Ni tontas, ni locas

Entre páginas

Título: Ni tontas, ni locas. Cuando anónimo era sinónimo de mujer
Autores: Javier Sanz y Rafael Ballesteros Diaz
Editorial: Anaya Multimedia (colección Libros singulares)
Páginas: 368
Fecha de publicación: 2018
ISBN: 978-84-415-4006-4

Información editorial

Decía Marie Curie… ‘las mentiras son muy difíciles de matar, pero una mentira que atribuye a un hombre lo que en realidad era el trabajo de una mujer tiene más vidas que un gato’. Y si esto lo decía una de las pocas mujeres cuyo trabajo fue reconocido ya en su momento, imaginad el resto. Y de eso trata este libro, de poner nombre y apellidos a esas mujeres que para los que escribieron la historia –en su inmensa mayoría hombres– fueron anónimas, de mujeres que tuvieron que hacerse pasar por hombres para ser o hacer lo que para ellos estaba permitido, de artistas y científicas ninguneadas por su género, de mujeres que arriesgaron la vida por cambiar las reglas del juego, de mujeres de armas tomar… y algunas a las que temer. Un pequeño y necesario homenaje a una de las profesiones de mayor riesgo de la historia: ser mujer. Cuando hasta los hombres escritores piensan que hay que superar el ninguneo histórico de las mujeres.

Nota de la editora

La cita con la que comienza la información editorial es en realidad de Hertha Marks Ayrton, que fue una gran amiga de Marie Curie. En 1909, la Westminster Gazette atribuyó el descubrimiento del radio a Pierre Curie, y Hertha protestó en una carta al editor en la que incluía estas líneas (ver Lisa Jardine, Weird science, BBC News, 2008).

El libro está prologado por Elisenda Roca, Olga Viza, Estrella Montolio y Rosa María Calaf.

Está distribuido en los siguientes capítulos:

  • Pioneras, científicas y artistas
  • Mujeres de armas tomar… y algunas que temer
  • Haciéndose pasar por hombres

… y finaliza con un acertado colofón:

¿Qué remedio puede emplearse contra los males que nos afligen o nos amenazan? Ninguna dolencia social puede combatirse con un remedio solo; pero si se nos pidiera que señaláramos uno nada mas, aquél que juzgásemos de mayor eficacia, responderíamos sin vacilar: LA INSTRUCCIÓN.

Concepción Arenal, «La instrucción del pueblo».

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