Si hay una mujer que abrió las puertas del Cosmos a muchas astrónomas que vinieron después fue Assumpció Català i Poch, una científica pionera que desde niña tuvo claro que lo suyo era mirar las estrellas en un país destrozado por una guerra civil como en el que le tocó nacer. Experta en el estudio de manchas solares y órbitas estelares, Assumpció no se amilanó ante las dificultades para ser científica en un momento en el que sus coetáneas eran, mayoritariamente, amas de casa enganchadas al programa radiofónico de Elena Francis. Ella prefirió observar por el telescopio y hacer cálculos que hoy parecen imposibles con una sencilla calculadora Olivetti.
Assumpció Català nació en Barcelona el 14 de julio de 1925. Si bien pasó algunos años de su infancia en Tarragona, terminó su educación primaria en un colegio religioso de Barcelona. Fue allí donde un tío abuelo, siendo aún niña, la introdujo en la observación del Universo durante excursiones que le despertaron su fascinación por el Universo que veía aquellas noches estrelladas. Cuando tuvo que elegir carrera no lo dudó y buscó aquella que incluyera lo más parecido a la astronomía: Matemáticas, en la sección de Ciencias de la Universidad de Barcelona (UB). Allí cursó sus estudios entre 1947 y 1952 e inició su doctorado. “Cuando empecé éramos solo cinco o seis mujeres, pero en tercero las demás habían ido abandonando, así que estaba sola en una clase de hombres. Mi madre me decía que si luego no encontraba trabajo, siempre podría dar clase como ella”, recordaba en una entrevista para el canal de la UNED. Que se le daban bien los cálculos quedó de manifiesto en sus calificaciones: sacó matrícula de honor en todas las asignaturas. Así que enseguida un profesor le pidió que trabajara con él y comenzó su labor como ayudante en la Universidad de Barcelona, mientras preparaba oposiciones como profesora de enseñanza media, prueba que aprobó sin dificultad. Fue una tarea docente que combinaría siempre con su dedicación a la investigación astronómica en unos tiempos de posguerra donde resultaba imposible sobrevivir de la ciencia.
Sin luz en busca de las estrellas
En 1952, por lo tanto, empezó a trabajar en cálculos astronómicos, primero de órbitas de cometas y luego en la observación diaria de manchas y protuberancias en el Sol y cálculos de eclipses, desde el Observatorio de la Cátedra de Astronomía de la Universidad de Barcelona. Fue una labor a la que dedicaría 30 años de su vida. En los primeros años, cortes de luz de hasta cinco horas al día no se lo pusieron fácil, ni los problemas para acceder libros de ciencia que solo conseguía su padre utilizando la valija del banco en el que trabajaba. Además, no disponía de más tecnología que unas calculadoras Olivetti que Assumpció llegaba a quemar de la velocidad a la que las utilizaba. Eran tiempos pre-satélites en los que las imágenes que obtenía de la superficie solar tenía que enviarlas a Zúrich para su procesamiento.
Este esfuerzo se vería recompensado con su participación en el Año Geodésico Internacional, que se celebró en 1957-1958, en colaboración con el Observatorio Astronómico Nacional. Aquel año se recuerda porque fue fundamental para el descubrimiento de la radiación de los cinturones de Van Allen (bandas magnéticas que rodean la Tierra a apenas miles de kilómetros sobre nuestras cabezas y que lo protegen al atrapar las partículas cargadas de radiación procedentes del Sol) o para el lanzamiento del primer satélite, el soviético Sputnik 1, en el inicio de la carrera espacial.
En 1971, fue la primera mujer en obtener el doctorado en Matemáticas en la UB con su tesis Contribución al estudio de la dinámica de los sistemas estelares de simetría cilíndrica, un trabajo sobre el movimiento de las estrellas del disco de la Vía Láctea. Tres años después aprobaría las oposiciones a profesora de Astronomía, siendo la primera astrónoma en una universidad española.
Desde entonces, aunque su investigación no dejó nunca el campo de la Astronomía de posición al que se había dedicado desde el principio, amplió su foco al estudio de la dinámica de los sistemas estelares. Aprovechando la apertura de España al mundo tras el fin de la dictadura franquista, Assumpció hizo varias estancias científicas en Francia –en el Instituto Henri Poincaré de la Universidad París VI y en el Observatorio de Meudon–, promoviendo la participación de su universidad en proyectos europeos. También estuvo en la primera reunión científica de la misión Hipparcos de la ESA (Agencia Espacial Europea), un satélite que sería lanzado en 1989 para medir los movimientos de más de 2,5 millones de estrellas. Además, nuestra astrónoma representó a España durante 15 años en la Comisión 46 para la enseñanza de la astronomía de la Unión Astronómica Internacional (IAU) y, desde 1997 hasta su fallecimiento, fue asesora científica en astronomía de la edición española de la revista National Geographic, lo que indica el interés que tenía en la divulgación.
Pero si importante fue su tarea científica, no lo fue menos la docente. Durante años, colaboró con departamentos de Historia de la Ciencia, impartiendo historia de la ciencia árabe; con la cátedra de Tecnologías del Espacio de la Universidad Politécnica de Cataluña, con clases de astrodinámica y mecánica celeste; y con el Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña, con formación en geodesia. El fruto de esta dedicación queda reflejado en las siete tesis de doctorado y once de licenciatura que dirigió, a las que hay que añadir ochenta publicaciones (entre ellas varios libros de texto universitarios), tratados de historia de la astronomía y artículos científicos y de divulgación. Como gran apasionada de la historia, en su legado figuran varios trabajos de astronomía árabe, así como un estudio exhaustivo de la enseñanza de la astronomía en Barcelona entre los años 1589 y 1974. Esa atracción por el pasado había comenzado en 1965, cuando colaboró en la especialidad de Astronomía Árabe gracias a una ayuda para la investigación en Historia de la Ciencia. También destaca su libro Astronomía Esférica y Mecánica Celeste.
En los últimos años de su vida, Assumpció Català tuvo reconocimientos a su labor científica. Jubilada desde 1991, 20 años después la Universidad de Barcelona la nombró profesora emérita con carácter honorífico. Más tarde, en abril de 2009, y a raíz del Año Internacional de la Astronomía, se le concedió la Cruz de Sant Jordi, distinción otorgada por la Generalitat de Cataluña en reconocimiento al mérito cívico y cultural. Fue entonces cuando, en la entrevista con la UNED, envió un mensaje a sus colegas de la ciencia y la docencia:
Pocos meses después, el 3 de julio de ese año, falleció en Barcelona. En 2016, el telescopio reflector Dall-Kirkham del Centro de Observación del Universo de Montsec, en el Parque Astronómico del Montsec de Àger (Lleida) se bautizó como “Telescopio Assumpció Català”. Fue el primer telescopio español nombrado en honor a una mujer. El nombre elegido no podía ser más acertado.
Referencias
- María Asunción Català, Wikipedia
- Mujeres en las estrellas II. Las pioneras españolas: el inicio del camino, Canal UNED
- Maria Assumpció Català Poch (1925-2009), Departament de Física Quàntica i Astrofísica, UB
- Surinye Olarte, Lola Balaguer-Núñez, Francesca Figueras y Josefa Masegosa, Maria Assumpció Catalá i Poch, Revista IIA 49
Sobre la autora
Rosa M. Tristán es periodista especializada en la divulgación científica y ambiental desde hace más de 20 años. Colabora de forma habitual en diferentes medios de prensa y radio de difusión nacional.