Probablemente, todos nos hemos sentido discriminados por edad en algún momento de nuestras vidas, por tener 16 o por tener 60 años. ¿Será este prejuicio otro factor de desigualdad?
Edadismo
La Organización Mundial de la Salud define la discriminación por edad como “los estereotipos… prejuicios… y discriminación… hacia otros o uno mismo según la edad”, una definición amplia que abarca muchas experiencias indeseables. A menudo, este prejuicio se pone de manifiesto en el lugar de trabajo y esto significa que si alguna vez nos dicen que somos demasiado mayores o demasiado jóvenes para ese ascenso, estaremos siendo víctimas de discriminación por edad en el trabajo. Este fenómeno, como era de esperar, afecta a las mujeres de una manera mucho más sangrante. Un informe de julio de 2023 de Harvard Business Review titulado Las mujeres en puestos de liderazgo se enfrentan a la discriminación por edad en todas las edades muestra que las mujeres generalmente son vistas como “demasiado jóvenes” o “demasiado mayores” para avanzar profesionalmente. Esto significa que no existe un punto óptimo maravilloso en el que las mujeres sean consideradas competentes y en la cima de sus carreras. Las autoras del informe son las investigadoras Amy Diehl, Leanne M. Dzubinski, y Amber L. Stephenson, y dos de ellas también son coautoras de un libro titulado Glass Walls: Shattering the Six Gender Bias Barriers Still Holding Women Back at Work.
En las conclusiones de su estudio también participó Janine Vanderburg, cofundadora y actual estratega principal de Changing the Narrative, una campaña para luchar contra la discriminación por edad. Ella sugirió cómo identificar y combatir la discriminación que podría frenar las carreras profesionales de las mujeres.
¿Qué es la «discriminación por edad y género»?
Esta discriminación, como dice el informe, «se encuentra en la intersección de la edad y el prejuicio de género y supone un impacto doble ya que “no existe una edad adecuada” para las trabajadoras de cualquier ámbito». En otras palabras, las personas que toman decisiones para la promoción de sus empleados pueden obviar a una mujer de veintitantos años para un ascenso porque es «demasiado joven», pero cuando tiene más de 50 años, de repente es «demasiado mayor».
En su investigación, Diehl, Dzubinski y Stephenson escucharon a 913 mujeres estadounidenses repartidas en cuatro ámbitos: educación superior, organizaciones religiosas sin fines de lucro, derecho y rama sanitaria. A pesar de la disparidad entre estos campos, los resultados del estudio mostraron algunas líneas generales muy desalentadoras. Para las trabajadoras más jóvenes, la discriminación por edad era un desafío a su credibilidad. Con las mujeres de más de cincuenta, la discriminación por edad fue más un desafío a su relevancia. En el medio, casi parecía que hubiera un desafío a su compromiso, a su capacidad para trabajar en equipo o a su eficacia en la empresa o en la institución.
En el caso de los hombres se considera que cuando tienen entre cuarenta y cincuenta años están en el mejor momento de sus carreras. Hay una franja, hay un consenso quizá determinado por otros hombres, pero existe. Sin embargo, a esas edades, las mujeres son vistas como inestables y difíciles de manejar. Quizá volvemos a lo mismo, a que los puestos superiores están dominados por hombres… Como aclara Diehl: «Lo llamamos discriminación por edad según el género. Y es discriminación por edad según el género, pero como ocurre en todas las edades, en realidad debería llamarse simplemente sexismo».
Es llamativo que esta discriminación siga siendo algo socialmente aceptado, es normativo. Hacemos bromas sobre el tema, hacemos memes al respecto, tenemos lindos eslóganes generacionales sobre ello».
Vanderburg dice que este informe fue como ponerle palabras a patrones que ella había notado desde hacía mucho tiempo. «El artículo no fue una sorpresa para mí», explica. «La sorpresa fue que algunas personas encontraron el artículo sorprendente. [La discriminación por edad en el lugar de trabajo] no se limita a una sola comunidad. Lo impregna todo, se da a todos los niveles y está especialmente dirigida contra las mujeres».
En muchos casos, esta discriminación no es activa en el sentido de impedir u obstaculizar algo, sino que se deja de hacer tal o cual cosa que favorecería la igualdad de género.
¿Qué soy sin mi trabajo?
Un despido o un descarte por edad supone desestabilizar a la persona. La desocupación, el no saber en qué emplear el tiempo, conlleva desánimo, tristeza, pérdida de estima. En el estudio Discriminación por edad en el ámbito laboral: ¿Qué dicen las personas? de 2023, se muestra que «sentirse no productivo» puede implicar ansiedad e incluso depresión. Aparecen las rumiaciones y los cuestionamientos que lesionan la autoconfianza, generan incertidumbre, mal humor. Es una situación en la que, si se llega a determinada edad, tiene un efecto acumulativo. Puede conducir a una ruptura de las redes de amistad, llevar al aislamiento y la soledad no deseada. Es probable que aparezca una desvinculación con el día a día y cierta confusión hasta identificar el lugar que se debe ocupar. Además, con menos recursos económicos cambia el modo de disfrutar el tiempo libre porque se renuncia a las cosas que antes se hacían. No hay mucho que comentar del día a día y es como si los demás no entendieran la desubicación, etc. La falta de una actividad estructurada puede ser difícil de llevar: provoca desilusión, desesperación, marginación y exclusión social, sentimiento de culpa, impotencia, indignación, infravaloración. El desempleo puede afectar a las personas a lo largo del ciclo vital en cualquier momento de sus vidas, no se relaciona con la edad ¿o sí?
Cuando el desempleo afecta a una mujer de más de 45 años y ve que el no conseguir empleo se relaciona directamente con la edad que tiene, puede empezar a hacer asociaciones cognitivas peligrosas que refuerzan el estereotipo negativo asociado a la edad, ideas circulares y recurrentes del tipo: vejez (es igual a) falta de valía (es igual a) exclusión (es igual a) no encajar (es igual a) estar fuera (es igual a) no ser productivo (es igual a) no tener valor. «Sentirme derrotada, que no valgo, que soy mayor y no cuentan conmigo, que no doy el perfil, Provoca un sentimiento de poco preparada o rechazada por una variable tan insignificante como la edad». Se produce una obsolescencia programada cerca de los 50 años.
Hay discriminación laboral por edad, pero también hay edadismo en la sociedad en general.
La legislación no ayuda y aunque las políticas de los organismos internacionales (ONU, OMS, entre otras) proclaman «Una sociedad para todas las edades» y la Década del Envejecimiento Saludable habla de «No dejar a nadie atrás», seguimos en una sociedad edadista. No hay medidas legislativas para la no discriminación por edad. El propio esquema laboral cortoplacista es edadista. Ningún político piensa a futuro.
¿Cómo se puede luchar contra la discriminación por edad en el lugar de trabajo?
Dzubinski dice que el primer paso para luchar contra este prejuicio es nombrarlo y aceptar que no es algo personal. “Hasta que descubren el estereotipo, las mujeres se convencen muy fácilmente de que [la discriminación por edad] es algo personal hacia cada una de ellas. Pero no es así; es el sistema en el que vivimos”.
¿Cómo pueden las mujeres desmantelar ese sistema, además de ser conscientes de que no hay nada contra ellas en particular? Dzubinski dice que podemos actuar como aliados de nuestras compañeras de trabajo. «A menudo, cuando hay un comentario relacionado con la edad, la mujer de la que se habla no está presente», dice Dzubinski. «Puede ser en el contexto de un comité de contratación o de una decisión promocional en la que alguien dice: “Es demasiado joven”. Tal vez lo digan de una manera más sutil: “Tiene demasiadas responsabilidades familiares”».
Es importante que se haga visible este tema y que todos sean conscientes de él, para que alguien pueda frenarlo y decir: «Oye, eso no está bien. Es una creencia sin un motivo real».
También se puede cambiar la cultura del lugar de trabajo pidiendo directamente que se aborde el tema: es posible invitar a alguna experta o a algún experto en el tema. Es necesario hablar sobre cómo atraer trabajadores mayores para tener un equipo diverso, más creativo, intergeneracional, más rico.
Se podrían revisar los pequeños detalles como las imágenes que aparecen en la página web de la empresa o ser conscientes de las caras, las fotos de grupos, las referentes que aparecen para promocionar la empresa, etc. Si decimos que estamos abiertos a personas de todas las edades y nuestro sitio web y nuestras ofertas de trabajo sólo muestran personas de veintitantos años, estamos enviando un mensaje: «con más de cincuenta no eres bienvenida aquí».
Vanderburg también advierte a las mujeres que eviten interiorizar y asumir la discriminación por edad para que no se vuelva contra ellas mismas. «Muy a menudo, estamos tan rodeados de mensajes discriminatorios que hacemos declaraciones discriminatorias sobre nosotras mismas: “Dios mío, el nuevo software, ¿voy a tener que aprender eso?” O las mujeres más jóvenes podrían decir: “No voy a ser capaz de manejar este nuevo cargo. Seguro que no estoy preparada para esa oportunidad. Soy demasiado joven.”».
A veces es necesario ser nuestras mejores defensoras: la cosa es evitar el autosabotaje. La autoexclusión aparece porque la continua clasificación por edad, la categorización, y los estereotipos de la sociedad van calando en las mujeres que llegan a aprehenderlos. De tanto escucharlo, al final se asume y se vuelve una creencia propia. Hay que desterrar ese estereotipo y si aparece una oportunidad, entonces es que ese es el mejor momento para ir a por ella.
Referencias
- Diehl A, Dzubinski LM, Stephenson AL (2023). Women in Leadership Face Ageism at Every Age. Help Age
- Pinazo-Hernandis S, Barone E (2023). Discriminación por edad en el ámbito laboral: ¿Qué dicen las personas?. Help Age
- Valenzuela D (2023). The New Glass Ceiling: Research Proves That Women Face “Gendered Ageism” Throughout Their Careers. KCM, 23 agosto 2023
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.