar la situación de las personas, más allá de la investigación lingüística.
Nota
Esta entrevista fue publicada originalmente en la revista Campusa de la UPV/EHU (14 de mayo de 2025). Ir a la entrevista original.
Sobre la autora
María Larumbe (emelarumbe.bsky.social) es la responsable de comunicación de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.