Teresa Giráldez: “La ciencia necesita selección, competitividad, exigencia y apostar por la calidad”

Protagonista

foto_1Teresa Giráldez (Madrid, 1973) acaba de ser elegida miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad de Biofísica, la organización científica internacional más importante en este campo, compuesta por más de 9.000 miembros de todo el mundo que designan, mediante votación, a cada uno de sus nuevos cargos de representación.

Su nombramiento y la carrera que desarrolla actualmente como científica y líder de un grupo de investigación en el Instituto de Tecnologías Biomédicas (ITB) de la Universidad de La Laguna, son el resultado de muchos factores, pero si se le pregunta por su biografía académica, destaca el hecho de haber pertenecido a la primera promoción de una licenciatura de bioquímica un tanto especial, que se creó en Oviedo, y que sólo cursaron 35 alumnos seleccionados de carreras de la rama de ciencias de la salud. “Fue algo muy especial que me influyó mucho”, afirma. “Muy competitivo y a la vez muy inspirador. Tiró de todos nosotros para arriba”.

Javier San Martín (JSM) ¿Y eso lo hizo posible el reducido número de alumnos?

Teresa Giráldez (TG) Había una selección y se notaba. Me esforcé mucho para que las notas de mi primer ciclo (en Ciencias Químicas) estuvieran a la altura para poder entrar… éramos pocos, pero con una atmósfera muy buena, con gente muy trabajadora que nos llevábamos muy bien pero que competíamos por el sobresaliente y por la matrícula…. Ocurre también en carreras como Medicina, con numerus clausus muy restrictivos. Hay diferencias muy grandes en la motivación y la calidad de los alumnos.

(JSM) ¿Se ha perdido esa competitividad sana en la educación?

(TG) La competitividad es muy importante para mejorar, hay que alejarse del “café para todos”. No estoy diciendo que la educación tenga que ser elitista, pero hay determinadas escalas en las que tendríamos que funcionar como los anglosajones. Se necesita selección, tiene que haber más competitividad, hay que apostar por la calidad y ser más exigentes con nosotros mismos. Por desgracia, la exigencia, en general, no gusta.

Células y electricidad

(JSM) ¿Cuál es su campo de investigación?

(TG) Trabajo entendiendo cómo nuestras células conducen electricidad. En nuestro organismo hay corrientes eléctricas y, esa idea de corriente eléctrica, es muy parecida a la que utilizamos en casa para enchufar la aspiradora. La diferencia es que las de nuestro cuerpo son corrientes extremadamente pequeñas, y no se pueden medir con el mismo aparato que usa un electricista para saber si un enchufe está estropeado o no.

(JSM) ¿Todo nuestro cuerpo usa electricidad?

(TG) A todos nos han hecho un electroencefalograma… Nuestro cerebro, nuestras neuronas usan electricidad; cuando los nervios trasmiten la sensación de dolor usan electricidad y el corazón utiliza electricidad. El músculo utiliza electricidad y también las células del sistema endocrino que vierten a la sangre hormonas o neurotransmisores. Las células han evolucionado utilizando una electricidad muy pequeña pero que tiene un gran potencial energético.

(JSM) Además de en la “potencia”, ¿hay alguna otra diferencia entre la electricidad de casa y la de nuestro cuerpo?

(TG) La electricidad de casa es una corriente electrónica, es decir, de electrones, pero la corriente de nuestro cuerpo es una corriente de iones. Los iones que trasmiten esa corriente son el sodio, el potasio, el calcio, el cloro y algunos otros, pero esos cuatro son los fundamentales. Para que exista corriente, los iones tienen que fluir dentro y fuera de la célula y hay unas proteínas que permiten que eso ocurra. Estas proteínas se llaman canales iónicos.

(JSM) ¿Y cómo funcionan?

(TG) Dejan pasar los iones de una manera muy determinada y controlada. Cada tipo de célula tiene una batería de canales iónicos determinada y dependiendo de qué ión dejen pasar, con cuánta velocidad, etc., producen unas u otras corrientes eléctricas y eso se traduce en una señal que la célula interpreta. En realidad es un lenguaje, como si cada célula tuviera una orquesta de canales iónicos, y unas veces tocan a Beethoven, otras a Bach,…

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Teresa Giráldez el año pasado durante la presentación de las Jornadas del Proyecto IMBRAIN, un proyecto europeo
concedido al Instituto de Tecnologías Biomédicas que permitió la incorporación de nuevas líneas de investigación
biomédica a la Universidad de La Laguna.

(JSM) ¿Y esto está relacionado con algunas enfermedades?

(TG) ¡Claro! Hay un montón de enfermedades que podrían parecer muy diferentes, y se podría pensar que no tienen nada que ver entre sí, como por ejemplo, la epilepsia, la migraña o la hipertensión, pero hay formas de esas enfermedades que están relacionadas directamente con un fallo en un canal iónico. La fibrosis quística es otro ejemplo.

Quienes las sufren son personas que tienen mutaciones en alguno de sus canales iónicos. Por decirlo de otro modo, alguna de las orquestas, en lugar de tocar lo que tiene que tocar, toca otra cosa.

Por ejemplo, cuando algunas células no funcionan correctamente en el corazón, porque un canal de sodio o de potasio está modificado, se producen arritmias. Su concierto eléctrico no es correcto y entonces no sigue el ritmo. Y ocurre lo mismo en el cerebro o en determinados tipos de diabetes. Son consecuencia de una mutación en un canal iónico que está implicado en la transmisión de insulina.

(JSM) Como estas, existen más de 150 enfermedades que dependen de cómo nuestro genoma codifica canales iónicos… y eso lo hacen unos 250 genes. Quienes no nos dedicamos a investigar este campo podríamos pensar que todo está muy localizado, que no tiene que ser tan difícil dar con la clave…

(PG) ¡Uf, qué va! Puede parecer lógica la pregunta, pero un gen no es igual a una proteína. Un solo gen puede dar lugar a una gran variedad de proteínas. Además los canales no funcionan solos, es decir, que no existe un solo canal en cada tipo concreto de células, sino que hay una combinación de canales. Hay 250 elementos combinados de uno en uno, de dos en dos, de tres en tres, o de 50 en 50… Y este es sólo el primer grado de complejidad.

A eso hay que sumar que los canales tienen un montón de modificaciones después del gen. Son transformados, tienen variantes de procesamiento alternativo… y además hay subunidades accesorias. Esto quiere decir que un canal, dependiendo del tejido en el que esté, tiene otra proteína, que no es un canal, pero que modula al canal en ese tejido concreto.

Se podría pensar que el problema no es demasiado complejo, pero sí que lo es, porque cuando llegas al nivel de los tejidos, encuentras que todo ese juego de variabilidad hace que tengas una diversidad enorme de funciones y combinaciones…

(JSM) Es como si hacemos un puzle en el que cada pieza está compuesta a su vez que otras subpiezas más pequeñas…

(TG) Efectivamente, pero es que además, esas subpiezas se pueden unir con varias subpiezas de otra pieza mayor. Al final, con las piezas y subpiezas del puzle puedes crear un montón de imágenes diferentes…

Filosofía para la Ciencia

(JSM) En la web de su grupo de investigación hay una pestaña denominada “Filosofía”, pero se ha caído el enlace… ¿Qué decía ahí?

(TG) Estamos renovando la web ahora mismo… Es un enlace a una página que me gusta mucho. Es la filosofía de Kay Tye, una líder de grupo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) de los Estados Unidos cuyo trabajo admiro mucho, que ha colgado en su página su filosofía de trabajo que es muy similar a la mía. Le escribí y le pregunté si podía poner un enlace a su página. Decía qué significaba la ciencia para ella y lo que tenía que significar para la gente que trabajaba con ella. De alguna manera venía a decir que la ciencia es, como decía hace poco en vuestro blog Ángela Nieto: conocimiento, pasión, rigor, generosidad, libertad y progreso.

(JSM) ¿Y de todo eso con qué se queda?

(TG) Lo que más me gustaba de esta filosofía es algo que para mí es muy importante. Unía la parte humana con la ciencia, y no las separaba. Los científicos a los que más admiro tienen una correlación absoluta entre su calidad humana y su calidad científica. Hay excepciones por supuesto, pero esa correlación hace que todos los factores vengan de la mano de la parte humana.

(JSM) Parecen unos requisitos que no figurarían en los apuntes de los responsables de recursos humanos…

Lo que venía a decir es que quien quisiera trabajar en el laboratorio con ella tenía que estar comprometido de verdad. El trabajo científico no se puede entender como un trabajo al que vas pensado cuándo tienes vacaciones, o hasta cuándo vas a trabajar o cuáles son tus horarios. Lo que ella decía es que ese tipo de conversaciones no proceden en este entorno. Ponemos nuestra vida y nuestro trabajo en el mismo saco. Nuestra vida es esto.

Premios y reconocimientos

Teresa Giráldez fue, en 2009, la primera científica que no trabajaba en Estados Unidos en ganar el premio Margaret Oakley Dayhoff y ahora se ha convertido también en la primera científica, que trabajando en España, ostenta un cargo de representación en la Sociedad de Biofísica.

“Me enorgullece que la mayoría de los miembros haya pensado que estoy a la altura para este trabajo”, reconoce, aunque seguidamente, en tono de broma, asegura que es un caramelo envenenado, porque supone muchísimo trabajo extraordinario “y ahora –afirma– hay que cumplir con él”.

Una pequeña parte de ese nuevo trabajo es organizar un congreso anual al que acuden más de 7.000 integrantes de la Sociedad. Planificar a quién se invita, quién habla en cada momento, el orden y contenido de las sesiones o quién podrá o no exponer una comunicación oral, serán parte de sus responsabilidades como nueva vocal.

“La Sociedad tiene una visión internacional muy importante. Me enorgullece pensar que soy parte de esa apertura. Para mí significa mucho porque es una sociedad en la que he aprendido muchísimo. He ido prácticamente siempre a los congresos anuales, y me ha permitido ir hacia arriba claramente, por los comentarios que he recibido sobre mi trabajo, y por lo que he aprendido del trabajo de los demás”.

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El Presidente de la Sociedad de Biofísica Harel Weinstein,
en 2009, entregando el premio Margaret Oakley Dayhoff
a Teresa Giráldez.

Su vinculación con la Sociedad de Biofísica comenzó en 2002, y durante los pasados seis años (2009-2015) se hizo especialmente patente en el Comité de Oportunidades Profesionales para las Mujeres (CPOW). “Las 24 personas que forman este Comité tratan de asegurar que hay nominaciones de mujeres a los premios, de evidenciar que todavía hay una brecha importante en el número de mujeres que ocupan puestos de responsabilidad como investigadora principal o más arriba, y vigilar que haya un balance adecuado dentro del programa de los congresos, es decir, que haya un número significativo de mujeres que imparten las conferencias principales, revisar todas las sesiones y charlas,… y eso es un volumen importante de trabajo”.

(JSM) ¿Por qué todavía sigue siendo necesaria la promoción de la mujer en la ciencia?

(TG) Ese es el quid de la cuestión. Es un tema muy complejo. Un factor obviamente es histórico. A las mujeres se nos ha dado acceso a la educación y a determinadas áreas de las sociedad y del conocimiento mucho mas tarde que a los hombres. Eso es innegable. Puesto que eso ha sido así, vamos con retraso. El problema es que si se hace un cálculo sencillo, los números no dan. Se puede calcular cuánto va a tardar un coche en llegar hasta nuestra posición sabiendo su velocidad y la distancia que nos separa. Si uno hace el mismo cálculo desde que las mujeres empezaron a estar en el panorama científico, académico, del conocimiento y la educación, hasta ahora, debería haber muchas más. Es decir, tiene que haber otros factores que estén impidiendo que esa velocidad que deberíamos haber desarrollado no la hayamos alcanzado.

La mujer en la ciencia

(JSM) ¿Y cuáles cree que pueden ser esos factores?

(TG) Uno de los que se baraja siempre es la presión machista que durante un tiempo se ha ejercido… aunque también hay que decir que hay un montón de hombres que, por ejemplo, a mí personalmente, me han ayudado y empujado, empezando por mi propio marido, así que ese no puede ser el único factor, aunque siga existiendo.

Algunos estudios, por ejemplo el que realizó el equipo de Guerlind Wallon para EMBO en 2007 apuntan a que a la hora de elegir el lugar de trabajo, un alto porcentaje de mujeres antes que pensar en su propia carrera, priman a la familia o que su pareja vaya a un lugar de trabajo más adecuado a su carrera científica antes que ellas; por otro lado, hace poco escuché a Miriam Goodman, una investigadora de la Universidad de Stanford, quien decía, en una reunión en Estados Unidos, que esto también es un problema de las mujeres que deberíamos apostar por nuestra visibilidad tanto como los hombres.

De alguna manera, esto lo vimos también en el CPOW en la Sociedad de Biofísica. A los premios de la Sociedad, que son muy prestigiosos, se pueden presentar autonominaciones, pero en general, sólo los hombres se autonominan. También descubrimos que en las nominaciones tradicionales se designaba a menos mujeres que a hombres, así que empezamos a llamar a mujeres que pensábamos que eran claramente merecedoras de los premios y que debían ser nominadas. En una alta proporción no querían exponerse ni presentarse a los premios por diversas razones.

El estudio realizado en Harvard (el caso de “Jennifer y John”), por ejemplo, también es especialmente significativo sobre los prejuicios de género en la ciencia. Además, la presión social sobre la mujer es muy grande. Si decide tener familia, como si decide dedicarse al trabajo, parece que su labor exclusiva debe ser esa. Incluso hay presión sobre las mujeres que deciden no tener familia. Todo estos factores se reflejan en ese diagrama que todos conocemos, el efecto tijera.

(JSM) Usted tiene dos hijos ¿no?

(TG) Sí, así es.

(JSM) Supongo que lo dice en broma, pero he leído que dice de ellos que son su mejor experimento…

(TG) (Carcajadas) Sí, sí, sí,… Son mi mejor experimento. Siempre he tenido claro que quería tener familia y mi marido también. Es lo que hemos dicho antes, son parte de mi vida y también tenían que ser parte de esto. No hubo ninguna duda, pero también hay que decir que no ha sido fácil en absoluto. Ha sido crucial el apoyo de mi marido. Somos un equipo. Es algo que hemos hecho entre los dos. Ese ha sido uno de los secretos fundamentales, junto con la familia.

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Larry Cohen, profesor de Yale, junto a Teresa Giráldez
y su hijo menor Guillermo, en 2008.

(JSM) Marta Brizuela, una de las científicas a las que hemos entrevistado en anteriores ocasiones, nos contaba cómo algunos científicos se alegraban de verla embarazada en uno de esos congresos internacionales anuales y se sorprendían de verla en la siguiente edición porque pensaban que después de la maternidad se iba a dedicar exclusivamente a las niñas. ¿Le ha tocado vivir una situación parecida?

(TG) ¡Exactamente igual! Me estaba riendo por dentro porque la situación es idéntica a la que yo viví. Tuve a mi primera hija en Estados Unidos. Estábamos allí los dos haciendo el post-doc y mi marido volvió a España porque obtuvo un contrato Ramón y Cajal y yo quería quedarme allí a terminar mi trabajo.

En aquella ocasión, los primeros comentarios fueron sobre todo de algunos colegas, de nacionalidades no estadounidenses ni europeas, con culturas patriarcales muy tradicionales. Lo primero que no entendían era que yo tuviera el mismo nivel laboral que mi marido, les parecía una falta de respeto. No comprendían que no tuviera un perfil inferior a mi marido, que para ellos era lo correcto.

Me preguntaban mucho, porque yo les fascinaba. No cocino porque no me gusta, no porque no sepa. A mi marido le encanta y es él el que cocina en casa, y eso les tenía asombrados. Pero, cuando me quedé sola, embarazada y trabajando, me interpelaban constantemente diciéndome qué clase de mujer era yo. Hoy lo cuento y me río, pero en su momento me molestó muchísimo, y me parece intolerable porque además era una situación que se ponía de manifiesto con el único objeto de menospreciarme en público.

Lo último fue cuando supieron que el bebé era niña. Me decían: “¡Qué pena que el primero no sea niño! ¡Qué mal lo haces, que además del desastre que eres como mujer, encima tu primer hijo no es un niño!” Volver a España a seguir trabajando les tenía consternados, y ¡estamos hablando de científicos que trabajaban en la Universidad de Yale!

(JSM) ¡Increíble!

(TG) También me pasó en España… Con mi segundo hijo, yo tenía un contrato Miguel Servet, estaba montando mi laboratorio y mi equipo, y me acaban de dar mi primer proyecto de investigación como investigadora principal. Cuando nació, no cogí la baja maternal completa porque estaba en un momento crucial, el niño nació perfecto, el parto fue fantástico, me recuperé enseguida y teníamos la suerte de contar con mucha familia. Estaba todo arreglado…

(JSM)… ¿Y qué ocurrió?

… que la oposición no llega siempre desde los hombres. Cuando escribí a algunas colegas europeas para decirles que me reincorporaba al laboratorio y que todo estaba bien, me sorprendió su reacción, preguntándome “cómo podía hacerle eso a mi hijo”. Según ellas, el tiempo de baja de acuerdo a sus estándares tenía que ser de tres años, uno obligatorio con el niño en casa y los otros dos de horario reducido yendo a trabajar unas horas por la mañana…

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Teresa Giráldez recibiendo el Premio IZASA-Beckman-
Coulter de Investigación en 2011. A su izquierda,
el entonces Presidente de la Sociedad de Biofísica
de España, Juan Carmelo Gómez.

(JSM) Pero en un laboratorio eso es imposible… Matas la investigación…

(TG) ¡Claro!, es imposible. Es innegable que el ritmo baja, pero no tienes porqué desconectar. La felicidad de los hijos es perfectamente compatible con una mujer que tenga una dedicación importante a su trabajo, pero es que además hay otra diferencia. Nosotros viajamos mucho, y cuando yo me voy a un viaje, a su padre le preguntan con quién se quedan los niños, y él dice como lo más normal del mundo: “¡Pues conmigo!”. Le fastidia que la gente piense que los niños no puedan quedarse con él cuando yo me voy, pero a mí no me han preguntado nunca con quién se quedan los niños cuando se va él.

(JSM) ¿Cuál va a ser la próxima gran noticia en la que esté involucrada la biofísica?

(TG) A veces no sé si el público general sabe ver la importancia que tienen, pero yo creo que los canales iónicos van a ser una de ellas. Vamos a poder ver muchos más canales de los que hasta ahora no disponíamos de información a nivel atómico. Esto es importante porque nos va posibilitar diseñar fármacos y vamos a poder ver cómo están funcionando en cada momento en cada átomo del canal iónico… hay un escalón importante entre hacer esto en el laboratorio y trasladarlo a una célula real, pero nos estamos acercando.

(JSM) ¿Y esa noticia estará protagonizada por Teresa Giráldez?

(TG) Nosotros tenemos ahora un proyecto muy interesante, que está empezando, en el que queremos contribuir a averiguar como funcionan complejos de canales que son importantes en la transmisión de electricidad entre una neurona y otra. Lo que queremos es entender cómo funciona un complejo que integra señales de calcio y potasio y cómo podemos cambiar esa electricidad celular. Se ha propuesto que el buen funcionamiento de este dueto está implicado en enfermedades como el autismo o el Síndrome X-frágil, y nuestra esperanza es que podamos contribuir, con herramientas y con información, a entender un poquito mejor su funcionamiento.

Sobre los autores

Esta entrevista ha sido realizada por Javier San Martín @SanMartinFJ e Izaskun Lekuona @IzaskunLekuona y es una colaboración de Activa Tu Neurona @ACTIVATUNEURONA con el blog Mujeres con Ciencia.

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