El anillamiento científico de aves y cómo ser anilladora

Ciencia y más

En octubre de 1982 se capturó un charrán ártico en Melbourne que había sido anillado en el verano de ese mismo año en las islas Farne, en Reino Unido. Su viaje fue de más de 22 000 km en tres meses. Una pardela de Man anillada que anidaba en la isla de Bardsey, frente a Gales, fue capturada varias veces a lo largo de su vida: en 2003 se recapturó por última vez y se estimó que había vivido 51 años y que había volado unos ocho millones de km durante su vida. Sobrevivió al ornitólogo que la anilló.

Charrán ártico y pardela pichoneta.

Anillamiento científico de aves

Los griegos pensaban que las aves se escondían bajo tierra para pasar el invierno, igual que algunos anfibios, reptiles y, a veces, hasta los osos. A lo largo de los siglos se pensó también que volaban mar adentro o incluso que volaban a la Luna. Pero en 1822 se cazó una cigüeña blanca en Alemania que tenía incrustada en el cuello una flecha proveniente del centro de África. Esto permitió deducir que las cigüeñas, entre otras muchas aves, pasan el invierno en África. El anillamiento científico de aves se basa en algo parecido, marcar un ave para saber, si es vista o capturada, de dónde viene y los sitios por donde ha pasado.

El origen del anillamiento tuvo lugar en Dinamarca en 1899 cuando Hans Christian Cornelius Mortensen marcó estorninos pintos con unas anillas de aluminio en las que se podía leer el nombre del anillador y su dirección. De esta forma, si alguien recuperaba alguno de sus estorninos se podía poner en contacto con él.

En la actualidad funciona de manera regulada. En la Unión Europea es ilegal capturar aves silvestres y el anillamiento es una excepción. Lo llevan a cabo personas acreditadas para ello. Las aves se capturan sin que sufran ningún daño y se les pone una anilla metálica. De esta manera, si el ave es capturada de nuevo o se recoge tras su muerte, se puede saber su origen y deducir la ruta migratoria que ha seguido.

En España, hay cuatro oficinas de anillamiento que gestionan bancos de datos, proveen de anillas con toda la información pertinente y emiten los certificados que avalan a la anilladora o al anillador ante las Administraciones que conceden los permisos de anillamiento. Éstas son: la Sociedad de Ciencias Aranzadi de San Sebastián, la Sociedad Española de Ornitología (SEO), la Oficina de Especies Migratorias del Ministerio de Medio Ambiente y el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona/Instituto Catalán de Ornitología (ICO). Aparte de estas ya mencionadas, son entidades avaladoras (pero no oficinas de anillamiento) la Estación Biológica de Doñana – CSIC (EBD) y el Grupo Ornitológico Balear (GOB).

Dos anillos en las patas de un arrendajo de Florida.

Hay varios tipos de distintivos. Todos son como el DNI del ave. En las anillas se encuentra el código alfanumérico (modelo de anilla y número de identificación) y el remite. Las especies que sólo pueden anillarse con anilla metálica, casi en su mayoría el grupo de las paseriformes, las más pequeñas, tienen que ser recapturadas para poder leer su identificación. Sin embargo, también se pueden colocar anillas o banderas de color o de lectura a distancia, collares, placas nasales, paneles alares, etc. Estas marcas con códigos de colores y las otras de lectura a distancia se colocan en aves de gran tamaño que no van a poder ser recapturadas en redes para tenerlas cerca. Una secuencia de colores o un código alfanumérico son visibles de lejos para poder informar del avistamiento.

Si localizamos alguna anilla con código de color o lectura a distancia, y somos capaces de leerla, el siguiente paso es informar de ello. Cualquiera de las oficinas dispone de formularios en sus páginas web para hacerlo. Incluso podemos «seguir» los futuros avistamientos de esa ave.

¿Cómo llegar a ser anilladora?

Ana Rodríguez Campos es anilladora, ingeniera de montes y trabaja en una consultoría ambiental.

Cuenta en una entrevista que le hizo el Bichólogo que la formación académica no tiene mucho que ver para que te motive el mundo del anillamiento. Hay anilladoras provenientes de muchas profesiones. Sólo hace falta ser una apasionada de las aves y tener tiempo libre. No se requiere ningún tipo de conocimiento previo.

En España hay varias entidades avaladoras, que son las que se encargan de preparar los exámenes para obtener el Certificado de Aptitud para el Anillamiento y Marcado de Aves Silvestres. Los pasos para conseguir el certificado son parecidos en todas: ponerse en contacto con algún grupo de anillamiento cercano y dentro de este grupo, que uno de los anilladores se comprometa a avalarte (simplemente tiene que mandar un mail a la entidad avaladora diciendo que se te da de alta en formación en esa fecha). Luego tienen que transcurrir dos años como mínimo desde ese día en el que te dan de alta, hasta que te puedas presentar a la primera convocatoria de exámenes. Una vez que cumples el tiempo mínimo y decides ir a los exámenes, hay que presentar un certificado firmado por el anillador que te avaló, que dice que estás preparada para realizar las pruebas. Se llevan a cabo dos pruebas, una práctica que consiste en una jornada de anillamiento y otra teórica. En algunas entidades, en lugar de pedir los dos años mínimos se exige haber anillado 1000 individuos de 50 especies diferentes, antes de poder presentarse a los exámenes.

Maletín de campo para anillar aves.

Es muy importante tener algún grupo de anilladores próximo para poder mantener una continuidad, y anillar los fines de semana, por ejemplo. Si además se hacen salidas a campañas intensivas en las que se anille muchos días seguidos, en un par de años intensos, se puede obtener la soltura suficiente para presentarse al examen. Para ser anillador es conveniente tener coche. Además de voluntad para madrugar y destreza para llegar a las zonas de anillamiento, no se requiere nada más que un frontal y unas buenas botas. Los exámenes son duros; el práctico, con el suficiente rodaje, se pasa sin problemas; el teórico, se complica bastante por la calidad de las fotos de identificación de especies.

El Certificado de Aptitud para el Anillamiento y Marcado de Aves Silvestres se renueva todos los años. Hay que pedir un permiso especial si se quiere anillar paseriformes en peligro de extinción y en las no paseriformes hay que solicitar el permiso para las catalogadas en peligro de extinción y las vulnerables. Por otro lado también hay que pedir permisos especiales para anillar en colonias de ardeidas (garzas, garcetas y avetoros) y larolimícolas (gaviotas, charranes y limícolas), así como para anillar pollos de especies con nidos frágiles, para usar marcajes especiales como anillas de PVC, para anillar en espacios naturales protegidos, etc.

Sin pasar los exámenes, pero con habilidad para anillar, se dan permisos de «anillador específico», para personas que estén haciendo un estudio relacionado con aves que tengan que anillar; proyectos de investigación, etc.

Vivir de anilladora experta no es posible en España, lo más habitual es que el anillamiento se practique de forma altruista. Se cobra anillando si se está dentro de proyectos puntuales y sin contar con demasiadas esperanzas de continuidad.

Aranzadi

A través del anillamiento se llevan a cabo estudios sobre patrones de movimiento, migraciones, puntos de parada migratoria, reproducción, demografía, enfermedades, morfología, muda, fisiología… Todo esto se aplica al estudio de la conservación, gestión, producción de indicadores para evaluar el estado de conservación de especies, cambio climático, dinámica de enfermedades emergentes, etc. Un centro que lleva todo esto a cabo es la Oficina de Anillamiento de aves más antigua de España: la Sociedad de Ciencias Aranzadi de San Sebastián. Se fundó en 1949 y es miembro de EURING (institución que coordina el anillamiento de aves en Europa). Trabajan también con la Estación Biológica de Doñana, el Grupo Ornitológico Balear y el Instituto Catalán de Ornitología.

Su banco de datos cuenta con más de 2 000 000 de registros de anillamiento y 250 000 recapturas de aves. Dan servicio a 330 personas anilladoras directamente adscritas a Aranzadi, además de las vinculadas a otros grupos, hasta más de 600 anilladores y anilladoras. Sus anillas se utilizan en toda España. Cada año se tramitan 300 autorizaciones de anillamiento, vinculadas todas ellas a proyectos.

Los primeros ornitólogos donostiarras de Aranzadi querían anillar aves de paso para investigar sus movimientos migratorios. Pero para ello, necesitaban anillas, así que decidieron producirlas con sus propios medios, utilizando una troqueladora. Estas anillas “made in Aranzadi” llevaban el remite oficial ARANZADI SS, un remite que aún hoy se utiliza y que sobrevuela desde hace 75 años todo el planeta.

En noviembre de 2024, se celebró este 75 aniversario y por este motivo tuvo lugar un evento en el que se homenajeó a muchas personas relevantes en este mundo pajaril. Entre ellas a Andrea Gardiazábal, primera anilladora de aves de España.

Andrea lleva casi toda su vida entre Madrid y Andalucía, con estancias en Alemania, su país de origen. Empezó a anillar hace más de 40 años, en 1981. Desde que entró como voluntaria en la Estación Biológica de Doñana no ha parado de trabajar, anillar e investigar este maravilloso mundo de las aves. En 1997 ya empezó a trabajar en cuestiones de protección de rapaces en la estación de La Laguna de San Juan.

Aquí se puede escuchar su historia contada por ella misma

Es cierto que en la actualidad hay técnicas mucho más avanzadas que las anillas, como los dispositivos GPS que transmiten posiciones exactas del ave marcada en todo momento. En ocasiones se utilizan, pero el anillamiento científico es infinitamente más accesible y económico, y nos puede aportar datos que un dispositivo GPS no puede porque tiene menos vida útil, como la longevidad del individuo en cuestión. Tecnologías anexas aparte, es una suerte que haya tantas personas que se dediquen al anillamiento a las que su pasión por las aves les da alas y ganas de madrugar, pasar horas larguísimas en el campo y ser tan cuidadosas y rigurosas para aportar tanto a la ciencia.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *.