Margarita Sánchez Romero nació en Madrid el 31 de agosto 1971, es profesora titular en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, pero se siente antequerana, es decir, malagueña. “Jamás se me ocurriría decir que soy de Madrid, sólo porque has preguntado el lugar de nacimiento… Llegué a Antequera con mi familia cuando tenía 9 años… y toda mi familia es de allí. Apenas estuve cuatro años en Madrid.”
Cuando le pregunto si incluyo en su nombre para esta entrevista su segundo apellido, su respuesta es: “por favor”.
El grupo de investigación que ahora dirige estudia algunos procesos humanos desde el neolítico, las edades del cobre y el bronce, hasta hace aproximadamente ochocientos antes de nuestra era.
Javier San Martín (JSM) Hablamos de los orígenes de la agricultura…
Margarita Sánchez Romero (MSR) Sí, la prehistoria antigua es todo el paleolítico, antes de la agricultura. Nosotros nos dedicamos a investigar poblaciones ya asentadas en territorios. La adopción de la agricultura es un proceso que no llega a todos los sitios al mismo tiempo y que dura, en algunos casos, cientos o miles de años, así que el punto de inicio del tiempo que nosotros investigamos no es igual en todos los lugares. Los avances en tecnología y en analítica nos están enseñando dónde podemos empezar a encontrar nueva documentación, pero lo interesante son los procesos por los que llegamos a agricultura.
(JSM) Pero podemos ir más atrás en el tiempo…
Podemos remontarnos, por ejemplo, tres millones y medio de años y hablar de Lucy, la Australopitecus apharensis. De Lucy sabemos muchas cosas, aunque su esqueleto ni siquiera está completo: aunque era bípeda, todavía conservaba una musculatura muy fuerte en los brazos, lo que sugiere que se desplazaría mucho por los árboles; tuvo hijos; tenía unos 20 años cuando murió y probablemente falleció por las consecuencias de una caída muy importante. La investigación ha avanzado tanto, que casi nos permite acercarnos a las biografías de las personas. No podemos hablar de todas las Australopitecus apharensis pero de ella sí podemos decir muchas cosas.
(JSM) ¿Hasta donde podemos hacer afirmaciones sacadas de los datos científicos y dónde empieza la interpretación?
(MSR) Todas las disciplinas están sesgadas por un momento histórico, social o económico. Eso no quiere decir que no se sea honesto a la hora de ejercer esa disciplina, o que el método científico no sea objetivo, pero sí debemos ser conscientes de que el mundo que tenemos alrededor nos impulsa a hacer un tipo de interpretación. Cuando la arqueología en el siglo XIX empieza a hablar exclusivamente de hombres y de metalurgia, de poder y de jerarquización como las cuestiones que explican las sociedades, y relega a las mujeres en el ámbito doméstico, valorando esas actividades de forma peyorativa, está haciendo una interpretación, que además no estaba basada en hechos científicos.
(JSM) ¿Cuál es el límite?
(MSR) La cultura material, los restos arqueológicos y antropológicos y las analíticas que se les puede aplicar. El objeto y las técnicas de estudio son objetivos. A partir de ahí, se pueden realizar hipótesis de lo que pudo pasar. Esa parte es interpretativa. Pero, como científica puedo hacer que mis datos lleguen a mis colegas y, si no están de acuerdo, me pueden rebatir y podemos discutir, por eso es importantísimo que siempre que se publique, esos datos aparezcan. Quizá dentro de cincuenta años, nuevas técnicas rebatan lo que ahora pensamos de algunas cosas.
(JSM) ¿Hay movimientos reaccionarios a la reinterpretación de los datos en clave de género o feminista?
(MSR) Siempre hay reacciones a la investigación feminista, pero no sólo por lo que podemos decir de las sociedades del pasado desde la arqueología. Nosotras queremos transformar la disciplina, hacerla más igualitaria en todos los sentidos, en el ejercicio de la profesión o en los museos. Queremos transformar la arqueología porque es androcéntrica y machista. Eso es lo que provoca reacción. Si yo hago un artículo sobre la lactancia, no importa, porque la gente reaccionaria, no lo lee. El problema para ellos es que además estamos denunciando que los museos son androcéntricos, que no se está haciendo bien el trabajo… y eso, sí provoca reacciones.
(JSM) ¿Lo vio siempre así de claro?
(MSR) No, qué va. Me caí del caballo después de terminar la tesis. Cuando empecé a hacer arqueología feminista, o sobre individuos infantiles en la prehistoria, mis compañeros me decían que el tema era muy bonito y muy mono. Era algo así como si me dedicara a la historia secundaria, que no es importante. Los problemas llegaron cuando empecé a competir por los mismos escasos recursos que ellos, con mi punto de vista y mis temáticas específicas. He notado una involución en los últimos años. Hemos pasado del «qué mono es lo que haces» al «tampoco te pases que no estáis tan mal». Cuando toca competir por los recursos, estos temas dejan de ser simpáticos.
(JSM) ¿Cómo fue ese momento de caerse del caballo?
Cuando estaba defendiendo mi tesis ante el tribunal. Hice una tesis sobre tecnología y tipología de la industria lítica de un yacimiento. Buena parte de aquel instrumental estaba relacionado con actividades cotidianas, con la preparación del alimento (…). Ahora vamos a un museo y la industria lítica son puntas de flecha –que sirven para lo mismo en todo el mundo– o puñales-daga, y cuando vemos algo relacionado con la cotidianidad, como una raedera o un raspador, la gente se queda igual porque nadie explica lo que es. Vi que había un desfase entre la importancia real, y la cantidad y representatividad de las actividades que se hacían con esos instrumentos. Le pedí bibliografía a una profesora de mi universidad, Cándida Martínez, con una amplia trayectoria feminista, y añadí cinco páginas finales a la tesis diciendo que había que tener en cuenta esta perspectiva. La mayoría del tribunal me dijo que era una tesis magnífica que había estropeado en las cinco últimas páginas y que para qué me metía en eso. Y en ese momento me dije a mí misma que eso era precisamente lo que tenía que hacer.
(JSM) ¿Y qué hizo después?
(MSR) Fui a Inglaterra a formarme, y a la vuelta empecé a contactar con la gente que estaba empezando a hacer cosas aquí. En 2003 organicé un curso con todas las mujeres que estaban haciendo arqueología de género… (…) y ese es el germen de Past Women y de todo que lo ha venido después, porque lo que hemos hecho muy bien es generar redes entre nosotras.
Las razones de la invisibilidad
El pasado 23 de noviembre de 2017, Margarita Sánchez Romero impartió la conferencia Mujeres y arqueología. Excavando las razones de la invisibilidad, tercera ponencia del ciclo Emakumeek zientzia egiten dute / Ellas hacen ciencia, un ciclo de conferencias organizado por el Ayuntamiento de Bilbao-Bilboko Udala cada mes de noviembre.
El objetivo de aquella conferencia fue constatar, según sus propias palabras, cómo la no presencia de las mujeres en los discursos sobre las sociedades prehistóricas no tiene que ver con la dificultad para detectarlas, sino con los prejuicios y los convencionalismos instaurados en los inicios de la arqueología como disciplina científica, allá por el siglo XIX, y cómo pueden construirse narrativas y discursos inclusivos, desde posiciones rigurosamente científicas.
(JSM) Lo que nos han dejado en la cabeza los libros de texto es que el hombre prehistórico era el que, no sólo, salía de caza, sino el que al llegar a la cueva se ponía a decorarla… ¿Quién pintaba las paredes de las cuevas?
(MSR) Todo eso está ahora en revisión. Hay una recreación de Arturo Asensio para una exposición sobre pinturas rupestres en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares, en la que una mujer pinta Altamira con un bebé en brazos. Cuando la pongo en clase, siempre hay alguien que pregunta cómo sé que era una mujer. Yo siempre respondo lo mismo: ¿Y tú como sabes que era un hombre?
Ahora se están estudiando huellas dactilares y estamos comprobando que algunas de ellas corresponden con mujeres o individuos muy jóvenes. En la Cueva del Trucho, en Aragón, hay huellas de manos de bebé.
El arte rupestre no es igual en todos los sitios, pero nosotros hemos puesto a Altamira y la caza como paradigma. Sin embargo en otros lugares hay mujeres recogiendo hierba, niños y niñas en aparente actitud de juego, hay danza, bailes, manos… La creación de pinturas parece ser un acto colectivo.
(JSM) ¿Se valoran estas líneas de investigación dentro de la academia?
(MSR) Empiezan a estar valoradas. Además de la propia investigación sobre las mujeres y las relaciones de género, estamos yendo más allá, por ejemplo, se están creando grupos de arqueología feminista donde se están haciendo estudios sobre comportamientos de abusos sexuales en excavaciones arqueológicas o sobre comportamientos de discriminación social relacionados con las actividades que realizan las mujeres y los hombres en las excavaciones. Otras personas, dedicadas a grupos humanos invisibilizados en arqueología, están adoptando metodologías de estudios propias de la arqueología feminista, para dar luz a esas comunidades que han pasado desapercibidas o que no han sido valoradas, así que se está viendo que la propia metodología generada es útil para otros estudios. Somos tortuguitas. Vamos poco a poco, pero machacamos como un martillo pilón.
(JSM) ¿Y todo eso llega a la sociedad?
(MSR) Te contaré una anécdota, Huéscar está a dos horas de Granada capital y allí me fui una tarde a dar una charla a diez mujeres… ¿Cómo no voy a hacer eso? ¡Lo agradecen tanto! Hay que empoderar a todas las mujeres, y a esas también (…) y luego siempre vienen algunas señoras mayores y te dicen: “eso que has dicho, lo sé yo hace mucho tiempo, pero ¡qué alegría me da que vengas a decírmelo tú!”. Y te cuentan cómo se iban al campo a trabajar con sus maridos, y se pasaban todo el día recogiendo detrás de ellos, y cómo al llegar a casa ellos se sentaban en el sofá y ellas tenían que ponerse a cocinar y a preparar a los niños… Yo les digo que eso es lo que sostiene a la sociedad, y ellas se alegran de que alguien se lo reconozca.
(JSM) He hecho un pequeño recuento en la página del Instituto Universitario de Investigación de Estudios de las Mujeres y de Género del que fue directora, y quitando al administrativo, como investigador sólo hay un hombre. ¿Esto quiere decir que la investigación de género nos interesa muy poco?
(MSR) Muy poco. Gerardo, es el único. La historia de las mujeres no interesa a los hombres, es una cuestión de mujeres. Sigue siendo la historia lateral.
(JSM) ¿Cuánto vamos a tener que seguir esperando?
(MSR) Las últimas investigaciones hablaban de que la igualdad real, al ritmo actual, tardará unos doscientos años…
(JSM) ¿Corremos el riesgo de que sean más años, teniendo en cuenta las ideas que sobre estos temas tienen los políticos que están alcanzando algunos gobiernos en Europa y en otras partes del mundo?
(MSR) No podemos parar. Una de las consecuencias más graves de la crisis ha sido para la ley de dependencia, que reconocía y empoderaba a las mujeres. Son ellas, mayoritariamente, las cuidadoras, las que tienen que abandonar sus carreras o su vida porque cuidan a su pareja, a su padre, a su madre o a sus hijos. No sólo dejan cosas pendientes, es que, además, no se las reconoce. Ese es un trabajo que habría que pagar si nadie más cuidara de esas personas. Eliminar esos recursos que ponía la ley de dependencia a quien ha perjudicado más es a las mujeres que tenían un cierto alivio a la situación de tener que cuidar a un familiar dependiente. La evolución de los salarios también ha perjudicado más a las mujeres que a los hombres… damos pasos para atrás constantemente.
(JSM) Desde el pasado, desde la historia o la arqueología, ¿cómo ve el futuro?
(MSR) Soy optimista. Si no pensara que podemos transformar la realidad y el mundo y que tenemos que trabajar para ello, si no pensara que hay un germen y que merece la pena tirar de él y que lograremos mejorar la vida de las personas, no me dedicaría a esto. Las sociedades del pasado son complejas y completas, y tenían sus propios problemas. Las circunstancias de las mujeres de hoy son mejores que las de hace cincuenta o cien años, sin duda. No sabemos cómo era hace 4 500 años, porque no tenemos pruebas arqueológicas que nos los digan. Probablemente las sociedades tendrían estándares de vida peores que los nuestros, tanto para las mujeres como para los hombres.
Vicent Martin, un filósofo de la Universidad de Castellón, decía en un libro que escribió después del 11-S que “la ciencia es la forma pacífica de transformar el sufrimiento humano” y me parece la definición más bonita de la ciencia que ha habido. Hablo del sufrimiento humano que viene la enfermedad, pero también de la imposibilidad de alcanzar una meta mediante la ingeniería, o del sufrimiento que tiene que ver con la formas de incomprensión que generamos entre nosotros, porque no nos identificamos con la persona que tenemos delante. Para eso están las ciencias humanas, la literatura, la historia, el arte,… para reconocer y reconocernos y transformar la negación del otro. Esa es la lucha de la ciencia.
Unos meses después de esta entrevista, Margarita Sánchez Romero fue elegida presidente de la Asociación Española de Investigación en Historia de las Mujeres (AEIHM), una institución que tiene por objetivo promover la investigación, enseñanza y difusión de la historia de las mujeres y de las relaciones de género.
Sobre los autores
Esta entrevista ha sido realizada por Javier San Martín (@SanMartinFJ) e Izaskun Lekuona (@IzaskunLekuona). Este trabajo es una colaboración de Activa Tu Neurona (@ACTIVATUNEURONA) con el blog Mujeres con ciencia.
11 comentarios
Una estupenda y bien ilustrada entrevista. Creo que la labor de Margarita Sánchez Romero por mejorar nuestra comprensión de la vida de las mujeres en el pasado es muy valiosa.
Un saludo cordial y felicitaciones por el trabajo.
Mil gracias Carolina, como siempre, por tus comentarios. Tenemos en ti a una gran maestra. Un abrazo
Muy interesante lo que dice Margarita, mucho.
Gracias Joaquín. Estamos de acuerdo contigo. Por eso la entrevistamos. Un cordial saludo
El arte no tiene sexos si solo se entendiera eso no andariamos discutiendo si lo hizo una mujer o un varón el arte está lleno de mujeres otra cosa es no querer verlo
Has dado en el clavo Roberto, la clave es querer verlo.
Me ha encantado la entrevista. Muchas gracias. Únicamente quería puntualizar que en el último párrafo habeis escrito «fue nombrada presidente» cuando debería decir «presidenta». Un saludo y muchas gracias de nuevo por vuestro trabajo
Hola María Jesús.
Creo que no es incorrecto referirse a la persona que preside algo como “presidente”, independientemente del género, pero tienes razón en que probablemente habría quedado más claro, porque tampoco es incorrecto, haber usado “presidenta”.
http://dle.rae.es/?id=U6Yu3bh
Muchas gracias por tu comentario.
Muy pronto van a decir que es una exageración. Que lo de ocultar la participación de la mujer en la historia no es machismo, que está implícita, no hay que decirlo. Lo curioso es que siempre, las preposiciones y los adjetivos están en la forma del género «hombre», y claro van a decir que es una generalización. Hace falta poner a las claras las heridas abiertas de nuestra sociedad para que todos las vean, esa es una de las formas de empiezar a curar los males de nuestra sociedad.
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