Rose M. Mutiso: la tecnóloga energética redentora que vivió con cortes de suministro

Vidas científicas

Rose Mutiso. Imagen: Linkedin.

Sintió la pobreza energética mientras crecía y ahora busca redimirlo. La Dra Rose Mutiso se adentra en la física de la energía para el crecimiento. Desnuda los puntos ciegos de la crisis de acceso, eficiencia y transición en los países en desarrollo, prioriza las necesidades del continente más vulnerable de la Tierra y propicia la economía verde. El modelado de emisiones netas cero y las tecnologías energéticas emergentes son parte de su destreza resolutiva, al igual que la política energética y las interacciones de alto impacto. Sus charlas TED electrocutan a multitudes sin siquiera haberse mojado.

Si de meter las manos en la vida se trata, Rose M. Mutiso lo hace de noche y de día. «La adaptación al clima requiere mucha energía», expresa. Con instinto explorador y depurador, centra sus investigaciones en las transiciones energéticas y las tecnologías energéticas emergentes en el contexto africano que se encuentra en la primera línea de las repercusiones del cambio climático. «En los países ricos, o ‘mercados maduros’ como los llamamos, la gente realmente da por sentada la electricidad que sustenta todo», contextualiza.

África se está urbanizando más rápido que cualquier otro continente, a una tasa del 4 % cada año, en comparación con el promedio mundial del 2 %. Su población urbana en rápido crecimiento continúa ejerciendo presión sobre la infraestructura existente, en particular el transporte y la energía. La demanda de electricidad en África está aumentando rápidamente. Se prevé que se cuadriplicará para 2040. A menudo se pasa por alto que muchos países africanos ya dependen de tecnologías bajas en carbono. «En Kenia –de donde soy–, generamos la mayor parte de nuestra electricidad libre de carbono. Fuentes renovables como la geotérmica, la hidráulica y la eólica proveen casi el 80 % de nuestra electricidad«, ejemplifica; y agrega con contundencia: «En EE. UU. esa cifra es solo del 17 % y alrededor del 45 % en el Reino Unido. Los africanos están comprometidos con una acción climática audaz. Las tecnologías de almacenamiento emergentes eventualmente ayudarán, pero no se debe pedir a los africanos que esperen por la electricidad hasta que las baterías sean comercialmente viables en sus mercados».

Vidas debidas. La energía de la fisura

«Miles de millones de personas simplemente carecen de energía suficiente para construir una vida mejor», erosiona la hipocresía reinante que desestima el «apartheid energético» mundial con el fundamento avezado de ser líder global en sostenibilidad y triple impacto: «Trabajando en energía global y desarrollo, a menudo escucho a personas decir que, debido al clima, no podemos permitirnos que todos vivan con nuestro estilo de vida. Ese punto de vista es peor que condescendiente. Es una forma de racismo y está creando un sistema energético mundial de dos niveles con abundancia de energía para los ricos y lámparas solares para los africanos».

La investigadora energética.
Imagen: Energy for Growth Hub.

Desde marzo del 2019, la Dra Rose Mutiso es Directora de Investigación en Energy for Growth Hub (El Centro de Energía para el Crecimiento) constituido como una red global de expertos que buscan soluciones a los déficits energéticos en África y Asia. Irónicamente la idea del Hub se originó en el año 2013 cuando el ex alto diplomático estadounidense Todd Moss trabajando con datos de consumo de electricidad, compró una nevera y su etiqueta amarilla de eficiencia energética le produjo una “patada mental” tras leerla: «Mi nuevo frigorífico consumiría 459 kWh al año». ¿El problema? Darse cuenta. ¿Pero, de qué? Si no estaba mojado ni descalzo. ¡De la brecha de consumo! Su típico refrigerador unifamiliar estadounidense consumiría más electricidad de la que usa la mayoría de las personas que viven en África en todo un año. En palabras de Moss: «Sé que vivo un estilo de vida que consume mucha energía. Los estadounidenses utilizan en promedio 13.395 kWh/año (según datos de la AIE) que es casi tres veces lo que usa el sudafricano típico y cien veces el nigeriano promedio». Tal sorpresa quedó evidenciada en un gráfico de su autoría que se viralizó. ¡Aún hoy causa impacto! «Pero todavía me sorprendió mucho ver cómo se compara mi nuevo refrigerador unifamiliar con el de un ciudadano promedio en los seis países de Power Africa».

“The Fridge”. Imagen: Energy for Growth Hub.

«La nevera no es un gráfico de austeridad. Es un gráfico de oportunidad perdida: todavía no pensamos lo suficiente en soluciones a la pobreza energética, que afecta a tres mil millones de personas en todo el mundo. Ese ha sido el enfoque de Klein, Plumer, Lynch, Bill Gates, cuando lo citaron inicialmente y en la actualidad –diez años después– al ser recreado por The Economist, Vox, Foreign Policy, Greta Thunberg en The Guardian», responde el Director Ejecutivo Todd Moss al respecto. Quien coincide plenamente con su colega especialista en ingeniería de materiales Rose Mutiso en que «es hora de pensar en grande: la abundancia energética es la única manera de resolver la pobreza global y luchar contra el cambio climático».

El Hub es un think tank cuyo motivo de existencia es analizar la política gubernamental, proponer mejoras y promover compromisos de mercado. Como se especifica en el Center for Global Development (CGD), en la práctica crear un grupo de pensamiento y acción es mucho más un arte que una ciencia. Y esa lección bien la supo Todd Moss al crearlo (Hub) y al también ser miembro no residente del CGD –tras ocupar su rol de vicepresidente y director de operaciones–. Una de las grandes victorias políticas del Hub se dio apenas un mes después del lanzamiento de este Centro (octubre de 2018), cuando el Congreso aprobó la Ley de Mejor Utilización de las Inversiones que Conducen al Desarrollo (BUILD) con apoyo bipartidista para la creación de una nueva y consolidada agencia estadounidense de financiación del desarrollo (DFC) con una cartera de 60 000 millones de dólares para ayudar a los países a crear empleos y construir infraestructura energética. Con esta ley se reemplazó a la Corporación de Inversión Privada en el Extranjero (OPIC) con lo cual se reflejó la creciente demanda de asociaciones con Estados Unidos para generar empleos, carreteras y electricidad (en lugar de ayuda) para reducir la pobreza, hacer crecer sus economías y enfrentar el cambio climático. Al mismo tiempo, creó oportunidades para que las empresas estadounidenses compitieran (y ofrecieran una alternativa a la creciente influencia de China) en los mercados emergentes de África, Asia y Medio Oriente.

Principio de latencia

A medida que crecía en Nairobi y estudiaba, Rose M. Mutiso construía importancia. En ella latía la trascendencia de los pueblos africanos. «Porque después de todo, África es el próximo mercado mundial. Es evidente que África debe desarrollarse. Eso no es negociable», asegura sostenida en su adultez. «Nuestro sueño no es que los africanos sean tísicos o derrochadores o que recreen las ineficiencias que tienen lugares como Estados Unidos, sino que todos vivan una vida digna, realicen su potencial y el poder, la electricidad y la energía son fundamentales para eso».

La visionaria. Imagen: Instituto Mawazo.

Atraída por la ciencia y la ingeniería de materiales, direcciona sus investigaciones hacia el modelado de emisiones netas cero, los vehículos eléctricos y las tecnologías energéticas emergentes. Su injerencia de acción y análisis en la vida moderna pasa mucho más que por una bombilla. Rose Mutiso utiliza ejemplos de datos nítidos y argumentos poderosos para mostrar lo que significa la desigualdad energética para mil millones de personas en África. «Cuando ven el nombre “Dr. Rose Mutiso” se registró en un programa, ¡la gente no la espera!», bromea su amiga y colega Kari Mugo, quien también la reconoce como «muy dinámica, extremadamente inteligente, alguien que no quiere ser científico en el sentido tradicional del término».

Sus apariciones desarman el statu quo. Ya sea informando a líderes políticos mediante la producción de estudios sintéticos, participando en eventos energéticos, generando artículos de opinión: «Los planes Net-zero excluyen a África» publicado en Nature justo antes de la COP27, desplegando un minucioso análisis sobre el desafío de transición que enfrenta el continente compartido en The African Climate Conversation, desenfundando sus convincentes y audaces charlas TED: «La energía que África necesita para desarrollarse y luchar contra el cambio climático» o «Cómo llevar electricidad asequible y sostenible a África«; y cultivando a la próxima generación de pensadores en energía y clima como copresentadora de la serie de podcasts High Energy Planet –donde comparte espacio multimedia con la Directora de políticas del Hub, Katie Auth y presenta a académicos creativos, formuladores de políticas e innovadores donde debaten con pasión temas tan diversos como la observación de las estrellas, la protección de las cebras de Grévy, las aplicaciones móviles educativas, el lugar del suajili en la literatura local–, etc.

Energía de próxima generación

África debe priorizarse en relación al margen en el presupuesto de carbono. Se debe permitir que África pueda producir más carbono a corto plazo para que podamos crecer, mientras el mundo rico debe reducir sus emisiones. Los africanos tienen derecho a aspirar a la misma prosperidad de la que disfruta el resto. Y merecemos la misma oportunidad de tener un trabajo, una educación, una dignidad y una oportunidad. También entendemos muy bien que el mundo entero necesita llegar a un futuro de cero carbono.

En esa búsqueda de no quedarse atrás, fomentar el crecimiento y lograr de manera equitativa una huella de carbono global más pequeña asevera: «En la transición, África y otras naciones pobres merecen obtener el equilibrio sobre lo que queda en el próximo presupuesto del mundo. Para la competitividad económica, para la adaptación al clima, para la estabilidad mundial y para la justicia económica. Los países ricos y de alta emisión deben mantener su responsabilidad de liderar la descarbonización, comenzando en sus propias economías. Todos tenemos la responsabilidad colectiva de cambiar el rumbo del cambio climático».

Acumulando idiosincrasia africana y expertise técnico en los campos de la nanotecnología y la física de polímeros –incluida la nanoelectrónica y las tecnologías energéticas de próxima generación– y agradecida por una educación respaldada por ayuda financiera e investigación financiada por los contribuyentes, Rose se comprometió a retribuir y replicar el sustento que ella misma recibió. Junto a Raquel Strohm decidió cofundar –a la vez ser Directora Ejecutiva (desde el 2016 hasta el 2021) y becaria inaugural de investigación en energía– el Instituto Mawazo con sede en Nairobi (en kiswahili, mawazo significa ideas) desde donde apoyan a la próxima generación de académicas y líderes de opinión en África Oriental a través de la ejecución de dos programas: «Mawazo Fellowship Programme» y «Mawazo Voices«. «Por ejemplo, de las casi doscientas solicitudes que recibimos para el programa de becas de doctorado de Mawazo del año 2018, solo un par eran de mujeres que investigaban cuestiones energéticas. Vemos una gran cantidad de propuestas de estudios sobre agricultura, salud y medio ambiente, por lo que podrían ser un puente hacia la investigación energética, ya que existe un fuerte potencial de nexo energético en estos campo»s, demostró. Para animar la participación, desde la institución sin fines de lucro también organizan reuniones y veladas más distendidas (con DJ y bebidas gratis) sobre temas científicos. «Intentamos hacer cosas nuevas», ameniza Rose; quien a la vez «busca mostrar que la ciencia no se limita al campo universitario, sino que también forma parte de un contexto cotidiano que todos pueden entenderlo». Dentro de esa necesidad de generar estímulos y colaborar en la capital keniata –cuna de la tecnología africana–, agrega: «Intentamos ofrecer contenido local. El instituto publicó un libro electrónico que enumeraba un montón de hechos extraños sobre la historia de la ciencia en Kenia que llamó mucho la atención».

Física de la abundancia liberal y energética

Para trabajar con expertos mundiales, encontrar soluciones a los déficits energéticos en los países en desarrollo, crear nuevos materiales para energía renovable y aplicaciones electrónicas, tuvo que aprender mucho más que el principio de conservación de la energía. La científica que se reivindica como «una nerd», nació en Nairobi a finales de los años 1980 en el seno de una familia de académicos. Fue criada como los de su generación entre internet y las series. «Creo que la cultura nerd está en auge en Kenia. La gente ve Juegos de Tronos o The Big Bang Theory de forma muy religiosa, lee muchos libros… hay una demanda de contenidos que estimulen intelectualmente, pero desgraciadamente todo lo que existe viene de fuera», reconoció.

En el año 2004 inició sus estudios universitarios licenciándose y obteniendo su maestría en ciencias de la ingeniería con especialización en ciencia de materiales en el año 2008 en Dartmouth College. En Nairobi, no siempre se fomentó su curiosidad natural. ¡Es más! Oyó hablar por primera vez de Dartmouth (y del término «artes liberales») mientras estudiaba en Estados Unidos en un programa de intercambio de secundaria: «Me dejó completamente alucinada. ¿Existe este sistema educativo en el que, si tienes curiosidad sobre muchas cosas, no tienes que elegir una? Sabía que eso era exactamente lo que quería hacer», rememoró. «Es simplemente alucinante cuando reflexiono sobre el viaje intelectual que emprendí, y eso se debe al entorno, a los profesores», aseguró. «Nunca antes había escrito un artículo y al final era el tutor principal del centro de escritura de Dartmouth. Había muchísimas oportunidades de crecimiento». Allí recibió varios galardones: el Premio en memoria de George A. Colligan por su desempeño destacado en ciencia de materiales (2008); Premio a la Excelencia en la Tutoría entre Pares de la Promoción de 1962 (2008); Premio Samuel E. Aronowitz 1911 para el Cambio Social por su distinguido servicio como miembro de la Fundación Tucker (2008); Beca Carson 1934 (2005-2008); Beca Albert Schweitzer (2006-2007); Beca de la Fundación Tucker (2005); Académico presidencial James O. Freedman (2006-2007); Sociedad de Honor de Ingeniería Tau Beta Pi (2007).

Posteriormente (2008-2013) llegaría la concreción del doctorado en nanotecnología en la Universidad de Pensilvania en el laboratorio de Karen I. Winey (miembro de la Sociedad Estadounidense de Física (APS), después de una nominación de la División de Física de Polímeros de la APS, «por la exquisita aplicación de la microscopía electrónica y la dispersión de rayos X a la determinación de la microestructura de los polímeros y a dilucidar el papel de la geometría del microdominio en las propiedades del polímero»). Su tesis se centró en las propiedades de los materiales para la nanoelectrónica, como la percolación eléctrica. En esa casa de altos estudios también fue destacada con el Premio Geoffrey Belton Graduate Fellowship por contribuciones superiores y significativas al campo de estudio de doctorado (2012); Premio GAPSA Travel Grant para estudiantes de investigación, 2010, 2011 y 2012.

Detenerse colisionaría con su arrolladora energía vital. ¡Por lo cual no lo hizo! Luego de su prestigioso paso por dichas universidades, realizó un trabajo de postdoctorado patrocinado por el Instituto Americano de Física (AIP) y la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS). Con su academicismo pulido y sus ansias de conexión más estrecha con cuestiones sociales, en el período 2013-2014 destacó como becaria postdoctoral dentro del gobierno federal donde fue coautora de la legislación promulgada por el presidente Barack Obama destinada a políticas de conservación, energía e innovación. «Eso fue fantástico, porque vinculó mi experiencia en ingeniería con las políticas de ciencia e innovación», manifestó. «Aprendí cómo se financia la investigación científica y energética y el tipo de promoción que los científicos y otros deben hacer para involucrar a los formuladores de políticas y al público», amplió.

Ceremonia de apertura de la Semana del Clima en Nueva York 2023. Imagen: Energy for Growth Hub.

Si bien su potencial y brillantez la podrían haber anclado a la vida norteamericana –más precisamente en Washington donde estudió y luego trabajó durante trece años–, arrojó luz sobre su necesidad de trascender su convencional ámbito de actuación investigativo: «Tengo mucha curiosidad por muchas cosas, me gusta la interdisciplinariedad, trabajar con personas. Trabajar en un laboratorio habría restringido demasiado mi mundo. Además, siempre quise que mi trabajo aportara algo a África, a Kenia, sobre temas relacionados con la sociedad». De ahí deriva su decisión de especializarse en energía y su posterior toma de conciencia (después de pasar unos años en el Departamento de Energía estadounidense) a través del contacto con grandes instituciones como el Banco Mundial: «Las políticas energéticas en África se establecen desde Washington, sin casi ningún africano en la mesa», evidenció. A principios del año 2017, regresar a su Nairobi natal para trabajar desde África en ese tema tan crucial a nivel de los hogares como de los Estados y del planeta, fue una idea consumada.

Inspiración emergente. Depuración sostenible

Desarrollar prácticas que eluden las limitaciones sociales y aumentan la autoridad de las mujeres al cofundar el Instituto Mawazo («Ideas») junto a su entrañable amiga y colega Rachel Strohm –se conocieron en la Asociación de Estudiantes para África de Dartmouth–, le valió la nominación de Bob Lasalz –director ejecutivo de Science+Story– para integrar una de las cinco candidaturas al Premio Pritzker al Genio Ambiental Emergente 2020 del Institute of the Environment and Sustainability de UCLA que reconoce a científicos inspiradores radicados en África. Junto a ella también estuvieron postulados Patrick Maloney (Fundador y director ejecutivo de Inspire), Gavin McIntyre (Cofundador, Ecovative Design), Desiree Narango (Conservacionista y Científico Ecológico) y Nadia Nazar (Fundadora y directora ejecutiva de Zero Hour).

Rose Mutiso en Next Einstein Forum. Imagen: VOA.

La dignidad de su trayectoria es mucho más que enérgica y meritoria. Desarrollo, crecimiento, innovación, jurisprudencia, equilibrio, transición, liderazgo y STEM son su claraboya. Desde 2017 y hasta 2019, Mutiso cumplió un mandato de dos años de representatividad al ser nombrada Embajador de Kenia para el Next Einstein Forum (NEF) –iniciativa del Instituto Africano de Ciencias Matemáticas (AIMS)–, liderando así sus actividades de participación pública en Kenia. Anteriormente también encabezó la formación de la iniciativa Eficiencia para el Acceso lanzada en la COP21 de la ONU de 2016. A su vez, formó parte del Consejo Asesor de la Semana Africana de Servicios Públicos celebrada en Ciudad del Cabo en mayo de 2018. «La energía y el cambio climático son sectores prioritarios para nosotros, aunque nos sorprendió lo débil que es la línea de investigación del sector energético en Kenia», remarcó.

Esta dama que quedó pegada a la energía, sentó precedentes. Durante dos años y cinco meses fue Miembro principal de la Oficina de Clima Internacional y Energía Limpia del Departamento de Energía de EE. UU. (DOE) donde dirigió la participación DOE en las dimensiones tecnológicas y políticas del acceso a la energía en África subsahariana y el sur de Asia; además de haberse desempeñado como becaria de políticas de energía e innovación en la oficina del senador estadounidense Christopher A. Coons, donde fue coautora de varias leyes promulgadas por el Presidente Barack Obama.

Hacer saltar la térmica

Las comunicaciones científicas, de investigación y políticas de primer nivel de Rose están siendo reconocidas por cambiar las perspectivas sobre la desigualdad energética y dar forma al alcance de nuevas soluciones viables con datos, experiencia y perspectivas africanas.

«Activar el potencial de la ciencia en la sociedad requiere diversificar campos tradicionalmente dominados por hombres y occidentales», sentenció. «Las mujeres representan el 50 % del potencial de talento. Necesitamos ser parte de la ciencia como este impulsor crucial del cambio. Y desde la perspectiva africana, estamos a la vanguardia de los impactos climáticos, por lo que debemos poder aprovechar la ciencia y la tecnología para construir nuestras economías y ser resilientes», afirmó.

Desde que presentó su caso de estudio en la publicación científica Nature el 2 de enero de 2022 –previo a la realización de la COP27 en Egipto ese mismo año–, desnudando cómo los planes de transición energética dejan de lado los datos, las prioridades y la experiencia africana, la Dra Rose redireccionó sus esfuerzos hacia el cierre de brechas de datos y modelos con la finalidad de hacer posible una transición global más efectiva e inclusiva hacia el cero neto. Abogar por un presupuesto internacional de carbono que reconozca tanto las emisiones actuales comparativamente bajas de las naciones africanas como que asigne espacio para su desarrollo futuro hacia mayores consumos de energía no es tarea sencilla y la mantiene despabilada; al igual que detonar en Scientific American el interrogante: «¿Por qué África no se ha vuelto digital?«; expresarse activamente en su cuenta personal de Twitter –donde opina sin prurito y con eclecticismo tanto sobre la concesión del Premio Nobel de Economía como así también sobre la actualidad de Kenia–; dar charlas TED que despeinan a más de uno o algo más mundano como ser buena en algo que la gente desconoce: ¡El baile de Carlton!

La seguidilla de corolarios no se haría esperar. Gracias al alcance y narración basada en datos de sus charlas TEDSummit (julio de 2019) y Countdown de TED (octubre de 2020) –reproducidas más de 3,5 millones de veces– y a su notable impacto social, obtuvo grandes reconocimientos. Por un lado, la especialista en ingeniería de materiales fue nombrada «Mejor comunicadora pública de Kenia» del 2021 en la portada del Daily Nation –mayor periódico del este de África–: «por su capacidad para escapar de la ‘prisión del tecnicismo’ que mantiene cautivos a tantos expertos y desplegar un atractivo lógico y emocional al comunicar investigaciones y soluciones políticas».

Mejor comunicadora de Kenia. Imagen: Energy For Growth Hub.

Porvenir de triple impacto

Con la misma efervescencia, la experta en política y tecnología energética se hizo acreedora del segundo premio anual de la «Familia McGuire al Impacto Social 2023» de 100 000 dólares otorgado por la Universidad de Dartmouth que reconoció su extraordinario activismo e investigación en la intersección de la ciencia, las políticas, la equidad de género y el desarrollo internacional. «Ella aprovecha el poder de la diversidad y la inclusión para crear un futuro energético sostenible, trayendo a la mesa voces que tradicionalmente no han sido escuchadas», sostuvo Philip J. Hanlon –Presidente de Dartmouth–.

La Dra Mutiso símbolo del poder de la diversidad.
Imagen: IOES.

«Me apasionan las mujeres en la ciencia y el apoyo a las mujeres en general», verbaliza. «¿Cómo podemos tener más científicas en África que realicen su trabajo académico al más alto nivel, pero que también tengan plataformas para interactuar con la sociedad y utilizar su experiencia para informar los debates públicos y las decisiones políticas?», reafirma su actitud de liderazgo para desarrollar aún más el sector energético de Kenia.

La ceremonia de premiación –donde Rose expuso «Replantear el debate sobre el futuro energético de África»– se realizó el jueves 12 de octubre de 2023 en el Auditorio Coo, Tuck Mall, Hannover, NH y fue transmitida por el canal universitario. «Este es exactamente el tipo de impacto social para amplificar cuando se fundó el Premio McGuire», remarcó Hanlon. Por su parte, la galardonada lo resignificó: «Es una lección de humildad. Y me ha inspirado a reflexionar bastante. Tengo la esperanza de que el premio pueda ayudar a atraer más atención a los temas en los que trabajo: amplificar las voces y la agencia africanas en la configuración del futuro climático y energético de África».

Lo que para mí conecta todo es el poder de la ciencia y la innovación para resolver grandes problemas.

Rose Mutiso’08, ganadora del Premio Mcguire

El premio McGuire tiene una proyección a futuro. A la líder energética le significa un punto de partida para lo que viene después. «No veo esto simplemente como un reconocimiento al trabajo realizado», clarificó. «Esta es una oportunidad muy seria para compartir mi trabajo y mis ideas. Este increíble honor me inspira a mirar hacia adelante y preguntarme: ¿Qué puedo hacer con esto para inspirar a otros, en particular a aquellos con antecedentes no tradicionales como yo, y promover el trabajo?», explicitó.

En la línea de oportunidad, Rose rememoró cómo Dartmouth y Thayer la acercaron a nuevos estilos de enseñanza, por ejemplo, al pasar un semestre estudiando artesanía en metal con el profesor Thayer Harold Frost: ambos visitaron fundiciones en Upper Valley para que ella pudiera aprender las técnicas y la rica historia de lo que una vez se conoció como Precision Valley. «Todavía recuerdo ese trimestre que pasé conduciendo hasta las fundiciones con el profesor Frost en su destartalado Toyota Prius», detalló. Con respecto al modelo educativo práctico y experiencial no escatima en asegurar: «Thayer hace este tipo de cosas muy bien».

Y antes de seguir los pasos de su profesor, siguió los de sus hermanos. Al igual que ellos, Rose –la menor de los seis– decidió asistir a la universidad en Estados Unidos. «En Kenia, existe un conjunto estructurado de opciones dependiendo de tus calificaciones. Lo que se suponía que debía hacer en función de mis calificaciones era medicina, pero odio la sangre y sabía que eso no era para mí en absoluto». Y en Dartmouth encontró su propósito. Los cursos de estudios de género e historia de la ciencia le «cambiaron la vida». Durante su segundo año, una amiga la convenció de inscribirse en el curso introductorio exclusivo de Thayer, ENGS 21.

Esa práctica inmersiva de admiración hacia su profesor, la encontró también en su padre –el fallecido profesor y Jefe del departamento de geografía de la Universidad de Nairobi– Samuel Mutiso. Sus ojos de niña se asombraban al verlo siendo parte de lo que ella consideraba una vida ideal cada vez que realizaba sus viajes de investigación, cuando involucraba a sus estudiantes con su exquisita capacidad y cuando aparecía en televisión. Y si hablamos de impacto directo, el trabajo de su madre Janet Mutiso también la influenció considerablemente desde la incidencia política. En su rol de oficial técnica en el Ministerio de Medio Ambiente compiló informes y escribió documentos de posición sobre varias temáticas, incluido el Protocolo de Montreal.»Eso fue cuando yo era muy joven y pude comprobarlo de primera mano. Fue el precursor de las discusiones sobre el cambio climático y de todos esos desafíos diplomáticos», destacó.

Acciones convergentes. Palabras plenas. Así lo sentí todos los días

Rose Mutiso quiere más que nada desempolvar la imagen de la ciencia y anclarla lo más cerca posible del mundo moderno. «Cuando estoy en un contexto fuera de Estados Unidos, tengo este chiste permanente que siempre hace reír a la gente y es el hecho de que tengo una licenciatura en ingeniería», recrea. En ese marco de distención hay prioridad y destreza de combate del cinismo. «¡Difundir la palabra!», promueve en las redes sociales. Tal vez sea como la cantante afroespañola Concha Buika (apodada «La voz de la libertad») que hace hablar a África con su repertorio, energía desbordante y sabiduría ancestral: «Nunca me quejo, no soy mujer de esperanzas, soy de acción».

Como evidencia el documento Tracking SDG 7: The Energy Progress Report (Seguimiento del ODS 7: El informe de progreso energético), el acceso universal a la energía asequible, confiable, sostenible y moderna seguirá siendo inalcanzable, a menos que se aborden las desigualdades. ¡Y lo que viene después depende de este ahora! Bien lo encarna Rose: «Todos tenemos la responsabilidad colectiva de cambiar el rumbo del cambio climático. Si no lo logramos, no será porque Senegal, Kenia, Benin o Mali decidieron construir un puñado de centrales eléctricas de gas natural para brindar oportunidades económicas a su pueblo».

Siendo consciente de los problemas que enfrenta el continente, a futuro planea seguir su propia agenda: principalmente investigará la estructura del sector energético y el papel de la empresa de servicios públicos en África Oriental, y analizará métodos rentables de gestión de datos energéticos en los países en desarrollo. «El gran mensaje es que la infraestructura energética y la infraestructura digital tienen un carácter físico real, y eso requiere trabajo duro e inversión», enfatiza.

En su radar multidisciplinar, la urgencia también es educativa e insustituible: impartirá clases como lo hizo su padre en la Universidad de Nairobi. «Tengo la responsabilidad de impartir este curso de física que de otro modo no se impartiría», sustenta. «Estoy excepcionalmente calificada y esta es una gran brecha en la enseñanza, por lo que es difícil dejar de lado cosas cuando eres consciente de lo mucho que tienes y que realmente podría marcar la diferencia», se explaya.

La tecnóloga Mutiso que mete las manos en la vida de noche y de día, siempre supo de implicancias, dimensiones, complejidades y significado real de la pobreza energética dado que ella misma la experimentó a menudo mientras crecía. Sufría cortes de carga y racionamiento de energía. «Vivíamos en una casa en la que, si tenías una bombilla encendida durante medio segundo más de lo que estabas en una determinada habitación, mi mamá te mataba, porque era lo más caro», rememora. «¡Así lo sentí todos los días!», revive.

Sin dosificar, Rose riega la sequía existencial a riesgo de electrocutarnos para instarnos a ser agentes de cambio: «No quieres ser irrealista acerca de lo que puede y no puede suceder, pero siempre quieres tener la sensación de que todo es posible».

Referencias

Sobre la autora

Jessica Brahin. Periodista, Internacionalista y escritora.

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