Amalia Fleming, bacterióloga y activista griega

Vidas científicas

Si te digo Amalia Fleming, seguramente, lo primero que te venga a la cabeza sea el científico que descubrió la penicilina. Ella debió de ser la esposa de Alexander Fleming –pensarás. Y estás en lo cierto, aunque debo decirte que aparte de ser la mujer y colaboradora del gran Fleming, Amalia fue una gran bacterióloga y activista política griega que ayudó a muchas personas.

Amalia Fleming (1956).
Hellenic Literary and Historical Archive – Cultural Foundation of the National Bank Of Greece.

Comienzo en una vida entre guerras

Amalia Koutsouri-Vourekas nació en Constantinopla (ahora Estambul) en 1912. Su padre era físico y su familia vivía cómodamente hasta que estalló la Primera Guerra Mundial. Con el objetivo de acabar con la pluralidad cultural del Imperio Otomano y convertirlo en homogéneo, el panturquismo decidió aniquilar y deportar a las minorías armenias y griegas. Turquía se uniría a Alemania en la Gran Guerra.

Por esa razón, Amalia y su familia, a los que les quitaron la casa y destrozaron el laboratorio de física, tuvieron que irse a Atenas. Allí, Amalia estudió medicina y se especializó en bacteriología. Después de graduarse, consiguió un puesto en el hospital de Atenas y se casó con el arquitecto griego Manoli Vourekis.

Pero Grecia no quedó exenta de guerras, ya que el país fue ocupado en 1941 por la Alemania nazi. Los aliados italianos persiguieron a la población judía de Grecia para llevarles a los campos de exterminio.

Ante esa situación, Amalia y su marido no se quedaron inmóviles: trabajaron para la resistencia, jugándose la vida ayudando a los oficiales británicos, neozelandeses, australianos y griego-judíos a escapar del país. Amalia, entre otras cosas, creó identidades falsas. Y al final, fue arrestada por los italianos, incluso fue sentenciada a muerte. Aunque después de pasar seis meses entre rejas, las tropas británicas obligaron a los alemanes a abandonar la ocupación, y Amalia quedó libre.

Un poco de paz y amor para Amalia en Londres

¿Grecia consiguió la paz? La realidad es que 14 000 pueblos griegos quedaron destrozados y uno de cada diez griegos murió durante la guerra. Amalia, como muchos compatriotas, estaba desolada por cómo había quedado su país. Además, su relación matrimonial no funcionaba y se divorció.

En esa circunstancia, decidió solicitar una beca para investigar en el extranjero. Debía elegir el lugar y la persona con la que trabajar. Su decisión fue Londres y Alexander Fleming, el científico de renombre que codescubrió la penicilina y al que otorgaron el Nobel de Fisiología o Medicina en 1945. Ella admiraba su trabajo y Alexander aceptó su solicitud.

La intención era que Amalia se quedase seis meses en el hospital St.Mary para investigar en el área de alergología. Pero los compañeros del laboratorio pronto quedaron impresionados con las habilidades y la forma de trabajar de Amalia. Los seis meses se transformaron en años, y Amalia no trabajó en el área de alergología, sino en colaboración estrecha con Fleming. Publicó numerosos artículos en revistas científicas.

Tras ocho años de trabajo dejó Londres para volver a la Grecia que tanto amaba; le ofrecieron el trabajo de directora del Taller de Microbiología y Hematología del Hospital de Atenas. Pero las vidas de Alexander y Amalia se volverían a cruzar.

Alexander fue invitado a unas conferencias de UNESCO en Grecia en 1952. Hacía años que Amalia estaba enamorada de Fleming, aunque sabía que éste estaba casado. Y cuando el escocés fue a Grecia, ya viudo, le confesó que él también estaba enamorado desde hacía años. Se casaron en 1953 en Londres, pero Alexander murió dos años más tarde de un ataque al corazón. Fue un matrimonio corto pero muy feliz, según Amalia.

Amalia y Alexander Fleming el día de su boda.
Hellenic Literary and Historical Archive – Cultural Foundation of the National Bank Of Greece.

Vuelve la guerra, más activismo por parte de Amalia

Amalia rechazó la pensión de viuda del instituto Wright-Flemming donde Alexander era director. Y en 1967 decidió volver a una Grecia en una situación nefasta. Los militares tomaron el país y comenzó la Dictadura de los Coroneles; querían “salvar” al país del marxismo. Comenzaron las torturas, la intimidación y la persecución contra los miembros y seguidores del partido progresista Unión del Centro.

Amalia, como no, decidió luchar contra la Dictadura. Ayudó a personas a escapar del país e incluso llegó a presentar ante la Comisión de Derechos Humanos de Estrasburgo documentos y declaraciones que constataban las terribles torturas y malos tratos a los prisioneros. El régimen seguía de cerca la actividad de Fleming y quería con ansia pararle los pies. Aunque el apellido Fleming les hacía recular, ya que el científico fue una persona muy respetada en Grecia y por tanto estaría muy mal visto arrestar a su mujer.

Amalia prosiguió con su lucha. Testificó a favor de 34 intelectuales que estaban en contra del régimen. En 1970, no pudiendo aguantar más, el régimen le retiró su pasaporte; pero la protesta mundial presionó hasta que se le fue devuelto. Aun así, fue amenazada e intimidada para que facilitara información sobre el resto de sus compañeros activistas.

En 1968 encarcelaron al progresista Alexander Panagoulis por el intento de asesinato del dictador Georgios Papadopoulos. Amalia, junto a otros activistas, intentó sacar a Panagoulis de prisión. El plan era liberarlo y huir en un coche que alquiló Amalia. No obstante, la policía se enteró y los organizadores del complot fueron arrestados, incluida Amalia.

Hubo un juicio militar en 1971 contra Amalia y sus compañeros. Ella fue condenada a 16 meses de prisión. Pero Fleming estaba enferma de diabetes y le ofrecieron la deportación; ella no quiso perder su pasaporte griego y prefirió quedarse en prisión, seguir perteneciendo a Grecia. Aún así, como Amalia estaba enferma, le anularon la pena, así lavarían su imagen. Finalmente, en 1974, deportaron a Londres a Lady Fleming de manera forzosa.

Después de la guerra, más activismo

La Dictadura de los Coroneles terminó en 1974 mientras Amalia estaba en Londres. Declararon la amnistía general, pero todavía denegaban la entrada a Amalia en el país. Aunque su activismo no cesó desde el exilio, ya que se unió al partido socialista en 1977, además de ser elegida parlamentaria. Fue reelegida en 1981 y 1985. Fue la primera silla del Comité de Amnistía Internacional de Grecia.

Amalia Fleming (década 1980).
Hellenic Literary and Historical Archive – Cultural Foundation of the National Bank Of Greece.

Una mujer luchadora y buena persona

Amalia creó la Fundación para la investigación Biológica Básica “Alexander Fleming”, una condición necesaria para establecer, después de su muerte, en 1998, el Centro de Investigación de Ciencias Biomédicas “Alexander Fleming”. Hoy sigue en pie.

Y en el mismo año de su muerte, fundaron un gran hospital en Melussia, suburbio de Atenas, y el centro recibió el nombre de Amalia Fleming.

Amalia, ante todo, odiaba la injusticia, y hasta el día de su muerte en 1986 no dejó de luchar en contra de las vulneraciones de la libertad de sus conciudadanos. Después de morir en 1986 en Atenas, el gobierno griego lamentó su pérdida: «Amalia fue una gran humanitaria, excelente demócrata y luchadora por la causa socialista». Seguramente, eso es lo que, de ahora en adelante, te venga a la cabeza cuando escuches su nombre.

Referencias

Sobre la autora

Maialen Muniozguren Puertas es graduada en geología por la UPV/EHU, ha realizado el Máster de Cultura Científica de la UPNA y la UPV/EHU y es divulgadora en el Flysch de Zumaia.

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