«Detrás de una cara bonita, un coeficiente intelectual de 180» rezaba el titular con el que la revista LIFE ilustraba, en 1962, un artículo sobre el sistema educativo en California. La estudiante que provocaba la sorpresa reflejada en el titular era Virginia Trimble, estudiante de astronomía en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Virginia Trimble había llegado a la UCLA a principios de los años 60 decidida a estudiar arqueología pero, a punto de matricularse, descubrió que era una materia reservada para graduados. En la misma página, en la letra A, estaba astronomía y su padre la animó a matricularse asegurándole que le gustaría. Y le gustó. Trimble se graduó en la UCLA y, posteriormente, fue admitida en el programa de doctorado en Astronomía en CalTech. «Hasta pasado un tiempo no me di cuenta de que la admisión de mujeres en ese programa solo se hacía bajo determinadas condiciones, concretamente bajo la condición de estar casadas con un hombre admitido en el CalTech».
En el campus del CalTech fue dónde Tremble conoció a Feynman o, mejor dicho, fue él el que la conoció a ella tras verla pasear y pensar que sería una buena modelo para sus sesiones de dibujo. Tremble compaginó sus sesiones como modelo para él, a cambio de 5,50 dólares por sesión y sus conversaciones sobre física con sus estudios de doctorado. Eligió como materia de investigación el estudio de la Nebulosa del Cangrejo: la masa de polvo, gas y plasma surgida de una explosión de una supernova cuya luz llegó a la tierra en 1054. Para hacer sus observaciones se le permitió utilizar el telescopio del observatorio del Palomar, en San Diego, convirtiéndose en la tercera mujer en poder utilizarlo y la segunda, tras Vera Rubin, en disponer de su propio tiempo de uso.
Tras completar su doctorado decidió que no quería centrarse en un estudiar un solo tema ni dedicarse a gestionar las subvenciones que la Universidad de California, donde había sido admitida como astrónoma titulada, recibía para investigación. Decidió entonces dedicarse a tener una visión más amplia, no iba a estudiar astronomía sino cómo, dónde, porqué y quién estudiaba astronomía.
Investigó si el hecho de estudiar el doctorado en una institución de prestigio compensaba después a nivel profesional. Se preguntó qué telescopios generaban más artículos y descubrió que muchos artículos surgían de telescopios muy desconocidos. Investigó el arco narrativo que llevaba al consenso científico y escribió un artículo sobre el progreso de diferentes debates científicos, entre ellos el de la existencia de la materia oscura.
¿Por qué se le ocurrían todas estas preguntas? Porque sabía más de astronomía que casi todos los astrónomos. ¿Por qué? Porque desde 1991, y durante dieciséis años, Virginia Trimble leyó todos y cada uno de los artículos sobre astronomía publicados en las veintitrés revistas más prestigiosas.
Llegado el momento de la revisión anual, volvía a sus notas, ordenaba, descartaba y escribía un contexto para todo lo publicado ese año. En esas recopilaciones escritas en un lenguaje accesible, entretenidas y eruditas, siempre incluía bromas, con un sentido del humor bastante peculiar que para muchos era «desagradable».
Durante dieciséis años Temple realizó esta exhaustiva tarea de lectura, comprensión y análisis de la astronomía. En 2007 el interés editorial por esta iniciativa decayó al tiempo que la publicación en papel de artículos empezó a estar pasada de moda. La mayoría de las publicaciones pasaron a hacerse solo de manera digital y no podía leer seis mil artículos en pantalla. En una época en que la especialización y la presión por publicar es tan alta, difícilmente nadie retomará la tarea comenzada por Tremble, una tarea con una visión amplia, alejada de la especialización y el afán de publicación.
Virginia Tremble tiene ahora 75 años y se encuentra dedicada a escribir una serie sobre la influencia de la Primera Guerra Mundial en el desarrollo de la relatividad y un capítulo para un libro sobre personas que debieron ganar el Premio Nobel y no lo ganaron. También tiene empezadas sus memorias pero, por ahora, las ha dejado de lado porque «se aburre».
Sobre la situación de la mujer en la ciencia y concretamente en la astronomía, en una entrevista concedida en 2011 a Amelia Ortiz-Gil y Vicent J. Martínez:
Referencias
- Sarah Scoles, The Woman Who Knows Everything About the Universe, Wired Science, 4 abril 2018
- Amelia Ortiz-Gil y Vicent J. Martínez, Entrevista a Virginia Trimble, Mètode, 12 abril 2011
- Toni Feder, Virginia Trimble interviewed, Physics Today, 19 marzo 2018
Sobre la autora
Ana Ribera (Molinos), historiadora con 16 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos.