Así usamos el ADN para concluir que todos los humanos modernos provenimos del norte de Botsuana

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La autora, la investigadora Vanessa Hayes, con miembros del pueblo Ju/‘hoansi en la patria ancestral de la humanidad. Imagen: Chris Bennett/Evolving Picture.

¿Dónde está el lugar de origen de los humanos modernos? El Gran Valle del Rift de África Oriental ha sido durante mucho tiempo el candidato favorito. Hasta hoy.

Nuestra nueva investigación ha utilizado el ADN para rastrear los primeros pasos de la humanidad hacia un humedal prehistórico llamado Makgadikgadi-Okavango, al sur del gran río Zambeze.

Nuestro análisis, publicado en Nature esta semana, muestra que la primera población de humanos modernos (Homo sapiens sapiens) surgió hace 200 000 años en una zona que copa partes de las actuales Botsuana, Namibia y Zimbabwe.

El mapa de la izquierda muestra la distribución del ADN ancestral entre la población muestreada. Esto permitió localizar la patria ancestral en una región (mostrada a la derecha en color naranja pálido) al sur del río Zambeze, centrada en el norte de Botsuana. Imagen: Chan et al., Nature 2019.

Hoy en día es una tierra seca y polvorienta con salinas dispersas, y es difícil creer que los humanos modernos vivieran y prosperaran en estos humedales durante 70 000 años antes de que nuestros antepasados comenzaran a explorar el resto de África y, en última instancia, el mundo.

Hemos localizado esta región estudiando el ADN mitocondrial, conocido como el “mitogenoma”. A diferencia del ADN nuclear, que es transmitido tanto por la madre como por el padre, el ADN mitocondrial es transmitido solo por la madre, lo que significa que no está mezclado en cada generación.

Si pensamos que todos los humanos modernos ocupan un lugar particular en un enorme árbol genealógico, lógicamente deberíamos encontrar los más diversos mitogenomas en la base del árbol, porque es la fuente última de todas las ramas.

Ya sabemos que los datos genéticos apuntan al sur de África como la cuna de la humanidad (a diferencia de la evidencia fósil, la mayor parte de la cual se ha encontrado en África Oriental). Pero queríamos refinar aún más nuestra búsqueda y determinar el lugar exacto donde los humanos evolucionaron por primera vez.

Para ello, dirigimos nuestra atención a unas comunidades (o tribus) conocidas como los khoisán (KhoeSan). Estas personas tienen los mitogenomas más diversos de todos los habitantes de la Tierra, lo que sugiere que su ADN se parece mucho al de nuestros antepasados comunes. Si todos nos sentamos en las ramas del árbol genealógico humano, entonces khoisán es el tronco del árbol.

El pueblo khoisán emplea lenguas basadas en chasquidos o clics. Desde el punto de vista cultural es un buscador, con grupos de San que siguen practicando las antiguas formas de vida: la caza y la recolección para la subsistencia.

Los miembros de nuestro equipo de investigación han pasado una década trabajando con las comunidades khoisán, así como con personas de otras etnias y grupos lingüísticos en Namibia y Sudáfrica.

Al generar datos de mitogenoma para alrededor de 200 subramas raras o recién descubiertas de los linajes khoisán, y fusionarlos con todos los datos disponibles, pudimos acercarnos a la base de nuestro árbol evolutivo.

Ahora está claro que nuestros ancestros deben haberse dispersado desde una región al sur del río Zambeze. Esto concuerda con los datos geográficos, arqueológicos y climáticos, incluido el hecho de que esta zona habría sido un humedal fértil en el momento en que surgieron los primeros humanos modernos.

Paisaje fértil

La evidencia geológica sugiere que en ese momento el lago prehistórico Makgadikgadi, que había dominado la región durante millones de años, había comenzado a romperse con el desplazamiento de la tierra. Esto habría creado una vasta región de humedales, ideal para mantener la vida.

Pero si era tan ideal, ¿por qué nuestros antepasados comenzaron a explorar otros lugares entre 130 000 y 110 000 años atrás, primero hacia el noreste y luego hacia el suroeste desde su hogar ancestral?

Los datos climáticos sugieren que en esa época la región experimentó una enorme sequía y que, hace unos 130 000 años, la humedad aumentó al noreste de la zona, lo que hizo que los humanos se movieran en esa dirección. Después, hace 110 000 años, sucedió lo mismo con el suroeste. Sospechamos que esto creó paisajes de abundante vegetación que hicieron que nuestros antepasados abandonaran su lugar de origen, muy probablemente siguiendo a los animales de caza que también se estaban desarrollando en nuevas regiones.

Es más, nuestros datos genéticos sugieren que los migrantes del sur habitaron toda la costa sur de África, con múltiples subpoblaciones y un enorme crecimiento demográfico. Los hallazgos arqueológicos de las cuevas de Blombos, en Sudáfrica, han demostrado que esta región es rica en pruebas de comportamiento cognitivo humano desde hace ya 100 000 años.

Una vez más, nos sorprendió lo bien que podíamos hacer coincidir los datos de la línea de tiempo, cruzando disciplinas diferentes pero complementarias que históricamente no han funcionado juntas. Esto también nos permitió seguir especulando sobre el éxito de los migrantes del sur, que se atribuye a la adaptación de sus habilidades a la abundancia de vida en los océanos.

Estos primeros exploradores dejaron atrás su tierra natal, que aún permanece dentro de las tierras ancestrales, habiéndose adaptado a un paisaje mucho más seco. Ha sido un placer pasar la última década comprometiéndonos con los últimos descendientes del origen de la humanidad, incluyendo al pueblo Ju/‘hoansi del Kalahari, en Namibia.

Los Ju/’hoansi, que todavía practican su estilo de vida tradicional, están entusiasmados con nuestros hallazgos. Ellos creen que nuestro estudio recoge una historia que han contado durante generaciones pero solo a través del boca a boca. Esta no es solo su historia, también la nuestra.


Traducido con la colaboración de Casa África. Traduccion: Marta Hidalgo.


The Conversation

Sobre la autora

Vanessa Hayes, Professor, Garvan Institute of Medical Research and, University of Sydney.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Ir al artículo original.

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