Tebello Nyokong, la química africana que empezó a interesarse por la ciencia mientras pastoreaba ovejas

Vidas científicas

Cuando la química Tebello Nyokong nació en 1951, Sudáfrica, su país de origen, atravesaba tiempos políticos inestables, así que sus padres la enviaron durante varios años a vivir con sus abuelos en la zona montañosa de Lesoto. Allí recibió sus primeros años de educación que alternaba un día sí y otro no con el trabajo de pastoreo de ovejas con el que ayudaba a mantener a su familia. Ella misma recuerda que encontró un gran disfrute en el contacto con la naturaleza, que ya hizo aflorar su interés por la ciencia.

Tebello Nyokong. Imagen: Rhodes University.

Un interés que fue en principio desalentado por sus compañeros de estudios. Pero nada estimulaba más a Nyokong que un buen reto, y tras tres años estudiando Artes y Humanidades, decidió cambiar de rumbo y decantarse por la ciencia. “Por entonces no había modelos en los que mirarte, aprendías siguiendo el ejemplo de tus compañeros, y ellos me dijeron que la ciencia era muy difícil, que estaba más allá de mis capacidades. Pero yo estaba convencida de lo que quería y cambié de orientación cuando me quedaban solo dos años para terminar el instituto”.

Curiosidad, ciencia y oportunidades

Lo hizo animada por su padre y sus profesores a pesar de provenir de un entorno económicamente muy limitado en el que una de sus principales ambiciones por entonces era tener un par de zapatos. “Me gusta saber cómo funcionan las cosas a mi alrededor. Me gusta desmontarlas y volver a ensamblarlas. Estudié ciencia y matemáticas en dos años de instituto mientras a otros a mi alrededor les llevaba cinco. De ahí pasé a estudiar matemáticas avanzadas”. Se trataba también de un interés pragmático: las ciencias le abrían más caminos y oportunidades.

Aprovechó esas oportunidades y el poder de su curiosidad. En 1977 se licenció doblemente en química y biología por la Universidad Nacional de Lesoto, y en 1987 obtuvo el doctorado en química por la Universidad de Western Ontario. Sus grandes capacidades le sirvieron para obtener una beca Fulbright para continuar sus estudios postdoctorales en la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos.

Después volvió a Sudáfrica, donde ha continuado el resto de su carrera hasta el día de hoy. Primero trabajó brevemente en la Universidad de Lesoto y en 1992 ocupó un puesto en la Universidad de Rhodes, donde aun hoy es profesora de Química Médica e investigadora, buscando tratamientos contra el cáncer que puedan servir como alternativa a la quimioterapia. Su área es la nanotecnología y la terapia fotodinámica, que tiene potencial como tratamiento y método de diagnóstico para el cáncer sin los efectos secundarios debilitantes de la quimioterapia.

Modelos científicos para los estudiantes africanos

Además del trabajo en el laboratorio, hay dos líneas que han guiado el trabajo de Nyokong durante toda su carrera. La primera es la educación, no solo en las aulas universitarias sino en los niveles anteriores: primaria y secundaria. Lamenta a menudo la falta de énfasis e interés en el sistema educativo sudafricano por las materias científicas más allá de la memorización para aprobar exámenes, y en su opinión, uno de los problemas es que los propios profesores no tienen una formación científica adecuada e interesante.

Tebello Nyokong. Imagen: Rhodos (Rhodes University).

Un problema que ella defiende que se puede cambiar si se aumenta la conciencia y cultura científica y se desarrollan modelos a seguir: “La ciencia no es solo parte de nuestra cultura, es también parte de nuestro día a día, y tener modelos a seguir es crucial. Yo no tuve ninguno a parte de algunos profesores, por entonces nadie sabía qué era o qué hacía un químico. Los estudiantes necesitan a alguien a quien admirar, además de la mentalidad de que si alguien con su mismo bagaje pudo hacerlo, ¿por qué no iban a poder hacerlo ellos también?”.

África y ciencia, más allá del estereotipo

Su otro interés principal ha sido impulsar la cultura y el interés científico en Sudáfrica y el continente africano en su conjunto más allá de la idea de pobreza que el resto del mundo tiene en la cabeza cuando piensa en estos territorios. “Se nos ve como un continente de guerra y hambre, y no como uno que pueda jugar un papel protagonista en la ciencia y la tecnología. En mi pequeño alcance, quiero cambiar esa percepción”.

En este sentido, reconoce sentirse orgullosa de su labor como profesora y formadora de trabajadores altamente cualificados que trabajan como científicos e ingenieros en empresas por todo el mundo, pero también asume que aun queda mucho trabajo por hacer para cambiar la idea que el mundo tiene de África. “Muchos estudiantes tienen un conocimiento científico teórico excelente, pero les faltan las herramientas para investigar. Es un drama en un continente en el que necesitamos una masa crítica de gente joven con grandes ideas, y es preocupante porque muchos de los científicos activos ahora en las universidades africanas están envejeciendo y existe una brecha que cada vez se agranda más”.

“Puedes ser esposa y madre y ganar un sueldo”

El hecho de ser mujer supuso una dificultad añadida al hecho de crecer en un hogar sin recursos en un continente también con recursos limitados. En una entrevista comentó que las mujeres tienen que perder el miedo a la ciencia y a los entornos laborales dominados por hombres, pero a su vez, reconocía que había sufrido una “soledad académica, la sensación de no tener con quien hablar, porque no pertenecía a su club”.

Sin embargo, asegura que nunca dejó que aquello la detuviese lo más mínimo. En una carta que ella misma escribió a su yo de 18 años, decía: “Te han dicho sin parar que las mujeres no necesitan una carrera, que solo tienen que casarse bien. Pero tú eres diferente. Tienes una mente independiente. Crees que se puede ser esposa y madre y a la vez ganar un sueldo y contribuir a la sociedad. Y lo harás.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista.

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