Las ciudades de las damas

Ciencia y más

Desafortunadamente no hay muchas mujeres implicadas en la planificación y la gestión de nuestras ciudades y es importante ampliar perspectivas en cuanto a cubrir las necesidades de una ciudadanía plural en el espacio urbano.

Soluciones concretas para problemas concretos

Las ciudades deben ser amables y seguras para todos sus habitantes. Sin embargo, hay varios aspectos en los que se hace evidente que no lo son. Los entornos urbanos se han ido configurando de diferente manera siguiendo las directrices de múltiples variables: culturales, económicas, orográficas, políticas, etc. Lo que se repite en muchos de esos entornos es la nula o escasa participación de las niñas y las mujeres en la recuperación de espacios seguros, accesibles y eficaces para su vida diaria.

Aunque los siguientes datos se refieren a México, sirven para reflexionar: los hombres utilizan la bicicleta con el doble de probabilidad que las mujeres, el 15 % de las mujeres vive en casas con deficiencias de infraestructura o espacio (42-50 % entre la población indígena); el tiempo dedicado a tareas domésticas se incrementa para ellas un 15 % en viviendas sin agua corriente (40 % cuando tienen que ir a buscarla); las mujeres destinan el 65 % de su tiempo total de trabajo al no remunerado, es decir, al doméstico y de cuidados (los hombres el 21 %). La disponibilidad de tiempo es clave para encontrar y mantener un empleo y para acceder, por lo tanto, a créditos para la vivienda.

La seguridad de las ciudades es una cuestión relevante en igualdad; en México, más de una de cada cuatro mujeres ha experimentado algún tipo de acoso sexual en el transporte público, un 14 % ha sufrido tocamientos o manoseos, un 8 % ha tenido miedo de ser agredida, el 1,3 % ha sufrido agresiones sexuales, un 31 % está preocupada por ser víctima de un robo. Las malas opciones de diseño urbano, como la escasa iluminación de las calles o los túneles subterráneos aislados, pueden poner a las mujeres en un mayor riesgo de violencia en el espacio público. La seguridad en las ciudades implica estrategias, prácticas y políticas que apunten a reducir cualquier agresión en los espacios públicos y que minimicen el riesgo para ellas y para otros colectivos vulnerables. Incluso en situaciones puntuales de catástrofes naturales, en un estudio llevado a cabo en 141 países se detectó que las mujeres y las niñas tenían 14 veces más probabilidad de morir que los hombres debido a las desigualdades relacionadas con sus derechos económicos y sociales. Por lo tanto, es urgente que las niñas y las mujeres aporten sus puntos de vista en la planificación y en el desarrollo de las ciudades.

Reclamando derechos en los espacios urbanos

Ana Falú es arquitecta e investigadora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Argentina. Ha liderado el Grupo Asesor para la Inclusión de Género de ONU-Habitat (2016-2021). Ella explica la complejidad de la vida urbana y el derecho a la ciudad desde una perspectiva plural.

Fuente: Mujeres haciendo Ciudad. ONU-Habitat.

El derecho a la ciudad significa abrir la reflexión a todos los elementos que la componen. Desde este punto de vista, si tenemos en cuenta a todos los habitantes de una ciudad, las líneas de acción y nudos críticos requerirán un análisis diferente porque se visibiliza cada caso y sus interseccionalidades. Hay diversas formas de vivir y una multiplicidad enorme de personas que utilizan el espacio público; podemos nombrar colectivos y podemos mezclar las características de cada colectivo para acercarnos a la pluralidad de personas y necesidades.

El derecho a la ciudad es en realidad un conjunto de derechos que permiten el acceso de la ciudadanía a la vivienda, a los bienes urbanos, al transporte, en definitiva, a un espacio público equitativo y facilitador. La investigadora insiste en poner en alza lo colectivo y recuperar a quienes abrieron camino, reconocer a las mujeres que ocuparon las calles, lugares prohibidos desde los que ellas se hicieron visibles y se escucharon sus voces.

Dice que todavía se sigue planteando el diseño de muchas ciudades desde una perspectiva androcéntrica que pone al hombre como medida universal y en particular al hombre blanco, joven, sano, productivo y heterosexual. Un planteamiento que invisibiliza e ignora a las mujeres reforzando el concepto de un mundo productivo separado del reproductivo devaluado e invisibilizado.

Para poner de manifiesto ese dominio es necesario cartografiar los espacios urbanos, elaborar un mapa de las mujeres en la ciudad para identificar sus zonas de movilidad y su ubicación, cómo habitan los territorios y qué uso hacen de ellos, etc. Esta información permite conocer quiénes son y por dónde se mueven, no sólo ellas, sino en la intersección del análisis de los territorios, teniendo en cuenta la exposición y el riesgo en los espacios, qué características tienen éstos, cómo se han consolidado o no y qué tipo de servicios ofrecen.

El derecho a la ciudad de las mujeres debería comenzar por no neutralizarlas ni subordinarlas a conceptos androcéntricos y patriarcales, por tener en cuenta sus demandas, por no olvidar la persistente inequidad en las tareas de cuidados que tiene consecuencias en la vida urbana. Un urbanismo que se propone el bienestar de sus habitantes reconoce su diversidad, igual que los cambios sociodemográficos y la pluralidad de soluciones que debe dar a su ciudadanía. Sería deseable implementar la idea de la multiplicidad de culturas y entender las formas de habitar y pensar las ciudades desde una postura democrática y plural que denuncia situaciones de presión.

Her City

Una buena iniciativa que escucha a las niñas y a las mujeres y su día a día en las ciudades, es Her City de ONU-Habitat, que fomenta su participación en la planificación y diseño de ciudades para un crecimiento urbano más igualitario y sostenible. En 2050, se calcula que el 70 % de la población mundial vivirá en áreas urbanas que son las responsables de más del 70 % de emisiones de CO2 y es relevante optimizar los desplazamientos de casa a la escuela, de la escuela al trabajo, de casa a la compra y otra vez con el coche a por los niños. Mil millones de personas están viviendo en asentamientos que son el resultado de una urbanización rápida y no planificada, sobre todo en los países en desarrollo. Entre los grupos más vulnerables, se encuentran las mujeres de zonas desfavorecidas socioeconómicamente. Las investigaciones realizadas por ONU-Habitat muestran que las niñas y las mujeres no utilizan los espacios públicos de una ciudad igual que los niños o los hombres. A partir de los ocho años, el 80 % de los espacios públicos son dominados por los niños, y las niñas ya se sienten inseguras y excluidas.

Fuente: Naciones Unidas México.

Her City se presentó en 2021 como un proyecto con múltiples recursos para ayudar a los urbanistas a nivel mundial, aunque luego cada propuesta se aplique con la implicación de instituciones y asociaciones locales. La iniciativa ha elaborado una «caja de herramientas» que permite aplicar un desarrollo participativo rentable que puede ser incorporado dentro de las ciudades y comunidades. El proceso para lograr ciudades amables para todos consta de nueve bloques presentados como una guía digital que explica cómo coplanificar ciudades desde diferentes perspectivas y contextos. Estos nueve bloques representan las tres fases del proceso de desarrollo urbano. La primera es hacer un diagnóstico (bloques del 1 al 3), seguida por la fase de diseño (bloques del 4 al 6) que incluye métodos innovadores de proyecto utilizando herramientas como Minecraft. La última fase consiste en la implementación del programa (bloques del 7 al 9). Cada bloque contiene una serie de actividades con pasos detallados hasta el resultado esperado. Estas herramientas se encuentran en la web de Her City.

Lima y Minecraft

“Mujeres constructoras de un sistema de espacios públicos inclusivo y resiliente para toda la ciudad de Lima”, es un proyecto de Her City que tiene como objetivo promover la cohesión social y mejoras de políticas públicas en la ciudad y en varias comunidades de Perú. En las zonas propuestas para su recuperación había muchas vías peatonales en laderas y por eso eran peligrosas. El objetivo consistía en hacerlas seguras para evitar deslizamientos de tierra, crear huertos para que los residentes cultiven sus propios alimentos y crear un espacio sin peligro de sufrir agresiones o acosos. Además, se comprobó que había zonas abandonadas debido al uso que se hacía de ellas como aparcamientos informales. La finalidad era implementar zonas para todos, especialmente para niñas, mujeres y personas de edad mejorando el acceso peatonal al espacio y acondicionando un parque de juego infantil y ocio.

Las Constructoras son mujeres locales, muchas son madres solteras que siguen en paro desde la pandemia. Conocen bien el entorno y las técnicas de rehabilitación adecuadas para las áreas de laderas. Las Constructoras transmitieron sus conocimientos a otros grupos de mujeres a través de talleres entre pares.

El proyecto capacitó y empoderó a treinta vecinas; se llevó a cabo bloque a bloque, siguiendo los pasos de Her City, utilizando Minecraft en varias etapas que permitió a las participantes imaginar y rediseñar el espacio que querían remodelar. También usaron Inhabit Place, una aplicación para el móvil que permite recopilar datos sobre el tipo de uso que se le da a un determinado espacio público.

A través de un proceso colaborativo se construyeron pasillos, muros de contención, juegos y huertos urbanos que beneficiaron a más de 5500 personas, principalmente mujeres y niñas. Los huertos aprovisionaron de alimentos a más de 3000 vecinos de la comunidad de San Juan de Miraflores, cerca de Lima. «Creemos que haber recuperado el parque es una señal de que estamos haciendo un cambio que beneficia a los niños y niñas que ahora tienen un espacio para jugar y aprender sobre el cuidado de las plantas. Además fue una experiencia muy linda poder participar en el diseño del parque, las mamitas de la olla han podido participar en las sesiones y hemos podido apoyarlas en el trabajo», dicen las vecinas Flor Gómez y Patricia Chuquichaico.

https://youtu.be/DeSeBe3sPII?si=El8HcIVO-lIXvC0P

También se inauguraron los espacios públicos recuperados en La Ensenada que estaba abandonada y que fueron construidos por quince mujeres líderes de Puente Piedra, otro barrio, que incluyen espacios de descanso para 2500 residentes, especialmente niñas y niños que podrán desplazarse con mayor facilidad desde su casa a la escuela. Otro dato importante es que al transformar los espacios públicos se empieza a reactivar la economía del barrio.

Los logros han sido posibles con la participación activa de las mujeres, madres y niñas a las que se ha escuchado y a las que se ha tenido en cuenta para el diseño y construcción de los espacios públicos recuperados. Si además aumenta el número de mujeres en puestos decisorios, como urbanistas, arquitectas, geógrafas sociales, ingenieras, etc., se contaría con voces diferentes y sabemos que la diversidad en cualquier campo siempre mejora los resultados. Las mujeres tiene mucho que decir en el diseño y en la gestión de espacios públicos seguros, inclusivos, accesibles, verdes y de calidad.

Dice Ana Falú:

No es un camino fácil, es un camino muy difícil y para andarlo hay que fortalecerse en las ideas y en las convicciones para defenderlas. Cuando una se fortalece se convierte en algo muy precioso. Hay que atreverse, perder el temor y hacerlo de manera colectiva. Al final, implicarse en las batallas vale la pena.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

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