Honor Frost, la superheroína que buceaba en busca de antiguos barcos hundidos

Vidas científicas

Honor Frost. Imagen: Wikimedia Commons.

Si hay una vida real que encaje bien con la imagen que tenemos de la vida de los superhéroes, esa es la de Honor Frost. Nacida en Nicosia, Chipre, el 28 de octubre de 1917, quedó huérfana siendo muy pequeña y pasó a estar bajo la custodia de Wilfred Evill, un rico abogado y coleccionista de arte de Londres. Estudió artes, trabajó de escenógrafa en una compañía de ballet y como editora en la Tate Britain.

Pero tal y como ella contó en su primer trabajo Under the Mediterranean, travels with my bottle (1963), su vida cambió en algún momento de los años 50 cuando, en la fiesta que un amigo daba en su mansión del siglo XVII, Frost se enfundó en un traje de buceo de la Segunda Guerra Mundial para bajar al pozo del jardín. Quedó impresionada y maravillada por la sensación de moverse bajo el agua. En ese momento comenzó la que sería una prolífica carrera como arqueóloga submarina. En seguida se unió como miembro al club Alpin Sous-Marin en Cannes.

De Francia a Jericó y de ahí, a Líbano

Como entrenada buceadora, buscó colaborar con Jacques Cousteau, líder mundial en su campo, que trabajaba en el sur de Francia. Frédéric Dumas, asistente de Cousteau, se convirtió en su íntimo amigo y mentor. Dumas la llevó consigo para su primer buceo arqueológico en el naufragio del barco romano Anthéor, después rebautizado como Chrétienne A, en la costa sur de Francia. Después ella siguió desarrollando y consolidando sus aptitudes como arqueóloga cuando se unió al equipo de Kathleen Kenyon en Jericó en 1957 como encargada de plasmar los descubrimientos en dibujos.

Frost se dio cuenta en seguida que la arqueología sobre tierra no era lo suyo, pero que muchas de sus nuevas habilidades se podían adaptar a la arqueología submarina, y supo aprovechar las técnicas recién aprendidas para el registro de los hallazgos en muchos de sus siguientes trabajos. De Jericó se fue a Líbano y allí exploró, bajo la dirección del Instituto Francés de Arqueología de Beirut, los antiguos puertos de Byblos, Sidón y Tiro, donde terminó de perfilar su querencia por los puertos y, sobre todo, las anclas de piedra.

En su opinión, no se podía entender el funcionamiento de un motor sin saber cómo funcionan sus frenos, y por eso estas antiguas anclas jugaban para ella un papel importante a la hora de identificar barcos hundidos y de entender patrones de comercio de la época.

En busca del Faro de Alejandría

En 1960 participó en las fases iniciales de la excavación en torno a un barco de la Edad de Bronce en la costa de Turquía. Esta fue la primera excavación de este tipo que utilizó técnicas arqueológicas sistemáticas y tuvo una gran importancia en el desarrollo de la arqueología submarina como una especialidad científica. Frost colaboró con sus habilidades de dibujo y registro submarino. También participó en el proyecto preliminar, patrocinado por la UNESCO, para explorar los alrededores de lo que fue el Faro de Alejandría en 1968, y fue la que identificó los restos encontrados como parte del palacio hundido de Alejandro y Ptolomeo, poniendo de manifiesto la gran importancia histórica e internacional de aquellas ruinas.

Artefactos procedentes de naufragios estudiados por Honor Frost en Turquía.
Imagen: University of Southampton Special Collections.

En colaboración con las autoridades sicilianas y la British School de Roma dirigió las excavaciones y recuperación de un navío público hundido utilizado por los cartagineses en la Batalla de las Islas Egadas, en el 241 a.C., la última batalla de la Primera Guerra Púnica. Durante varios años ella y su equipo trabajaron en el terreno. Finalmente el barco fue restaurado para ser expuesto en un museo local.

La arqueología marina como disciplina científica

Además de su trabajo de campo, Frost tuvo un importante papel en el desarrollo de la arqueología marina como una disciplina científica: fundó el Consejo de la Arqueología Náutica, formó parte durante muchos años del Consejo de la Sociedad para la Investigación Náutica y participó en la creación de la Revista Internacional de Arqueología Náutica en 1972. Mantuvo un contacto activo con académicos y marinos para asegurarse de que mantenían los altos niveles de exigencia en los que creía y que ella misma aplicaba a su trabajo. En 1969 fue nombrada socia de la Sociedad de Anticuarios de Londres.

Arqueología subacuática. Imagen: Wikimedia Commons.

La fascinación que le provocaba el Mediterráneo y sus culturas hizo que terminase adquiriendo una casa en Malta, pero cuando estaba en Londres, vivía en la casa heredada de su tutor, con el que mantuvo una relación de amistad, aunque con ocasionales discusiones y peleas. La casa era un lujoso edificio, del que ella ocupaba las dos plantas superiores, lleno de una ecléctica colección de objetos artísticos, desde porcelanas chinas hasta pinturas de artistas ingleses del siglo XX, que Evill había ido adquiriendo a lo largo de su vida.

El viaje a la India que no le dio tiempo a hacer

En los últimos años de su vida, Frost decidió convertir su colección e invertir su esfuerzo en una fundación que trabajase por promover la arqueología submarina, especialmente en el este del Mediterráneo. Tras su muerte en 2010 su colección fue subastada en la galería Sothebys, y todo lo recaudado fue dedicado al funcionamiento y los proyectos de la fundación que aun hoy lleva su nombre.

La vida de Frost se centró principalmente en su actividad arqueológica. Se casó una vez, pero tras separarse permaneció soltera, “aunque no sin su cuota de admiradores”, según señalaba sucintamente su necrológica en The Guardian. Tenía muchos amigos de todas las edades a los que entretenía en su casa londinense mostrándoles su variada colección artística. Enérgica hasta el final a pesar incluso de un par de operaciones y prótesis de cadera, falleció antes de poder hacer su primer viaje a la India, donde pensaba visitar la mayor ancla de piedra conocida.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista.

1 comentario

  • Honor Frost, una mujer, muy mujer, con arrojó, sustantivo en su vocación, su carisma marinera, y fructuosa, osada, laboriosa, científica, en busca de la más grande riqueza marina y submarinas, un gran ejemplo de valor, destrezas, agudeza visión submarina, incansable buscadora de enigmas y misterios ocultos de los océanos, gracias por tu aporte a las ciencias y artes submarinas. HONOR FROST, LA SUPERHETOÍNA.

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