Henrietta Hill Swope, la astrónoma que abrió las puertas de nuestra galaxia

Vidas científicas

Sus límites no terminan en nuestra galaxia, es más, se abre paso sin que sepamos dónde termina –si es que tiene límite alguno–. Decir que el universo se expande es una teoría aceptada, aunque hasta comienzos del siglo XX no lo fuera. Tampoco sabíamos de la existencia de las miles y millones de galaxias que existen más allá de la Vía Láctea. El conocimiento que hoy tenemos de la inmensidad del Universo y de la lejanía de otras galaxias se lo debemos, en gran parte, a la protagonista de hoy.

Ella es Henrietta Hill Swope, la astrónoma estadounidense que estudió las cefeidas, aquellas estrellas variables visibles desde la Tierra que nos son útiles para medir distancias muy lejanas a nuestro planeta.

La pequeña Henrietta y sus referentes

Henrietta Hill Swope.

Henrietta Hill Swope (1902-1980) nació en una familia acomodada y culta de Misuri. Gerard Swope, su padre, era ingeniero y trabajó en la empresa tecnológica General Electric, llegando a ser el presidente. Mary Hill, la madre de Henrietta, cursó estudios superiores y estaba implicada en temas sociales; ocupó un cargo en la Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad. Ambos fueron profesores la Hull-House, lugar donde se desarrollaron programas sociales, educativos y artísticos muy innovadores. La pequeña Henrietta, por tanto, pudo crecer en un ambiente propicio para querer aprender y desarrollar su potencial en el ámbito académico que quisiese.

¿Por qué optó por la Astronomía? Una de las razones reside en el lugar de veraneo de la familia: la isla de Nantucket, al norte de Massachusetts. En esta isla se encontraba el Observatorio María Mitchell, dirigido por la astrónoma Margaret Harwood. En el centro se impartían seminarios y clases para el público general y Henrietta asistió a una de las charlas impartidas por Harlow Shapley, el director del Observatorio de Harvard; en ella el astrónomo habló acerca de la estructura de la Vía Láctea, suscitando en la joven un gran interés por la Astronomía. Después, fue la madre de Henrietta quien la animó a que escribiese a Shapley para informarse del estudio de las estrellas.

Harvard y el estudio de las cefeidas

A principios de los años 20, Hill se matriculó en Barnard College (Nueva York) y obtuvo su licenciatura en matemáticas en 1925. Después, volvió a Chicago y tras un año trabajando en la Escuela de Administración de Servicios Sociales de la Universidad, se matriculó en el Radcliffe College de Harvard para obtener su maestría en Astronomía, que consiguió en 1928.

Gracias a la obtención de una beca entró a trabajar con Shapley para el estudio de las estrellas variables –es decir, aquellas que cambian su brillo y tamaño durante el tiempo y pueden ser vistas desde la Tierra–. En aquel lugar, entabló una gran amistad con sus compañeras de trabajo y también grandes astrónomas Cecilia Payne-Gaposchkin y Adelaide Ames.

El trabajo de Henrietta consistía concretamente en el estudio de las cefeidas, un tipo de estrellas variables que sufren cambios de luminosidad de una manera rítmica en períodos de tiempo cortos –de 1 a 50 días–. Puesto que la variabilidad en la luminosidad está proporcionalmente relacionada con la distancia a la que se encuentra una estrella, observar estos cambios puede ser útil para medir el tamaño tanto de la Vía Láctea y de las distancias a otras galaxias.

En Harvard, Henrietta se convirtió en toda una experta en calcular dichos cambios a partir de la observación de las imágenes fotográficas de las estrellas. Estimó la luminosidad y los periodos de pulsación de un gran número de objetos con una gran precisión, de hecho, llegó a analizar más de 1600 de estrellas variables entre 1927 y 1942. Y durante ese período publicó, junto con Shapley, artículos de gran impacto. Por ejemplo, publicaron el estudio de las primeras evidencias de la existencia de un núcleo galáctico masivo.

Su pasión en standby

Bien sabemos que los referentes –tanto dentro como fuera de casa– son necesarios para que uno persiga sus sueños, pero no siempre son suficientes para conseguirlo. En el caso de Henrietta, aunque llegó a trabajar como astrónoma en Harvard, le pagaban el salario mínimo y tuvo así que subsistir con la ayuda económica proporcionada por su familia. De hecho, durante casi toda su vida, aquel apoyo económico le fue esencial para poder dedicarse a la astronomía.

Henrietta Hill Swope llegando al Observatorio de Las Campanas para la inauguración
del telescopio duPont. Imagen: Carnegie Astronomy.

En aquel momento, las condiciones económicas precarias obligaron a Henrietta a dejar Harvard. Hill, alejándose de las estrellas, comenzó a trabajar en el laboratorio de radiación del MIT. Entre 1942 a 1947, en plena Segunda Guerra Mundial, Swope trabajó calculando las tablas de navegación marítima LORAN, un sistema hiperbólico de navegación por radio desarrollado en Estados Unidos que operaba frecuencias más bajas que el sistema habitual para mejorar la precisión de la comunicación entre barcos y aviones en el Pacífico.

El retorno a su pasión

En 1947 dejó el MIT para retomar el contacto con el estudio de los astros. Volvió a la institución donde se licenció para dar clases de astronomía, además de impartir clases en Connetticut College for Women.

Y en 1952, Walter Baade, astrónomo alemán de gran prestigio, pidió a Henrietta que fuese a trabajar con él al Observatorio Palomar en San Diego (California). Quería que Hill fuese su asistente de investigación para analizar juntos la evolución estelar a través de las estrellas variables detectadas por el telescopio Hale. Hill acabó investigando de forma bastante independiente, escribiendo sus propias publicaciones. Entre ellas destaca el estudio del análisis de las curvas de luz de 275 cefeidas de la galaxia Andrómeda con el que pudo calcular la distancia a dicha galaxia, la más precisa jamás calculada hasta el momento: 2,2 millones de años luz –hoy sabemos que está a 2,5 millones de años luz–. Este resultado cambió la concepción del tamaño del Universo y fue una de las evidencias que confirmaron que las nebulosas espirales eran otras galaxias lejanas a la nuestra, y no objetos situados dentro de nuestra galaxia. Podemos decir que Henrietta Hill Swope fue la astrónoma que abrió las puertas de nuestra galaxia.

Pero hasta finales de su carrera, Henrietta no consiguió un puesto fijo como investigadora. Al fin, se lo concedieron en 1968 en el Instituto Tecnológico de California.

Retirada generosa y reconocimientos

Telescopio Henrietta Swope.

Antes de retirarse, Henrietta hizo una gran donación al Instituto de Carnegie de Washington para el desarrollo de los observatorios astronómicos en el hemisferio sur. Parte del dinero fue destinado para la construcción del telescopio del Observatorio Las Campanas en Chile, que comenzó a operar en 1971 bajo el nombre de Telescopio Henrietta Swope.

El año de su retirada, en 1968, a Henrietta se le fue concedido el premio Annie Jump Cannon de la Sociedad Astronómica Estadounidense por su contribución a la astrofísica.

Murió a los 78 en Pasadena. Legó gran parte de su patrimonio al Instituto Carnegie de Washington para el mantenimiento del Observatorio de Las Campanas y para la investigación astronómica de aquella institución.

Fue una mujer enamorada de las estrellas y volcada completamente a su estudio, lo que le condujo a conocer mejor el tamaño de la Vía Láctea y sus horizontes. ¡Gracias por tu vehemencia, Henrietta Hill Swope!

Referencias

Sobre la autora

Maialen Muniozguren Puertas es graduada en geología por la UPV/EHU, ha realizado el Máster de Cultura Científica de la UPNA y la UPV/EHU y es divulgadora en el Flysch de Zumaia.

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