Hasta hace pocos años, la mayor parte de los expertos sostenía que el éxito evolutivo de Homo sapiens estaba en gran parte basado en la capacidad de aprovechar casi cualquier alimento, lo que permitió nuestra expansión por todo el planeta. Este modo de pensar llevó a que se asumieran modelos simplistas, fruto de viejos prejuicios, sobre los modos de vida y la cultura de los neandertales.
En este contexto, se dio por hecho que una especie tan próxima a nosotros como Homo neanderthalensis era incapaz de explotar los recursos acuáticos de sus costas o ríos. Hoy, sin embargo, sabemos que esta idea es inconsistente con los datos disponibles. La larga lista de trabajos de investigación sobre el tema muestra que ya no puede establecerse una relación directa entre el consumo de recursos acuáticos y una ventaja adaptativa de los humanos modernos frente a otras especies.
Ciertamente, cada día se recogen y publican más evidencias del consumo de todo tipo de alimentos por parte de los neandertales, entre los que también están incluidos los recursos acuáticos, como moluscos, peces y mamíferos.
Antes de continuar, puede resultar de interés recordar que la investigadora Elaine Morgan (1920-2013), notablemente olvidada por la comunidad científica, propuso la importancia de los animales acuáticos en la dieta humana y por tanto en su evolución. «Los recursos alimenticios de las zonas costeras, sostenía Morgan, pueden ser explotados con relativa facilidad por los homínidos, por ejemplo, cangrejos, huevos de tortuga, lapas de las rocas, peces u otros animales». Estudios recientes han evidenciado que tales alimentos constituyen una rica fuente nutritiva para los humanos, por ejemplo, los ácidos omega-3 presentes en diversos pescados son fundamentales para el desarrollo del cerebro.
En un trabajo publicado en 1994, la investigadora Mary Stiner y sus colaboradores documentaban el consumo hace unos 150.000 años de moluscos marinos, mejillones y almejas, en distintos niveles de la cueva italiana de Moscerini. Tras estos resultados, empezaron a salir a la luz un creciente número de estudios que mostraban claras evidencias de la recolección deliberada de mariscos por los neandertales.
En su conjunto, los hallazgos significaron un golpe importante para los modelos que hasta hace muy poco sostenían que las prácticas más antiguas de marisqueo solo las habían realizado los humanos modernos; incluso consideraban que la incorporación a la dieta de estos alimentos fue una innovación que propició el desarrollo típico de nuestro cerebro. Asimismo, se desmoronaba la idea ampliamente extendida que sostenía que una dieta enriquecida con productos marinos habría permitido el seguimiento de las rutas costeras que contribuyeron a la expansión de Homo sapiens en su colonización del mundo.
La reconocida paleobióloga Yolanda Fernández-Jalvo, Investigadora Científica del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (CSIC), ha participado en las indagaciones sobre la relación entre los neandertales y los recursos hídricos. Del conjunto de expediciones de investigación relevantes realizadas por esta científica, nos parece interesante destacar que ha sido directora de excavaciones de campo en Gibraltar, concretamente en las cuevas de Vanguard y de Gorham, situadas en la costa este del peñón.
Junto al antropólogo Chris Stringer y al paleontólogo Clive Finlayson, Yolanda Fernández-Jalvo ha demostrado que las cuevas gibraltareñas configuraron durante el Paleolítico Medio (hace entre 300.000-40.000 años) un entorno marino habitacional relativamente pequeño. En este ambiente costero, el equipo investigador descubrió significativas evidencias del procesado y consumo no solo de moluscos, sino también de mamíferos marinos por parte de los pobladores del lugar en aquella época.
Con no poca sorpresa, hallaron restos de varias focas monje del Mediterráneo (Monachus monachus) que mostraban huellas evidentes de las herramientas líticas de los neandertales. Los huesos con estas marcas de carnicería hallados en las cuevas se han convertido en una prueba convincente de que las focas fueron usadas como alimento.
Y no solo las focas formaron parte de la dieta de aquellos gibraltareños, otros mamíferos marinos, probablemente empujados hasta la costa por el mar, también enriquecieron su menú: se trata del delfín llamado de nariz de botella (Tursiops truncatus), un cetáceo que actualmente habita en los mares cálidos de todo el mundo.
Asimismo, Fernández-Jalvo, Stringer y Finlayson han recogido datos que demuestran que Homo neanderthalensis habitó esos refugios aislados de la región más meridional de la Península Ibérica durante largo tiempo, incluso hasta bastante después de la llegada de Homo sapiens a Europa. De hecho, nuestra especie alcanzó el continente europeo hace unos 40.000 años, y estos expertos confirman que las cuevas gibraltareñas estuvieron ocupadas por las últimas poblaciones neandertales hasta unos 28.000 años antes del presente, cuando terminaron por extinguirse.
La secuencia estratigráfica de ambas cuevas –esto es, los distintos niveles o estratos ocupados–, ha permitido comparar comportamientos y estrategias de supervivencia entre Homo neanderthalensis y Homo sapiens. Los resultados sugieren que los primeros tenían un buen conocimiento de la distribución geográfica y del ciclo de vida de sus presas, y por ello fueron capaces de explotar diversas especies marinas y numerosos recursos costeros durante un amplio espacio de tiempo, anterior a la llegada de los segundos. De hecho, los datos parecen indicar que la utilización de las riquezas del mar no era una práctica accidental o aislada por parte de los neandertales, sino que era un comportamiento planeado que requería conocer el ciclo de vida de los animales y de su estacionalidad.
Los niveles de ocupación humana en las cuevas, primero habitadas por los neandertales y posteriormente por los sapiens, no muestran diferencias significativas en la composición faunística. Los mamíferos marinos y los moluscos están presentes en los estratos asociados con ambas especies, y ponen de manifiesto un comportamiento similar y estrategias complejas de subsistencia equivalentes. «Esta es otra diferencia propuesta entre los neandertales y los modernos que ahora desaparece», ha afirmado Stringer.
En suma, Chris Stringer, Clive Finlayson y Yolanda Fernández-Jalvo concluyen que hoy ya no hay argumentos para sostener que los neandertales sólo explotaban sistemáticamente a los mamíferos terrestres, el aluvión de datos recientes rebasa por completo esa escena.
En esta misma línea, la investigadora Ruth Blasco mantiene que la variada dieta neandertal ha quedado reflejada no sólo en el amplio espectro de presas que fueron capaces de explotar, sino también en la variedad de estrategias de obtención que supieron desempeñar. Así, los elementos faunísticos que definen la «modernidad» en el comportamiento humano probablemente estuvieron presentes desde momentos tempranos en Europa, claramente anteriores a la llegada Homo sapiens.
Además, otros yacimientos del Paleolítico Medio de Portugal y del sur de España también están proporcionando restos de moluscos, cetáceos o aves marinas asociados a los neandertales. Aunque en estos casos las evidencias del papel humano sobre tales restos marinos aún no son tan claras y repetitivas como las de Gibraltar, los expertos opinan que su presencia también debería considerarse como un refuerzo en apoyo del comportamiento complejo de los neandertales.
Al respecto, Yolanda Fernández-Jalvo ha expresado que «la evidencia no es tan consistente, clara y reiterada como en Gibraltar, [pero] en cualquier caso, otros yacimientos refuerzan la estrategia de explotación de recursos marinos». Asimismo, la científica puntualiza que la explotación de recursos marinos posibilita una mayor estabilidad en el territorio y «sugieren que la pervivencia de los neandertales hasta cronologías tan tardías en Gibraltar podría ser consecuencia directa de la buena adaptación al medio y, por lo tanto, el éxito de una estrategia económica, social y cultural compleja».
Referencias
- Finlayson, Clive (2010). El sueño del Neandertal. Crítica. Barcelona
- Stiner, Mary (1994). Honor among thieves: A zooarchaeological study of Neandertal ecology. Princeton: Princeton University Press
- Stringer, Chris y Andrews, Peter (2005). La evolución humana. Akal
- Stringer, Chris et al (2008). «Neanderthal exploitation of marine mammals in Gibraltar». PNAS vol. 35 nº 38: 14319–14324
- Entrevista a Yolanda Fernández-Jalvo, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), Museo Arqueológico Regional
- Jonathan Amos, Neanderthals ‘enjoyed broad menu’, BBC News, 23 septiembre 2008
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.
1 comentario
[…] de nuestros antepasados, cómo era su organización social y, en definitiva, para calibrar su capacidad de adaptación al entorno que […]