La participación de mujeres sube hasta un 253 % si el evento es virtual

Ciencia y más

La pandemia fue la culpable de una transformación drástica en la manera de conectarnos y comunicarnos. Este cambio tan rápido en cuestiones telemáticas que comenzó a principios de 2020, trajo múltiples desafíos. En la actualidad, podemos señalar que las tendencias digitales impulsadas por la COVID-19 continúan creando nuevas oportunidades en cuanto a accesibilidad y diversidad en el ámbito STEM.

Inclusión telemática

Las alternativas virtuales pueden mejorar la participación de grupos vulnerables y es interesante reflexionar sobre lo que ha supuesto este cambio para muchas personas, en concreto, para muchas científicas. La presencia femenina en eventos virtuales ha aumentado un 253 % en comparación con los congresos presenciales de etapas anteriores. Los eventos virtuales están mostrando de forma positiva a una comunidad global de mujeres en ciencia que ahora pueden presentar sus proyectos. Según el Washington Post, «la participación en línea permite a las mujeres eludir redes potencialmente excluyentes y experimentar colaboraciones enriquecedoras incluso en el plano internacional».

Por otro lado, es necesario que las herramientas y los recursos que hacen posible esta participación telemática sean accesibles, no sólo por hacer buena ciencia sin dejar a nadie fuera, sino porque existe una obligación legal que regula este aspecto. Las redes sociales y plataformas tipo Zoom, Meet, etc. tienen que ofrecer la posibilidad de uso a cualquier persona (Olga Carreras tiene un artículo imprescindible que analiza el Real Decreto 1112/2018 sobre accesibilidad de los sitios web y aplicaciones para dispositivos).

Mujeres que comienzan sus carreras

Los espacios dejan de ser determinados y limitantes con una ubicación concreta; la exposición de un proyecto novedoso de investigación o una ponencia relevante pueden convertirse en cuestiones de gran alcance más allá de un lugar o un horario específicos. Un grupo más amplio de investigadores e investigadoras tienen acceso al contenido de lo que, en caso de presencialidad, se mostraba a una audiencia cautiva. Además, al eliminar los gastos en viajes y alojamientos, los eventos virtuales son una opción para aumentar el número de asistentes postdoctorales y de académicas que a menudo tienen menos medios económicos y cualquier viaje largo les supone un exceso que a veces no pueden asumir. Esto ha llevado a un patrón de tasas de asistencia y participación más altas, lo que implica un mayor abanico de oportunidades para las investigadoras en etapas iniciales de su carrera.

Consideraciones clave para la asistencia y organización de congresos académicos.
Fuente: Nature (Changing scientific meetings for the better).

La capacidad de asistir a sesiones de redes virtuales y digitalizar presentaciones permite a las investigadoras jóvenes conectarse en niveles que de otra manera quedaban más lejos, y amplificar así el impacto y la vida útil de su trabajo. Históricamente, en medio de los espacios llenos de gente de los congresos presenciales, las investigadoras jóvenes han tenido menos oportunidades de establecer contactos y compartir sus hallazgos, lo que llevaba a brechas de equidad de género. Pero con los eventos en línea, las científicas jóvenes pueden posicionarse profesionalmente frente a una audiencia más numerosa y extensa; se escuchan sus aportaciones, se graban, se leen sus chats, se añade su dirección de correo a posibles contactos y se elimina el factor efímero de la conversación informal con el vaso de café en la mano, muy provechoso, por otro lado, en algunas ocasiones.

Mujeres que requieren asistencia personalizada

Los eventos en línea también son una buena opción para las madres embarazadas y con bebés o niños pequeños al darles la oportunidad de asistir a congresos en sus propios términos. Las colaboraciones presenciales rara vez proporcionan servicios adecuados de cuidadores o enfermería para mujeres con hijos que necesiten estos apoyos. Afortunadamente, se dan pasos para que queden atrás los días en los que las mujeres tenían que elegir entre promocionar en sus carreras o atenerse a la imposición de ser las únicas cuidadoras de su familia. Los formatos virtuales pueden ser un atisbo de libertad para evitar la disyuntiva anterior, aunque esta no es la solución, ni mucho menos, para eliminar las dificultades de base sin resolver (los cuidados siguen siendo tarea de mujeres, las ayudas sociales para aliviar dependencias son escasas, la inercia de la carga mental y física en el hogar se mantiene de color rosa, etc.).

Sin embargo, es indiscutible que los medios digitales permiten que las mujeres (y de hecho todas las personas) accedan a una comunidad de trabajo más amplia. Pensemos en un grupo especialmente discriminado: científicas con algún tipo de discapacidad. Los largos eventos de varios días y los espacios sofocantes de pósteres de los congresos presenciales no siempre se han acomodado a las personas neurodivergentes o a las personas con alguna enfermedad crónica o una discapacidad que suponga una dificultad para asistir a estos eventos. Tendría que ser posible, sencillo y rápido como un derecho que no se mendiga, solicitar las ayudas necesarias para la asistencia a estos intercambios científicos que deberían tener la inclusión y la accesibilidad como conceptos permanentes y transversales de su organización, pero todavía falta mucho camino por recorrer.

Incluso en las actuales invitaciones virtuales, hay que insistir en los subtítulos de audios para personas con discapacidades auditivas, en las descripciones de imágenes para personas sin resto visual, en no manejar colores confusos para personas daltónicas o con visión en blanco y negro, etc., es decir, en la accesibilidad antes señalada de páginas y plataformas, etc.

Aún así, con mucho por hacer, las investigadoras y los investigadores con discapacidad tienen un mayor control sobre la situación en eventos virtuales y pueden sentirse con más autonomía y mayor seguridad frente a un público más amplio al otro lado de sus pantallas.

Mujeres de todo el mundo

Para las mujeres que viven en países en desarrollo, asistir a un congreso internacional puede ser extremadamente difícil debido a las restricciones en los visados y otras posibles complicaciones de viaje. Esto a menudo significa que el trabajo importante que se realiza en todo el planeta no recibe la atención que merece. Fiona Mumoki, investigadora en la Universidad de Pretoria, en Sudáfrica, es una de las autoras que han contribuido a la evaluación de las características de las reuniones científicas. Sobre las desigualdades evidentes para las investigadoras inmigrantes afirma que «cuando se viene de África, asistir a un congreso internacional es realmente difícil. Las invitaciones a eventos presenciales ya son costosas de por sí, pero es aún más difícil si se viaja desde África. La mayoría del personal investigador deben decidir si usar ese dinero para impartir una charla o para su laboratorio». En un contexto digital, las mujeres de cualquier país tienen el poder de desbloquear un mundo que durante demasiado tiempo ha sido prácticamente exclusivo de los científicos occidentales. Al democratizar el acceso a la investigación y a las discusiones que lleva añadidas, se promueve una ciencia que avanza paso a paso, sin descartar buenas cabezas por cuestiones ajenas al talento científico. Las aportaciones a la ciencia, las nuevas miradas en investigación, tienen que estar por encima de estereotipos, capacitismos, racismos y prejuicios que cierran oportunidades.

¿Cómo podemos mejorar?

Es un hecho que los eventos en línea han sido beneficiosos en términos de equidad. Sin embargo, podemos seguir mejorando el acceso a una ciencia inteligente para todos y facilitar la participación de mujeres de diferentes orígenes y con distintas situaciones de vida. La próxima vez que se organice un congreso, sería conveniente que el equipo que lleve a cabo los preparativos se preguntara si es posible reflejar en la planificación la demografía del mundo que nos rodea. Al incluir más mujeres organizadoras, moderadoras y mujeres afroamericanas o con discapacidad, el comité de planificación podrá obtener más información sobre las características y las instalaciones que deben incluirse para que todos se sientan cómodos; una científica con discapacidad auditiva no obviará la necesidad de intérpretes de lengua de signos y de subtítulos en los vídeos.

Sin embargo, no podemos olvidar que llevar a cabo un evento virtual tampoco garantiza salvar por completo los obstáculos que las mujeres tienen que superar, como las interrupciones de los colegas masculinos, un lenguaje discriminatorio, una comunicación excluyente, etc. Es necesario asegurar una participación que permita a los asistentes levantar la mano cuando tengan algo que aportar para evitar interrupciones y buscar algún buen medio para que se escuche la voz de todos los asistentes. El objetivo es facilitar el intercambio a cualquier persona que quiera compartir su ciencia y anticipar las dificultades que pueda encontrar en la exposición de su trabajo, desde los viajes, alojamientos, comidas, movilidad, etc. si la participación es presencial, hasta las variables de inclusión y accesibilidad digital si la asistencia es virtual.

Quizá nos lleve un tiempo, pero sería más que conveniente entrenar tanto la mirada violeta como la mirada inclusiva y facilitadora, para congresos virtuales, presenciales y, en definitiva, para hacer una sociedad mejor cada día.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

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