Las mujeres askenazíes y el cáncer de mama

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Desde Sara y Abraham, en la ciudad de Ur, en Mesopotamia, se disgregaron alrededor de setenta grupos étnicos de judíos, entre los que se encuentran los sefardíes, mizrajíes y askenazíes. Estos últimos se establecieron en Europa Central y del Este, sobre todo en Alemania, Polonia, Ucrania y Rusia. Hablaban yidis, una lengua mezcla de hebreo antiguo, francés antiguo, alto alemán y dialectos del norte de Italia; esta lengua es un vínculo cultural que los diferencia de otros judíos y que perdura en el tiempo.

Los askenazíes representan alrededor del 80 % de la población judía mundial, lo que equivale a aproximadamente a once millones de personas. Como curiosidad, aunque son el 0,25 % de la población mundial, han ganado el 29 % de los premios Nobel desde 1950 con nombres como Einstein o Bohr. La cultura askenazí enfatiza el esfuerzo, el aprendizaje y los valores comunitarios.

Por otro lado, al evitar mezclarse con individuos de otras etnias, los judíos askenazíes tienen un alto porcentaje de endogamia. Este factor implica una mayor prevalencia de ciertas enfermedades genéticas. Por este motivo son un grupo de interés para investigaciones sobre mutaciones cromosómicas.

Mutaciones genéticas y riesgo de cáncer

Entre el 5 y el 10 % de los casos de cáncer de mama son hereditarios. Wikimedia Commons.

Dos de los genes más conocidos que pueden mutar y aumentar el riesgo de cáncer de mama u ovario son BRCA1 y BRCA2. Las mujeres que heredan estas mutaciones tienen un riesgo más alto de padecer cáncer que el promedio. Se cree que entre el 5 y el 10 % de los casos de cáncer de mama son hereditarios. Las probabilidades de tener una mutación genética asociada al cáncer de mama son considerablemente mayores:

  • Si hay parientes consanguíneos (abuelas, madre, hermanas, tías) por parte de la madre o padre a quienes se les diagnosticó cáncer de mama antes de los 50 años.
  • Si hay antecedentes de cáncer de mama y de ovario del mismo lado de la familia o en una única persona.
  • Si existen uno o más familiares con cáncer de mama triple negativo.
  • Si además del cáncer de mama, hay antecedentes de otros tipos de cáncer en la familia, como de próstata, melanoma, de páncreas, de estómago, de útero, de tiroides, de colon o sarcoma.
  • Si hay mujeres en la familia que tuvieron cáncer en ambas mamas.
  • Si un hombre de la familia tuvo cáncer de mama.
  • Si hay una mutación conocida en el gen del cáncer de mama en alguna persona de la familia.
  • Si se es de raza negra y se diagnosticó cáncer de mama a los 35 años de edad o antes.
  • Si se es de ascendencia judía askenazí.

Pruebas genéticas para mujeres de ciertas minorías

El origen étnico tiene que ver en la probabilidad de padecer un cáncer de mama. Numerosas investigaciones muestran que las minorías, las mujeres negras, las mujeres indígenas de América y las mujeres de ascendencia judía asquenazí, también suelen tener peores resultados durante el tratamiento después del diagnóstico. Se sabe que las mujeres negras tienen más probabilidades de que se les diagnostique cáncer de mama a una edad más temprana que a las mujeres blancas, y con un desarrollo de la enfermedad más agresivo. Además, una mujer negra en estados Unidos a la que se diagnostica un cáncer de mama antes de los 50 años tiene más del doble de probabilidades que una mujer blanca de morir por causa de la enfermedad.

Aproximadamente la mitad de las mujeres de etnia judía asquenazí serán diagnosticadas de cáncer de mama antes de los 70 años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Los tumores triple negativos, que pueden ser muy resistentes al tratamiento, son más frecuentes en las mujeres negras y latinas. Estas últimas son más propensas a padecer cáncer de mama si viven en Estados Unidos que las que viven en otros países.

Por estos motivos, los expertos de varios centros de investigación del cáncer buscan soluciones para evitar disparidades y estar atentos a la diversidad en la atención sanitaria; por ejemplo, aumentando la participación de las minorías en los ensayos clínicos, teniendo en cuenta la barrera del idioma y solventando los problemas económicos de las pacientes.

American Cancer Society.

Un área de especial interés para los oncólogos es el de las pruebas genéticas, vitales para comprender el panorama genético de la enfermedad, personalizar las estrategias de prevención y adaptar el tratamiento en caso de un diagnóstico de cáncer. «Sabemos que hay mutaciones genéticas que aumentan significativamente el riesgo en poblaciones minoritarias específicas, pero estos grupos no suelen tener acceso a pruebas y a asesoramiento genéticos», afirma la doctora Louise Morrell, especialista en genética del cáncer y directora de Lynn Cancer Institute.

El cáncer de mama es el cáncer más común y la segunda causa de muerte por esta enfermedad entre las mujeres en Estados Unidos. Cualquier mujer puede heredar una mutación de sus padres; es importante conocer el historial médico familiar tanto de la madre como del padre. Aunque hasta el 15 % de los cánceres tienen un vínculo hereditario, no todas las personas con una mutación genética lo padecerán.

Todas las mujeres deberían hacerse una mamografía al menos cada dos años, a partir de los 40. Los oncólogos de Baptist Health Cancer Care siguen la recomendación del American College of Radiology, que aconseja mamografías anuales a partir de los 40 años para las mujeres de riesgo promedio. Los cambios en el estilo de vida también ayudan a prevenir los cánceres, y las últimas investigaciones indican que alrededor del 30 % de los cánceres de mama pueden prevenirse si una mujer pierde el exceso de peso corporal, aumenta la actividad física y reduce la ingesta de alcohol, según el informe Breast Cancer Facts & Figures, 2022-2024 de la American Cancer Society.

¿Qué hacer si se es consciente de una mutación genética de riesgo para el cáncer de mama?

Para pacientes como DeeDee Bitran, cuya bisabuela, abuela y tía abuela eran judías asquenazis y padecieron cáncer de mama, descubrir que su madre era BRCA-positiva fue un primer contacto con el cáncer de mama. Bitran también dio positivo en la prueba de la mutación y a los 22 años empezó a hacerse resonancias magnéticas de sus pechos cada año. La información influyó en su vida de muchas formas: «Cambió mi decisión de cuándo casarme y la rapidez con la que quería formar una familia», afirma DeeDee. Después de tener una hija en 2020 y un hijo en 2021, se sometió a una mastectomía bilateral profiláctica. Eso fue seguido de cirugía reconstructiva a los cuatro meses. Tenía 33 años.

DeeDee sabe que aún le esperan dos decisiones importantes: a medida que se acerque a la menopausia, tendrá que decidir cuándo someterse a una histerectomía, extirpar ovarios, porque el riesgo de cánceres ginecológicos también aumenta en las mujeres que tienen mutaciones BRCA. Además, en un futuro, tendrá que hablar de las pruebas genéticas con sus hijos.

Siempre es mejor estar informada

Una investigación reciente muestra que las mujeres con ascendencia judía askenazí que saben que tienen la mutación del gen BRCA1 o BRCA2 llevan mejor el diagnóstico de un cáncer que las que no saben nada de estas mutaciones. De este grupo de mujeres, una entre cuarenta tiene una mutación fundadora de los genes BRCA1 y BRCA2. Una mutación fundadora es una mutación específica de un gen en una población fundada por un pequeño grupo de ancestros geográfica o culturalmente aislados; la tasa de mutaciones fundadoras en los descendientes es mucho más alta de lo que sería en una población más grande que se haya cruzado con personas de distinta genética.

«Sin embargo, muy pocos centros médicos u organización de salud recomiendan análisis genéticos para detectar mutaciones del gen BRCA por saliva o mediante análisis de sangre en mujeres con ascendencia judía askenazí sanas», dice la doctora Rachel Rabinovitch, una de las autoras de la investigación. Las mujeres descubren que tenían una mutación del gen BRCA cuando ya les han diagnosticado la enfermedad. Se pierde así la oportunidad de implementar una cirugía preventiva o de iniciar estudios de detección del cáncer de mama antes.

Rabinovitch y sus colegas realizaron un estudio para ver si las mujeres a las que se diagnosticó cáncer de mama tuvieron distintos resultados si ya sabían que tenían la mutación y conocían el riesgo. Mostraron que, en comparación con las mujeres que no sabían que tenían una mutación del BRCA, las mujeres que sí lo sabían se decidieron a investigar sus antecedentes familiares, se sometieron a menor edad a estudios de detección del cáncer de mama y obtuvieron el diagnóstico por imágenes (como mamografías) en lugar del diagnóstico por síntomas clínicos (como la palpación de un bulto), que suele apreciarse en un estadio más avanzado del tumor.

Es decir, conocer la mutación del gen BRCA estaba vinculado a una mayor probabilidad de recibir un diagnóstico de cáncer de mama en estadio 0 o estadio 1. Por lo tanto, a las mujeres con ascendencia askenazí el médico debería recomendarles análisis genéticos.

Además, conocer la mutación antes de los treinta, antes del diagnóstico de cáncer de ovario o de mama, ofrece la posibilidad de someterse a una cirugía preventiva. «Aunque no todas las mujeres elijan medidas profilácticas, creo que debemos ofrecerles la oportunidad de decidir», dice la investigadora. Con todo, no es nada fácil tomar la decisión de realizar o no una intervención preventiva. Podemos imaginar la cantidad innumerable de preguntas y reflexiones que se harán estas mujeres: ¿qué secuelas físicas tendrá la extirpación de una mama?, ¿qué impacto psicológico y qué duelo llevará consigo la cirugía?, aunque quitar los pechos evite el cáncer en un 90 %, ¿qué pasa con el 10 % de incertidumbre?, a una de cuarenta se le diagnostica cáncer, ¿seré yo?, etc. etc.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

2 comentarios

  • Martha como siempre muy interesante tu artículo, sobre todo este que habla de Cáncer que podemos desarrollar y las difíciles decisiones que a veces hay que tomar para vivir, esto conlleva a tener más información y conciencia sobre la alimentación , ejercicio y otras actividades importantes que debemos desarrollar para estar más sanas.

    • Muchas gracias, Carla. Es importante que los cuidados vayan destinados a una misma y no sólo a los demás.

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