Margarita Salas Falgueras (1938-2019) ha sido un referente indiscutible de la ciencia en España. Formó parte del primer equipo de trabajo que, en el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC de Madrid, introdujo un nuevo y poderoso ámbito de investigación: la biología molecular. Dejó un rico y extenso legado compuesto por más de trescientas cincuenta publicaciones en libros y revistas nacionales e internacionales. Logró, además, ocho patentes, y ha impartido al menos unas cuatrocientas conferencias en foros nacionales e internacionales.
Su labor docente ha sido igualmente muy valorada por sus numerosos alumnos, muchos de los cuales han llegado a establecer sus propios grupos de investigación gozando hoy de un reconocido prestigio entre la comunidad científica especializada. Ejemplo notable es la doctora en biología María Blasco, la valorada directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Madrid.
Los comienzos de una vida exitosa
Margarita Salas nació en Canero, Asturias, hija del médico José Salas Martínez (1905-1962) y de la maestra Margarita Falgueras Gatell (1912/13-2014); ambos despertaron y alentaron en ella el interés por la ciencia. A los dieciséis años, tras terminar el bachillerato marchó a Madrid para estudiar la licenciatura de Ciencias Químicas. Muy pronto se sintió entusiasmada con su elección, encantada en las clases teóricas y sobre todo con las prácticas, como ha revelado en diversas ocasiones.
Durante un verano en Gijón tuvo la magnífica oportunidad de conocer al bioquímico y premio Nobel Severo Ochoa, amigo de su padre, quien influyó decisivamente en su futuro. La licenciada en Física y divulgadora de la ciencia, Laura Morrón, ha relatado en este blog que Salas le confió que «en sus conversaciones con Severo Ochoa, este le había aconsejado que realizase una tesis doctoral en Madrid bajo la dirección de Alberto Sols, excelente bioquímico, y después una estancia postdoctoral con el propio Ochoa en el departamento de bioquímica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.»
Para conseguir que Alberto Sols la admitiese como doctoranda, Salas comentaría a Laura Morrón que Ochoa le escribió una carta de recomendación, ya que el bioquímico esperaba muy poco del trabajo científico de las mujeres. Sols no pudo negarse a la petición del Nobel, y aceptó a la joven en su equipo. Muy ilusionada con esta oportunidad, en 1961 Salas iniciaba su tesis doctoral. Dos años más tarde se casó con su compañero de trabajo, Eladio Viñuela. Ambos sentían una gran vocación por la bioquímica y la biología molecular.
En 1963, Margarita Salas leía su tesis doctoral sobre el metabolismo de los hidratos de carbono en la Universidad Complutense de Madrid, obteniendo la calificación de Sobresaliente Cum Laude.
En su Autobiografía, publicada en 2012, Salas ha comentado sobre la misoginia reinante entre los investigadores, subrayando que «en la fase de la tesis doctoral lo pasé mal, se daba la circunstancia de que estábamos reunidos Eladio y yo con Sols, nuestro director de tesis y, mientras hablábamos de mi trabajo, él se dirigía a Eladio nunca se dirigía a mí, yo era como invisible, lo cual me sentaba fatal».
Una vez leídas sus respectivas tesis doctorales, Margarita Salas y Eladio Viñuela optaron por marcharse a los Estados Unidos con el fin de realizar una estancia postdoctoral en el laboratorio de Severo Ochoa, de la Universidad de Nueva York. En diversas ocasiones, la científica ha comentado que fue una de las mejores etapas de su vida desde el punto de vista científico y cultural. Además, en su autobiografía dejaba escrito que «en Nueva York con Severo Ochoa no me sentí nunca discriminada por el hecho de ser mujer».
Estancia en el laboratorio de Ochoa
Cuando en 1964 Margarita Salas y su marido se incorporaron como investigadores postdoctorales al laboratorio de Ochoa, éste era uno de los laboratorios pioneros dedicado a la investigación de los complejos y precisos mecanismos que permiten que la información genética se transfiera desde el ADN a las proteínas.
En el afamado centro, Salas empezó a trabajar en los procesos que rigen la capacidad del material genético para hacer copias de sí mismo, esto es, la replicación del ADN; y también analizaría cómo tiene lugar el control de la expresión génica, es decir, la activación o inactivación de los genes. Su evidente entusiasmo, notable rigor e inquebrantable constancia, revelaban su profundo interés por la investigación.
Trabajando con la bacteria Escherichia coli, la joven contribuyó con dos descubrimientos esenciales; en primer lugar, demostró que durante el proceso de replicación el ADN es leído en una dirección única (llamada dirección 5’→3′); y en segundo lugar, logró evidenciar que en la molécula de ARNm, copiada a partir del ADN, existen tres nucleótidos concretos (el llamado triplete UAA) que constituyen una señal de terminación de la síntesis de las proteínas. Estos importantes resultados quedarían reflejados en sendas publicaciones de revistas con prestigio internacional.
En una entrevista publicada en el volumen 2 de la revista CIC Network (2007), Margarita Salas relataba que «en 1967, después de tres años en los Estados Unidos, Eladio Viñuela y yo decidimos retornar a España e intentar aquí el desarrollo de la biología molecular que habíamos aprendido en el laboratorio de Severo Ochoa». Con el fin de llevar a cabo su propósito, escogieron como sistema modelo al fago Phi 29 (Φ29), un virus que infecta a la bacteria Bacillus subtilis y que reunía una serie de condiciones interesantes para el proyecto de investigación que tenían pensado.
Salas ha explicado al respecto que, «teníamos varias razones para elegir ese fago. Por un lado, tiene un ADN pequeño (sólo 20 genes), por lo que veíamos factible investigarlo a nivel molecular. Es decir, podríamos estudiarlo en profundidad. Por otro lado, a pesar de su escaso tamaño, es bastante complejo. Nosotros queríamos indagar acerca de los mecanismos de replicación del material genético y los mecanismos de control de la expresión génica, así como la morfogénesis del virus. O sea, queríamos saber cómo se formaba el virus partiendo de sus componentes, proteínas y ADN.» En suma, pensaron que «era un sistema manejable, fácil para empezar en España, y por eso lo elegimos».
La vuelta a España
En España, Margarita Salas y Eladio Viñuela, gracias a la ayuda económica procedente de una fundación estadounidense, empezaban su proyecto de investigación dedicado al estudio del bacteriófago Phi29 en el Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CIC Network, 2007). Pocos meses después, comenzarían a convocarse las primeras becas de Formación de Personal Investigador, pudiendo Salas y Viñuela incorporar a los primeros estudiantes de doctorado al recién estrenado laboratorio.
Entre esos primeros estudiantes se encontraba el hoy prestigioso Jesús Ávila de Grado, doctor en Ciencias Químicas y Premio Nacional de Investigación Ramón y Cajal 2004. En 2013, Avila y Salas mantuvieron una interesante conversación publicada en el número 13 de la revista CIC Network, 2013. La científica rememora aquí con satisfacción que lograron secuenciar partes del ADN de Phi29. «Lo primero que hallamos, explica, fue una proteína que inicia el proceso de la replicación del ADN»; este era un descubrimiento de notable importancia porque demostraba que el material genético podía empezar a replicarse gracias a la presencia de una proteína iniciadora. «Fue uno de los hitos de nuestro trabajo con Phi29», recuerda Salas con orgullo.
Otro importante hallazgo fue identificar la ADN polimerasa del fago, una enzima capaz de reconocer a la proteína iniciadora, unirse a ella y empezar a copiar el ADN. «Nosotros publicamos los resultados obtenidos en Phi29 en el año 1971», apunta Salas. Y más adelante explica que ese trabajo sobre el peculiar mecanismo de replicación del ADN del fago, «resultó algo inédito en aquellos momentos». Además, continúa la experta, comprobaron que la ADN polimerasa «empieza la replicación en un extremo del ADN continúa hasta el final, sin pararse y sin disociarse. Como veremos más adelante, estas propiedades, convertirían a la enzima en una herramienta muy adecuada para su uso en biotecnología (Jesús Ávila, 2013).
A partir del año 1970, la investigación del fago Phi29 quedó, exclusivamente, bajo la dirección de Margarita Salas, ya que Eladio Viñuela optó por un proyecto de trabajo independiente dedicado al estudio del virus de la peste porcina.
Unos años más tarde, en 1975, se fundaba el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (sede de investigación mixta entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), bajo la iniciativa del premio Nobel. Margarita Salas empezó a trabajar en este centro en 1977 como directora del equipo Replicación y Transcripción del DNA del bacteriófago Phi29 (Φ29). Con este proyecto, Salas y su grupo han realizado numerosas contribuciones científicas de notable interés sobre los mecanismos de replicación del material genético.
La biotecnología abre sus puertas
Durante toda su vida profesional Margarita Salas fue una firme defensora de la investigación básica, esto es, del valor de la búsqueda de conocimiento en sí mismo. En más de una ocasión ha expresado que «lo importante es hacer investigación básica de calidad, y de ella pueden salir resultados aplicables que no son previsibles a primera vista». En este contexto, su equipo tuvo un más que considerable éxito, ya que con el tiempo lograron demostrar que la maquinaria genética el virus bacteriano Phi29 podría abrir nuevas y prometedoras posibilidades en el campo de la biotecnología.
Ciertamente, la ADN polimerasa del fago resultó de gran utilidad para la biotecnología porque es capaz de amplificar de manera sencilla, rápida y fiable el material genético. Esto significa que, a partir de cantidades mínimas de una molécula, pueden realizarse millones de copias para usos tan diversos como análisis genéticos, medicina forense, estudios arqueológicos, y muchos más.
«Nosotros no buscábamos ninguna aplicación», ha reiterado Salas numerosas veces. Sin embargo, con el tiempo la ADN polimerasa de Phi29 se revelaría crucial para producir numerosas copias genéticas a partir de una pequeñísima cantidad de material genético, surgiendo sorprendentes aplicaciones que abarcan desde la genética hasta la medicina forense, entre otros ámbitos.
En su conversación con Jesús Ávila, la científica apuntaba que «en el año 1989 patentamos la ADN polimerasa de Phi29». Y entre los años que duró esa patente, 2003-2009, se convirtió en una de las más rentables del CSIC. Actualmente, se emplea en muchos laboratorios de todo el mundo como una herramienta muy útil para amplificar ADN de forma rápida y sencilla.
Cuando Margarita Salas recibió en Viena el premio al Inventor del año 2019, entregado por la Oficina Europea de Patentes, su discurso de agradecimiento reflejaba una gran satisfacción; «esta ADN polimerasa, subrayaba la investigadora, amplifica millones de veces el ADN para poder analizarlo, secuenciarlo y estudiarlo. Se usa en todo el mundo y se aplica en análisis genéticos, forenses y paleontológicos, entre otros […]. El hecho de que, a partir de una investigación básica, que es la que yo siempre he hecho, salga una aplicación biotecnológica de tanta importancia, es muy gratificante.»
Méritos y reconocimientos
Margarita Salas ha recibido incontables premios y reconocimientos a lo largo de toda su fructífera vida como investigadora. En su autobiografía ha relatado que «el trabajo durante 45 años con el bacteriófago Φ29 resultó muy gratificante. Puedo afirmar que fui muy afortunada ya que no esperaba que [este pequeño virus] fuera a proporcionar resultados tan interesantes. Pero trabajé muy duro, con muchísima dedicación y entusiasmo, y estaba allí cuando llegó la suerte».
Tras una interesante conversación con Margarita Salas, el doctor en periodismo Javier San Martín escribía en este blog, que para la investigadora «los innumerables premios recibidos por sus investigaciones, las instituciones internacionales de las que ha formado o forma parte o los reconocimientos, honoris causa, de una decena de universidades, quedan resumidos en haber sido la primera mujer española miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. “Creo que es lo más importante que me ha pasado”», le aseguraba Salas.
En esta entrevista, la experta también destaca su ingreso en 2003 en la Real Academia de la Lengua Española, con un discurso titulado Genética y lenguaje. Al respecto, comenta al periodista que «me gustó hacer esta comparación. Por una parte, tratar del lenguaje de la genética, porque la genética tiene un lenguaje implantado en el código genético, tal como fue descubierto entre otros por Severo Ochoa; y por otra, indagar sobre la genética del lenguaje. Me pareció que era interesante la comparación dado que no podía hacer algo muy científico porque el público normalmente es muy variado».
Margarita Salas también ha sido altamente valorada por su labor docente. Desde 1968 a 1992 fue profesora de Genética Molecular de la Facultad de Químicas de la Universidad Complutense. Según ha confesado, la enseñanza significó para ella una fuente de grandes satisfacciones. Asimismo, en su laboratorio ha formado científicas y científicos que posteriormente han establecido sus propios grupos de investigación y gozan hoy de un merecido reconocimiento en sus áreas de trabajo, tanto a nivel nacional como internacional. Salas ha insistido en más de una ocasión estar «muy orgullosa de los numerosos estudiantes brillantes y colaboradores que he tenido durante largos años».
Por su parte, muchos de estos exalumnos han subrayado que una característica inherente al trabajo de Margarita Salas fue mantener siempre el nivel de calidad y producción lo más alto posible.
Tras jubilarse a los 70 años, la investigadora continuó con su trabajo gracias a un nombramiento como profesora ad honorem del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa por parte del CSIC. En la extensa entrevista con Jesús Dávila afirmaba sentirse «muy contenta y orgullosa no sólo del trabajo básico que hemos hecho, sino también de la aplicación biotecnológica a la que ha dado lugar este trabajo».
El pensamiento de Margarita Salas sobre la ciencia ha quedado reflejado en un párrafo publicado en julio de 2015 por la Asociación de Mujeres Científicas y Tecnólogas (AMIT), donde expone que «la ciencia es el conocimiento de todo lo que nos rodea, hay gente que piensa que la ciencia es dogma sin embargo no lo es […] en ciencia no hay dogmas. Una hace experimentos, obtiene resultados, interpreta esos resultados del modo más preciso posible, pero puede venir dentro de un año, de dos, de diez, alguien que contradice los resultados que tú has interpretado […]. En la experimentación normal […] hay que ser humilde y tomarse los resultados y las conclusiones de los resultados con cierto cuidado.»
En relación a las mujeres en la ciencia, Salas ha opinado en varias entrevistas, al igual que muchas otras científicas de su generación, que el método científico corrige el sesgo de género. Sostiene que aquellas mujeres que valen y son perseverantes en su trabajo con el tiempo serán reconocidas y valoradas como científicas, independientemente de su género.
El 7 de noviembre de 2019 Margarita Salas fallecía en un hospital de Madrid a los 80 años de edad. Sin duda, dejó su huella en el progreso científico de España y la biología de nuestros días.
Referencias
- Curriculum vitae Margarita Salas
- Salas, Margarita (2012). «My life with bacteriophage Ø29». Journal of Biological Chemistry. 2 noviembre
- El bacteriófago ø29 como sistema modelo en biología molecular» por Margarita Salas. Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por CIC Network, número 2 (2007)
- Margarita Salas entrevistada por Jesús Ávila. Apareció originalmente en el número 13 (2013) de CIC Network
- Muere Margarita Salas, un icono de la investigación en España. SINC. 7 noviembre 2019
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.
6 comentarios
Una científica hecha a si misma con esfuerzo inteligencia y laboriosidad.Un ejemplo para nuestras juventud y en especial de las jóvenes.Como persona siempre me pareció una mujer feliz y entusiasmada con su trabajo
Hola Ernestina, muchas gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo con tu opinión . Es muy necesario que nuestras jóvenes tengan referentes tan estimulantes como Margarita Salas.
Un cordial saludo
Carolina
Clara que si! Toda una eminencia! Hay rumores que querían cambiar el nombre de la universidad Rey Juan Carlos….una Universidad Margarita Salas seria perfecto
Hola, gracias por este artículo.
Desgraciadamente, no encuentro nada sobre la autobiografía de Margarita Salas que mencionas en un momento. ¿Sabes algo al respecto?
Lo siento, pero la información que dispongo es la que cito en este articulo. De todos modos, en este blog hay más post sobre Margarita Salas. Un saludo cordial. Si encuentro algo más, ahora estoy de viaje, te lo haré saber.
[…] Margarita Salas, una indeleble huella en la ciencia española – Mujeres con ciencia. […]