La estadounidense Ida Albertina Bengtson (1881-1952) trabajó como catalogadora en una biblioteca hasta que decidió dedicarse a la ciencia. Fue la primera mujer científica contratada por el Laboratorio de Higiene del Servicio Público de Salud de los Estados Unidos (precursor de los actuales Institutos Nacionales de Salud, NIH), en 1916. Su posterior carrera como bacterióloga se centró principalmente en tres campos: las bacterias anaerobias y sus toxinas, el tracoma, y las enfermedades causadas por rickettsias.
Ida Albertina Bengtson nació el 17 de enero de 1881 en Harvard (Nebraska, EE. UU.) en el seno de una familia de inmigrantes suecos. Recibió una educación liberal y tuvo la oportunidad de realizar estudios universitarios, algo muy poco común entre las mujeres de la época. En 1903 se graduó en matemáticas e idiomas por la Universidad de Nebraska.
De seguida empezó a trabajar como catalogadora en la Biblioteca del Servicio de Estudios Geológicos de los Estados Unidos, donde conoció a mujeres científicas que trabajaban para el Gobierno. El interés de Ida por la ciencia fue en aumento durante los años que trabajó en la biblioteca; tanto, que finalmente decidió dejar su puesto para regresar a la universidad. Optó por estudiar bacteriología, una rama que se encontraba en la vanguardia de la ciencia en aquel momento. Obtuvo un máster en 1913 y su doctorado llegaría en 1919, ambos por la Universidad de Chicago. A partir de 1915, Bengtson compaginó sus estudios con trabajos como ayudante de bacteriología; primero en el Departamento de Salud de Chicago, posteriormente en el Servicio Público de Salud de los EE. UU.
Laboratorio de Higiene
Corrían tiempos de guerra y el estudio de las enfermedades infecciosas en el ejército era una prioridad para el director del laboratorio, el médico Dr. George Walter McCoy. Allí se descubrió que la causa de algunos brotes de carbunco entre los soldados tenía su origen en brochas de afeitar que estaban contaminadas, y también que las gasas con que se cubrían las lesiones postvacunales de la viruela podían contener esporas de tétanos.
Al poco de su incorporación al laboratorio, en 1917, Bengtson ayudó a descubrir que el brote de tétanos que se extendía por todo Estados Unidos se remontaba a un lote de escarificadores de vacunas contaminados. Después de este hallazgo, Bengtson comenzó a investigar más a fondo las enfermedades infecciosas que se presentaban en varias comunidades de los Estados Unidos. De este modo, la carrera de Ida Bengtson como bacterióloga se centró básicamente en tres campos concretos: las bacterias anaerobias y sus toxinas, el tracoma, y las enfermedades causadas por rickettsias.
Ida se mostraba muy meticulosa y minuciosa en sus tareas de laboratorio; pronto publicó una serie de trabajos sobre temas variados en microbiología. El alto grado de competencia que demostró tener allanó el camino para la contratación de más mujeres científicas en los NIH. Bengtson tuvo la oportunidad de trabajar junto a otras mujeres influyentes como Alice Catherine Evans, destacada microbióloga y la primera en presidir la Society of American Bacteriologists (ahora American Society for Microbiology).
Bacterias anaerobias
El estudio de las bacterias anaerobias y sus toxinas fue el centro de atención de Bengtson durante dos períodos de su carrera profesional: de 1902 a 1923 y de 1934 a 1939.
En el primer período se centró en el estudio de Clostridium botulinum. Este microorganismo había sido identificado y aislado por primera vez en 1895 por Émile van Ermengem a partir de una muestra de carne de porcino implicada en un brote de botulismo. El aislado se llamó originalmente Bacillus botulinus, en honor a la palabra latina para salchicha, botulus. Sin embargo, dado que en aislados posteriores se demostró tratarse de un microorganismo anaeróbico formador de esporas y el género Bacillus estaba restringido a bastones aeróbicos formadores de esporas, Bengtson propuso reubicarlo en el género Clostridium.
Un investigador envió al Laboratorio de Higiene los cadáveres de un cobaya y varios pollos, así como larvas de mosca verde conservadas en glicerina, para que estudiasen la posible presencia de microbios patógenos desconocidos que, según él, podían ser la causa de la enfermedad del cuello flácido presente en pollos de granja. A partir de una muestra de larva, Bengtson aisló un clostridio que producía una toxina hasta entonces desconocida, la que ahora se conoce como toxina C. Pronto se asociaría dicha toxina a la enfermedad paralizante observada en aves domésticas y, una década más tarde, también a una enfermedad presente en aves acuáticas salvajes.
Durante el segundo período dedicado a este microorganismo, Bengtson obtuvo las primeras preparaciones estándar de las antitoxinas específicas para los tipos A, B y C.
Tracoma
En 1924 Ida fue destinada a Rolla (Misuri), a una zona donde se daban muchos casos de tracoma, con el objetivo de estudiar la etiología de dicha enfermedad. Aunque ya se sabía que era infecciosa, se desconocía el agente que la causaba.
Bengtson pasó siete años en Rolla, donde dirigió uno de los cuatro hospitales especializados en la enfermedad que había en el país en aquel momento. A pesar de no conseguir dar con la causa (actualmente conocida, Chlamydia trachomatis), la investigación de Bengtson consiguió aminorar la progresión de la enfermedad en las personas afectadas.
Aquel trabajo fue una buena preparación para la última etapa de su carrera, ya que entre los posibles agentes causantes del tricoma que Ida consideró estaban las rickettsias.
Rickettsias
A partir de 1937, el principal objeto de su trabajo fueron las enfermedades causadas por el género Rickettsias. Las rickettsias son causantes de enfermedades infecciosas transmitidas por aerosoles, mordeduras, picaduras, rasguños, aguas y alimentos contaminados. Ejemplos de estas dolencias son el tifus clásico, (transmitido por piojos), el tifus murino, (por pulgas) y la fiebre de las Montañas Rocosas (por garrapatas).
En 1938, el estadounidense Herald Rea Cox descubrió que el saco vitelino del embrión de pollo era un medio adecuado para el crecimiento prolífico de las rickettsias. Gracias a este descubrimiento, Bengtson inició la fase más productiva de su carrera. Mediante modificaciones a la prueba de fijación del complemento la adaptó para la detección y diferenciación de las infecciones por rickettsias. Su técnica tuvo gran difusión y el trabajo que realizó fue de gran importancia para el desarrollo de la vacuna contra el tifus clásico, una de las principales enfermedades entre los soldados durante la guerra.
Ida Albertina Bengtson se jubiló en 1946, aunque posteriormente siguió plasmando su conocimiento en artículos de revisión y capítulos de libro. En 1947 recibió la medalla de la Comisión del Tifus de los Estados Unidos. Falleció en 1952.
Referencias
- Mercé Piqueras, Ida Albertina Bengtson, SEM@foro 57 (2014) 5-7
- Ida Albertina Bengtson (1881–1952), NIH
- Ida Albertina Bengtson, Wikipedia
Sobre la autora
Edurne Gaston Estanga es doctora en ciencia y tecnología de los alimentos. Actualmente se dedica a la gestión de proyectos en organizaciones que fomentan la difusión del conocimiento de la ciencia y la tecnología.