Los neandertales ante los bosques: nuevos datos procedentes de El Sidrón

Ciencia y más

Nuestros parientes neandertales, desde que en el año 1856 fueron descubiertos en una cueva próxima a la ciudad de Düsseldorf, ocupan una posición central en la discusión sobre los orígenes de la humanidad moderna. La vasta información hoy disponible acerca de esta especie tan cercana a nosotros ha provocado que la imagen que nos hemos formado de ella se encuentre en un proceso de decisiva transformación. Como señalaba en 2010 el autorizado profesor Antonio Rosas, asistimos a «la apreciación de los neandertales como una humanidad distinta, pero no por ello inferior a la nuestra. […]. No hay pruebas válidas de su supuesta inferioridad intelectual; sus hábitos y su cultura son plenamente humanos en el sentido amplio del término».

71gTB3QMIaLLas interpretaciones cargadas de prejuicios (los neandertales fueron un pueblo tosco, de escasa inteligencia y sin apenas actividad cultural) han entrado en crisis, y una creciente valoración de aquellos humanos, mucho más rica y compleja, está ocupando el imaginario colectivo. En este importante cambio de apreciación han tenido considerable influencia el desarrollo de técnicas novedosas y eficaces aplicadas a los nuevos hallazgos y a la reinterpretación de los anteriores, además del descubrimiento de numerosos yacimientos. Y sobre todo ello, nos interesa resaltar la incorporación creciente de jóvenes investigadoras a interesantes proyectos.

Numerosas mujeres, con gran creatividad, capacidad de trabajo y buena formación, están jugando un papel muy significativo en este agitado ámbito de estudio. De hecho, en la actualidad existen diversos equipos de investigación dirigidos o integrados por científicas participando en renovar no sólo nuestra concepción del mundo neandertal, sino también una percepción más moderna de la prehistoria humana en general.

Los excelentes resultados logrados por estas profesionales son prueba indiscutible de las ventajas que conlleva alentar y animar a las jóvenes a comprometerse con una carrera científica y, al mismo tiempo, muestran que el empeño en desperdiciar la mitad del talento humano es una tarea tan inútil como irracional.

Al calor de lo expuesto, citemos que en el mes de abril de 2016, un equipo de investigación internacional liderado por Karen Hardy, profesora del ICRIA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados) y de la Universidad Autónoma de Barcelona, publicó un valioso trabajo realizado a partir de dientes fósiles pertenecientes a una población neandertal que hace unos 49.000 años vivió en la cueva asturiana de El Sidrón. Tras un meticuloso estudio, Karen Hardy y sus colaboradores consiguieron extraer de estos apreciados fósiles pequeños restos de material vegetal que inesperadamente indicaban la presencia de madera de coníferas.

Cuando los expertos tienen como objetivo reconstruir y analizar los hábitos de poblaciones del pasado, el estudio de los dientes se convierte en un recurso científico de inestimable valor. Si por añadidura el proyecto de investigación tiene como fin indagar sobre el uso, ya sea dietético o no, de las plantas, ese valor aumenta ya que es muy difícil que en los yacimientos se conserven restos de vegetales. Entre las diversas técnicas empleadas para analizar dientes fósiles de homínidos, cabe destacar el estudio de las placas o cálculos dentales, y también el examen del tipo desgaste sufrido por la dentadura de un individuo a lo largo de su vida.

Las placas o cálculos se depositan en la superficie de los dientes debido a que la actividad de bacterias de la saliva provoca la acumulación mineralizada de fosfato de calcio, y este atrapa partículas del entorno. Como es conocido, a la boca, además de la comida y la bebida, entran diversas partículas no alimenticias que flotan en el aire y se inhalan de manera inconsciente, como carbón, hollín, arenilla o polvo. De todo ello es posible que queden restos alojados en la placa dental y su aislamiento, identificación y análisis representa una rica fuente de datos biográficos. Teniendo en cuenta que esas placas pueden permanecer fuertemente adheridas a la superficie de los dientes por larguísimos periodos de tiempo después de la muerte del individuo –hasta más de un millón de años– su potencial informativo es incalculable.

Por otra parte, otra técnica de reconocido valor consiste en la observación y análisis del desgaste dental; esto es, las modificaciones físicas sufridas por la dentadura como resultado de las condiciones de vida. Tales cambios pueden ser macroscópicos, observables a simple vista, o microscópicos, tan pequeños que, como su nombre indica, requieren el uso del microscopio.

Marina Lozano Ruiz.

Si bien gran parte de las alteraciones perceptibles en la dentadura se han asociado a variaciones en el tipo de dieta, en realidad es posible llegar a saber muchas más cosas y los expertos consideran un error asumir que todos los desgastes dentales se deben sólo a la comida ingerida. En concreto, los dientes pudieron usarse, además de para masticar productos alimenticios, para múltiples actividades extra masticatorias que ayudan a revelar las adaptaciones culturales de los homínidos.

En su tesis doctoral, leída en 2006, la historiadora Marina Lozano Ruíz, miembro del Equipo de Investigación de Atapuerca, defendía que «las actividades que impliquen poner en contacto los dientes con diversos materiales producen señales y marcas en las superficies dentales. Estas alteraciones quedarán más o menos impresas según la intensidad de estas actividades. Este hecho no ha pasado inadvertido para muchos investigadores que han analizado, tanto a nivel macro como microscópico, los rasgos de desgaste presentes en el esmalte dental. En la actualidad, contamos con una tipología de rasgos de desgaste bien establecida que permite identificar los procesos que los han formado».

Desgaste dental (Juan Luis Arsuaga, UCM).
Desgaste dental (Juan Luis Arsuaga, UCM).

Por ejemplo, los estudios del desgaste dental experimentado por las poblaciones prehistóricas, incluidos los neandertales de diversos yacimientos, han permitido detectar muescas o estrías que podrían ser el resultado de actividades de higiene oral, posiblemente del uso de «palillos de dientes» como es hoy frecuente en comunidades tradicionales, que emplean un amplio rango de materiales vegetales con este propósito. Además, también se ha observado que algunos grupos de grandes primates usan distintos utensilios para raspar o frotar sus dientes.

La experta Maria Martinón-Torres, responsable del Grupo de Antropología Dental del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y recientemente incorporada a la prestigiosa University College de Londres, apuntaba en una interesante entrevista concedida a Javier San Martin e y Izaskun Lekuona el 1 de abril de 2015, que «el uso de palillos es una costumbre muy arraigada en el género Homo. El más antiguo, quitando algunos casos aislados del yacimiento de Olduvai [norte de Tanzania], puede tener cerca de 2 millones de años […], lo tenemos en la Península Ibérica donde hemos encontrado evidencias de uso en la Sima del Elefante (Atapuerca) y en los pre-Neandertal y Neandertales de forma mucho más extensa».

Maria Martinon-Torres.
Maria Martinón-Torres.

«No se trata de un palillo como lo entendemos hoy en día –continúa la científica–, puede ser algo semirrígido o flexible, puede ser un trozo de madera, pero también podemos estar hablando de una hierba un poco tensa, de algunas fibras,… de algo lo suficientemente fino y lo suficientemente rígido o duro como para poder dejar en uno de los tejidos más duros del cuerpo una muesca de este tipo.»

En lo que respecta a los dientes fósiles de los neandertales de El Sidrón, Karen Hardy y su equipo han observado en algunos de ellos ranuras o surcos de los que recuperaron diminutos fragmentos de madera. Una vez analizados, concluyeron que se trataba de restos procedentes de coníferas. Estos árboles, que están ampliamente extendidos por las regiones templadas de todo el mundo, tienen varias partes comestibles, incluidas sus acículas, frutos y la porción interna de la corteza, y por ello inicialmente se atribuyeron las marcas observadas a la dieta.

Recreación de dos neandertales ayudándose de la boca para realizar tareas cotidianas (Comunicación CSIC).
Recreación de dos neandertales ayudándose de la boca para realizar tareas cotidianas (CSIC).

Además, el interior de la corteza de muchas coníferas posee cualidades medicinales y antibacterianas que pueden haber sido apreciadas por las poblaciones neandertales (Hardy et al., 2013). Algunos autores también han sugerido que muchos utensilios antiguos con punta afilada podrían haberse usado para obtener la corteza interna con fines alimenticios o curativos. En cualquier caso, el considerable número de yacimientos en los que se han identificado herramientas elaboradas con madera, junto a otras de piedra, que muestran diversos tipos de desgaste sugiere que los neandertales tenían un conocimiento práctico detallado de los árboles y de su aprovechamiento.

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Recreación de neandertal ayudándose de la boca
para realizar tareas cotidianas (CSIC).

En este sentido, en 2016 Hardy y sus colaboradores, tras un concienzudo examen de las características macro y microscópicas del desgaste dental y de cuidados análisis químicos, demostraron que los restos de madera presentes en los dientes fósiles de El Sidrón no eran comestibles, sino el resultado de otro tipo de actividad. Aunque no pueden probarlo con certeza, estos expertos consideran que el material hallado podría ser consecuencia del uso de la boca como una «tercera mano». Esto quiere decir que el desgaste de los dientes también podría ser el resultado de haberlos empleado como si fueran una herramienta.

El empleo de la boca como una mano más no es una idea nueva. En 2006, la investigadora Marina Lozano Ruíz manifestaba que «el uso simultáneo de manos y dientes permite llevar a cabo una amplia diversidad de tareas en las que se procesan y modifican diversos materiales». Analizando atentamente restos de homínidos de la Sima de los Huesos, Atapuerca, la científica ha concluido que la dentadura puede utilizarse «para realizar una amplia gama de tareas entre las que destacan el procesamiento de fibras vegetales y materiales de origen animal como tendones y pieles […] que eran pasados repetidamente entre los dientes anteriores y luego cortados con un instrumento lítico […] tan cerca de la boca que se ocasionarían pequeños cortes en los dientes de modo accidental». Se generarían así las llamadas estrías culturales como «consecuencia del uso de la dentición anterior como tercera mano».

Además, Lozano Ruíz sostiene que «el hecho de que todos los individuos [por ella estudiados] tengan una proporción de rasgos de desgaste similares permite definirlos como un grupo cohesionado que había desarrollado unos hábitos de conducta que les permitían adaptarse al entorno que habitaban».

Por su parte, Anita Radini y Karen Hardy, junto a otros autores, creen que el hallazgo en los fósiles de El Sidrón de fragmentos de madera en la placa dental representa, además de una importante evidencia física de restos no comestibles en la boca, una oportunidad para explorar un amplio rango hasta ahora no imaginado de detalles biográficos relacionados con el pasado humano y las poblaciones de homínidos.

En suma, cada vez son más las investigadoras que, con sus valiosos resultados, están contribuyendo a ofrecer una perspectiva de las poblaciones neandertales mucho más equilibrada, probablemente más realista y menos estereotipada de la hasta ahora admitida. En el rico cuadro que está emergiendo, Homo neanderthalensis se revela como un grupo humano biológicamente bien diferenciado de nosotros, dotado de una capacidad cultural rica y compleja que configuró una humanidad extinguida provista de notables conocimientos sobre sí misma y sobre el entorno que la rodeaba, distinta pero no inferior a Homo sapiens.

Referencias

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

5 comentarios

  • Menos mal que ya se ha empezado a desmitificar que los neandertales eran inferiores y su rica cultura sale de nuevo a la luz gracias a estas jóvenes investigadoras, nos quedan muchas sorpresas

    • Sí, Carlota, están saliendo a la luz muchas sorpresas, y en estos hallazgos participan muchas investigadoras. Pero tengamos presente que se trata de equipos multidisciplinares formados por gran número de especialistas. De todos modos, es un gran éxito para todas y todos que aumente el número de científicas. Un cordial saludo, y gracias por tu comentario.
      Carolina.

  • Buenas tardes
    Como siempre, interesantísimo el artículo de Carolina.

    Otra investigadora, Laura Martín-Francés, que realizaba su doctorado en el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH) decía en una entrevista que nos molestaban las mismas cosas que al Homo erectus. Por ejemplo, que se nos quede una hebra de carne entre los dientes. Lo curioso es que, además, la sacamos de la misma forma, usando “palillos”. Se refería a una investigación sobre tres individuos de esa especie del yacimiento de Yiyuan, en el este de China.

    La entrevista completa puede encontrarse en este enlace: http://www.ivoox.com/activa-tu-neurona-radio-n-12-evolucion-humana-audios-mp3_rf_3204290_1.html

    Un cordial saludo

    • Muchas gracias por tu información, Javier. Leeré la entrevista con atención y te la comentaré.
      Un saludo cordial
      Carolina

    • He escuchado al entrevista en la que interviene Laura Martín-Francés, Javier, y me ha gustado. Lo que se puede averiguar sobre la evolución humana a partir de los dientes no deja de sorprender, y en este caso aún más por tratarse de datos con tanta antigüedad.
      Un cordial saludo,
      Carolina

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