Angélique du Coudray (1714-1794) nació en Clermont-Ferrand (Francia) en el seno de una familia de médicos franceses. En 1740 completó su formación, pasó sus exámenes en l’École de Chirurgie de París y se convirtió en jefa de matronas en el Hôtel-Dieu de esa misma ciudad.
Ejerció de partera durante dieciséis años, y en 1754 regresó a su Auvernia natal para comenzar a impartir cursos a las matronas que atendían partos en las zonas rurales; con esta práctica se buscaba disminuir la tasa de mortalidad infantil en estas comarcas con escasos recursos.
Su gran idea fue el invento de un maniquí –trapos, telas, cartones, algodón, madera– para comprender la mecánica obstétrica, una ‘máquina’ –así se denominaba púdicamente– representando la pelvis de una mujer, el útero, sus ligamentos, la vagina y el recto. Además, este especial mecanismo incorporaba un modelo de niño de tamaño natural –lo suficientemente flexible para poder deformarlo en diferentes posiciones–, una placenta y un cordón umbilical.
Angélique quería que sus lecciones fueran ‘palpables’, puesto que sus enseñanzas iban dirigidas a personas con escasa formación; por eso su maniquí estaba preparado para mostrar las técnicas de parto en diferentes situaciones: con un feto sietemesino, con gemelos o un recién nacido.
Algunas de estas ‘máquinas’ tenían incorporados detalles sorprendentes: huesos humanos bajo el tejido –para dar firmeza al torso–; fetos con la cabeza con fontanela, ojos, orejas, cabellos pintados, nariz y boca con lengua –incluso se podía meter el dedo hasta 5cm en la boca para practicar la maniobra Mauriceau en los partos de nalgas–; el cordón umbilical en cuero permitía el flujo de líquido imitando el sanguíneo; etc.
La formación de las futuras matronas duraba dos meses, y las alumnas practicaban con este maniquí. Tal fue el éxito de este artilugio, que el rey Luis XV emitió una real cédula autorizando a Angélique du Coudray a impartir su curso en todo el reino. A partir de 1759, y hasta 1783, Angélique formó a más de 5.000 mujeres en todas las regiones de Francia. También adiestró a los cirujanos que perpetuarían después sus enseñanzas.
Como suele ocurrir, tuvo que enfrentarse a matronas supersticiosas y a médicos celosos de su protección real. Pero consiguió con sus enseñanzas una clara disminución de la mortalidad infantil.
En 1752 publicó su Abrégé de l’Art des accouchements –Compendio del arte del parto– cuya segunda edición de 1769 ya estaba ilustrada con grabados suavemente coloreados.
Del maniquí de Angélique du Coudray queda un ejemplar en el Musée Flaubert d’histoire de la médecine (hospital de Rouen).
Más imágenes del maniquí
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Referencias
- Guillaume Roche, Photos : la «Machine» d’Angélique du Coudray, mère des sage-femmes, Première, 2013
- Le mannequin d’accouchement de Madame du Coudray, Musée Flaubert CHU Rouen
- Angélique-Marguerite Du COUDRAY Le Boursier (1714-1789) Sage-femme des Lumières, Portraits de Médecins
- Anne Debal-Morche, Des cours de formation à l’accouchement au 18e siècle, Archives départementales d’Indre-et-Loire
- María Mercromina, Angélique du Coudray. Las entrañas de tela que salvaron la vida a miles de mujeres, Gonzoo, 2015
Sobre la autora
Marta Macho Stadler es doctora en matemáticas, profesora del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaboradora en ::ZTFNews y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
1 comentario
Una gran imaginación para fabricar los maniquís casi perfectos en una especialización tan delicada . gracias a ella muchos niños se salvaron y sirvió para que los médicos profundizaran en sus conocimientos. una vez mas la imaginación y la creatividad van de mano con la ciencia.