Sheila Minor (1946), la bióloga que revolucionó Twitter

Vidas científicas

La historia de la bióloga Sheila Minor (1946) comienza en Twitter. Mejor dicho, los ecos de su historia llegaron a esa red social de la mano de una artista estadounidense, Candace Jean Andersen, hace dos años. La ilustradora encontró una fotografía de archivo en blanco y negro donde aparecían varios hombres y una mujer. La imagen había sido tomada en una conferencia científica internacional sobre la biología de las ballenas celebrada en 1971; en el pie de foto, todos los hombres nombrados pero ni rastro de Minor. La artista pidió ayuda y Twitter hizo su magia habitual. Detrás del hashtag #SheilaMinorHuff, un relato. Una vida científica, la de la técnica de investigación biológica con una carrera profesional de 35 años a sus espaldas.

Tweet de Candace Jean Andersen.

Sheila Minor nació en Washington, en 1946. La ciencia siempre estuvo presente en su vida; además de su familia, una profesora la animó a dedicarse a ella. No obstante, antes de decantarse por la biología, se sumergió en el área de Tecnología Médica con una especialización en química. En 1965, entró en la Universidad Americana para cursar los estudios e hizo sus prácticas en el hospital Sibley en Washington D.C. Sin embargo, decidió que no quería tratar con humanos cuando se encontró de lleno con los prejuicios raciales: mientras estaba sacando sangre a una mujer, esta última gritando le espetó que “quitara sus malditas manos negras de mí”. Minor no bajó la cabeza en ningún momento y le contestó: “Tú eres la que está muriendo”. Después de aquello, cambió su especialidad, medicina por biología, y se licenció en 1970.

El estudio de los mamíferos y el traslado a Chicago

Tras su graduación, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU., ubicado en el Museo de Historia Natural del Smithsonian, le ofreció un puesto de secretaria a pesar de haber obtenido recientemente una licenciatura. Evidentemente, ella lo rechazó. Sin embargo, más tarde, crearon el cargo de técnico de investigación biológica que ella, finalmente, sí aceptó. Entre otras cosas, aprendió a organizar, medir y ordenar especímenes: llegó a reunir los datos de más de 4 000 de ellos.

Mientras trabajaba bajo las órdenes de Clyde Jones, participó en aquella conferencia de 1971, donde se tomó la célebre fotografía. Asimismo, destaca en su carrera un viaje que hizo un año más tarde a la Unión Soviética para asistir a una conferencia de científicos en Moscú.

Durante los años 70, además de formar parte en proyectos para mejorar la educación científica de escuelas de primaria y secundaria, investigó los mamíferos. Participó, por ejemplo, en un estudio en las Islas Poplar (Maryland), y en 1975, presentó su trabajo en la 55ª Reunión Anual de la Sociedad Americana de Mastozoólogos. En esa época, fue nombrada miembro del Consejo de Mujeres Smithsonian y de la Sociedad Estadounidense de Mamiferólogos. También, consiguió su maestría en Ciencia Medioambiental por la Universidad George Mason.

Sheila Minor.

Minor tuvo que lidiar con el acoso sexual y racial en su carrera profesional. De hecho, fue la razón por la que dejó el trabajo que tenía para entrar en el Centro de Investigación Ambiental del Instituto Smithsonian, según ella, un ambiente más propicio y “tolerable”.

Más adelante, durante el mandato del presidente Carter, ella fue elegida asistente especial del subsecretario de Pesca y Vida Silvestre y Parques, una agencia del Departamento del Interior de los Estados Unidos, y se mudó a Chicago. Viajó por todo el país y se reunió con los gobernadores para negociar los conflictos que surgían.

Además, trabajó en la Agencia de Protección Medioambiental (en inglés EPA-Environmental Protection Agency). Ella fue responsable de evaluar las declaraciones de impacto ambiental para muchos proyectos sobre represas hidroeléctricas y aislamientos acústicos, entre otros. Su retiro llegó en el año 2006, lo hizo como empleada de alto rango del Departamento del Interior del país.

A menudo, las historias de las científicas empiezan en imágenes en blanco y negro (pudimos leer recientemente el caso de Judy Sullivan o el de JoAnn Morgan). En ellas se ven sus figuras, pero son rostros sin identificar; quedan retratadas, pero nadie las ve, nadie las reconoce. Esas imágenes representan la interpretación mal construida de la historia. “Lo que no se nombra no existe”.

Bibliografía

Sobre la autora

Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.

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