Tocar y oír las matemáticas

Ciencia y más

Hay niñas con dificultades visuales o incluso con ceguera total que sueñan con ser científicas. ¿Hemos pensado alguna vez lo complicado que puede ser estudiar una carrera STEM para personas sin el sentido de la vista? Es cierto que muchas niñas y adolescentes no tienen demasiados referentes femeninos en sus libros de ciencias y que aún hoy están rodeadas de prejuicios para continuar con su ilusión de emprender unos estudios de ciencias, ingeniería o matemáticas. Pues imaginemos los estereotipos que necesita derribar una adolescente sin el sentido de la vista a la que le gusten la biología, la informática, la física o las matemáticas. La empresa es más difícil pero no imposible.

Imagen: Pixabay.

En este artículo se esbozan tres puntos: indicamos que los cerebros de personas invidentes se reestructuran para optimizar la información disponible con otros sentidos, señalamos investigaciones que aportan recursos no visuales que hacen accesible la ciencia y afirmamos que alentar el talento de estas futuras investigadoras nos hace mejores como sociedad.

La neurociencia nos dice que si una persona nace ciega o se queda ciega, parte de la red neuronal de la corteza visual es reclutada para las matemáticas. La plasticidad del cerebro es asombrosa y cuando una región cortical no desempeña la función que le corresponde, en lugar de quedar relegada, es reutilizada para otras tareas, a menudo muy diferentes de las que tenía asignadas. Este hecho ha sido puesto de manifiesto en varios estudios, como la investigación llevada a cabo por el equipo de Marina Bedny, donde se proponen pruebas matemáticas a participantes ciegos y se utiliza resonancia magnética funcional para captar imágenes de sus cerebros.

Aunque la intuición nos diga lo contrario, las matemáticas pueden entenderse sin recursos visuales. Hay expertos matemáticos ciegos cuya imaginación para la geometría es espectacular. Otra cosa es el acceso y el aprendizaje que pueden ser más costosos sin este sentido. En esto de los recursos nos detendremos en dos de ellos que facilitan de forma práctica el acceso a las fórmulas y las gráficas cuando la vista no proporciona información sobre ellas. Las personas con una discapacidad visual que quieran acercarse a las ciencias tienen que utilizar otros sentidos para aprender, tocar y oír ecuaciones y diagramas. Es cierto que la tecnología está de su lado y proporciona recursos inimaginables hace unas décadas: lectores de pantalla que con voces cada vez más amables leen todo cuanto aparece en el móvil o en cualquier dispositivo, impresoras 3D, magnificadores, líneas braille, etc. Sin embargo, muchas veces el proceso es tedioso. Tenemos el ejemplo de un estudiante que necesitaba un libro de texto de Estadística en braille. Solicitó el libro a la institución que podía facilitárselo y tardó seis meses en recibirlo, además del dinero que tuvo que invertir para conseguirlo. Evidentemente esto le causó un retraso significativo en sus estudios.

Línea braille. Imagen: Wikimedia Commons.

Este hecho fue el detonante para que una mujer se planteara traducir automáticamente las matemáticas a un código que pudieran leer las personas ciegas. «Este proyecto trata sobre la equidad y la igualdad de acceso al conocimiento», dijo Martha Siegel, profesora de matemáticas emérita de la Universidad de Towson. Siegel y Al Maneki, un matemático ciego ya jubilado, decidieron hacer algo al respecto para facilitar el acceso a las matemáticas a niños, adolescentes y adultos ciegos. La clave era automatizar el proceso porque actualmente los libros en braille son creados por personas videntes que vuelven a escribir en este código desde la versión impresa, lo que implica un tiempo y un gasto considerables. Convertir las palabras es fácil: braille es solo otro alfabeto. La parte difícil es transmitir la estructura del libro de una manera no visual, traducir las fórmulas matemáticas y transformar gráficos y diagramas a formas con relieve.

El primer problema, la estructura, fue resuelto por un sistema ideado por un miembro del equipo de Siegel, Rob Beezer. Desarrolló un programa que traduce los libros escritos en PreTeXt, un formato muy utilizado en preparación de textos, y los convierte a braille respetando la estructura original que aparece descrita explícitamente con símbolos predeterminados.

El segundo problema, las fórmulas matemáticas, se solucionó utilizando el código braille de Nemeth, desarrollado por el matemático ciego Abraham Nemeth en la década de 1950. Las personas invidentes leen lo que aparece en la pantalla utilizando un lector por voz que va narrando todo lo que aparece en ella. Sin embargo, esto no es suficiente cuando se trata de matemáticas. Los alumnos videntes necesitan tiempo para comprender una fórmula, asimilarla y ser capaces de escribirla otra vez. Pueden volver sobre ella con la vista haciendo barridos, comparando diferentes partes de una ecuación extensa. Del mismo modo, una fórmula braille le permite a una persona tocar y comparar varias piezas de la misma. Si es una voz la que nos describe la fórmula, es pesado volver a escuchar otra vez, aprender y memorizar información auditiva. Es mejor recorrer la fórmula con los dedos, retroceder y avanzar acariciando partes de la expresión matemática. Esto puede hacerse sobre papel o mediante una línea braille, que es un dispositivo conectado al ordenador que crea patrones táctiles en braille.

Algunos ejemplos de objetos geométricos en código braille de Nemeth. Imagen: Wikimedia Commons.

El tercer problema: diagramas. Los gráficos y diagramas siguen siendo un desafío para ser representados de manera no visual. Muchas de las herramientas habituales para presentar información utilizando el color o el grosor de una línea, sombreado, etc., no están disponibles en gráficos táctiles. Las puntas de nuestros dedos tienen una resolución mucho más baja que nuestros ojos, por lo que el tamaño de la imagen tiene que ser más grande. Las etiquetas que se incluyen en la imagen deben traducirse al braille y colocarse de modo que no interfieran con las líneas dibujadas. Los diagramas que muestran formas tridimensionales son particularmente difíciles de «leer» en un formato táctil.

Muchos de los libros de texto diseñados con este proyecto están disponibles de forma gratuita en versiones en línea altamente interactivas, además de las versiones impresas y PDF tradicionales. El grupo se ha puesto en contacto con editoriales para incorporar la producción de textos en braille en sus publicaciones.

Otro proyecto que adapta fórmulas a un código no visual es el que ha desarrollado el profesor Justo Javier López, del Departamento de Física de la Universidad Nacional de Colombia. Este físico, con discapacidad visual, ha diseñado junto con su equipo un programa que facilita el acceso a personas con baja visión o ceguera total a textos científicos ya que incluye fórmulas y ecuaciones. El programa, llamado BlindTex, de uso libre para estudiantes y profesores, se puede descargar de manera gratuita desde la página www.blindtex.org. La herramienta permite que una persona invidente lea documentos científicos generados con código LaTeX, un formato ampliamente usado en la comunidad científica.

Logotipo de BlindTex.

La profesora Cristina Cardona, licenciada en física y en matemáticas por la universidad de Antioquia, ha aportado su experiencia como experta y como invidente en este programa que facilita el acceso a símbolos matemáticos en lectores de pantalla como JAWS, VoiceOver o NVDA, de tal modo que podríamos leerlos cuando estuviéramos en cualquier página web diseñada con este lenguaje. Esto es muy útil ya que la ciencia en Internet no es muy accesible, hasta una fórmula elemental suele estar insertada como un gráfico y éstos no los lee un lector de pantalla. Ella explica que durante su carrera utilizó muchas técnicas para estudiar y comprender los ejercicios que implicaban la lectura de fórmulas y ecuaciones. Una de ellas fue la plancha de caucho para realizar el relieve de gráficos. Cuenta que se encontró con algunos docentes que seguían un método muy descriptivo en el que paso a paso contaban lo que ocurría en la clase con el objetivo de que el alumno fuera construyendo una imagen mental del proceso. Un aspecto relevante en sus estudios universitarios fue la presión adicional que sentía al tener que demostrar sus habilidades para las matemáticas y que con otras capacidades podía conseguir los mismos resultados que sus compañeros. Además, el campo de las matemáticas es poco frecuentado por invidentes y ella no contaba con una referencia que hubiera abierto camino.

Con todo, incluso con los mejores recursos, el porcentaje de alumnos con discapacidad que actualmente cursan estudios universitarios en España es del 1,5 %. De este colectivo, un 49 % son mujeres, mientras que entre los estudiantes sin discapacidad las mujeres llegan al 55 %. Un 17,6 % de los alumnos con discapacidad presentan discapacidad sensorial. Contamos con el dato de los alumnos con discapacidad que estudian una carrera STEM: 26 %. Sin embargo, no está desglosado el informe en mujeres con discapacidad visual que estudian una carrera STEM. Lo que sabemos es que el porcentaje de alumnos con discapacidad decrece al aumentar el nivel de estudios y hay muy pocos doctores con diversidad funcional en nuestra universidad.

Estudiar sin el sentido de la vista requiere una constancia fuerte, una motivación a prueba de frustraciones, una implicación alta para profundizar en aspectos áridos de matemáticas avanzadas. Todo ese esfuerzo merece la pena si el objetivo es firme y se van consiguiendo pequeñas metas con ayudas adecuadas. Entonces, ¿por qué perdemos el talento de estudiantes a las que les gustan las matemáticas?, ¿pensamos realmente que la diferencia es una deficiencia? No lo es. La diversidad aporta puntos de vista nuevos y soluciones creativas. Tenemos que encontrar la manera de facilitar el acceso al conocimiento a todas las mujeres con alguna dificultad que tengan como meta una carrera STEM porque hay menos manos tendidas para tirar de ellas. Si su sueño es continuar con una carrera de ciencias necesitan alguna herramienta más que sus compañeros para ir abriendo camino. Sólo les hacen falta medios para usar otros sentidos y que confiemos en su capacidad para aprender; el cerebro ya lo ponen ellas e incluso reciclan alguna porción más.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

2 comentarios

  • Hola, soy profe de matemáticas y física de la UNLP y trabajo en formación docente tanto en la FAHCE – UNLP como en ISFD de La Plata, Pcia de Bs. As. Argentina. Muy bueno el artículo, genera en mi muchas ideas para trabajar con mis alumnos, futuros docentes. Gracias por el aporte.

  • Estimada Sarita, agradezco el comentario. Me alegro de que El artículo sea útil en tus clases y confío en que a tus alumnos les proporcione recursos en su futuro como docentes. Si facilitamos el acceso al conocimiento, todos salimos ganando.
    Un afectuoso saludo .

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