Carrie Derick, brillante científica canadiense, feminista y polémica combatiente

Vidas científicas

El 14 de enero de 1862 nacía en Canadá Carrie Matilda Derick, hija de Edna Colton Derick y Frederick Derick, quien con el tiempo llegaría a convertirse en la primera mujer profesora en la acreditada Universidad McGill de Montreal. Fue una científica experta en botánica y en genética. En una época donde la participación femenina en el ámbito científico era escasa, consiguió alcanzar un claro reconocimiento tanto en su país como en el extranjero.

Su trayectoria vital, sin embargo, no puede resumirse solo en una innovadora carrera académica. También defendió con gran determinación sus propios derechos y los de todas las mujeres. Cuando se jubiló en 1929, había conseguido ampliar el campo profesional femenino, mejorando notablemente los aspectos sociales y educativos de jóvenes y adultas. La suya es la historia de una mujer con gran agudeza intelectual, excelente científica, sufragista y reformadora social que trabajó dura e incansablemente salvando múltiples obstáculos.

Los primeros pasos de una joven que llegaría lejos

Carrie Derick fue una precursora en educación y en ciencia. Llegó a su profesión pronto, ya que a la edad de quince años enseñaba en la escuela de su pueblo natal, Clarenceville, situado en Quebec. Con posterioridad, se trasladó a Montreal donde se graduó de maestra en 1881, en la Escuela Normal McGill (McGill Normal School), donde fue merecedora de la Medalla de Oro Príncipe de Gales (Prince of Wales Gold Medal); unos años más tarde daba clases en un instituto femenino en Montreal, tal como podemos leer en la página web Library and Archives Canada.

Carrie Derick (1890). McGill.

En 1887 decidió matricularse en la Universidad McGill, solo tres años después de que las mujeres fuesen admitidas por primera vez en esta institución. Carrie Derick se incorporó al segundo curso de ciencias naturales mientras seguía impartiendo sus clases en el instituto. Se graduó con honores (First Rank Honours) en 1890 y ganó la prestigiosa Logan Gold Medal. Ese mismo año fue contratada con un pequeño cargo a tiempo parcial en el Departamento de Botánica, convirtiéndose así en la primera mujer que ocupaba un puesto como docente en una universidad canadiense.

En el departamento que estaba dirigido por el profesor David Penhallow, Carrie Derick comenzó un máster en botánica. Según ha señalado Valerie Pazstor en su libro Biology, la joven terminó su tesis de máster en cuatro años, «un notable hito considerando que desempeñaba dos trabajos al mismo tiempo […]. Uno puede imaginar que sus días eran largos y agotadores, pero Carrie Derick tenía evidentemente la energía suficiente como para desarrollar sus intereses».

Tras recibir el grado de Máster en 1896, optó durante varios años por pasar los veranos en otros centros; principalmente acudió al acreditado Laboratorio de Biología Marina (Marine Biological Laboratory) de Massachusetts y también dedicó parte de su tiempo en ampliar su formación en la Universidad de Harvard.

Por esas fechas, el profesor David Penhallow la recomendó para un cargo más alto a tiempo completo en la universidad, pero el equipo directivo, que no estaba preparado para aceptar la idea de una mujer en una posición elevada, solo le ofreció el mismo contrato que tenía, aunque con dedicación a tiempo completo. Carrie Derick rechazó esta oferta, alegando que económicamente no podía abandonar sus otros empleos como profesora. Finalmente, un financiero canadiense, Sir Donald Smith, quien con anterioridad había donado dinero a la McGill para hacer posible que las mujeres se incorporaran a la universidad, proporcionó fondos extra con el fin de incrementar el salario de la científica. Ella aceptó y estuvo durante ocho años, hasta 1904, ocupando ese puesto de trabajo (Library and Archives Canada).

Durante esos años, Carrie Derick colaboró estrechamente con el profesor Penhallow, continuando su propia investigación al tiempo que daba clases. En 1901 recibió una beca de la universidad que le permitió ausentarse durante un curso académico para ampliar su formación en la universidad de Bonn, Alemania. Sin embargo, a pesar de que completó la investigación requerida para su doctorado, no se le otorgó el título porque la universidad no lo concedía a las mujeres (Library and Archives Canada). Inasequible al desaliento, Carrie Derick persistió en su investigación, regresó a la McGill y continuó su trabajo, enseñando botánica y, además, se hizo cargo de la administración del Departamento de Botánica.

En términos de su especialidad académica, tal como informa la página web del Centro de Estudios Canadienses (The Centre for Canadian Studies), Carrie Derick creó un curso de «Evolución y Genética» que se convirtió en el primero sobre el tema impartido en las universidades del país. Es conocido que la evolución biológica como materia docente ha sido extremadamente controvertida en multitud de países hasta bien entrado el siglo XX, y que Canadá no fue una excepción. Durante la época en que Derick era una estudiante no graduada, tal asignatura no se enseñaba. Por otra parte, la genética en los primeros años del siglo era todavía un campo en emergencia, que aún no había alcanzado la enorme expansión que tendría posteriormente. Carrie Derick tuvo, sin embargo, el indiscutible mérito de ser una innovadora precursora en el ámbito docente con el original curso propuesto, que afortunadamente fue aceptado como consta en el Centro de Estudios Canadienses.

Carrie Derick (1920). McGill.

Paralelamente a su actividad docente e investigadora, esta perseverante científica publicó numerosos artículos especializados sobre botánica y sobre genética, en diversas revistas de alto impacto, incluyendo The Botanical Gazette, The Journal of Royal Microscopical Society, Science, The Canadian Record of Science, y otras. Trabajos que estaban dirigidos a especialistas y que pronto fueron apreciados y ampliamente valorados por su notable interés.

Valga señalar al respecto que la escritora Margaret Gillett ha destacado, en su excelente libro publicado en 1981 sobre la historia de las mujeres en la Universidad McGill, que los artículos de investigación dedicados a la herencia de Carrie Derick fueron leídos y elogiados por científicos de todo el mundo, lo que dio a su autora una notable reputación internacional. Y no solo eso, sino que, además, abrieron el camino para futuros estudios de genética en su propia universidad.

Intercalemos aquí un breve paréntesis para señalar que el libro de Margaret Gillett «abrió los ojos a todas aquellas personas interesadas en la historia educativa de Canadá, y para gran número de lectores y lectoras, la presencia de mujeres en la historia de la Universidad McGill representó una enorme sorpresa», tal como apuntaba en 1987 la especialista canadiense en educación Naomi Hersom.

Retornando a Carrie Derick, apuntemos que sus valoradas publicaciones propiciaron que alcanzara la distinción de figurar en la edición de 1910 de «Hombres y mujeres americanos de ciencia» (American Men and Women of Science), según consta en Library and Archives Canada.

Cuando en 1910 falleció el director del departamento de botánica, David Penhallow, Carrie Derick asumió sus funciones de forma temporal con notable eficiencia. En 1912, sin embargo, la administración de la McGill decidió sacar esa plaza a un concurso público y ella se vio forzada a competir por un trabajo que había estado realizando durante dos años. Finalmente, la otra persona, un hombre, fue quien consiguió el puesto, a pesar de ser Derick la candidata de la casa. La científica se sintió notablemente desalentada ante esta situación, y no dejó de manifestarlo.

Quizás por temor a perder una valiosa profesional, finalmente el equipo de gobierno de la universidad optó por contratar a Carrie Derick como profesora con dedicación a tiempo completo, lo que la convirtió en la primera mujer que ocupaba un cargo de esa categoría en la universidad canadiense.

El cambio de estatus, sin embargo, resultó ser más honorario que real. Según se explicita en el Centro de Estudios de Canadá, no implicaba un nombramiento formal en la facultad ni ofrecía incremento alguno del salario; y, para más inri, llevaba el título de «Morfología Vegetal», que no era la especialidad de la científica. Ante las enérgicas protestas de Derick, se terminó por cambiar el nombre por el de «Morfología y Genética», lo que daba crédito a su formación y experiencia como genetista.

Carrie Derick, haciendo gala de su inagotable energía, formó parte de muchas organizaciones profesionales, incluyendo, por ejemplo, la Botanical Society of America, la American Genetics Association, y la Canadian Public Health Association, que solo recientemente habían abierto sus puertas a las mujeres.

La científica también escribió libros de divulgación con el fin de informar al público interesado sobre los avances de su especialidad. En este contexto, en 1927 publicó un breve libro acerca de los árboles del campus de su universidad, presentaba datos sobre la herencia, y recomendaba estrategias para la gestión del paisaje.

La lucha por el sufragio femenino, y controvertidos posicionamientos sociales

Carrie Derick no limitó sus esfuerzos al mundo vegetal y a la genética. También supo aprovechar su condición de primera mujer profesora universitaria en su país para defender los derechos femeninos. Tal como ha relatado Fiona Sarazin, las mujeres de Canadá, al igual que en otras partes del mundo, pasaron por tiempos difíciles al intentar establecer sus carreras científicas. Convencida de que «las profesiones deberían estar abiertas por igual para los hombres y para las mujeres», Derick luchó con energía por la mejora de las condiciones femeninas sociales y políticas.

Carrie Derick (1924).
La científica fue presidenta de la Asociación Sufragista de Montreal (Montreal Suffrage Association) entre 1913 y 1919; formó parte del Consejo Nacional de Mujeres (National Council of Women), y también fue miembro de la Asociación Canadiense de Salud Pública (Canadian Public Health Association).

Esta dinámica bióloga participó activamente en los más que controvertidos debates sobre el control de la natalidad en aquellos momentos asociado al llamado «suicidio racial» (racial suicide). Se trata de un término alarmista acuñado en las primeras décadas del siglo XX que promovía la eugenesia y la esterilización, constituyendo un movimiento defendido por prominentes personalidades de la época, tanto en Canadá como en otros países.

Carrie Derick, pese a sus impecables valores como científica y defensora de los derechos de las mujeres, fue partidaria de la eugenesia; y las diversas organizaciones a las que pertenecía le dieron la oportunidad de divulgar sus ideas con respecto a la degeneración racial y a los beneficios del control eugenésico. Derick seguía el convencional argumento de que si puede evitarse o eliminarse la degeneración hereditaria se resolverían la mayor parte de los problemas de la sociedad. Sostenía, además, que debía enseñarse a los niños a ser «castos, vivir en la limpieza y tener pensamientos elevados, así podría mejorarse la raza sin necesidad de una legislación especial». Sus conferencias públicas sobre el tema provocaron grandes y acalorados enfrentamientos.

Ante tan controvertido asunto, nos parece conveniente una breve aclaración. Recordemos, como podemos leer en Wikipedia y otras enciclopedias, que la eugenesia tiene como objetivo «el aumento de las personas más fuertes, sanas, inteligentes o de determinada etnia o grupo social, para lo cual promueve directa o indirectamente la no procreación de aquellos que carecen de esas cualidades, llegando a considerar su aplicación como una ventaja en el ahorro de recursos económicos para los países».

Tengamos en cuenta que la genética en las primeras décadas del siglo XX era una disciplina emergente, y los conocimientos sobre el funcionamiento de los genes eran todavía muy limitados. Hoy sabemos, dejando a un lado las cuestiones éticas o morales, que las políticas eugenésicas pueden terminar en un desastre biológico debido a que los intentos por eliminar rasgos considerados indeseables acabarían afectando a un aspecto fundamental de los organismos vivos: la diversidad genética. En consecuencia, se produciría una mayor vulnerabilidad a las enfermedades, menor capacidad de adaptación a los cambios ambientales y otros factores tanto conocidos como desconocidos.

Reconocimientos y final de una fructífera vida

En el año 1929, Carrie Derick se retiró de la Universidad McGill debido a su edad y escasa salud. Sus colegas le rindieron numerosos honores y la premiaron con el título honorario de «profesora emérita», siendo la primera mujer canadiense en conseguir tal distinción. Doce años más tarde, en 1941, la científica enfermó y falleció. En uno de sus obituarios, A. Byers, colega profesor de la universidad McGill recordaba que Carrie Derick «había ganado conocimientos por sí misma, y ella creía que esos conocimientos eran una posesión que debía usarse al servicio de la humanidad».

Esta científica fue muy reconocida por la comunidad especializada. Por ejemplo, en la Universidad McGill existe una placa recordando sus méritos como profesora e investigadora. Asimismo, en 2007 fue designada Persona Histórica Nacional (National Historic Person). Diez años más tarde, el 14 de enero de 2017, celebrando el 155 aniversario de su nacimiento, fue honrada con un Google Doodle. Por su parte, el Centro de Estudios de Canadá, afirma que su trabajo como científica, profesora y reformadora le ha proporcionado «un lugar imperecedero en la historia del país».

Los doodles de ‘mujeres con ciencia’.

Quizás, uno de los reconocimientos que más habrían gustado a esta excelente profesora y defensora de los derechos femeninos, sería el elevado número de profesionales actuales que agradecen profundamente la «labor pionera de Carrie Derick». Fue una de las que hicieron posible lo que parecía un sueño en aquellas fechas: «las mujeres científicas son hoy casi tan numerosas como los hombres, y también reciben un salario casi igual».

Referencias

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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