Wanda Quilhot Palma, importante figura de la liquenología latinoamericana

Vidas científicas

Nacida en Chile en 1929, la científica Wanda Quilhot Palma recorrió su país desde la Antártida hasta las cumbres del altiplano andino dedicando más de cuarenta años a unos organismos de naturaleza peculiar: los líquenes, pequeñas plantas resultantes de la asociación simbiótica entre un hongo y un alga. Sus estudios en esta rama de la botánica llamada liquenología, la convirtieron en una experta con reconocimiento internacional.

Wanda Quilhot. Imagen: Nadia Politis (tomada de Cooperativa Ciencia).

Las contribuciones más destacadas de Wanda Quilhot Palma estuvieron centradas en el estudio de la taxonomía de los líquenes, esto es, la clasificación sistemática de las diversas especies que integran este interesante grupo de seres vivos; analizó su distribución geográfica y el papel que juegan en la formación del suelo. Además, esta eminente científica dedicó sus esfuerzos a investigar un original tema: la respuesta de los líquenes ante las variaciones de los niveles de radiación ultravioleta. Sus resultados han quedado reflejados en más de cien publicaciones en revistas y diversos capítulos de libros.

Los primeros años

Wanda Quilhot ha relatado durante una entrevista publicada en la Revista Chilena de Salud Pública que, «cuando era niña quise ser enfermera. Pero tuve un accidente que me mantuvo cinco años en cama. Tres años después de haber salido de ese problema exitosamente, coja, aunque nunca me ha molestado la rodilla, cambié de opinión». Pese a que en aquellos momentos no se alentaba a las mujeres a estudiar y obtener títulos universitarios, su tío Octavio Palma, un destacado educador chileno, la impulsó para que continuara con su formación. Decidió acabar el bachillerato, graduándose con excelentes notas a los 24 años de edad.

Apoyada por las estimulantes ideas de su tío, quien afirmaba persuasivo «creo que tienes aptitudes, ¿por qué no sigues Pedagogía en Biología y Química?», la joven Wanda tras recapacitar cuidadosamente en torno al tema, tomó la decisión de matricularse en la universidad. En 1959, lograba triunfante graduarse con el título académico de Profesora de Estado en Biología y Química por la Universidad de Chile.

En la página web de la Universidad de Valparaíso se describe que Wanda Quilhot Palma, impulsada por un creciente deseo de continuar por la senda de la investigación científica, se presentó y ganó un concurso de Ayudante de Química del Mar en la Estación de Biología Marina, Montemar, Universidad de Valparaíso. Por esa época ya se había despertado en ella una gran vocación por las ciencias naturales. Además de impartir clases de biología general, empezó trabajando con un grupo de algas, y sobre el tema ha añadido con orgullo que «una revista alemana muy buena nos publicó un trabajo hecho por cromatografía en papel en botánica marina» (Revista Chilena de Salud Pública). Señalemos que la cromatografía en papel es un proceso muy utilizado en los laboratorios para separar los componentes químicos en mezclas complejas.

Mujeres en la Antártida

Nos parece de interés abrir aquí un breve paréntesis sobre las actividades realizadas por las científicas en la remota y helada Antártida, donde Wanda Quilhot Panda emprendió trabajos de investigación entre 1963 y 1964.

Empecemos por subrayar, como se describe en el blog Oceanwide Expeditions, que «pese a que la lista de expediciones científicas a la Antártida es muy extensa e impresionante, también ha sido abrumadoramente desigual en términos del sexo de sus componentes, en especial con anterioridad a los primeros años del siglo XX».

Ciertamente, durante largo tiempo muchos hombres, y también mujeres, estuvieron convencidos de que el clima de la Antártida podía ser muy duro de soportar para «el sexo débil». A ello se sumaba la idea de que un lugar tan alejado no disponía de las instalaciones y comodidades necesarias para albergar mujeres. Argumentos que socialmente se consideraron más que suficientes para mantenerlas alejadas de tan inhóspito lugar.

A partir de mediada la década de 1930, sin embargo, poco a poco las figuras femeninas empezaron a hacer notar su presencia en aquella fría y alejada región. Su llegada comenzó modestamente, primero con las esposas de destacados navegantes acompañando a sus maridos, y luego con el avance de mujeres científicas decididas a llevar a cabo sus propias expediciones de investigación en el continente más frío de la Tierra (Oceanwide Expeditions).

Gracias a esas audaces pioneras, en la actualidad las científicas viajeras son frecuentes en la Antártida, pero hay que insistir en que se requirió ab initio de esporádicas pruebas de unas pocas mujeres determinadas durante largos años para que se convirtieran en expediciones normales.

En el verano austral de 1963-1964 (entre diciembre y marzo), Wanda Quilhot Palma junto a Nelly Lafuente (nacida en 1931) se convirtieron en unas de las primeras mujeres en investigar ese lejano polo sur. Como ha descrito la escritora y editora Ellyn Hament, experta en la historia de las mujeres en la Antártida, estas dos científicas trabajaron para el Instituto Antártico Chileno en la Estación Bernado O’Higgins. Mientras Lafuente se dedicaba a evaluar la reproducción de las aves, Quilhot Palma se encargó de estudiar la fauna local.

Cuando el verano austral llegó a su fin, la joven científica regresó a Valparaíso donde continuaría con su trabajo dedicado a la docencia y a la investigación.

La consolidación de una original investigadora

Tras su estimulante estancia en la Antártida, Wanda Quilhot Palma ha relatado en la mencionada Revista Chilena de Salud Pública que, «en el año 1967 gané una beca del gobierno francés, una beca ASTEF de asistencia técnica, para ir a estudiar biología vegetal a la Facultad de Ciencias de la Universidad de París. Era algo hermosísimo porque soy de origen francés por el lado de mi padre […]. Fui a estudiar fisiología vegetal y llevé mis algas».

Menegazzia wandae. Imagen: Wikimedia Commons.

Durante su estancia, Quilhot se centró en diversos aspectos relacionados con el valor nutritivo de las proteínas de los vegetales que acarreó consigo, utilizando para ello las modernas técnicas disponibles en el laboratorio. «El contenido en proteínas de las algas marinas es muy pobre, equivalente a una lechuga o un zapallo [calabaza], escribí en un trabajo en castellano, que ha sido el que más me han pedido en la vida», ha comentado satisfecha.

A comienzos de 1969, tras haber seguido un curso de doctorado de tercer ciclo aunque sin acabar su tesis, Quilhot Palma optó por regresar a su país. Una vez en Chile, dejó de trabajar con las algas y se dedicó al estudio de los líquenes chilenos. La investigación comenzada en la Antártida, recuerda, «me había despertado una gran fascinación por los líquenes». A partir de tales estudios, el entusiasmo de Wanda Quilhot Palma por esos originales organismos se convertiría en el centro de su línea de investigación durante los siguientes cuarenta años.

Aportaciones de una gran científica a la liquenología

Pese a ciertas dificultades con una de sus rodillas, Wanda Quilhot Palma se desplazó por casi todo su país, desde el Desierto de Atacama hasta Magallanes, dedicada incansable al análisis y recolección de diversos especímenes de líquenes. Con extremo cuidado y rigor los clasificó y almacenó en el herbario de la Universidad de Valparaíso, hoy el más completo en su tipo en Chile, a lo largo de los muchos años en que fue la Conservadora o Curadora de dicho herbario. La colección se incrementó y enriqueció con el tiempo, gracias principalmente a su esfuerzo y al producto de sus proyectos de investigación.

En los más de cincuenta proyectos y cien publicaciones sobre líquenes que llevó a cabo, Quilhot abordó múltiples ramas de la liquenología abarcando estudios de diversidad, biogeografía, aspectos taxonómicos, fisiológicos y de conservación; asimismo, analizó con notable rigor la importancia de algunos compuestos naturales resultantes del metabolismo de estos singulares organismos.

Entre sus numerosas publicaciones cabe, por ejemplo, recordar un trabajo publicado en 1998, en el cual la científica subrayaba que «Chile tiene probablemente una de las floras liquénicas más ricas y variadas del mundo. La extraordinaria diversidad de hábitats, que se extiende desde el desierto cálido en el norte hasta los bosques lluviosos de la zona sur, sumados al desértico y frio Territorio Antártico, ofrece un enorme rango de microclimas y de micro hábitats apropiados para el desarrollo de los líquenes» (Quilhot, Wanda et al.1998).

Un interesante tema en el que se ha centrado la investigación de Wanda Quilhot gira en torno a los efectos de la radiación ultravioleta en los líquenes. En un artículo publicado en el Boletín del Museo Nacional de Historia Natural, la científica y sus colaboradores han señalado que «la disminución del ozono estratosférico produce incrementos de la radiación ultravioleta en la superficie terrestre, lo que resulta dañino para los organismos». El equipo de trabajo, del que Quilhot Palma fue la investigadora principal, ha revelado que «en los ecosistemas terrestres y acuáticos, los seres vivos han desarrollado estrategias para protegerse del posible daño inducido por la radiación UV, una [de esas estrategias] es la síntesis y acumulación de compuestos fotoprotectores» (Quilhot et al. 2002).

Tras meticulosos estudios, Wanda Quilhot y sus colaboradores concluyeron que el metabolismo de los líquenes aumenta en presencia de la radiación UV, y el resultado se refleja en la mayor concentración de compuestos fotoprotectores. A partir de estos hallazgos, el equipo logró elaborar «un modelo biológico que permitiría evaluar indirectamente las variaciones en los niveles de radiación UV en cualquier lugar del mundo». Todo ello significaba que los líquenes pueden usarse como bioindicadores o biomonitores para valorar la calidad atmosférica.

Tales conclusiones generaron una acalorada polémica entre la comunidad especializada. Finalmente, los debates cesaron porque se demostró que el equipo de Wanda Quilhot Palma tenía razón; en la actualidad se acepta que los líquenes pueden ayudar a anticipar los cambios ambientales que afectan a otros organismos; es decir, sí actúan como bioindicadores.

De la extensa y valiosa investigación de Wanda Quilhot Palma, por razones de espacio citaremos solo uno más de sus trabajos. Se trata de un proyecto que tuvo lugar en la bella región de Aysén, una zona escasamente poblada y casi sin explorar del sur de Chile provista de enormes glaciares, fiordos y montañas nevadas. En este lugar la científica y sus colaboradores realizaron un interesante proyecto sobre líquenes titulado Lichens of Aisen, Southern Chile (2012), publicado en la revista Gayana Botánica, a la que Quilhot Palma ha definido «como el eje en todo lo que se publica en botánica en Chile».

La zona estudiada, con hielos milenarios ofrece una considerable diversidad liquénica pues está poblada por un elevado número de endemismos del sur de América del Sur. Los resultados obtenidos tras un cuidado y riguroso escrutinio del lugar, están incluidos en un artículo de 30 páginas, en las que se registra, entre otros aspectos, la gran diversidad liquénica de Aysén «Tenemos géneros endémicos del sur, que se encuentran en Chile y Argentina. Y también hay numerosas especies, las cosmopolitas, que se distribuyen en todo el mundo», ha indicado Quilhot en la mencionada Revista Chilena de Salud Pública. «Los evaluadores encontraron [el artículo] magnífico, porque demuestra que tenemos mucha afinidad con Nueva Zelandia y Tasmania […]. Es un antecedente más para conocer los líquenes del hemisferio sur y su distribución» ha afirmado con merecido orgullo.

Los trabajos de Quilhot Palma no se han limitado a su país, sino que también han traspasado las fronteras, ya que ha colaborado con liquenólogos de amplia trayectoria como David J. Galloway (1942-2014), un destacado bioquímico, botánico y liquenólogo de Nueva Zelandia; con el profesor y micólogo noruego nacido en 1951, Arve Elvebakk y el liquenólogo también noruego Jarle W. Bjerke; asimismo, la científica colaboró con el botánico sueco profesor de criptogamia Mats Wedin (Revista Chilena de Salud Pública). Tampoco podemos olvidar que Quilhot Palma ha participado en numerosas conferencias y simposios y ha dirigido la tesis de numerosos estudiantes.

Una profesora inolvidable

Como profesora de Facultad de Farmacia en la Universidad de Valparaíso, Wanda Quilhot Palma ha dejado un rastro imborrable entre su alumnado. Supo proporcionar durante cuarenta años valiosos conocimientos a estudiantes de distintas carreras, quienes han recordado afectuosamente «sus clases llenas de imágenes, historias y anécdotas del trabajo de campo», eran capaces de motivar a muchos de los y las jóvenes a seguir con entusiasmo el camino de la investigación.

De hecho, Quilhot Palma creó su propia escuela formando un grupo de trabajo multidisciplinar que despertó entusiastas vocaciones en gran parte de sus estudiantes. Cariñosamente, estos profesionales hoy coinciden al afirmar que «los miembros del grupo han cambiado en el tiempo, pero la investigación se ha mantenido siempre impulsada por su recuerdo».

Profesoras de la de la Universidad de Valparaíso, como Marcela Escobar Peña o Yanneth Moya, han considerado a Wanda Quilhot como «maestra de generaciones de estudiantes a quienes enseñó a asombrarse de las maravillas de la naturaleza; su generosidad y pasión por los líquenes ha dejado huella en quienes la conocimos y tuvimos el privilegio de trabajar a su lado».

Reconocimientos a una singular investigadora

Enumerar todos los reconocimientos recibidos por Wanda Quilhot Palma formaría una lista demasiado larga. Para no cansar a las y los lectores con aspectos demasiado especializados, solo hemos incluido algunos de ellos. En primer lugar, apuntemos que uno de los honores más importantes que puede recibir una bióloga o biólogo es que un organismo vivo lleve su nombre. Pues bien, por sus aportes a la liquenología, Wanda Quilhot tiene tres especies dedicadas a ella: Pseudocyphellaria wandae, Menegazzia wandae y Strigula wandae.

Queremos resaltar que en el marco del XII Encuentro del Grupo Latinoamericano de Liquenología, realizado en la ciudad de Quito en noviembre de 2015, Wanda Quilhot Palma recibió el valorado Premio Vainio «por su destacada trayectoria nacional e internacional en el área de los líquenes», como describe la página web de la Universidad de Valparaíso.

Wanda Quilhot. Imagen: Universidad de Valparaíso.

Al respecto, la científica confesaba que «con 86 años uno puede evitar emocionarse porque ya está en la edad de la reflexión y del análisis. [Sin embargo,] me emociono porque todavía siento a los líquenes como algo que me apasiona. No he perdido ese amor por el estudio de estos organismos, que encuentro fascinantes».

El Grupo Latinoamericano de Liquenología, continúa la mencionada página web, no solo otorgó un galardón a su homenajeada, sino que además instituyó el Premio Wanda Quilhot Palma, que «distinguirá la investigación de las nuevas generaciones de científicos». Además, este Grupo considera que Quilhot «ha sido una constante fuente de estímulo a perseverar en la ciencia y en la investigación, y un ejemplo a seguir por su dedicación a la ciencia durante toda su vida». Ante tal reconocimiento, la botánica comentaba con notable satisfacción: «Que se otorgue a los jóvenes el Premio Wanda Quilhot Palma es como perdurar con las especies a las que te has dedicado».

La galardonada científica pronunció, además, en el escenario del citado Encuentro…, unas excelentes palabras con respecto a la investigación universitaria, que consideramos de notable interés reproducir aquí:

Un país progresa en la medida que la investigación científica lo hace. Vivimos en un mundo con una tecnología fantástica, que permite descubrir hasta lo que nunca pensó uno que pudiera ser conocido. Una universidad que no investiga, primero no es universidad. Yo no estoy con la universidad docente, porque una universidad docente significa que imparte una docencia lectiva, da lo mismo ir que no ir. Es diferente cuando la docencia es dada por un investigador, tiene otro color, otro entusiasmo, una pasión, porque tú estás contando lo que has hecho y estás ejemplarizando un determinado tema con tus propias experiencias. Para mí no existe la universidad docente, y una universidad que no hace investigación es una universidad que nunca será una universidad destacada.

Wanda Quilhot Palma falleció en septiembre de 2023, entristeciendo profundamente a la comunidad especializada chilena y a la sociedad en general.

Entre las bellas palabras que le han dedicado, publicadas en página web de la Universidad de Valparaíso, traemos a colación las del director de Innovación y Transferencia Tecnológica, Alejandro Dinamarca, quien afirmaba que «ha partido una mujer visionaria, científica intachable que puso a la Universidad en el mapa mundial de la ciencia. Formó desde la ciencia y haciendo ciencia; [fue] una bióloga a la que debemos su constancia y esfuerzo en explorar y descubrir el mundo que nos rodea y en especial, ese maravilloso ecosistema llamado Líquenes».

Referencias

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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