Las primeras primatólogas III: Birute Galdikas, una amiga para los tímidos orangutanes de Borneo

Vidas científicas

Breve introducción

En marzo de 1969 la joven canadiense Birute Galdikas estaba presente en una conferencia pronunciada en la Universidad de California por el antropólogo Louis Leakey. En su discurso, el científico hacía hincapié en el valor de los grandes simios y en la proximidad del peligro de extinción que corrían, acentuando dramáticamente la terrible pérdida que significaría la desaparición de tan peculiares animales de nuestro planeta.

Galdikas ha recordado al respecto: «Yo deseaba estudiar los orangutanes, y el hecho de que Louis Leakey hubiera estimulado a Jane Goodall y a Dian Fossey [a investigar a los chimpancés y gorilas], me hizo pensar que también podría ayudarme a mí.» Por esta razón decidió ponerse inmediatamente en contacto con él; consiguió una cita y logró la atención de científico. Después de hacerle numerosas preguntas, Leakey decidió brindar su apoyo a Birute Galdikas para que pudiese instalarse en el hábitat natural de los orangutanes, o sea, en el bosque tropical húmedo del sur de la isla de Borneo, en Indonesia. Allí la joven emprendería un amplio estudio de campo sobre el comportamiento en estado salvaje de uno de los simios menos conocidos.

Una investigadora con coraje

Birute Galdikas nació en 1946, casualmente en Alemania, pero creció y se educó en Toronto, Canadá. Ella misma ha confesado que desde muy niña sintió un gran interés por los animales y recuerda que a partir de los 12 años disfrutaba mucho en el zoológico de Toronto, donde pasaba horas observándolos silenciosamente. Este interés se ha mantenido a lo largo de toda su vida.

BIRUTE GALDIKASEn 1969, Galdikas estaba profundamente interesada en los simios y deseosa de estudiar los orangutanes. Tras conseguir fondos del National Geographic para establecer un campamento base en el bosque tropical húmedo de Borneo, partió hacia allí casi de inmediato, totalmente convencida del éxito de su proyecto, a pesar de que no contaba con información alguna. Recordemos que el primer occidental —y hasta ese momento único— que estudió brevemente el comportamiento natural de los orangutanes fue el famoso codescubridor del principio de la selección natural, Alfred Wallace (1823-1913). Durante su exploración del archipiélago malayo a mediados del siglo XIX, el gran naturalista observó a algunos orangutanes e incluso crió en su campamento a un pequeño huérfano.

En 1971, Birute Galdikas llegó al sur de Borneo donde instaló lo que posteriormente se convertiría en el Centro de Investigación Louis Leakey, dedicado al estudio y protección de los orangutanes. La joven Galdikas comprobó pronto que estos simios son extremadamente solitarios y es muy raro que se aproximen a los humanos o incluso a sus propios congéneres. Por esta razón, hasta los años 70, sólo se habían podido estudiar en cautividad, y justamente una de las primeras tareas de Birute Galdikas fue enseñar a los ejemplares jóvenes cautivos a desenvolverse en su entorno original.

Ciertamente, entre los mayores desvelos de la investigadora siempre ha ocupado un lugar relevante el esfuerzo por reinsertar a los orangutanes en su entorno. Ha descrito cómo a cada orangután que recogía —confiscado de algún circo, abandonado por su dueño o simplemente extraviado— lo entrenaba para familiarizarlo con el medio salvaje. Estos grandes simios suelen adoptar a otros animales jóvenes y así no resulta difícil que el joven encuentre la protección de una madre adoptiva. Aunque es una situación que siempre produce enfrentamiento con los hijos naturales, al cabo de unas semanas el recién llegado ya está integrado.

ORANGUTAN
Un orangután

En una entrevista concedida a un periodista, la científica relata que «durante los tres primeros años en la zona del sur de Borneo compartí una pequeña cabaña con varios orangutanes que habían vivido en cautividad y a los que intentaba devolver a una jungla que nunca habían visto. Para ello necesitaba saber más cosas de su vida en libertad, de sus hermanos, que antes no habían sido nunca estudiados en su entorno natural».

Birute Galdikas hubo de pasar mucho tiempo de paciente observación en la espesura del bosque hasta que consiguió localizar al primer orangután salvaje. Durante los treinta años que hoy lleva estudiando estos animales, sólo ha tenido un puñado de encuentros con ellos. Normalmente, en cuanto se les aproximaba más allá de un cierto límite, el animal parecía responder con un claro mensaje: «déjame solo». Los orangutanes tienen la facultad de desaparecer entre las ramas de los árboles, a pesar de sus dimensiones (un macho adulto puede pesar hasta 100 kg), para eludir a todos los observadores. No obstante, haciendo alarde de gran entereza y dedicación, Galdikas ha logrado conocer a estos grandes y misteriosos simios. Así, ha llegado a comprender con más claridad que nadie lo que significa ser un orangután, y que el hecho cardinal es que les gusta estar solos.

Tras largos años y extraordinarios esfuerzos Birute Galdikas ha hecho una excepcional contribución a la primatología: un retrato sorprendente del comportamiento de los orangutanes, cuya supervivencia depende por completo de su perfecto conocimiento de la jungla en que viven. Son animales esencialmente herbívoros y la investigadora y sus colaboradores han identificado más de trescientas posibles fuentes de alimentos. La gran mayoría son distintas especies de plantas; también se alimentan de setas, de insectos y de miel. Todo esto es ingerido junto a partículas de tierra que contienen los minerales necesarios.

Los orangutanes son muy inteligentes, tienen una excelente memoria y recuerdan con precisión dónde se encuentran sus diversos alimentos y la época del año en que están disponibles. Su inteligencia les ha permitido adaptarse al bosque tropical de Borneo. Tal como ha puntualizado Galdikas, la extrema diversidad de la jungla no significa necesariamente abundancia. Los árboles están a distancias considerables, maduran en distintas épocas y a veces dejan de dar fruto durante dos años o más. Un orangután tiene un mapa mental de las plantas comestibles de su entorno y un calendario exacto de su maduración, y sabe identificar su alimento sin el menor atisbo de duda.

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Un orangután

Los orangutanes adultos son los animales más grandes de la tierra que viven en los árboles. Columpiándose con sus largos brazos, pueden recorrer hasta 5 km diarios y su territorio abarca una superficie de unos 40 kilómetros cuadrados. Normalmente permanecen bajo la cubierta de los árboles, lo que contribuye a que sea muy difícil detectar su presencia.

Galdikas y sus colaboradores realizan importantes esfuerzos para proteger a estos simios de los cazadores furtivos y de la civilización, pero el misterio que rodea a los orangutanes ha generado un deplorable comercio a su alrededor. La científica ha denunciado que estos simios en cautividad no suelen sobrevivir más de cinco años, y cada muerte implica nuevos encargos de captura. De cada cinco crías capturadas, sólo una sobrevive al trauma. Los furtivos matan sistemáticamente a las madres. Según Galdikas, en los últimos años por lo menos mil orangutanes han pagado con su vida por este tráfico.

En marzo de 2002, Birute Galdikas vino a España a recoger un premio que le había otorgado la Sociedad Geográfica Española. La primera frase que dirigió en Madrid a la prensa acerca de la grave situación por la que atraviesan los orangutanes fue: «es simplemente terrible. En los próximos 10 o 20 años se van a extinguir […]. En Borneo no hay más que siete u ocho poblaciones de orangutanes biológicamente viables. Para salvar a cada una de ellas se necesitarían unos 25 millones de dólares.»

La valerosa científica continúa incansable, junto a sus colaboradores, su excelente labor estudiando y protegiendo a estos valiosos animales, y denunciando en todos los foros el peligro de desaparecer que corren. En la actualidad Galdikas vive la mitad del año en British Columbia, Canadá, donde es profesora de Antropología en la Universidad Simon Fraser. Pasa la otra mitad del año en Borneo.

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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