Victoria Reyes-García (Antropología, 2001, Universidad de Florida) es profesora de investigación ICREA en el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals, Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB). Su investigación se centra en la relevancia del conocimiento indígena y local para entender y afrontar las crisis ambiental y climática. Vivió entre los tsimane’, una población indígena de la Amazonía boliviana desde 1999 hasta 2004 y ha realizado trabajo de campo en España, India, México, Camerún, Indonesia y Senegal. Reyes-García coordina el Laboratorio de Análisis de Sistemas Socioecológicos en la Globalización (LASEG), un grupo de investigación que analiza los impactos del cambio global en los sistemas socioecológicos. Es coautora de más de 300 artículos en revistas indexadas, ha coeditado tres libros, y ha dirigido 25 tesis doctorales. Su investigación ha sido financiada por el Consejo Europeo de Ciencia en dos ocasiones: para estudiar las relaciones entre la diversidad biológica y cultural utilizando un enfoque transcultural (2010-2015) y para estudiar la contribución del conocimiento indígena y local a la investigación sobre los impactos del cambio climático (2017-2023). Ha contribuido a varios informes dirigidos a los tomadores de decisiones, incluyendo el Informe Global y el informe de Cambio Transformador del IPBES, el informe conjunto del IPBES-IPCC, y la Red para la Tierra de la UNESCO. En 2021 fue elegida miembro internacional de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos y en 2022 miembro de la Academia de Agricultura Francesa.

1. ¿Cuál es tu área de investigación?
Soy antropóloga. Me interesa entender las muchas formas en las que los humanos podemos habitar el mundo. Dentro de la antropología, trabajo en la antropología ambiental, donde estudio cómo las personas interactuamos con nuestro entorno y, en particular, el papel fundamental de los conocimientos de pueblos indígenas y comunidades locales frente a la crisis ambiental y climática. A lo largo de mi trabajo he mostrado que estos saberes ofrecen alternativas concretas para frenar la pérdida de biodiversidad y entender mejor los impactos del cambio climático. Por ejemplo, he investigado con el pueblo tsimane’ de la Amazonía boliviana, donde sus prácticas de manejo sostenible de la naturaleza demuestran modelos de gestionar la naturaleza distintos a los convencionales.
2. ¿Por qué te dedicas a ella?
La crisis ambiental, la crisis climática, y las desigualdades sociales son los grandes retos de nuestro tiempo. Personalmente, el motor de mi investigación es querer aportar a construir un mundo más justo y sostenible, no solo para nosotros y las generaciones futuras de nuestra especie, sino también para las demás especies con las que compartimos el planeta. En ese camino, es fundamental reconocer que las soluciones no pueden venir solo desde la ciencia occidental, sino que deben construirse de manera plural e inclusiva. Estoy convencida de que reconocer y valorar la diversidad de conocimientos, especialmente los de pueblos indígenas y comunidades locales, es clave para imaginar y poner en práctica alternativas que nos permitan cuidar la vida en todas sus formas y garantizar un futuro común.
3. ¿Has tenido alguna figura de referencia en tu trayectoria?
Sí, a lo largo de mi trayectoria he tenido varias figuras de referencia que me han marcado profundamente. De mis padres aprendí el valor de la cultura del trabajo y la inspiración para hacer las cosas a fondo. De mi militancia en los movimientos sociales aprendí el valor de trabajar por una causa, en mi caso la justicia ambiental y social. Mis lecturas sobre los pueblos indígenas, y haber vivido entre los tsimane’, han sido una gran inspiración para pensar y vivir formas distintas de relacionarme con los demás, incluso dentro del competitivo mundo académico. Y, precisamente, de la naturaleza he aprendido la perseverancia y la resiliencia, recordándome que siempre hay caminos para regenerarse y seguir adelante.
4. ¿Qué te gustaría descubrir o solucionar en tu campo?
Me gustaría contribuir a descubrir nuevas formas de colaboración entre el conocimiento científico y los saberes indígenas y locales para enfrentar la crisis ambiental y climática. Creo que uno de los grandes desafíos es cómo integrar de manera justa y respetuosa estos distintos sistemas de conocimiento, de modo que no se invisibilicen las voces de las comunidades ni se reduzcan sus aportes a meros “datos” para la ciencia. Aspiro a encontrar caminos que permitan diseñar políticas ambientales más inclusivas, que reconozcan la diversidad de perspectivas y prácticas de cuidado de la naturaleza, y que ofrezcan soluciones sostenibles y equitativas frente a problemas urgentes como la pérdida de biodiversidad y los impactos del cambio climático.
5. ¿Qué consejo darías a quien quiera adentrarse en el mundo de la investigación?
Les diría que la investigación es un camino apasionante pero también desafiante, y que lo más importante es mantener la curiosidad y la apertura para aprender de distintas fuentes y experiencias. Investigar no se trata solo de responder preguntas académicas, sino también de escuchar, observar y dialogar con otros saberes y realidades. Mi consejo sería que encuentren un tema que realmente les motive, que no teman equivocarse ni cambiar de enfoque en el proceso, y que cultiven la paciencia y la perseverancia. La investigación es un trabajo colectivo: construir redes, colaborar y aprender con otros enriquece mucho más que trabajar en soledad.