Cada célula de nuestro cuerpo, y del cuerpo de todos los seres vivos, contiene una copia completa de nuestro ADN. Pero ese ADN por sí solo no funcionaría si no hubiese mecanismos que lo convierten en instrucciones que las células puedan interpretar.
En 1958, Francis Crick, uno de los primeros en publicar que el ADN tiene forma de doble hélice, enunció lo que llamó el dogma central de la biología molecular. Se trataba de un concepto sobre el que descansaría todo el mecanismo según el cual la información contenida en nuestros genes se convierte en instrucciones que llegan a los orgánulos del interior de nuestras células y les dicen qué hacer, esto es, qué proteínas deben generar. Esas instrucciones son el ARN mensajero, un término que hoy resulta relativamente familiar para el gran público por su papel en las vacunas contra la COVID-19.
Pero ese enunciado de Crick, ese dogma, era como si una linterna mostrase por primera vez un puzle hasta ese momento casi desconocido. Qué piezas lo conformaban y cómo interaccionaban entre ellas era algo por desvelar. La década de los 60 y los 70 fueron una carrera científica con cientos de participantes de todo el mundo para descubrir y entender estos mecanismos.
Audrey Stevens Niyogi fue una de las científicas que participaron en ese esfuerzo colectivo. Ella es una de los cuatro científicos que, de manera independiente, descubrieron el papel de la ARN polimerasa, un conjunto de enzimas capaz de leer el ADN y transcribir sus instrucciones en forma de ARN para que la maquinaria celular pueda llevarlas a cabo y cumplir su función.
Nacida en una granja de Nebraska
Audrey Luise Stevens nació el 21 de julio de 1932 en una granja de Nebraska, Estados Unidos. Tuvo una hermana gemela y un hermano mayor, al que siguió por la vía científica. Durante su etapa escolar, entre semana las hermanas vivían con otra familia que residía más cerca de la escuela local para que no resultase tan largo y pesado el trayecto diario.
Por entonces la bioquímica no era una disciplina tan extendida ni reconocida. Stevens se formó como química, obteniendo el título por la que hoy es la Universidad del Condado de Wayne y la Universidad Estatal de Iowa. Se doctoró, ahora sí en bioquímica, en 1958, el mismo año que Crick expresó su dogma (aunque sería reformulado de nuevo en 1970, tras una década de frenéticos descubrimientos en este campo).
El papel de la ARN polimerasa
Mientras trabajaba como investigadora postdoctoral en el Instituto Nacional de Salud, Stevens llevó a cabo experimentos originales con los que demostró la síntesis de ARN en cultivos celulares de E. coli, incluyendo la descripción y función de la ARN polimerasa. Otros tres científicos, James Bonner, Jerard Hurwitz y Sam Weiss, llegaron a la misma conclusión más o menos en la misma época, aunque de manera independiente. Esto ayudaba a colocar otra pieza en el puzle, al ayudar a entender cómo el contenido del ADN se convertía finalmente en funciones celulares a través de esas instrucciones que la ARN polimerasa transcribía.
Tras esto obtuvo una plaza de profesora en la Escuela de Medicina de la Universidad de St Louis. También trabajó un tiempo en la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland. Finalmente comenzó a trabajar en el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, donde permaneció hasta el final de su carrera. En 1964 se casó con otro colega bioquímico, Salil Kumar Niyogi, y pasó a llamarse Audrey Stevens Niyogi.
Avanzando en sus investigaciones sobre el papel de este conjunto de enzimas, Stevens aisló una proteína, que producía bacterias de E. coli infectadas por un virus bacteriófago, que tenía el efecto de impedir la producción de ARN. Es lo que se llama un factor anti-sigma, y esta en concreto se llamó «el inhibidor Audrey Stevens».
Madre e hijo en la Academia Nacional de las Ciencias
En 1998 fue elegida para formar parte de la Academia Nacional de las Ciencias por sus valiosas contribuciones al campo de la bioquímica. 18 años después, en 2016, su hijo Krishna “Kris” Niyogi recibió el mismo reconocimiento. En su caso, Kris es experto en biología vegetal y estudia entre otras cosas los mecanismos por los que las plantas regulan su actividad cuando hay un exceso de luz.
Curiosamente, cuando en 1998 llamaron a Audrey Stevens para comunicarle que había sido incluida en la Academia Nacional de las Ciencias, su hijo estaba de visita en casa y fue quien respondió al teléfono. Unos pocos meses antes, el centro donde trabajaba Stevens había anunciado que ella y algunos científicos más se quedarían sin empleo en octubre de ese año ante la escasez de fondos. Finalmente, tras el reconocimiento, el laboratorio fue capaz de conseguir la financiación para que Stevens pudiese seguir trabajando allí hasta el final de su carrera.
Audrey Stevens Niyogi murió el 28 de febrero de 2010.
Referencias
- Audrey Stevens Niyogi, Wikipedia
- Ray Smith, Historically Speaking: Mother, son both elected to National Academy of Sciences, Oakridger, 15 febrero 2017
- Jerard Hurwitz, The Discovery of RNA Polymerase, Reflections 289 (52) (2005) 42477-42485
Sobre la autora
Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.