¿Cuántas mujeres están detrás de nuestra canción favorita?

Ciencia y más

La música está por todas partes en nuestro día a día. Hasta hace poco, las mujeres que querían dedicarse a ella encontraban serias dificultades para hacerse un hueco en algunas de las etapas por las que pasa una composición musical hasta llegar al público. Se veían abocadas a ocupar roles feminizados: cantantes, encargadas de marketing, publicidad, etc. La música, como cualquier otra manifestación cultural, es susceptible de generar y transmitir construcciones de género y durante mucho tiempo ha estado controlada por una clase hegemónica con una ideología dominante. En este entorno todavía se censuran determinados comportamientos en las mujeres y se duda de las aptitudes intelectuales para realizar determinadas actividades musicales. Parece increíble, pero aún hoy, al escuchar una canción, imaginamos hombres en su creación, su edición, su grabación, etc. y esto nos parece tan aceptable que ni siquiera nos paramos a pensar en ello hasta que ocurre algo que rompe esta vigencia (compositoras, productoras, mujeres arreglistas, ingenieras de sonido, técnicas, etc.).

Imagen: Freepik.

Un sector con un gran impacto en la economía

La música se ha convertido en «industria musical» y en ésta podríamos distinguir varios niveles en función del entramado de profesionales que agrupan y del trabajo que desarrollan dentro de la misma. En un primer nivel nos encontraríamos con las personas que generan el proceso musical como compositoras, cantantes, instrumentistas, letristas o arreglistas. En un segundo nivel, se situarían las personas que trabajan en empresas cuyo objetivo es crear, promocionar y vender música grabada o en directo como las especialistas en sonido (ingenieras y técnicas de sonido), las personas encargadas de la producción musical, del management, los estudios de grabación, las compañías discográficas, las editoriales musicales… El último nivel correspondería a aquellas personas responsables de difundir y distribuir la música creada como las que trabajan en prensa musical, las encargadas de la promoción de espectáculos, las que se ocupan de las salas de conciertos con actuaciones en directo o de la venta al público.

La música, en todos sus ámbitos, se ha convertido en un sector estratégico de la economía mundial; esto incluye la explotación discográfica, los servicios musicales basados en acceso, las licencias musicales o la música en directo, sin olvidar sectores como el merchandising, el de la fabricación de equipos de sonido, de software, de instrumentos, etc.

Como ejemplo, durante el primer semestre de 2020, la industria musical en España aumentó sus cifras globales de ventas (físicas y digitales) en un 3,99 % respecto al mismo periodo del año anterior. Eso ha supuesto 145 millones de euros. Según la Asociación de Promotores Musicales, en el año 2019 se alcanzó una facturación en espectáculos y conciertos de música en directo de más de 382 millones de euros, cifra que alcanzó los casi 460 millones de euros en 2022.

Discriminadas en cualquier ámbito musical, en algunos más que en otros

La falta de paridad, la desigualdad de oportunidades, la brecha salarial, el acoso en el trabajo, el escaso reconocimiento profesional, la invisibilidad, el techo de cristal y los estereotipos de género, son realidades que las mujeres viven en sus entornos laborales. El mundo vinculado al sector musical no es una excepción.

Las cifras revelan que las mujeres están infrarrepresentadas en la mayoría de las áreas de la música. Es decir, que de forma global, la presencia femenina sólo alcanza un 30 %. Las causas pueden ser: posiciones de poder del sector que están en su mayoría ocupadas por hombres, exigencias personales y profesionales que se esperan de las mujeres y no de los hombres derivadas de la maternidad y los cuidados, sesgos de género como la creencia de menores habilidades creativas y técnicas en las mujeres, el cansancio de tener que demostrarlas continuamente frente a otros aspirantes masculinos, la indignación de tener que seguir ciertos roles sólo porque «son los que tocan por ser chica», la falta de referentes profesionales de mujeres en áreas específicas, unos ambientes de trabajo poco empáticos con ellas donde una masa laboral dominante masculina actúa como barrera con equipos donde sólo hay una mujer… Este factor es especialmente significativo en los estudios de grabación o en las giras de conciertos.

En definitiva, la industria musical reproduce el modelo estereotipado de la distribución laboral y mantiene entornos a los que las mujeres son relegadas por ser mujeres, porque hay cosas que se les dan muy bien desde que nacen (desafortunadamente, cosas lejos de las que se hacen en posiciones de poder).

Las mujeres detrás del cristal

Podemos encontrar muchas mujeres en áreas de marketing y comunicación, pero pocas en la parte técnica o de producción. Diversos estudios sugieren que, dentro de la industria musical, las áreas que tienen una mayor relación con los campos tradicionalmente asociados al mundo masculino, los de ciencias, las tecnologías, las ingenierías y las matemáticas, disciplinas STEM es decir, los campos que implican un gran grado de creatividad, tienen una menor representación de mujeres. Es como si hubiera una aceptación general de que lo femenino no está unido a la ingeniería. En los campos profesionales específicos del sonido y sus tecnologías asociadas (tanto en radio, películas, televisión, videojuegos…) están en un porcentaje muy bajo.

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A modo de ejemplo, en 2015, las mujeres representaban en Estados Unidos el 9,2 % en el ámbito de la ingeniería del sonido en relación con operadores de radio y de emisión de programas. El porcentaje respecto a la década comprendida entre 2004 y 2014 se situaría entre un 7 % y un 16 % de mujeres en este sector laboral. Otros datos nos muestran que aproximadamente un cuarto de las mezcladoras de sonido de la cadena británica BBC son mujeres.

Con todo, parece que esta discriminación de género es aún mayor dentro de la propia industria musical. Según la Recording Academy (2021) de Estados Unidos, al motivar el lanzamiento de su iniciativa Women in the Mix, comprobó que el 2 % de las productoras de música y el 3 % de las ingenieras de sonido en la música son mujeres. De hecho, un estudio que evalúa, entre otras variables, la inclusión de mujeres profesionales responsables de la producción musical en 800 éxitos de música popular entre 2012–2019, muestra que por cada mujer productora nos encontramos con 37 hombres.

Otro estudio llevado a cabo por The Music Producers Guild en el Reino Unido señala que menos del 4 % de sus miembros son mujeres. En definitiva, la mayoría de las investigaciones sugiere que las mujeres encargadas del tratamiento técnico del sonido, las «behind the glass», representan menos del 5 % en la industria musical.

Androcentrismo en la cultura, también en la música

La música, como expresión cultural y artística, está estrechamente vinculada con el contexto social en el que se desarrolla. Este sector cultural, además de estar construido desde una perspectiva masculina, está también constituido como un medio de perpetua hegemonía cultural y de control social.

No es muy probable que el éxito profesional de una persona sea consecuencia de «hacerse a sí misma», pero lo que está claro es que el concepto denominado capital social puede considerarse una piedra angular en la elección, el desarrollo y el ascenso de las carreras profesionales. Las normas y las redes de trabajo que atienden a determinados grupos impiden crecer a otros si esas normas son discriminatorias o si las redes de trabajo están segregadas socialmente. El rol del productor, ingeniero o técnico de sonido en la industria de la música ha estado ligado a la figura de un hombre que se desenvuelve dentro de un ambiente de trabajo asociado a nociones de poder. Las oportunidades de aprendizaje, los conocimientos y habilidades técnicas, tienen que servir en la práctica y en este sector, el uso de la tecnología está relacionado con la creatividad musical: en un estudio de grabación, en una mesa de mezclas, en el manejo de equipos de sonido…

Una investigación reciente analizó la composición por género de dos organizaciones con sedes internacionales que engloban un espectro muy amplio de profesiones relacionadas con la tecnología del sonido musical: la International Computer Music Asociation (ICMA) y la Audio Engineering Society (AES). Se observó que los menores porcentajes de mujeres que formaban parte de una y de otra organización eran la evidencia de una gran brecha de género; los valores oscilaban entre el 14,5 %–19,6 % a lo largo de una década para ICMA a tan sólo el 7 % en 2016 para AES. Esta menor representación femenina en AES, más ligada con la tecnología del sonido, nos da idea acerca de la infrarrepresentación de las mujeres en los campos específicamente relacionados con las áreas científico-tecnológicas de la industria musical.

La actual Junta Directiva de la sección española de AES, AES Spain, compuesta por un 22,2 % de mujeres, está presidida por una mujer. La representación femenina en la sección española es, sin embargo, 9 puntos inferior que la representación actual en la Junta Directiva de AES central que es del 31,8 %. No obstante, dicha Junta Directiva central no tuvo una mujer en la misma hasta 1984 (36 años después de su fundación) y solamente ha estado presidida por cinco mujeres a lo largo de sus más de 70 años de existencia.

Más allá de la voz de la cantante

La industria de la música es un sector de los más potentes y quizá la de mayor impacto dentro de las industrias culturales. Cuestionar el androcentrismo en puestos de producción e ingeniería del sonido en la música incita a una reflexión que tiene como objetivo impulsar un cambio social. Identificar sesgos y valorar cifras nos hace cambiar de perspectiva cada vez que escuchamos música. No sólo hay hombres en la autoría de una obra musical, no tienen por qué ser todo hombres en la edición de las partituras, en las grabaciones, en el tratamiento del sonido, en las mesas de mezclas, etc.

Es interesante repasar los sesgos y los entornos estereotipados que hay todavía en este sector cultural: la segregación en el empleo y el desequilibrio de estudiantes en las titulaciones STEM vinculadas con el sonido, las barreras que todavía hay para sortear el canon establecido en el campo técnico dominado por los hombres, lo que todavía parece intocable para las mujeres en cuanto a poner las manos en una mesa de mezclas, en el software de grabación, etc., las falsas creencias sobre la impronta que un autor, un creador, un artista, en masculino, deja en su obra, inercia, sesgos… Sin embargo, avanzamos y sabemos que las mujeres que trabajan en la industria musical contribuyen a crear identidades no tradicionales que se cuestionan cánones apolillados y abren oportunidades para que nos planteemos una nueva narrativa en todo este mundo de la música.

Cuando escuchamos una grabación o un concierto en directo sabemos que para que podamos disfrutar de esa experiencia ha intervenido mucha gente, sin olvidar a quienes acondicionan y limpian el estudio o recinto donde se celebra el concierto. En todas las etapas de la música, la diversidad de personas es un factor importante y necesario que enriquece todos los planos de la cultura, incluso el plano en el que brilla la canción que nos inspira, nuestra favorita.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

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